Partida Rol por web

El único que fue capaz de esquivar en tus total medida la bola de fuego fue Fisteus que se libró de semejante ataque lanzado por la nigromante. El resto quien más y quien menos se vio quemado por ella. El olor a pelo y ropa quemada inundó la sala, no era suficiente como para tapar el olor a muerto, por lo que ambos se entremezclaron dando una sensación muy desagradable.

La nigromante sonreía al comprobar el daño causado, especialmente al ver que Igor había perdido a su compañero animal, pues éste había si alcanzado de pleno por el conjuro.

- Uno menos... murmuró la mujer.

Entonces Igor comenzó a murmurar unas palabras mientras hacía el gesto de un círculo con las manos, protegiéndose así  contra los ataques del mal reinante.

Ashlyn decidió avanzar a pesar de lo mal herida que estaba y de que dentro del agua hubiese un enemigo dispuesto a impedirle cualquier tipo de movimiento. A pesar de ello, su armadura le protegió del golpe y pudo alcanzar a su enemiga, pero la armadura que llevaba encima pesaba demasiado por lo que el esfuerzo fue inútil y falló el golpe.

Los gigantes moles sangrienta, según pudo observar Igor, eran gigantes hinchados que parecían estar a punto de rasgarse. Sus gruesas venas recorrían su piel y cuerpo como si hubiese una gran cantidad de líquido acumulado en él.

Con un gesto en el que parecían estallar sus arterias, uno de ellos golpeó a la paladina haciéndo que la armadura sufriese una gran abolladura y haciéndola notar como sus costillas se apretaban contra sus pulmones. Ashlyn notó como le faltaba el aire, y pudo comprobar que la nigromante estaba en lo cierto; aquella adversaria iba a ser un hueso duro de roer y en especial por sus compañeros. Lo tenía bastante claro, debía retroceder y huir de allí o enfrentarse a ella y sacrificarse en pos de la causa de Pelor.

La otra gran mole alcanzó a Haiayel, pues era el más cercano, pero tuvo suerte y logró esquivar el golpe. Al menos, no corrió la misma suerte que la líder de los Iluminados.

La criatura gelatinosa que estaba en la tina, se alzó y alargando un falso pseudópodo hacia Fisteus. Por suerte, el ágil monje logró esquivar a su enemigo y no sufrió daño alguno.  De pronto, a través del fluido del cuerpo cenagoso se pudo contemplar un rostro contorsionado por la agonía, irritado o moribundo, marchitado por la muerte o la corrupción.

Fisteus aprovechó que su rival ya lo había atacado para rodearlo y acorralar a la nigromante, el problema fue que cuando quiso cartigarla por sus malvadas acciones, no tuvo ningún éxito.

Haiayel y Leo estaban tan gravemente heridos por la bola de fuego que no se sintieron con fuerza de hacer nada por sus compañeros.

Y entonces, Thredra Aranax dio un paso hacia atrás y una nube fría y empalagosa de densa oscuridad brotó de sus manos cubriendo la sala durante unos instantes. Aquella bruma os hizo empezar a encontraros mal, como si estuviérais indispuestos. Además, de que os sentías tan agotados físicamente que pensabais que os estabais quedando sin fuerzas. 

Igor notó la agonía de su compañero y como lentamente la vida se escapaba de su ser. A pesar de la situación, no le quedaba otra alternativa que salvarle, con lo que a pesar de notar cómo el poder de la nigromante luchaba por hacerse con su mente, cogió al lobo como las madres lo hacen, por la piel del pescuezo y retrocedió unos pasos por el pasillo por el que había venido para atender sus heridas.

-Maldita.-Digo al recibir el impacto de la nube.-No te saldrás con la tuya. Heironeous no lo permitirá.

Acto seguido, me desplomo inconsciente en el suelo.

Voy a por la bruja .Grito mientras corro hacia ella  dispuesto a  inmovilizarla  para que deje de  lanzar  conjuros.Atrapo a la  nigromante e intento reducirla para que deje de  lanzar hechizos.Ocupaos de los bichos 

Ashlyn se ve superada por los enemigos y es consciente de que si quiere ser útil al grupo debe curarse, así que intenta retroceder alejándose de sus adversarios, hacia la puerta por la que entraron.

La tremenda bola de fuego me ahce retroceder unos pasos, y el ataque de esa otra teremenda mole me hace retroceder un paso para conseguir repeler el golpe. Siento como mis fuerzas comienzan a flaquear, intento mantenerme en pie por la fé que deposito en Pelor, pero antes de darme cuenta, estoy tendido en el suelo, todo se nubla y dejo de poder ver.

La fuerza de voluntad que profesaban tanto Ashlyn como Igor le permitió mantenerse con vida tras aquel ataque mágico directo a su mente. Habían sobrevivido sin entender bien la razón, y habían decidido huir hacia las escaleras de la torre, por donde habían bajado anteriormente.

Fisteus había corrido la misma suerte, pero pudo ver como sus compañeros Leo y Haiayel caían gravemente heridos por el ataque mental. Volcado en una ira divina se lanzó contra la nigromante atrapándola entre sus brazos y apretándola tan fuerte que sus costillas comenzaban a crujir, aunque por mucho que observaba su cara, sabía que no sentía ni pizca de dolor. Parecía tener algún tipo de resistencia al daño físico, y la fuerza de Fisteus no era tan poderosa como para atravesarla.

La situación era una locura, tal y como había dicho la mujer, parecía tan poderosa como el Señor del Castillo, y si éste lo era más que ella, sin duda, suponía un gran peligro. Fisteus estaba solo en aquel momento, Ashlyn e Igor habían retrocedido para curarse las heridas, mientras que sus otros dos compañeros estaban completamente inconscientes sin pinta de mejorar.

La nigromante sonrió y murmuró unas palabras al monje. Sal de aquí. Salid todos de aquí. Traedme lo que os he pedido, o la próxima vez que me encuentre con vosotros, juro que no os dejaré a ninguno con vida. Dijo mientras mostraba una sonrisa blanca impoluta a pesar de la fuerza con la que apretaba Fisteus.

Les diré que no provoquen más dolor si os marcháis. Dijo refiriéndose a las criaturas que le acompañaban. Espero que cuando nos volvamos a ver, hayáis cumplido mi encargo.

A regañadientes    suelto a la nigromante y  retrocedo lentamente sin dar la espalda hasta a llegar a los cuerpos de los caidos. Examino sus heridas y pongo las  manos  sobre ellos   antes de   cargar  con Haiayel  hasta  las escaleras.Igor  , cuida de el  voy por el otro.

-Haiayel, ¡no!- Como fisteus ha recogido a Haiayel, Ashlyn recoge al paladín del suelo y le arrastra alejándolo de la nigromante. -Tú también no...- susurra.

Una vez han abandonado la estancia, se deja caer en el suelo con rostro derrotado.

-Hemos fracasado. No podemos acabar con esa bruja, y si su poder es tal, tampoco debemos ayudarla a tomar el control.- Inca las rodillas en el suelo, alzando la vista al techo. -¡Pelor! Tu luz ha guiado siempre mi espada y el amanecer ha llegado en las noches más oscuras. ¿Qué debo hacer?

-¿Cual será ahora el siguiente paso?-Pregunto mientras me intento levantar del suelo a duras penas.-Yo puedo usar mi poder para curarnos... al menos un poco, pero aun asi no estamos en condiciones de combatir con nadie. 

Pues  creo que debemos curarnos  antes de dar siquiera un paso .Digo pensativo mientras  contemplo a los heridos.Y luego deberíamos de plantearnos si  estamos a la altura de  la misión. 

-Si todos hubieramos venido juntos...- digo pensativo.-Podríamos haber tenido una opcion.

Igor seguía tratando de estabilizar a Ocaso, su amigo animal cuya vida se escapaba de sus manos, apenas prestando más atención a su alrededor. Cuando finalmente lo consiguió y notó que la respiración de este se estabilizaba se quedó donde estaba mientras Fisteo le acercaba el resto de cuerpos de los compañeros caídos.

Ashlyn era un mar de dudas y Leo recién recuperado le daba vueltas a lo ocurrido tratando de asumir una culpabilidad que ninguno tenía. Quizá como decía Fisteus, no estaban preparados para aquella gesta y debían prepararse. Quizá hasta ese día tendrían que dedicarse a hacer el bien en la medida de sus posibilidades. 

Completó la frase de Leo para hacerle ver que incluso habría sido peor estar todos allí. - De haber muerto todos. Mira el espacio en el que hemos combatido, 7 personas más en aquella sala y nos habríamos achicharrado todos con la bola de fuego. -

- Está claro que cada uno tenemos nuestro estilo de combatir el mal. Y el mío, aunque complementario, es completamente diferente al vuestro, casi incompatible diría yo. - 

Dicho esto volvió a adentrarse en la sala para hablar con la nigromante, quizá sus últimas palabras. - Antes de que nuestra charla fuera interrumpida dejé en el aire una pregunta que no fue respondida. Dada nuestra naturaleza y la del encargo, sabes que para conseguir lo que nos pides necesitaremos que nos cuentes para qué la necesitas exactamente, qué es ese ritual, en qué consiste y para que sirve, qué consecuencias adicionales tendrá para el que ha cedido la lengua y sobre todo, cómo influirá en la derrota de Strahd y cuáles son las garantías de éxito. Solo de esa manera podremos conseguir un voluntario para tus propósitos y eres consciente de ello, si no ahora estaríamos muertos, así que responde por favor. -

La nigromante lanzó una mirada de desaprobación ante la presencia de Igor. Después de permanecer con su rostro duro y sonrió, mostró su sonrisa para responderle.

Es necesario para debilitar a Strahd. Y el que pierda la lengua, tan solo quedará mudo. No supondrá nada más. ¿Te parece suficientemente buena la respuesta?

¡Y ahora largo!

Aún sintiéndome entre la vida y la muerte me muerdo los labios. Querría ponerme en pie, ponerme en pie, plqntarm delante de la bruja y decir que jamás toleraré tal afrenta, pero tengo que usar toda mi vitalidad para mentenerme consciente.