Partida Rol por web

La noche comenzaba a acabarse. La chica, finalmente tras las múltiples insistencias de Cristoff termino bebiendo su sangre, salió corriendo de la iglesia perdiéndose en la noche. Si el vínculo de sangre había surtido efecto a la noche siguiente, o dentro de una semana a lo sumo, estaría buscando desesperadamente al vampiro. Entonces…¹

El ladrido de los perros retumba en la pequeña capilla y acto seguido una cuadrilla de hombres de armas fuertemente armados irrumpe en el recinto. No parecen ni venecianos ni cruzados, no llevan ningún símbolo sobre sus casacas y cotas de malla. Atados por correas llevan a una pequeña jauría de perros, todos ellos son blancos como la nieve a excepción de unas curiosas manchas negras en forma de círculos que cubren su cuerpo².

Los perros ladran señalando a ambos. ¡Tranquilos! ¡Tranquilos! Le dice uno de los hombres a los perros. Otro, un hombre fornido y con pinta de jefe, lleva a la cintura una espada, no como el resto del grupo que van armados con hachas, mazas y antorchas. El hombre carraspea y saca un trozo de papel. El ilustrísimo y excepcionalmente inteligente príncipe de Zara, Gari Flamcourt pide la comparecencia de todas las criaturas de la noche en su Eliseo, con motivo del “pequeño incidente” a fin de conocer a los superviviente y contar unos cuantos chistes.

El hombre guarda con desgana el papel. ¿Por favor, si es tan amable de acompañarme?

Tu orden no surte efecto en el vampiro. Puede deberse a múltiples factores, no ha habido suficiente fuerza en tus palabras, no has tendió un buen contacto visual o su sangre es mucho más poderosa que la tuya.

Cristoff miro a Franchesco por primera vez con compañerismo-¿que dice su ilustrisima?¿aceptamos la invitación del príncipe?-el vastago vaciló sin saber por que lado decantarse hasta que al final accedió-gracias por acompañarnos tan amablemente, en cuanto a los perros...mas les vale guardar las armas y alejarlos de nosotros todo lo que puedan si le tienen apego a esas bestias.

La conversación acabo con la interrupción de lo que parecían ser enviados del anfitrión, sin duda su presencia no había resultado inadvertida, quizá aquellos perros estaban amaestrados para seguir la sangre cainita.

Nunca rechazo una buena invitación a una mesa, además aquí parece que ya no hay mucho que hacer.

¡Muy bien! Síganme. El grupo de hombres de armas empezó a caminar por las calles de la ciudad donde el caos se había instaurado, pero con el paso de las horas el caos había ido remitiendo poco a poco. Ya no quedaba nada que saquear, mucho de los cruzados estaban cansado o borrachos y habían buscado alguna casa donde refugiarse, por las calles no había gente.

El grupo llego a un almacén cerca del puerto que sorprendentemente continuaba en pie y sin señales de haber sido forzado. La primera parte del almacén estaba llena cabezas de ganado colgadas de ganchos, jamones en salazón y de más trozos de carne, el olor a sangre era abrumador.

Al final del gran almacén había unas escaleras que bajaban a un sótano forrado de madera, el mobiliario de la sala era escaso, un par de mesas largas con varias sillas y un estrado con una silla a modo de trono. La espartana sala del trono no podía competir con los lujos y faustos de las salas del Dux en Venecia, como vulgarmente se diría, no le llegaba a la altura del tacón.

En la sala había varios hombres de armas sentados en las mesas y por encima de ellos se destaca uno, el que se encontraba en el estrado. El hombre de mediana edad y sonrisa perpetua paseaba frenéticamente de un lado del estrado a otro mirando con ojos ávidos a todas partes, vestía una túnica de color verde oscuro un tanto ajada y portaba una daga. ¡Oh visita! Grito al vero entrar. ¡Bien, bien! Parece que la plaga de la guerra no ha terminado con toda la estirpe. Dice frotándose las manos y acercándose a vosotros bajando del estrado. ¡Bien, bien! Primero las presentaciones, mi nombre es Gari Flamcourt , el ilustrísimo y excepcionalmente inteligente príncipe de Zara. Luego la cortesia ¿Queréis un vino, o algo más fuerte?¡Que estúpido! ¿Verdad? Los nuestros no bebemos esos. Dice acompañando la frase de un giño y un amistoso codazo. ¿Por qué… sois de los míos? Tras un silencio incomodo en el que Gari os analiza de arriba abajo con sus ojos ávidos de conocimiento, este vuelve a romper el silencio. ¡Bien, bien! Creo que se está haciendo tarde, o pronto, depende del punto de vista. ¿Verdad? Si queréis os puedo ofrecer mi hospitalidad y continuar esta alegre charla mañana¹.

¡Bien, bien! ¿Qué decir? ¿No rechazareis la amable hospitalidad del príncipe de Zara, y menos con la ciudad llena de cruzados? Sería algo muy descortés.  

Mario.- Digo el hombre a modo de presentación.

Rinaldo di Bonavilla. Se presenta el otro ¿Mario?¿verdad? Tenga buena noche. ¿Conoce al príncipe?

Sí Mario.- asiente - Sin apellido, aunque parezca extraño. Lo tuve, hace años, pero no es relevante ya. 

Se encoje de hombros. Gracias. Le digo lo mismo, ojalá tengamos buena noche. Creo que en esta ciudad no mucha gente puede decir eso... y no, no conozco al príncipe, soy un recién llegado a la ciudad. Una carraca me trajo aquí hace un par de noches pero no he podido entrar hasta hoy. Y viendo el destrozo... casi mejor... ¿Qué ha pasado?

Mario mientras sigamos en el tablero, siempre será una buena noche. Como tu soy un recién llegado, pero creo hacerme una imagen de lo que ha ocurrido en Zara. Alguien soltó la correa y soltó a los perros de la guerra.

Señala los estandartes de las ventanas. -Ni los intentos de la población por hacerles saber que era una ciudad cristiana calmo el ansia de destrucción de los cruzados...

¿De dónde venís? Si no es indiscreción. A ver qué es lo que quiere el príncipe Gari…

Mientras son conducidos a través de un almacén sorprendentemente intacto Rinaldo respondió. - Ha sido un largo viaje desde Bonavilla. No es por presumir pero son las tierras más ricas y hermosas de Udine. Contesta a Mario.

- Jo - der, qué panorama este - digo echando un vistazo a mi alrededor. Los jamones y la carne me hacen pensar que vamos a un buen sitio. El olor a sangre me agrada. Me gusta lo que voy viendo.- Parece que los cruzados han pasado por delante de aquí sin verlo ni mirarlo... extraño todo, esto llamaría la atención a cualquiera.. ¿Es acaso el hogar del príncipe? Imagino que estará bien protegido - y de pronto cayó en la cuenta de que habían hablado del "pequeño incidente"... ¿acaso los vampiros habían tenido algo que ver?

Miro a Rinaldo. 

- Os creo, las tierras más ricas y hermosas siempre son las de uno mismo - sonrió recordando que su apellido era su lugar de origen. 

El cambio no se hizo muy largo y tran apenas unos minutos se encontraban ante su nuevo anfitrión.  Sin duda el lugar era todo lo contrario a donde venía Francesco pero aquello era una zona de guerra al fin y al cabo.

Sin duda ya conoce la respuesta a su pregunta, porque no  nos dejamos de formalismos y nos dice lo que quiere?

Cristoff miró al príncipe confundido una vez se encontró con este y dejo que hablase franchesco ya que lo interesés de uno coincidían con los suyos dado que el venia a apoyar a la orden...pese a los hechos acontecidos...

¡Bien, bien! Que gente más mal educada, un príncipe no debería dejar que unos invitados le hablen así de mal. Dice mientras continua paseando con una gran sonrisa en los labios. Descuidadamente, Gari apoya una mano en el pomo de la daga y todos los hombres de amas se levantan y desenfundan sus armas. ¡Tranquilos chicos! Les grita a los hombres de armas. Solo estaba descansando el brazo. Podéis volver a sentaros. ¡Bien, bien! Son tan obedientes….

¡Bien, bien! Creo que hemos empezado mal. ¡Empecemos de nuevo! Mi nombre es Gari Flamcourt, el ilustrísimo y excepcionalmente inteligente príncipe de Zara. ¿Cómo os llamáis ustedes, ilustrísimos huéspedes?

Cristoff se sorprendió al ver a los soldados moverse como uno y entendió la indirecta, cuando le tocó el turno de presentarse fue tan educado como si se presentara ante el gran maestre

-Mi nombre es Cristoff Romuald y vengo en nombre de mi creador como un mero observador de la ciudad mi señor.

Ofender a un principe no parecía la mejor forma de llegar a una nueva tierra, quizá la conversación previa con Cristoff o el bélico ambiente habían terminado por cansar al monje.

Mi nombre es Francesco y vengo de Venecia a supervisar el avance de la cruzada

¡Bien, bien! Eso esta mucho mejor. Sonríe satisfecho Gari, su sonrisa se asemeja a un niño que ha conseguido que su madre le dé un dulce. Continuemos con la cortesía… Dice mientras se aclara la garganta ¡Bien, bien! Creo que se está haciendo tarde, o pronto, depende del punto de vista. ¿Verdad? Si queréis os puedo ofrecer mi hospitalidad y continuar esta alegre charla mañana.

¡Bien, bien! ¿Qué decir? ¿No rechazareis la amable hospitalidad del príncipe de Zara, y menos con la ciudad llena de cruzados? Sería algo muy descortés.

Cristoff esbozo una mueca cuando el príncipe basicamente los invitaba a ser sus rehenes y la alternativa era ofenderlo nuevamente, cerró los ojos un segundo para mentalizarse y tragar toda la mierda que se le caia encima.

-por supuesto....-dijo laconico-como podríamos rechazar la propuesta de tan ilustre eminencia-dijo mas como una pregunta sincera que como respuesta

Se lo agradezco sin duda, llevo demasiado tiempo en ese viejo barco como para rechazar la oferta de un lugar tranquilo para descansar.

Las palabras de Francesco sonaron del todo conciliadoras, las travesías en barco eran tediosas y largas y el monje no tenía intención de pisar uno de nuevo hasta un tiempo.