Partida Rol por web

De algo sirven dije al ver cómo Wolkot conseguía destrozar a unas cuantas de esas criaturas enanas. Cogí una nueva flecha, la puse en mi arco y disparé. De reojo observaba el fuego que había creado Urik.

Espero que no se expanda rápido o no nos tendremos que preocupar de los bichos.

Alese esperó, en aquellos momentos su labor era curar a los demás si resultaban heridos.

Urik levantó el escudo y se dirigió hacia el vado de la cienaga que les llevaba a la otro orilla donde se encontraban las ruinas.

- Si veis que se apartan vengan conmigo, si no se apartan diganmelo y volveré con ustedes- dijo caminando hacia el lugar.

La flecha de Quenya no sirvió de nada, pues pareció atravesar la plaga de mosquitos sin llevarse a ninguno de ellos por delante.

Mientras tanto, Don Urik decidió atravesar el río que tenían delante, y fue entonces, cuando la plaga se lanzó a gran velocidad contra él, estaba decidida a impedir que lo cruzara.

Me acerqué al ver que Don Urik tenía problemas, no me iba a quedar ahí apostada sin hacer absolutamente nada, y viendo que lo de avivar el fuego de poco servía.

El veterano gruñó ante la maniobra de Don Urik. separarse siempre era una mala idea, ya que hacía las cosas más fáciles para el enemigo. Al parecer la expresión divide y vencerás no se la enseñaron en su templo.

Wolkot se movió y volvió a prepara el arco

urik vio que el humo no estaba consiguiendo el efecto que buscaba. El enjambre no parecía afectarle lo más mínimo el humo creado.

Dejando que se extinguiera poco a poco, Urik se aproximó a sus compañeros de camino al vado para asegurar el paso.

Los aventureros anduvieron más lentos de lo normal, en lugar de avanzar deprisa para intentar atajar aquella plaga cuanto antes, decidieron ir con paso más lento y algo más firme. Quenya insistió en continuar lanzando sus flechas y esta vez logró acabar con gran parte de los bichos. A pesar de ello, la plaga aún estaba lejos de ser eliminada, y mientras, rodeó a Irina, agobiándola en su interior y absorbiendo lentamente su sangre a base de picaduras sumamente dolorosas.

Y entonces una mole oscura y húmeda se bambolea en medio del estanque. El agua arrolla por su verdosa masa y las lianas que forman su cuerpo, mientras avanza sobre sus rechonchas patas. Varias ramas de gran longitud se extienden hacia vosotros, alcanzado también a Irina e iriéndola gravemente.

- Atrás, atrás, retroceded! Atacaremos a los insectos a distancia y os curaré antes de intentar seguir... 

Se estaban demorando demasiado y eso lo aprovechó la palga de insectos para atacar a Quenya. Pero lo peor vino cuando de la propia ciénaga salieron unos zarcillos que rodearon los pies de Irina e intentaron llevársel al interior de la ciénaga.

Urik, sin pensárselo, cargó contra esa planta-demonio que acababa de retener a Irina.- ¡¡Debemos salir cuanto antes de aquí!!-  dijo el caballero mientras actacaba a la planta.

Wolkot cargó de nuevo una flecha en su arco mientras retrocedía junto a Alese. De nuevo aquel grupo de novatos había cometido el error de separase y así se habían debilitado.

Rápido, volved aquí, hay que reagruparse

Empecé a ver cómo se aproximaban hacia el lugar donde estaba y me empecé a encontrar mal, pero un resquicio de voluntad surgió en mi interior e hizo que no cayese derrumbada al suelo.

Retrocedí todo lo que pude.

Don Urik trató de cortar los zarcillos de la planta que había tratado de agarrar a Irina, pero por mucho que lo intentaba, aquellas ramas eran más duras de lo que había imaginado, y por mucho empeño que le puso no logró cortar ni uno solo.

Mientras Wolkot dio un paso hacia atrás y desde allí cargó dos flechas en su arco y disparó ambas contra los mosquitos, logrando eliminar a alguno de ellos, pero fue Quenya la que con gran velocidad descargó una ristra de flechas apuntando a cada mosquito y aniquilando su existencia, para finalmente deshacerse de ese zumbido molesto que les había dificultado el paso.

Ahora ya solo quedaba atajar la gran mole de plantas que con uno de sus zarcillos logró encajar un ligero golpe al caballero andante.

Esto es matar moscas a flechazos dije al ver cómo cada uno de esos bichos caían al suelos destrozados por el impacto de mis flechas. Me giré para ver a la nueva cosa asquerosa que había surgido de la ciénaga.

¿Eres tú el siguiente? No te arrepientas de haber aparecido por aquí solté mientras cargaba y disparaba otra de mis flechas.

Ante el perfecto ataque de Quenya y ver cómo se lanzaba a por el siguiente enemigo, me quedé tan pasmada que no reaccioné, quedándome quieta del magnífico desarrollo de los acontecimientos.

El veterano adelantó su posición para tener mejor ángulo de tiro, cargó un par de flechas y las disparó contra aquella planta demoníaca

Todas las flechas lanzadas por Quenya y Wolkot lograron encajar en su enemigo, asaetando a la planta repleta de zarcillos. A pesar de ello, debían seguir intentándolo, porque esa mole de vegetación se negaba a rendirse y continuó golpeando a sus rivales. Esta vez usó uno de sus tentáculos contra Don Urik, y el otro contra Wolkot que estaba lo suficientemente cerca como para alcanzarle.

Por suerte, ambos guerreros fueron lo suficientemente ágiles como para bloquear semejante ataques con las protecciones de sus armaduras.

Me aproximé algo más para poder atacar en breve. 

Espero que esta maldita planta pronto deje de darnos la lata - pensé.

Tened sumo cuidado - dije a Wolkot y Don Urik.

- No os preocupéis por mí e intentad liberaros, dama Irina- dijo Urik mientras descargaba más golpes sobre la planta que seguía atrapando a la mujer.