Partida Rol por web

Un rayo de luz se coló entre el espeso bosque y la oscura bruma. El rayo de luz reflejó en la brillante armadura de Leo y para sorpresa de todos el reflejo os mostró la belladona.

No parecía haber muchas en aquel lugar, pero justo ahí, donde el dios del paladín había mandado su rayo se encontraba la hierba que debidamente tratada os quitaría la enfermedad que quizá os hubieran contagiado.

Ahora vuestro estado de salud dependía de Alese y de su velocidad en preparar el remedio.

- De nada nos importa lo que esté sucediendo en el pueblo. La gente de allá jamás nos ha tenido respeto y creo que tú debes de saberlo perfectamente. Es difícil encajar en aquella sociedad por mucho empeño que tengas. 

Así que lo siento, si no te unes a nosotros este no es lugar para ti. Te vuelvo a pedir que hagas el favor de retirarte.  No nos importa lo que creáis que está escondido en el bosque, o lo que creéis que puede ayudar al pueblo de Barovia. Pero jamás hemos tenido relaciones con él, jamás nos han ayudado y jamás les ayudaremos.

No te lo vuelvo a repetir. Márchaos.

Alese tomó rápidamente la belladona, en realidad apenas necesitaba hacer nada con ella, sólo necesitaba que masticasen una pequeña porción de la peligrosa planta.

- No esperaremos a los demás, y espero que Yoru e Igor vuelvan pronto ¿Quién quiere ser el primero? Yo por fuerza he de ser la última ya que si muero no podría curaros a los demás. Rezad a los dioses que veneréis, y si no veneráis a ninguno, al menos agradecedle al dios de Leo que nos haya ofrecido esta belladona para darnos una oportunidad.

-Yo me ofrezco.-Digo dando un paso al frente.-Así podré usar la poca magia curativa que poseo para ayudarte si lo necesitas.

- Gracias Leo, vamos allá pues, mastica una hoja...

Y sin más, Alese se puso en tarea. Antes de darle la hoja para masticar, extendió un bálsamo por la piel del paladín y mezcló unas hojas secas con un poco de agua que dio a beber al paladín. 

Después... aquel valeroso hombre tomó la belladona sin pensárselo y un rictus de dolor se implantó en su cara mientras el veneno luchaba por matar al lobo. Un instante después el guerrero estaba libre de la maldición pero todavía tenía que purgar el veneno. Alese extendió el bálsamo por la piel de sus manos mientras Leo sudaba ante la presión del veneno. Un minuto después sus músculos se contrayeron cuando el veneno intentó de nuevo acabar con él. Fue un instante, después... quedó relajado.

- La maldición ha sido eliminada y el veneno ha sido purgado. El peligro ha desaparecido. Has luchado valerosamente Leo, y has vencido. Wolkot, tu turno, reza lo que puedas valeroso amigo, y que los dioses nos sean propios. Será mejor que te sientes, eres demasiado alto para mí.

Cuando el guerrero se sentó y retiró su casco, Alese le dio un beso en la mejilla y le susurró algo:

- Intentaré no fallar, no me perdonaría si fallo con alguno de vosotros.

Después, comenzó de nuevo el ritual.

- Ya está, la maldición se ha ido y el veneno también  -Aclaró la sacerdotisa tras el último escalofrío de Walcot -Vamos hermosa Quenya, es tu turno.

Y una vez más dio comienzo el proceso. Al cabo de un minuto, también la verdosa maga estaba libre de todo.

- Ya está, espero que Yoru e Igor vuelvan a tiempo. 

El veterano guerrero se sentó en el suelo para que la joven pudiera hacer sus curaciones mejor.

Sus miradas se encontraron y Wolkot asintió con seguridad, intentando transmitir algo a Alese.

No te preocupes, confío en ti.

El dolor fue insoportable. Intentó aguantar todo lo posible para no preocupar a la chica, pero su rictus se contrajo por el dolor.

Poco a poco se fue pasando hasta que sólo quedó el regusto amargo de la venenosa planta

Alese hizo lo mismo con Quenya, al igual que antes lo había hecho con Leo. 

Estaremos aquí, niña, contigo. Para lo que necesites

Envy viendo que no podria hacerlo cambiar de parecer, al menos no ahora opto por retirarse, dando una asentimiento como despedida y comprension. Y sin mas cambio de forma para salir corriendo por los bosques de nuevo, haciendole una señal a Ocaso para que le siguiera. Ahora debia volver con su grupo, Quenya estaba herida, no debian haberse movido mucho.

Estaba en silencio mientras Alese curaba la enfermedad. No tenía ningún tipo de miedo, a pesar de los riesgos. Esa pequeña muchacha tenía un aura de confianza y, aunque sus creencias no eran las mías, se hacía respetar.

Gracias, Alese, no dudé de tu buena mano. Me quedaré cerca, intentaré ayudar todo lo posible

-Te doy las gracias.-Digo una vez me ha sanado.-Esto es algo que recordaré mientras viva. ¿Vas a tratar de curarte tú misma? ¿O prefieres esperar a Yoru e Igor?

- Los esperaré a ellos, si no, quizás luego no pueda intentarlo.

No sabemos cuanto tardarán, ni siquiera sabemos si lo harán. Mientras el veneno se hace más fuerte en tu organismo. Creo que deberías curarte.

- Tenemos una hora de plazo, más o menos, y se han ido hace apenas unos minutos, no voy a ser tan impaciente. Y dudo que yo misma pueda curarme, sólo puedo envenarme como he hecho con vosotros y esperar que funcione, pero no puedo controlar mis pulsaciones ni mi fiebre mi aplicar los remedios en cada momento como he hecho con los demás. Dependeré de la suerte y los dioses. Y no hay más garantías ahora que dentro de media hora.

Pasó un largo rato cuando Envy y Ocaso se encontraron por el camino con Yoru e Igor, y después los cuatro regresaron a lugar donde habían sido atacados por primera vez por los lobos.

Sus compañeros seguían allí, Quenya parecía encontrarse bastante mejor y los demás estaban sentados esperando a que el grupo regresase. 

Por fin los ocho estaban nuevamente reunidos y ahora Alese tendría que ponerse manos a la obra otra vez.

- Igor, Yoru, habéis sido mordidos por licántropos y os han trasmitido la maldición. Siento usar el término Envy, pero no es tu caso, ellos, nosotros, no tendremos tu suerte y para nosotros es una maldición, nos transformaremos en lobos sin poder evitarlo y nos convertiremos en asesinos despiadados. No podremos controlarlo como tú lo haces, y además el lobo que vivirá con nosotros intentará tomar el control de nuestros actos incluso cuando no estemos transformados. Carezco del poder para curarlo o evitarlo, al menos de forma segura. Pero hay otra alternativa y es masticar un poco de hoja de Belladona. Es un poderoso veneno, y si tenemos un poco de suerte, matará al lobo antes que a nosotros. Pero sigue siendo un veneno, y hay una posibilidad de que drene vuestra fuerza u os mate. Yo puedo ayudaros con eso, pero no hay garantías. Lo único que puedo decir es que vuestros tres compañeros se han puesto en mis manos y he conseguido sanarles de la maldición por esta vía. Yo todavía la conservo, pues en mí no puedo tener cuidados médicos conmigo misma, y por lo tanto soy la que más posibilidades tiene de no poder evitar la licantropía y de morir en el intento de curarla. Si confiáis en mí no hay tiempo que perder... 

Alese no perdió tiempo, rápidamente se acercó a Yoru y extendió su bálsamo por la piel de las manos antes de darle la belladona. El elfo rechinó los dientes pero sobrevivió cuando el lobo que pujaba por introducirse en él moría envenenano, y después aguantó también los efectos del veneno sin problema alguno.

- Ya está Yoru, estás libre.

Después le tocó el turno a Igor, y sin duda Pelor sonreía al verle trabajar porque también el bravo explorador pudo ser curado.

- Parecer que los dioses están hoy felices. Todos habéis sido curados y el veneno no os dañará. Es tiempo de vuestras heridas.

Alese fue uno por uno revisando a sus compañeros, allí donde el daño era mayor, aplicó sus manos y elevó un sordo rezo hasta que lo más duro de estas fue desapareciendo. Después acercó a sus compañeros y dejó que su luz curativa que ya conocían cerrase el resto de las heridas hasta que ya no hubo rastro de ningún daño. Curándose ella misma en el intento.

- Ya está, la enfermedad y las heridas han sido sanadas. Pelor es benevolente con mis atenciones con los demás. Desgraciadamente no hay ningún don que él pueda ofrecerme que le permita ayudarme a mí ahora... es mi turno.

La jovencita sacerdotisa no esperó ya más tiempo, tras sentarse en el suelo, con decisión tomó una hoja de la belladona y comenzó a masticarla. Un instante más tarde sus ojos se pusieron en blanco y su rostro se contrajo en un rictus de dolor. Después, casi sin solución de continuidad, su cuerpo se sacudió violentamente mientras empezaba a sudar copiosamente. Un instante de relajación le permitió sonreír a sus compañeros como para hacerles ver que todo marchaba bien, antes de volver a sacudirse con fuerza.

Después, quedó inmovil, consciente pero inmovil. Y comenzó a llorar silenciosamente. Sin decir nada cruzó las rodillas y tomó su símbolo para elevar un rezo a Pelor.

- Ha habido suerte, mucha suerte, mi señor mantendrá una activa sacerdotisa en este mundo carente de todo. He conseguido superar la enfermedad y el veneno, loados sean los dioses.

La menuda sacerdotisa se reincorporó, su rostro irradiaba felicidad. 

- Es hora de continuar, y hemos aprendido una dura lección. En esta tierra no te puedes fiar de nadie, Quenya tenía razón.

Me alegro que estemos todos bien. ¿Habéis conseguido cazar al elfo? Bueno, sea como sea, debemos seguir con nuestra misión

Igor se alegró de ver de vuelta tanto a Envy como a Ocaso, aunque a este último le dedicó una mirada reprensiva por haberse alejado tanto de su lado, no obstante, entendía que Envy fuera un poderoso reclamo para el animal.

Apenas si tuvieron un momento para preguntar por lo ocurrido, su amiga parecía tener prisa por reunirse con el grupo y no dio explicaciones, así que como poco se podía hacer, salió a la carrera tras ella de vuelta.

Esperaba que al llegar junto con el resto Envy les contara lo ocurrido, pero fue Alesse la que tomó la palabra sorprendiéndole con la noticia de su infección. Durante unos momentos sopesó aquella posibilidad, y antes de ingerir el veneno y seguir las intrucciones de la sacerdotisa preguntó a la Envy. - ¿Es eso cierto? ¿Es el lobo una criatura malvada por naturaleza y la aflicción por licantropía se apoderaría de nosotros y sacaría a la luz esa maldad? Lo pregunto porque me cuesta creer que el espíritu del lobo sea malvado. Siempre he considerado a los lobos como criaturas nobles, criaturas legales que saben cual es su puesto en la manada y contribuyen al bien de esta anteponiendo sus vidas en pos de un bien mayor, su sociedad.-