Partida Rol por web

Hace 16 años, ejércitos enemigos se aliaron para ocupar Calwasin,cuyo barón Yvennus era muy amigo de sus padres.
En una sangrienta batalla se aliaron 5 caballeros, Yvennus, Aliesterel, McTosh  y Valian.
4 veces estuvo apunto de perecer el dueño de las tierras, y en cada vez hizo falta un sacrificio, así, uno a uno, fueron callendo sus padres, en heróica batalla que culminaría con la derrota de los enemigos, y la posterior paz que reinó en Calwasin.
En honor a estos héroes de guerra, Yvennus adopto a sus hijos, a ustedes, que por 16 años fueron educados con los altos ideales de la nobleza.
Durante los últimos tres años, realizaron labores de escudero, con distintos caballeros, por lo que pudieron aprender todo lo que estos hombres de armas les ofrecieron, desde el manejo de escudos y espadas, hasta equitación, o incluso el comportamiento que debe tener un caballero ante una situación de peligro.
Es temprano en la mañana, fuera del castillo brilla un sol de verano pesado, hace calor, y los despierta un baldazo de agua en plena cara, son sus respectivos caballeros, que los miran seriamente.
Cuando cada uno se hubo levantado, algo sorprendidos por el brusco despertar, se percatan de que los caballeros los miran seriamente, sin un asomo de sonrisa, parece que el agua no fue una broma.
Tras un incómodo silencio, los cuatro caballeros dicen las mismas palabras:

Erkebrand Alisterel/Ian McTosh/Íleo Berengal/James de Valian desde este momento os libero del cargo de escudero, a partir de este momento no sos más mi subordinado, en el salón principal los espera Yvennus, con algo muy inportante que informarles.

Sín esperar respuesta, los caballeros a los que sirvieron por 3 años, dan media vuelta y se van, dejándo a cada uno de ustedes solo en su habitación, con la incertidumbre en su corazón, es hora de ir con el Barón,.

Sir James se sentó sobre su cama todavía asimilando lo que acababa de escuchar.

- ¿Realmente ha dicho lo que creo que ha dicho?¿Quedo libre del puesto de escudero?

Se inclinó hacía atrás sobre su cama mojada con una sonrisa en la cara mientras disfrutaba con la visión que le ofrecía su ventana.

¿Y si van a castigarme? Este pensamiento apareció de la nada y transtornó su mente.

Nervioso como estaba se levantó de la cama

Yvennus me espera en el salón principal... el podrá arrojar lúz sobre este gran honor o... castigo. Despues de pensar esa frase un gran escalofrío recorrió su espalda.

Cuando abrió la puerta y salio al pasillo una suave brisa le alborotó el cabello. El pasillo estaba desertico.

Se decidió a recorrerlo entre pensamientos y esperanzas. Normalmente no tardaba mucho en recorrer ese pasillo pero esta vez se le estaba haciendo eterno.

Ian no salía de su sorpresa - Vaya, libre de ser escudero, he esperado esto por 3 años y finalmente ha llegado mi momento - de un salto salió de su cama y se arregló rápidamente su cabello y ropa lo mejor que pudo para hablar con el barón, la felicidad que sentía se notaba en su rostro. Su corazón palpitaba más rápido incluso que cuando tuvo que sostener por primera vez una espada en entrenamiento - SÚPER!! - el grito resonó en el eco de su cuarto y se apresuró a tomar la perilla, saliendo al pasillo vio al buen James - JAMES!!...Has escuchado las buenas nuevas???

James se paró de golpe.

Valla parece que no soy el único al que le han relevado de su cargo. - Esto le animó un poco

- Querido Ian, por vuestra cara parece que también os han relevado del cargo de escudero.

James se esperó a que su hermano le alcanzara y Ian le pasó el brazo por encima del hombro con una agradable sonrisa.

Erkebrand soñaba felizmente cuando un jarro de agua fría lo despertó repentinamente. Dió un salto en la cama y se frotó los ojos, para descubrir frente a él a Sir Thomas con el cubo de agua en sus manos.

Con semblante serio le miró y habló. Erkebrand escuchó atentamente y con el mismo semblante que su señor. Al término de su conversación contesto. Si, mi señor.

Cuando Sir Thomas salió de su habitación, Erkebrand comenzó a dar vueltas a la cabeza. ¿Qué habrá querido decir? ¿Habré pasado la prueba tras tantos años a su servicio, o por algún fallo cometido ya no soy merecedor de tan grande honor y habré sido excluido?

En su fuero interno deseaba que la primera opción fuese la válida, sin embargo el semblante de su mentor y la extrañeza de sus palabras habían sembrado la confusión en su mente. Tranquilamente se lavó la cara y manos y se vistió. Le gustaba cuidar su aspecto y más si tenía que presentarse ante Yvennus. En verdad que se había desvivido por criarle y darle una educación en ausencia de su padre. Sin embargo siempre le quedaba la tristeza de saberse sólo. Sus "nuevos hermanos" eran maravillosos. Pero él nunca olvidaba de dónde venía.

Así fue que se vistió y arregló para estar a la altura de la situación y enfundando su espada al cinto se dispuso a salir de la habitación. En ese momento vió a James e Ian en mitad del pasillo y sonrió. Cerró la puerta y saludó. ¡Ian! ¡James! Dijo mientras se apresuraba a su altura. Dió un fuerte abrazo a sus dos hermanos y les revolvió el cabello. Algo que le gustaba hacer para fastidiarlos un poco, siempre con buena intención. ¿También vuestros mentores os han despertado? Eso le daba esperanzas, pues no creía que los tres lo hubiesen hecho tan mal. Sin embargo bien podía ser que la presencia en el pasillo de sus hermanos nada tuviese que ver con su conversación con Sir Thomas.

Ian sonrió aunque el que molestaran su cabello no era de su agrado, pero después de todo, hoy era un día de fiesta para ellos - Hey!!, si nosotros estamos acá y hemos recibido aparentemente la buena noticia de nuestros señores, segúramente Íleo también ha sido informado, os propongo que lo esperemos para así entrar todos juntos ante Lord Yvennus, hemos sido hermanos gracias a sus cuidados, creo que sería lo más correcto que nos presentáramos ante él como eso, como los hermanos que somos apoyándonos mutuamente y celebrando igualmente en grupo nuestras alegrías

 El sonido de la puerta de mi aposento cerrándose me hizo estremecer al escuchar la noticia que me acaban de transmitir.

¿Cómo es mejor que vaya vestido?, Yvennus… ¿Qué querrá de mi?

Era hora de prepararme y tener la suficiente confianza y valentía como para cruzar la puerta sin ningún miedo a lo que pudiese acontecer en el gran salón. La suerte ya estaba echada y cualquier palabra que saliese de la boca del Barón Yvennus la debía acatar.

Bueno allá voy… Salio de mi boca con no mucha confianza.

Gire la vieja manivela de mi cuarto y fui abriendo poco a poco la puerta dando paso a la luz que provenía del pasillo. Cerro la puerta y al girar la cabeza pudo divisar a los demás escuderos sin mediar palabra se puso a su lado para no entrar solo en el salón

Ya estabamos los cuatro.

Ian y Erkebrand irradiaban felicidad pero Íleo parecía igual de nervioso que yo e intenté animarlo.

-Íleo mira que mancha teneís en vuestras ropas, no creo que debaís presentaros así...

Íleo miró donde señalaba James y este le golpeó en la nariz

- Jajaja, vamos hermano anímate, dudo que los cuatro hallamos defraudado a Lord Yvennus.

O eso espero - Pensó James hacía sus adentros.

Y los cuatro se dirigieron al salón principal.

Erkebrand asiente ante la propuesta de Ian de entrar todos juntos. Parecía ser que a sus hermanos también les habían debido dar la misma noticia y eso en el fondo le alegraba. Fuese lo que fuese lo que iban a contarles, sería a todos lo mismo, y el recbir la respuesta junto a sus hermanos le tranquilizaba sobremanera.

Cuando Íleo apareció en el pasillo le sonrió, le saludó y esperó que se colocase a su altura. Con la cabeza bien alta y con porte elegante se dirigió hacia la sala a esperar las noticias de Yvennus.

Los cuatro hermanos entraron el el gran salón del palacio una sala decorada más que nada con madera, un piso de madera clara, tan pulido que reflejaba la luz como un espejo, paredes de piedras grises, pero con grandes ventanales de vidrio, enmarcados con gruesos troncos de roble antiguo, oscura madera.

El salón es enorme, solo se ve un trono en el fondo, con cuatro tronos más pequeños a su alrrededor, dos a cada lado.

El resto estaba vacío, lugar perfecto para fiestas sociales, Yvennus los esperaba en el centro del mismo, ataviado con una tùnica roja, y su corona más lujosa, parecían buenas noticias.

Una vez que ven al barón en la sala, se acercan, los cuatro al mismo ritmo, casi pisando al mismo tiempo, y se arrodillan frente a él, mirando sus pies a modo de respeto.

Una vez que todos adquirieron la pocición indicada por las buenas costumbres, Yvennus toma la palabra:

Veo, hijos míos, que la incertidumbre los posee, mas no temás, que son buenas nuevas las hoy han de saber.-

Hizo un gesto con la mano, gesto que ustedes conocen bien, pueden levantar la vista, ver a su padre a los ojos, mas no levantarse.

Al ver su cara, ven que sonríe, (pocas veces lo vieron sonreir por el rol que ocupa), y dice:

Desde mañana solo seráis súbditos del rey y de mí, desde hoy su deber en la vida será luchar, hacer la justicia, desde mañana seréis caballeros, aquello para lo que han sido educados todos estos años

Da un paso a la derecha, y pueden ver una pequeña mesa, tapada con una fina manta de terciopelo rojo, un sùbdito sale desde su derecha, toma la manta, y tira.

Ante sus ojos pueden ver cuatro armaduras, y cuatro espadas, una para cada uno, hecha a medida y para sus habilidades.

Ian asiente con su cabeza, indicando que está honrado de semejante honor - Os lo agradezco, es un verdadero honor servíos y será un honor hacerlo hasta que la luz de mi espíritu desaparezca, soy vuestro sirviente y leal aliado - y se mantiene arrodillado con el rostro fijo en el suelo en señal de respeto y su puño derecho cerrado sobre su hombro izquierda señalando lealtad y a la espera de que sus "hermanos" hablen

James mira a la mesa con las armaduras y luego al barón. Su cara refleja una luz y una alegría muy especial. Cuando su hermano Ian terminó de hablar agachó la cabeza  y con la mano en el corazón dijo.

- Señor esta confianza que depositaís en nosotros significa mucho... si con mi espada o mi muerte puedo servir a tan alto señor así se hará. El más grande y alto de los orgullos que un hombre pueda sentir reside ahora en mi alma.

James realmente emocionado y libre de la presión al conocer la buena noticia dejó caer una lágrima por su cuidado rostro.

Con paso firme y decidido entraron al gran salón dónde Yvennus los esperaba. Incando la rodilla al suelo, mano derecha al corazón y vista al suelo, cómo era costumbre, escuchan sus palabras.

Sólo cuando Yvennus lo permitió, los ojos de Erkebrand se levantaron y vieron una sonrisa dibujada en su rostro. Sus siguientes palabras despejaron toda duda de su caótica mente y por fin Erkebrand pudo respirar aliviado. Una sonrisa todavía más grande que la de su "padre" podía leerse en el rostro del escudero, ascendido a caballero en el próximo día.

Como era costumbre, deberían pasar la noche en ayunas y oración y al siguiente amanecer serían nombrados caballeros. Toda una vida dedicada a conseguirlo, y por fin tras duras pruebas, sacrificios y problemas, podría llamarse a sí mismo caballero. Y sería equiparable a su mentor, que desde el día de mañanana debería tratarle como a un igual.

Su satisfacción era impresionante. Esto era lo máximo que podía aspirar, y por fin lo había conseguido. Sabía que el camino de un caballero era aún más peligroso y dificil que el de escudero, y que no todo el mundo podia llevar tal distinción y ganarse el respeto de la gente sin actuar conforme a todo lo que había estudiado. Pero sabía que sería capaz, que el reino podría decir orgulloso que Ian, James, Íleo y Erkebrand eran sus caballeros.

Muchas fantasías y emociones recorrían la mente de Erkebrand, que no se dió cuenta hasta que Ian y James hablaron, que debía decir algo: Es un honor que depositéis vuestra confianza en mi persona, mi señor. Prometo servir con dedicación y humildad y corresponder cómo se merece ante tan gran honor.

 Estar inclinado ante el Barón era ya de por si un privilegio mas no podía reprimirme al estar solo inclinado las palabras de confianza sobre mi persona me llenaron de satisfacción.

 Una parte de mi no creía ni una palabra del Barón como si estuviese envuelto en un tupido velo creado por un sueño.

 “La vida que porto es ahora vuestra mi señor, luchare por vuestro nombre hasta el final de mis días”.

 Observó la cara de sus hermanos para identificar las expresiones y reacciones que tenia cada uno después de la ansiada noticia.

Las ganas de levantarse y salir de la habitación para comenzar la misión se hacían palpables en el ambiente de la sala.

 “Mi señor, ¿tenemos alguna misión o algún propósito para el día de hoy?” Mientras se toca suavemente la frente.

Yvennus mira a Íleo sorprendido

¿Es que no recordáis nada muchacho? Dice en un tno serio, pero que ustedes saben que no es en reproche, Tal vez la emoción nubla tu memoria, pero deben pasar el día y la noche de hoy en ayuno, velando vuestras armas en la capilla

Hace un gesto con la mano y aparecen cuatro criados, cada uno toma una armadura y un arma, y se los llevan Esas armas serán vuestras mañana, pero ahora debéis ir a la casa del señor, y rendirles el respeto que merecen, mañana será la seremonia oficial, y luego sabrán su deber como caballeros, ahora, idos, que ya es mucho el osio del que disfrutaron para este día de sacrificio-

Una vez dicho esto, los cuatro se retiran a la capilla del palacio, donde los aguardan sus armas, en un pequeño altar.

Cada uno se arrodilla frente a ella, y comienza a orar, todo el día, y toda la noche.

Ian se dedicó a orar, con la fe que siempre le caracterizó que solo rivalizaba con su furia a la hora de la lucha. Sus ojos cerrados y una meditación profunda dejaban ver a los testigos que el honor conferido era un sueño hecho realidad para el jóven escudero y futuro caballero. Hincado frente a su armadura y arma, próximas a portar por él, Ian oró ferviéntemente todo el día y toda la noche

James se dedicó a orar toda la noche o almenos lo intentó.

No es que no crellera en Dios, simplemente es que no compartía los pensamientos elevados de sus hermanos sobre el destino divino.

No creía que un simple mortal como él mereciera tanta atención de un ser tan alto y poderoso.

James apenas pronunció un par de oraciones religiosas que le habían enseñado y pasó toda la noche vagando en sus pensamientos a la espera de que llegará el momento de finalizar.

Erkebrand salió con paso firme y con una sonrisa de oreja a oreja. Miró a sus hermanos y con un guiño de complicidad, abandonó la sala. Se dispuso a darse el baño para entrar en la capilla limpio y puro. Una vez purificado con el agua redentora se vistió con sus mejores ropas, ayudado por un sirviente. Entró en la capilla y allí se arrodilló frente al altar y juntó sus manos para orar, cerró los ojos para mantenerse concentrado y conseguir una mejor comunión con el Señor. "Padre nuestro que estás en los cielos, guía a tu siervo en su nuevo camino. No permitas que su débil voluntad se quiebre, pues es débil e imperfecto. Disculpa todas sus ofensas y perdona sus pecados, pues sólo TÚ conoces sus imperfecciones y tú misericordia es infinita. Que tu fuerza sea mi cayado en el camino, tu bondad mi ley, y sólo tu voluntad guíe mi destino..."

Así pasó el resto del día y la noche previa a su nombramiento. Ni siquiera levantó la cabeza ni un momento. Ese día lo llevaba preparando toda su vida y por fin hoy se hacía realidad.