Partida Rol por web

- El artefacto del que os hablo se llama "El Corazón del día", le protege a él y a sus siervos de la luz del sol. Sus lugartenientes, como el demonio de la sombra Lucian que habita en el cuerpo del paladín, y Khyristrix, que cuida el jardín del Diablo que nutre el Corazón del día, son sus fortalezas. Matarlos debilitaría mucho a Strahd.

Como podéis ver, mi ayuda os puede ser de gran ayuda, pero si lo único que queréis es que me aparte de en medio, adelante, adentraros en las catacumbas del Señor del Castillo y pereced en el camino. Esto es como un laberinto y no ir junto a un guía os conducirá a un terrible fin, en el mejor de los casos, quizá solo muráis de hambre, en el peor... bueno, el peor es mejor no hablar de él.

-¿Y por que querria una nigromante ayudar a un grupo de clérigos monjes y paladines?-Pregunto con cierta sorna.-Iluminanos.

La verdad es que sus palabras son como miel para mis oidos ahora mismo, pero no puedo evitar pensar que quizas nos la este jugando.

Las grandes losas de piedra gris de esta escalera de caracol suben y bajan alrededor de una gran columna central de más de cinco metros de diámetro. Su recorrido está cubierto por gruesas telarañas, que impiden ver bien en ambos sentidos.

Descendéis por las escaleras bastantes metros, a juzgar por la sensación parece que bajáis unos 20 metros de altura hacia las catacumbas del castillo.

Cuando las escaleras finalizan accedéis a un corredor largo, recto y de construcción desigual que os lleva a una sala en cuyo centro hay una gran tina llena de una ondulante mucosidad blanquecina. Desde sus nichos a ambos lados, gigantes abotargadosse hinchan y ondulan sin moverse. Dos de las paredes de la cámara están cubiertas por estanterías abarrotadas de libros, y en la esquina del suroeste hay una mesa descolorida. Tras el tanque central, una esbelta figura con una pálida armadura de cuero con capucha aúlla de consternación mientras habla con los cuatro compañeros que te habías visto obligado a dejar atrás.

- ¿Por qué? ¿De verdad me lo preguntas? Porque me pregunto si me habré unido a alguien cuya cordura se desmorona poco a poco. Porque su creciente demencia se manifiesta de muchas formas. La más obvia es que ha empezado a enviar a sus lacayos contra mí, disfrazándolos torpemente de lugareños. Ha olvidado todo lo que he hecho por él, y todo lo que podría lograr contra él, si así lo quisiera.

Puedo ofreceros ayuda más concreta, si primero hacéis algo por mi. Os prestaré este anillo, dice mientras os muestra el que lleva en su mano, un anillo que os protegerá ante el toque consumidor de Strahd. Después, os diré donde encontrar la reliquia bendita de un santo es estas mismas catacumbas.

-Tus actos y palabras son impíos, engendro. El dios sol no tolera tu existencia, si freno mi mano es solo por respeto hacia mi adalid.

Igor y Ocaso aparecieron a vuestra espalda entrando a la sala por el pasillo que daba a las escaleras.

Entró en posición de guardia, con las armas preparadas, pues lo que esperaba ver en aquella estancia eran dos no muertos. sin embargo, le tranquilizó un poco percatarse de vuestra presencia, no en vano llevaba un buen rato buscandoos, aunque el no ser capaz de vislumbrar con sus propios ojos los dos no muertos que detectaba en la sala le resultaba preocupante, sobre todo por su posible naturaleza, pues los no muertos invisibles solían ser extremadamente poderosos. No obstante, esta preocupación no era tanto por Ocaso y por él, pues todavía estaban protegidos por su invisibilidad ante muertos vivientes, aunque esta estuviera a punto de desvanecerse, si no por el resto, que parecían estar hablando con alguien y estaba convencido de que eran ajenos a tal presencia.

- Me alegra comprobar que no os costó mucho deshaceros de los dragones y las gárgolas. ¿Qué tal por aquí, confraternizando con no muertos? - dijo a modo de presentación interrumpiendo la conversación. 

Igor, pensabamos  que  no volveriamos a verte pero me alegro mucho de habernos equivocado.Señalo a la nigromante .Aqui la anfitriona es  bastante amable dada  su naturaleza pero no deja  de  ser lo que es.

¿La reliquia de un santo? Parece que esta alma impía pueda ayudarnos a derrotar al señor del castillo y además recuperar una reliquia, puede que sea conveniente refrenar la espada por el momento.

-Me reafirmo, nunca seré tu aliada, ni definitiva ni temporal. Si quieres explicarnos qué camino debemos tomar adelante, pero no compartiré trayecto contigo. ¿Y qué reliquia es esa que yace olvidada en estas catacumbas?

Después se vuelve al cazador.

-Igor, yo también me alegro de que aún estés vivo.

A Igor le intrigaba quién era aquella persona y qué era lo que quería pedir a cambio del anillo y de la reliquia, no obstante como recién llegado, se mantuvo al margen de la conversación, escuchando atentamente lo que se decía para de este modo enterarse de lo que allí pasaba, que no le acababa de quedar del todo claro con lo escuchado hasta el momento.

-Igor.-Digo sin ser capaz casi de contenerme.-Te daba por muerto.... Lo siento, amigo mio.

Dicho esto, reflexiono unos instantes sobre las palabras de Ashlyn.

-Yo no lo veo tan claro.-Respondo.-Si bien es cierto que es un ente maligno, no podemos deducir que siempre lo fuera o que sus propósitos sean los de continuar con sus maldades. Si se ofrece a ayudarnos, deberíamos darle un voto de confianza y, si su ayuda se muestra lo bastante valiosa para compensar sus actos pasados, podemos perdonarle la vida. 

Quiero decir, a fin de cuentas, todos queremos destruir al tirano que gobierna estas tierras, y es aparente, no evidente, que ella nos garantiza tal cosa. Bien, si esto es asi, le concedemos su vida, salvamos al pueblo y acabamos con la maldad de estas tierras, si no es asi, acabamos con ella.

La reliquia de la que os hablo es el fémur de Santa Markovia. Una reliquia de cierto poder que puede ser útil contra Strahd.

Pero no desesperes, hija del dios sol, ni por mi más oscura magia os acompañaría. Solo quiero ayudaros, pues vuestras intenciones son las mismas que las mías, y los enemigos de mi enemigo son mis amigas. Vuestra luz es deslumbrante y me niego a ir a vuestro lado. En cambio, si vosotros sois tan amables de cumplir mis peticiones, yo os podré ser de gran ayuda.

Así que no pido compañía, pido que cumpláis un objetivo. Nada más. ¿Estaríais dispuestoss, a pesar de que el dios de la luz os impida trabajar junto al dios de la oscuridad? ¿Acaso vuestro dios es tan estúpido como para no darse cuenta que a veces el mal y el bien deben unirse para vencer un mal mayor?

-No existe un mal mayor - Respondo rotundo - Existe el mal que debe ser purgado y el bien que lo purgará. Solo eso.

Creo que es una decisión demasiado importante  como para tomarla a la ligera .Por un lado es  una aberración  ,un insulto a todo lo que es bueno y justo  pero por  otro lado  es un mal menor.Me giro a Haiylel .Entiendo tu objeción pero a mi juicio si que existen males  mayores.Ella  no nos acompañara  y hará bien en no volver a cruzarse en nuestro camino.....

-¿Que objetivo es ese?-Pregunto con algo de suspicacia.

A Igor le alegró comprobar que sus compañeros iluminados no habían saltado sobre su interlocutora al pronunciar "Dios" y "estúpido" en la misma frase para referirse a Pelor. A su mente habían acudido una retahíla de palabras y argumentos para mitigar aquellas ofensivas palabras, pero no le hizo falta utilizarlas, así que tampoco hizo intención de recordarlo y optó por profundizar en el hilo de conversación abierto por Leo. - Escuchemos qué es lo que quieres que hagamos y qué consigues tú con ello para poder tomar una decisión.-

Le parecían importantes las dos preguntas, pues no quería derrocar a un señor malvado para que alguien más malvado todavía ocupara su lugar. Desgraciadamente y como decía Fisteus, había categorías de males y no todos debían castigarse de la misma manera y había ocasiones que el efecto o consecuencia de erradicar un mal mayor era un mal menor. Pero con el mal había que ser paciente y había que ir paso a paso para acabar con él.

-Bien dicho, Haiayel. -La paladín le mira con orgullo.- Es simple, la bruja nos ha revelado información porque desea hacerse con el castillo una vez que acabemos con Strahd. No creo que una poderosa aliada de nuestro enemigo sea un mal menor, aunque haya decidido no apoyarle más. - Dice a modo de contestación a sus compañeros. No añade más, dudando entre si intentar acabar ya con la nigromante o comprobar antes si les dice la verdad.

-El dios sol ha puesto mi brazo y mi escudo a tu lado. Dame una orden y daré mi vida si es necesario - Digo al tiempo que me coloco al lado de la paladín.

Bajad vuestras armas, dice mirando a Leo y al recién llegado de Igor, cada una de ellas, mostradme que puedo confiar en vosotros y os dire cuál es mi objetivo. De lo contrario, purificad el mal ése del que habláis y venid a por mi. Lamentablemente dudo que salgais con vida. Tanto yo como mis esbirros somos demasiado poderosos para vosotros, casi tanto como el Señor del Castillo. A ninguno podréis derrotar.

Decidíos. Elegid. O todo o nada. Dice mientras toma posición de lucha o de combate, pero sin llegar a atacar. Tan solo se estaba preparando ante cualquier movimiento de sus enemigos.

Igor se había olvidado por completo de que llevaba las armas en la mano y volvió a ser consciente de ello cuando la extraña mujer mencionó tal hecho. 

Estaba lo suficientemente retrasado como para que el llevar las armas en la mano no supusieran un inmediato peligro, no obstante las guardó, si bien dejó la decisión final en manos de los demás. Habían aceptado aguardar a una explicación de señor de Barovia a petición suya, no pensaba él en esta ocasión pedir nada similar. 

Por lo que a él respectaba ambos males eran igual de indesables, pero siempre el acabar con uno de ellos era mejor que nada, además, el que no acabaran con ella en aquél momento no significaba que no volvieran para hacerlo más adelante y siempre quedaba la esperanza que enmendara sus errores pasados. 

-Por mi parte todo.-Respondo.-Pero debemos decidir todos y por unanimidad. ¿Que opinais los demas? ¿Bajamos las armas?

No me siento cómodo con esta situacion, pero debemos pensar en el pueblo antes que en nosotros mismos. Mi espada en principio permanece baja, pero a la espera de un ataque por parte del enemigo para acabar con su desgracia en un abrir y cerrar de ojos.