PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.
PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.
- Ser Baltrigar y Lady Patricya salen de la Casa del Castellano al Patio de Armas.
// Entran en escena: Ser Baltrigar, Lady Patricya. - Proceden de: Casa del Castellano.
Baltrigar se percató de que Ser Otter se encontraba aún en el patio, así que encaminó sus pasos en dirección al Castellano.
- Hola de nuevo, Ser Otter. - Saludó amistosamente alzando la mano. - Quería preguntaros si sabéis dónde se encuentra vuestro hijo Orsey. - El hombre miró de nuevo alrededor para asegurarse de que no estaba por ahí.
- Me gustaría continuar con su entrenamiento pero no le encuentro por ninguna parte. -
Patrycia se dirige hacia los talleres.
//A los talleres.
El chico había respondido afirmativamente y con una sonrisa a la propuesta de Ser Madrigal, comprendiendo que ahora ya no era un momento apropiado. Tras ello, siguió entrenando torpemente con aquellas armas, con las que estaba tan poco familiarizado. Sin embargo, si esperaba ser como padre algún día, debía intentar hacerse a ellas. Las horas pasaron, y el estómago del niño le fue recordando el paso del tiempo, y el coste de sus esfuerzos.
Sí, tenía que ser hora de comer. Dejó las armas donde las había encontrado, y se dirigió a buen paso en busca de algo que llevarse a la boca.
A la casa señorial.
- Lady Patricya se dirigía a los Talleres, pero se detiene al ver salir de allí a la criada Sysa acompañada de Nana la Comadrona.
- Haudrey Ríos se dirige a la Casa Señorial.
// Acción de cambio de escena cancelada: Lady Patricya, por causas sobrevenidas.
// Entran en escena: Criada Sysa, Nana. - Proceden de: Desván de la Curtiduría, pasando por Talleres.
// Sale de escena: Haudrey. - Sigue en: Casa Señorial.
Nana salió al patio entre aspavientos.
Sip, sip, sip, sip... Casa del Castellano. Ya lo sabía Sysa. ¿Dónde iba a estar si no? Aaaay... estos jóvenes...
La anciana empezó a dar vueltas por el patio, sin saber a dónde ir.
¡Puñetas! ¿Se puede saber a qué viene hacer los castillos tan grandes? Sysa, guapa, ayúdame a ir a la Casa del Castellano, que creo que me he vuelto a perder.
/A Casa del Castellano.
Sysa siguió a Nana de cerca en silencio. La vieja parecía hablar consigo misma en voz alta sobre el lugar al que debían ir pero al llegar al patio Sysa la detuvo. -Nana espera. Lady Patricya está allí. Dijo señalando un lugar en el patio. Vamos hacia ella. Se acercó a la mujer noble y cuando llegó a su altura le hizo una reverencia. -Lady Patricya, aquí está Nana tal como me pedisteis. Se quedó a disposición de la mujer por si necesitaba algo más de ella o ya no requería de sus servicios.
Aquella mañana salí algo tarde de casa, empezaba a aburrirme así que decidí salir a dar una vuelta. Decidí que aquel día Orsey debería cumplir lo que me había prometido y dedicarme algo de tiempo. "Hoy le pediré que me enseñe como se maneja una espada, él debe saber ya, es casi un hombre" Dije, decidido a buscar a mi hermano. Salí de mi casa en dirección al patio de armas, era posible que estuviera por allí, así que lo busqué entre la multitud que pasaba por el lugar. - ¡Orsey! ¡Orsey estás por aquí! - Gritaba, poniendo las manos junto a la boca para tratar de amplificar el sonido, esperaba dar con mi hermano pronto, antes de que se hiciera tarde.
Luego de un buen rato de casi completa y alarmante inactividad, la mente de OLEGG empezaba poco a poco a verse liberada de las pesadas cadenas que el alcohol había tendido sobre ella.
La liberación aún distaba mucho de ser completa, por supuesto. Pues probablemente le demandaría al veterano perrero todavía una buena noche de profundo descanso para despejarse definitivamente. Pero al menos su cerebro había dejado de vibrar de aquella forma tan dolorosa, y ya podía enfocar otra vez su mirada para percibir una única imagen concreta.
Tras abandonar aquel inmundo y maloliente cubil que le servía de residencia, el Perrero había permanecido algún tiempo en el patio central del castillo, más precisamente junto a la puerta de sus dependencias, apoyado contra la pared, con los ojos entrecerrados y el cálido sol del mediodía acariciando sus agrietadas facciones.
Parado allí, inmóvil e imperturbable junto al marco de la puerta, observando el incesante discurrir de los moradores del castillo, el extraño personaje parecía la viva imagen de algún viejo y olvidado monumento a los antiguos dioses acechando desde los confines del tiempo a las nuevas generaciones…
Con todo, el viento fresco tan típico de aquella estación y el creciente bullicio que empezaba a crecer entre las paredes de la fortaleza pronto consiguieron que la vieja e inmemorial figura cobrara vida de nuevo.
Y, a juzgar por el marcado gesto de desagrado que mostraban sus facciones, aquello no parecía ser una buena noticia para nadie…
Con pasos largos y vehementes, y girando violentamente su maciza cabeza cada tanto, como si quisiera despejarse por completo de algún mal sueño, el perrero finalmente abandonó con decisión su lugar junto al viejo cubil para dirigirse a las cocinas.
De alguna forma, una de las tantas conversaciones intrascendentes que se habían sucedido durante su vigilia había conseguido encontrar su camino hasta la embotada mente del perrero. Y aquello le había dado una idea.
Una idea que debía poner en práctica. Y pronto.
/ A la cocina.
- Gracias, Sysa. Nana y yo seguiremos desde aquí - dijo mirando a Nana - Acompáñame a mi casa.
//A la Casa del Castellano.
Tras dar unas vueltas rodeando el patio con Llum sobre Greq, Madrigal ayudó a bajar al chico junto a su madre, Lumila.
- Bueno.- Dijo mientras se recogía el sucio pelo en una coleta, más funcional.-Dejaré los caballos en el establo y me iré a comer algo.- Se despidió cortésmente de la mujer y más amistosamente del chico, encaminándose de nuevo hacia los establos.
A los establos.
Tras comprobar que sus compañeros seguían si estar presentes en los lugares que visitaba, Royne se dispuso a realizar unos breves entrenamiento para ejercitar el cuerpo después de la mañana improductiva que llevaba. Tras lo cual decidió acercarse a la muralla para comprobar el movimiento en la misma y que todo se encontraba correcto.
//A muralla.
Viendo que su mujer y su hijo se dirigían a su casa, decidió ir a darles a todos las nuevas noticias. Otter se encamino hacia su casa
/ Hacia la Casa del Castellano.
Baltrigar observó cómo Ser Otter se alejaba. No parecía haberle escuchado. Revisó con la mirada una vez más el amplio patio y se preguntó dónde podría estar su escudero. En casa no estaba, acababa de ir allí y se había topado con su madre.
Entrenando en el patio no estaba tampoco. Sólo se le ocurría que hubiera ido a entrenarse con la espada fuera de las murallas del castillo pero se le antojaba extraño que Orsey no hubiera acudido a su mentor.
El patio seguía siendo el lugar más transitado y si Orsey se movía tarde o temprano tendría que pasar por ahí, así que Ser Baltrigar decidió esperar a que el joven impetuoso aparecieran en algún momento.
Resopló sin borrar la sonrisa de su rostro mientras dejaba caer sus posaderas sobre un banco. Se hacía mayor para estar todo el día de pie con la armadura puesta.
- Lady Patricya se lleva a Nana la Comadrona a la Casa del Castellano.
- Olegg se dirige a la Casa Señorial, y de ahí a las Cocinas.
- Ser Madrigal deja sus caballos en los Establos.
- Royne Ríos se dirige a la Barbacana principal.
- Ser Otter se dirige a su Casa.
// Salen de escena: Lady Patricya, Nana, Ser Otter. - Siguen en: Casa del Castellano.
// Sale de escena: Olegg. - Sigue en: Cocinas, pasando por la Casa Señorial.
// Sale y regresa: Ser Madrigal. - Pasa por Establos. - Regresa a: Patio de Armas.
// Sale de escena: Royne. - Sigue en: Torres y Murallas.
Observo como mi padre está buscando a alguien, que no aparece, hasta que finalmente decide sentarse en un banco a esperar.
- Padre, ¿puedo ayudaros en algo? - le pregunto sentándome a su lado sin perder de vista a Brocelyn, o intentándolo, en medio del tumulto.
- Bethan y Jeremyed salen de la Herrería.
// Entran en escena: Bethan, Jeremyed. - Proceden de: Herrería.
Ya en el soportal de la herrería recapituló ya en frío sobre lo que había conversado con Bethan -¿Y al final qué pasa con las ratas? miró a su acompañante de reojo y sonrió con sinceridad.
Se aproximó a los armeros destartalados de la zona de prácticas, cogió una de las cintillas de cuero que reposaban en su hombro aún y se dispuso a reforzar una cruceta del armero más alto, en el que dormían lanzas y alabardas. Terminó con un ballestrinque hecho muy a su manera que dejó firme la cruceta. Empezó a coger las armas mas destartaladas y melladas, un par de espadas anchas, un pico de cuervo y un mangual. Ató las cuatro con una cintilla de cuero, fabricándose con nudos un asa larga que le facilitaba el portearlas a la espalda. Fué cuando acertó a ver a Caster, y aceleró el paso de sus gastados mocasines en busca suyo, mientras pensaba y retorcia en su mente el como abordar lo que en verdad le importaba: ¿Dónde andará el Maestre Ammon?
- No hijo, tranquilo. - Respondió Baltrigar a Beldyr. Apoyó una mano en la espalda de su primogénito.
- Estaba buscando a Orsey, pero hasta que aparezca, si quieres podemos entrenar tú y yo. - Sugirió. No le vendrían mal unas lecciones de espada a su hijo. Señaló con la cabeza las armas de entrenamiento y miró a Beldyr por si le apetecía.
Una oportunidad en que Baltrigar tuviera tiempo para dedicarle así a Beldyr no era fácil de encontrar dadas sus obligaciones.