Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Lo que aconteció en un principio. - Parte I.

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21/11/2013, 01:43
Aisa, mujer del herrero.

AÑO 38 DE LA DINASTIA TARGARYEN

POBLADO DE AGUASTURBIAS

Argo Ríos, antepasado por línea materna de Aisa. Hijo de Jan Greyhawk, nieto de Umbren Greyhawk y bisnieto de Jeyne Greyhawk

Constance miraba el horizonte, llena de melancolía. Al principio en su nueva vida todo parecía marchar bien: su nueva familia era muy amable con ella, y en solo meses se sentía completamente adaptada, tanto al nuevo rey como a su nuevo hogar. Solo quedaba un detalle: no podía ser mamá. Cuando niña ese había sido su más grande anhelo, y cuando esposa no dejaba de añorar tener un hijo, especialmente ahora que parecía que no lo podría tener. Tres abortos seguidos parecían gritarselo en la cara. Miraba a las demás mujeres de los otros artesanos con envidia, y a veces se acariciaba su propio vientre imaginando que estaba embarazada… pero en ratos creía que era imposible, que no podría concebir de nuevo. Una vez su pareja le preguntó qué era lo que más deseaba, y esta le respondió para su sorpresa:

- Un hijo…

Lloraba en silencio, lamentando cada día no poder satisfacer ese deseo, que no dejaba de crecer, y lograr cumplir con su deber de esposa. Imploraba todos los días a la Madre. Caminaba horas enteras por el poblado, recorriendo los árboles, sin lograr calmar esa ansiedad.

Sin embargo un día las cosas fueron diferentes.

Mientras caminaba pudo escuchar un llanto débil y ronco. Corrió a la dirección del sonido hasta llegar al montón de paja y pudo ver a un bebé, mal envuelto en una sábana blanca, sorprendentemente limpia, a punto de morir por la hipotermia. Se agachó a su lado y al verlo así, tan indefenso y solo, sintió un calor en el pecho y como despertaba de nuevo su instinto maternal, aquel que aun lloraba a sus tres hijos. Estuvo a punto de acunarlo cuando se detuvo, indecisa, sabiendo en el fondo que no estaría bien llevárselo.

Entonces el niño le dirigió una mirada suplicante.

- Mi hijo…

La Madre le había respondido después de todo.

 
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21/11/2013, 01:58
Ser Trycian de Dorne.
Sólo para el director

Año 45 de la Dinastía Targaryen, Lanza del Sol.

Tryndor Martell, hijo de Trydor.

El rumor de las palabras me llega a través del pasillo de piedra, murmullos aireados de lo que parece ser una gran discusión. Acelero el paso para así estar presente en el debate que se está dando en el interior del salón. Cuando mi pie ingresa en el umbral de la luz proveniente de las antorchas, todas las voces se apagan.

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21/11/2013, 18:12
Dhur el Cazador.

AÑO 40 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Desembarco del rey

Fionna y su hijo, antepasada directa de Dhur por línea materna.

¡Empuja! ¡Empuja! - decía la comadrona animando a la futura madre. - Ya le veo llegar.

Mpfh, fu, fu, ¡Ya lo hago! - decía ella exhausta.

Ya sale la cabeza, sólo un poco más, un último esfuerzo.

Ella siguió empujando hasta que el bebé salió e inmediatamente empezó a llorar, llenando sus pulmones con sus primeras bocanadas de aire. La comadrona cogió un paño para limpiarlo y luego lo envolvió en uno limpio para entregárselo a la madre. No pudo evitar sino llorar por tal desgracia. La madre realmente había hecho su último esfuerzo.

El bebé no paraba de llorar, quizás el mismo se había dado cuenta del hecho de que su madre había cambiado su vida por la suya.

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21/11/2013, 22:39
"Familia, Deber, Honor."

- En esta época el Fuerte de Varl cambia de manos varias veces: Hombres del Hierro, hombres del Lord Tully, y fuerzas leales a los Lefford y a los Lannister.

- Sept de la Bahía: El Hermano Gellen Manosjuntas fue ahorcado por mercenarios leales a la Corona y el Sept fue incendiado. Tras el inicio del reinado de Jaehaerys el Conciliador, el pueblo y el Septo son reconstruidos.

- La aldea de Campotrigo está establecida y sus tierras de cultivo son muy ricas.

- El Bosque de los Secretos está rodeado de historias siniestras. Nadie va a allí.

- Hacia el Año 45 se funda la aldea de Orillita por colonos procedentes tanto de Aguasturbias como de Orilla Azul. Es un puesto de paso en el comercio de trigo procedente de Campotrigo. Cosechas enteras se mueven por río hacia Aguasdulces y otros lugares.

- El Forca Azul es un río caudaloso y navegable en buena parte. Varios de sus afluentes discurren por la región de Aguasturbias, haciendo muy fértiles las tierras de ambas orillas, especialmente en los años de Verano.

- La Bahía de los Hombres del Hierro es vista como una amenaza. Las gentes de la región no ven el mar como un amigo o una fuente de alimento, excepto algunos pescadores de Sept de la Bahía. En estos años se producen muchas incursiones vengativas de los Hombres del Hierro por mar, especialmente en venganza por las matanzas ocurridas contra ellos en Aguasturbias y alrededores.

- Colonos de Occidente adaptados a las Tierras de los Ríos fundaron hace años una aldea, a la que inicialmente llamaron Roblequemado. La aldea prospera y su terrateniente más rico es nombrado caballero por Lord Tully. Nace así la Casa noble menor Oakenshaf. El pueblo es renombrado Casagrande cuando los Oakenshaf edifican una gran finca.

- Encontradas ruinas antiguas en el interior del Bosque Viejo. Un Maestre afirma que allí moraron en tiempos inmemoriales los Niños del Bosque, aunque hay pocas pruebas que sustenten esta teoría.

- Piedras Viejas es escenario de una matanza de Hombres del Hierro. El lugar pasa definitivamente a considerarse maldito.

- Los Tully son nombrados guardianes de los Bosques de Guarda Real por orden de la Corona. Está prohibido cazar en ese exclusivo coto de caza. A la práctica eso no siempre se cumple, y hay épocas en que furtivos y bandidos se refugian en el interior del bosque, resguardándose a veces en viejas ruinas.

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22/11/2013, 00:04
Cicatriz.

Biatrix Herlaw, hija de Ser Matew Herlaw. Antepasada de Caster “Caracortada”.

     Año 37 después del Desembarco del Rey.

     Camino hacia el Norte.

 

     Las llamas crepitaron al abrazar el trozo de piel curtida y Biatrix sintió cómo el ser que crecía en su interior se agitaba ante el acre hedor a quemado.

     – Disculpa –dijo el hombre que su padre había dispuesto como acompañante en su viaje. – Tenía que quemar eso.

     – No importa, no creo que pueda vomitar más veces hoy.

     – Cinco veces es un buen número. –El hombre se sentó a su lado, apartando con el pie el saco de tela roja que Biatrix llevaba consigo allá donde fuera.– Yo no he conseguido vomitar más de tres o cuatro, y para eso necesitaba beber bastante más cerveza caliente de la que cabría en ese carromato.

     – Ser mujer tiene estas cosas – dijo Biatrix.

     – Estas, y otras – respondió el hombre, asintiendo. – Recuerdo cuando mi Lenda se puso de parto la última vez. Me apretó el brazo, me miró a los ojos y me dijo, “Dick, la próxima vez que me acerques eso que tienes entre las piernas te lo arranco de un bocado”. Y lo decía en serio.

     Biatrix sonrió. Los hombres de su padre la aceptaban como uno más; sabían que no se escandalizaba ante unas cuantas palabras vacías. También sabían que podía manejar un arma mejor que alguno de ellos.

     – No lo he preguntado nunca –dijo el hombre después de un rato, mientras mascaba un pedazo de carne seca – ¿pero se puede saber qué hay dentro de esa tela roja?

     – ¿No te lo dijo mi padre?

     – A mí tu padre sólo me dice “haz esto, haz aquello”… Esas cosas. Y como soy un tipo inteligente, acostumbro a no preguntar por lo que pueda caer.

     – Sí. Es una persona bastante malhumorada.

     – ¿Tu padre malhumorado? Demonios, si fuera malhumorado tendría un carácter dulce.

     Biatrix volvió a sonreír. Después se recostó con dificultad hacia el saco y lo abrió, mostrando su contenido.

      Era lo que quedaba de una enorme “Estrella de la Mañana”, la empuñadura consumida por el fuego largos años atrás. Parte del metal de la gigantesca bola que coronaba el arma estaba fundido.

     – Por el coño de la Madre –dijo el hombre. – ¿Qué es eso?

     – Son los restos de una Estrella de la Mañana.

     – Eso ya lo veo. Pero nunca había visto una tan grande. Para levantar eso hacen falta dos hombres como yo, y no soy un hombre débil. 

     – Dicen que Svensson era tan grande como la Puerta Norte de Nido de Cuervos.

     – Svensson. – El hombre asintió.– El que enfrentó al Dragón.

     – Por eso estamos aquí –dijo Biatrix. – Debe regresar a casa.

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22/11/2013, 00:09
Cicatriz.

Biatrix Herlaw, hija de Ser Matew Herlaw. Antepasada de Caster “Caracortada”.

 

     Año 37 después del Desembarco del Rey. 

     Torre Angosta.

 

     El interior del salón de banquetes estaba lleno de vacío. 

     Biatrix sintió el mordisco del hielo en los huesos, así como el abrazo de la humedad penetrando capas de piel y músculos hasta rozar la piel de su hijo aún no nato. En aquel lugar no había nada.

     –Como salón de banquetes es un sitio bastante triste –dijo su acompañante–. Por no decir otra cosa.

     –No hemos venido a comer.

     –No. Pero aunque hubiéramos venido a comer, tampoco hubiéramos comido un carajo. Esto es un desierto. Un desierto helado, desde luego, pero desierto a fin de…

     –Nos dijeron que aquí encontraríamos el lugar de origen de los Svensson.

     –Lo que hemos encontrado es una torre ruinosa con más telarañas que el coño de mi abuela.

     Biatrix contempló lo que quedaba del sillón del Lord de la casa. En algún momento había sido una solida y sobria pieza de roble y arciano, con el blasón familiar de los Svensson coronando el conjunto: un caballo rampante rojo sobre fondo de plata. Ahora era madera vieja, y alguien lo había desmembrado para llevarse una leña que, en aquel lugar, seguro que habría aprovechado bien. Junto al sillón vio una puerta desgajada de sus goznes, y la señaló con la cabeza. Su acompañante asintió, acercándose a la oscura oquedad y traspasándola después. 

     Era evidente que en el salón había vivido alguien con posterioridad a la caída en desgracia de la casa Svensson. Saqueadores, indigentes, viajeros en busca de techo en los días más crudos del invierno… Sus restos salpicaban el suelo y los escasos tableros de madera que, antaño, conformaban las mesas. Quedaba en el aire un extraño hedor, casi imperceptible, como a excrementos de rata, y otro algo más evidente a humedades y agua estancada. Biatrix avanzó, dejando en el suelo el pesado saco rojo, y paseó con cuidado de no pisar algún canto suelto o madera podrida. En una de las esquinas, junto al hogar principal, le pareció ver un ligero movimiento parduzco: una rata, posiblemente. Se acercó al lugar y, a escasos pies de distancia, pateó con fuerza el listón desprendido de una pata de madera en dirección al ruido.

     La rata salió corriendo y chillando, dejando en el suelo la porquería que estaba royendo. Biatrix miró hacia la esquina sin prestar demasiada atención y le pareció…

     le pareció…

     Huesos. Huesos frescos. 

     Un estremecimiento recorrió la superficie de la piel de Biatrix cuando sus ojos dieron con las dos simas vacías del cráneo humano, aún con suficiente piel por vaciar, de lo que sin duda había sido un niño pequeño.

     –Altus. Altus, Altus, Altus…

     Dio unos pasitos cortos hacia atrás y fue entonces cuando ese olor le golpeó el rostro. Su mirada buscó la fuente, el nicho en que se había convertido el hogar. 

     El osario.

     –¡Altus!

     Un quejido amargo respondió a su llamada desde algún lugar en los sótanos. Después, los pasos ascendiendo escaleras, el crujido de la piel al rozar la piedra, el chirriar del metal rascando el suelo.

     –Altus no va a ir a ningún sitio –dijo una voz desconocida desde la negrura más allá de la puerta–. Y tú tampoco.

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22/11/2013, 01:48
Ser Trycian de Dorne.

Año 45 de la Dinastía Targaryen, Lanza del Sol.

Lord Tryndor Martell, hijo de Trydor.

El rumor de las palabras me llega a través del pasillo de piedra, murmullos airados de lo que parece ser una gran discusión. Acelero el paso para así estar presente en el debate que se está dando en el interior del salón. Cuando mi pie ingresa en el umbral de la luz proveniente de las antorchas, todas las voces se apagan. Miro a mi alrededor, visualizando a los presentes, a todos los que componen aquella reunión de la que no fui informado.

Veo sus caras notando en sus rostros la desconfianza y el miedo. Algo de todo esto no está bien, pues la gente no confía en mí y no termino de explicarme por qué. He cumplido los dieciocho años hace más de mes y soy el legítimo señor del más grande feudo de Dorne, pero aún soy excluido de todo lo que parece importante para la nación.

Un par de hombres se ponen de pie y comienzan a irse, pero los detengo con mis palabras, las que no carecen de emoción y un poco de sarcasmo:

 - "¿Por qué se marchan cuando yo llego? ¿Por qué abandonan una reunión en la que yo podría participar? ¿Por qué los hombres de Dorne rehuyen de uno de sus nobles?"

Algunos de ellos se incomodan, otros desvían la mirada, pero sólo el Príncipe es capaz de darme una respuesta real. Me dice que es hora de que sepa que los nobles de Dorne no confían en mí porque mi padre fue un traidor que deseaba vender el país a los Targaryen a cambio de su trono. El Príncipe se pone de pie y desde la altura me dice que nadie confía en mí porque temen que la semilla del traidor se haya traspasado a mí y que no dude en entregar el reino completo.

El Príncipe es un hombre valiente y directo, que no se anda con rodeos y me ha dicho de frente cosas terribles para alguien que desciende de una línea de sangre tan orgullosa como la mía. Niego con la cabeza pues quiero creer que nada de eso pueda ser cierto, pero sé cuándo alguien miente y este no es el caso. Además, ya sabía que había sido asesinado en su habitación del Castillo, por lo que no pudo haber sido otro que el mismísimo Príncipe de Dorne quien ordenara su muerte. El motivo solamente me faltaba y ahora está claro.

Me acerco a él y me pongo de rodillas antes de hablar mirando el suelo:

 - "Les puedo asegurar a todos los presentes, Su Majestad, que en mí jamás encontrará un hombre cobarde de ese tipo. Desde el inicio he sido fiel a Dorne y a su pueblo. Nunca apoyaría a un enemigo de estas tierras y jamás he codiciado algo que por derecho no es mío. Puede y todos aquí pueden confiar en mí y en la Sangre de los Rhoynar que corre por mis venas. Lo juro por ella misma."

Los presentes parecen considerablemente conforme, por lo que el Príncipe se sienta nuevamente antes de dar la orden de hacerme un lugar y dejar que la reunión continúe esta vez conmigo dentro.

Escucho lo que sucede. Resulta que muchos refugiados han sido aceptados en Lanza del Sol, muchos sacerdotes del Guerrero han obtenido protección del Cruel, quien ha ofrecido dinero por la cabeza de los clérigos. Estoy de acuerdo con que es la forma más apropiada, pues no podemos ignorar el daño que el Targaryen está haciendo en todo Poniente en su intento de sofocar la rebelión de la religión de los Siete.

La cabeza me da vueltas pues aún no me termino de convencer que mi padre fuera un traidor, pero sé que es la realidad. Incluso recuerdo como mi madre me miraba con desconfianza después de la muerte de mi padre, hasta que ella murió dos años después. Quizás también tenía la duda de si la semilla del traidor me habría contaminado.

Escucho las palabras de todos los presentes, quienes deciden proteger a los religiosos, negando su presencia e incluso volviendo a las armas si es que los Targaryen deciden enfrentarnos directamente. Sé que no podemos ganar, pero moriría luchando por la gloria de Dorne y la gloria de los Rhoynar, demostrando así que soy un guerrero valeroso y represento mi sangre antigua y la de mi padre.

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22/11/2013, 11:48
Haudrey Ríos, el Bastardo Rencoroso.

Año 46 de la Dinastía Targaryen, cerca de la Bahía de los Hombres del Hierro:

Ser Randyll Tully observaba con ceño fruncido, a lomos de su caballo, los restos de aquella caravana. Sus hombres registraban los carromatos quemados y los cuerpos, pero el heredero de los Tully tenía bien claro quienes habían sido los responsables de ese acto: los malditos Hombres del Hierro. Parecía que esta vez se habían aventurado tierra adentro mucho más de lo normal, y sus cobardes asaltos y pillajes seguían su sangriento curso. 

No podía entender como Maegor permitía todo aquello, aunque lo cierto es que tampoco deseaba importunar al rey con esos asuntos... Con su carácter, bien podría convertirle en objeto de su ira, cuando los únicos monstruos aquí eran los malditos Greyjoy y sus siervos. Ni siquiera el sangrante conflicto con la Fe se cobraba tantas vidas inútilmente. El hombre abandonó sus pensamientos cuando vio que dos de sus soldados arrastraban a un superviviente hasta allí, alguien que a todas luces parecía un hombre del hierro que había sido herido y dejado a su suerte. 

-Mi Señor, os traemos a este desgraciado. ¿Qué deseáis que hagamos con él?

Ser Randyll fulminó con la mirada a aquella escoria, que tuvo la insolencia de sostenerle la mirada. 

-Iremos a la costa, y lo dejaremos colgado de algún árbol como advertencia. Pero sacadle los ojos antes, no quiero que pueda ver su maldita agua salada antes de morir. 

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22/11/2013, 13:58
Ser Baltrigar "el Traidor".

AÑO 45 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Campo indeterminado entre el Forca Azul y los Bosques de Guarda Real .

Halbert Baratheon, nieto de Orys Baratheon y Argella Durrendon (hija de Argilac, último Rey Tormenta).

La lluvia caía sobre Halbert, limpiando en parte la sangre de su armadura y el sudor de su rostro. Dos años habían pasado ya desde que el rey Maegor requiriera sus servicios para sofocar la rebelión. Como buen Baratheon no había dudado ni un instante en pertrecharse, ponerse su armadura, montar su caballo y lanzarse a la guerra. La herencia de sus antepasados se mostraba claramente en él. Un hombre grande, fuerte, musculado. Bien alimentado y entrenado. Una máquina de matar. Nunca había aspirado a grandes honores, y su filosofía era más de paz, pero su rey le había llamado y ahí estaba él... combatiendo rebeldes y dándoles caza.

Si tenía que elegir prefería enfrentarse a los Hijos del Guerrero antes que a los Clérigos Humildes. No había honor alguno en matar gente de a pie, sin ningún tipo de entrenamiento o armadas tan sólo con hachas y güadañas. Era más honorable enfrentarse a nobles entrenados en sus armaduras plateads y con túnicas de siete colores. Halbert había llegado a ser la mano derecha del Comandante, los rumores sobre su habilidad en combate se estaban extendiendo y ya tenía varias muescas en su escudo. Una por cada espada con un cristal en forma de estrella en el mango que había quebrado, una por cada Hijo del Guerrero que había abatido en combate singular. Tras dos años los números de Halbert eran impresionantes, y la recompensa que ofrecía el rey Maegor, si alguna vez llegaba a manos de Halbert o su casa, sería enorme.

Hacía poco que la batalla había finalizado y Halbert aún sostenía su espada por la empuñadura, aunque el filo apuntaba al suelo. Estaba respirando, bajo la lluvia, dejando que ésta empapara su rostro. Relajándose. Inspiró hondo y se giró. Encaró la entada a la tienda de mando que acababan de montar hacía unos minutos. El Comandante esperaba junto al resto de los mandos, y seguramente querrían dar nuevas órdenes para perseguir a los rebeldes huidos.

Envainó la espada en su funda y se adentró en la tienda a tiempo de escuchar el comienzo de la sesión.

- Están huyendo en dirección al río. Creen que caminando varios kilómetros por el agua despistarán a los sabuesos... que serán más difíciles de rastrear. - decía uno de los exploradores. - Pero tenemos gente adelantada a su posición. Nos pueden enviar informes periódicamente para informarnos de sus avances. Es sólo cuestión de tiempo que acabemos con todos. -

El Comandante estaba en pie, de espaldas al resto de consejeros, con las manos cruzadas sobre su espalda. Con voz solemne impartió sus órdenes: - Su Majestad quiere aplastar esta rebelión cuanto antes. Ordenen levantar el campamento, quiero a todo el mundo listo y a caballo en cinco minutos. Les daremos caza antes incluso de que lleguen al río. -

Giró su rostro hacia uno de los mensajeros. - Envía la noticia a todos los pueblos y villas cercanos. Se perdonará la vida de las familias de todos los rebeldes que se entreguen, y se les permitirá mantener sus títulos y posesiones sin ninguna penalización. Los rebeldes que se entreguen serán tratados con respeto y llevados ante el rey para ser juzgados por traición, aunque tendrań una oportunidad de defenderse. -

Halbert cerró los ojos un instante pero no se movió. Si fuera cierto era el mejor trato que los rebeldes podían conseguir. Pero era mentira. El rey jamás prometería algo así, pero llevaban un tiempo usando esas tácticas... y sorprendentemente en ocasiones funcionaban. Algunos rebeldes se habían entregado pero todos habían sido ejecutados sin piedad, instantáneamente. Sin posibilidad de que extendieran la noticia de que los anuncios de piedad eran mentira.

Aquello no iba con el joven Baratheon... pero él no dictaba las normas. Maegor era su rey y Halbert era leal a su rey. Hasta la muerte.

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22/11/2013, 16:10
[RIP] Malcom Ríos, Repostero de la Familia del Señor.

AÑO 43 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Entre Seagard y Desembarco del Rey.

Mia Mallister, 19 años (antepasada por línea paterna); Phiby Mallister, 36 años (madre de Mia)

 

- ¿Porqué vamos a visitar al Rey, no teníamos suficiente con enviarle una carta? - Preguntó Mia a su madre.

- Maegor nos ha solicitado que te llevemos a la corte. Piénsalo, es posible que podamos ser familia del Rey. - Explicó la madre. - Igualmente, no puedes negarle la palabra a un Rey, podría tomáselo mal.


AÑO 43 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Desembarco del Rey.

Mia Mallister, 19 años ; Maegor I Targaryen (antepasado por línea paterna)

 

- Aquí están los Mallister, como pediste Lord Maegor. - presentó el mayordomo.

- Bien, retírate. - Despidió Maegor. - […] No exageraban cuando escuché que erais hermosa. - Comentó Maegor en tono serio. - Te quedarás aquí para darme descendencia.

Mia se mordió el labio inferior, aquello no le acababa de agradar. Iba a decir algo, pero le habían dicho de camino lo que les pasó a los que 'exageraron' sobre su belleza. Asintió simplemente. Un mayordomo la acompañó a los que serían sus aposentos.

- Esta noche concebiré al heredero… - la voz sonaba apagada tras haber pasado por la puerta.

Esa noche Maegor no apareció en sus aposentos. Lo hizo a la noche siguiente, cada noche concebía un heredero, pero no necesariamente con ella.


AÑO 45 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Desembarco del Rey.

Mia Mallister, 21 años ; Maegor I Targaryen

 

- Eres una zorra paridora de hembras, ¿te atreves a dar a luz a un niño muerto tras darme a una perra? - Le soltó una bofetada que rasgó su piel con los anillos, cayéndola al suelo. - Vete de aquí, no quiero volverte a ver. - Escupió antes de darse la vuelta y acercarse a un miembro de la guardia - Llama a Logan.

[…]

- Aquí tiene el caballo que le dejó su madre - dijo sonriente el Mozo de la cuadra.

- Gracias - respondió.

Montó el caballo y marchó al trote por la ciudad hasta llegar a la zona colindante a la misma.

- Al menos salí viva de allí, ¿verdad? - dijo palmeando el cuello del animal.

En un último momento se dio la vuelta para ver la ciudad que realmente no había llegado a conocer, pero donde no había sido más que violada en incontables ocasiones. La niña que tuvo la quedó al cuidado de las criadas. No sobreviviría a ese viaje, allí al menos podría tener una oportunidad. En lo alto de una almena de la ciudad divisó a un arquero, parecía haber visto algo, posiblemente un bandido por su zona. Inmediatamente miró hacia los lados alarmada por el hecho. Una flecha le atravesó el cuello sin previo aviso. Cayó del caballo aún consciente, pero sin llegar a sentir dolor. A lo lejos vio al arquero preparando otra flecha. Al ver su éxito, la vuelve a guardar y se marcha corriendo. Luego ya no vio nada.

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22/11/2013, 16:20
Gallo el Alfarero.

Año 47 de la dinastía Targaryen, Valle de Arryn.

 

Nessa entró como un vendaval en el salón, afuera hacía frío y los pezones se le marcaban en el vestido de lino como dos pequeños guisantes debajo de una servilleta sobre la mesa. Su melena rubia le tapó parte del rostro cuando frenó en seco y cerró la puerta tras de sí. Era más bien menuda, no había crecido como su hermano, en eso había salido a su abuela paterna, pero sin duda estaba madurando de un modo envidiable para las otras chicas de la zona, tanto era así que se había prometido con un joven emparentado con el señor de las tierras circundantes.

Su sonrisa era un poema, entrañable, dos pequeños hoyuelos se le formaban en las mejillas y sus ojos se achinaban permitiendo ver sólo el brillo de la alegría que la invadía.

- Yarus, lo he logrado. ¿Recuerdas que nuestro abuelo nos mandó una empresa cuando éramos crios? Pues ya está, lo he logrado.

Su sonrisa desapareció, sus manos habían ascendido y se habían colocado sobre sus pechos, como si se estuviera quedando sin aire y no pudiera respirar si no se esforzaba en hacerlo. Una lágrima asomó en su ojo, sin llegar a caer.

- Baran accedió a prestarme el dinero para los caballos, dice, que será un regalo de bodas, claro que los caballos serán suyos, pero dice que podrás trabajar allí y usarlos a tu antojo. Yarus, se acabó el tener que trabajar sin paga de sol a sol, podrás ahorrar y, quién sabe, quizá encontrar una buena mujer, que te quiera y te cuide. Creo que Lana te mira con ojos hambrientos.

Yarus se encontraba de espaldas, sentado en la mesa de espaldas a la puerta, estaba encorvado hacia adelante, y con una mano sostenía una botella de fuego del dragón. Una bebida que se había empezado a comercializar tras la toma del trono por parte de los Targaryen.

- Cállate.

Respondió con voz apenas audible, un simple murmullo entre el parloteo de su hermana. Esa se acercó y lo posó una mano sobre el hombro.

- ¿Cómo? ¿No me has oído? He dicho que se acabar...

El tremendo golpe que recibió la mandó directa al suelo dejando la frase incompleta, la mejilla enrojeció al instante. Esta vez las lágrimas sí que se derramaron por su rostro. Yarus se había levantado de golpe y le había propinado un revés mientras se giraba, la silla cayó al suelo y quedó todo en silencio, como un punto que marca el paso de un párrafo al siguiente. Se giró, su cara era un mapa, no dejaba lugar a dudas de su estado de embriaguez, otra vez. Nessa sabía bien que en estos momentos su hermano se tornaba intratable y peligroso, al menos para ella.

Le arrojó la botella vacía, que se hizo añicos al estrellarse en el suelo, a pocos centímetros de su cara.

- ¿Te has oído? ¡No eres más que una fulana! ¡Ese Baran hace bien, se ha dado cuenta de lo que eres y te paga para tener derecho a follarte cuando le entre en gana!

Nessa no se atrevió a levantarse, ni siquiera a mirarlo, se quedó tumbada, temblando y rezando al Padre para que su hermano se fuera a dormir la mona, y no la golpeara más. Yarus bajó el tono de su voz.

- La verdad es que no le falta razón, si supieras las veces que me han dicho mis amigos cuanto me envidian, por tener una hermana tan hermosa, por dormir bajo su techo y...

Yarus se acercó y se agachó a su lado. Le apartó el pelo de la cara en una caricia. Seguidamente la volvió a golpear, esta vez con el puño cerrado.

- Pues bien, ya que mi hermana se mete a hacer de ramera, que menos que sea yo el primero en probar su miel. Así aprenderás como se hace feliz a un hombre.

Nessa abrió los ojos de par en par en par, y trató de apartarse del desquiciado Yarus a gatas, más este la cogió del pelo con fuerza y con la mano libre le subió la falda del vestido... Un vestido de lino muy hermoso.

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22/11/2013, 17:43
Randyl Lanzapartida, Guardia de Ser Pendrik

Año 48 de la Dinastía Targaryen. Tierras de los ríos. Antepasado por línea paterna:

Rickard Quiebrafe, tátara- tátara-tátarabuelo de Randyl Lanzapartida

Hombre emprendedor y ambicioso, Rickard llevaba ya varios años instalado en Campotrigo. Su nueva familia crecía a la par que su fortuna. Atrás habían quedado aquella mujer traidora y ese niño sombrío al que ya no llamaba hijo. En cambio, disfrutaba ahora de una mujer regordeta pero fiel, y de tres niños alegres que habían engendrado en tiempo record. También había crecido su fortuna, otrora un simple peón de campos de siembra, su destreza en combate lo había sacado de pobre.  Hacía algunos años que lideraba un nutrido grupo de mercenarios abocados a la tarea de dar caza a Hijos del Guerrero y Clérigos Humildes. Esta actividad le fue muy beneficiosa y sus arcas engordaban junto a su fama y reputación. En toda la región se sabía de su crueldad y su gusto por torturar a los fieles del Guerrero hasta hacerlos negar a su dios. Así se ganó el mote de “Quiebrafe”. Algunos dicen que fue maldito por el propio Guerrero, otros que estaba muy borracho y hasta que ya era viejo, el caso es que el mismo día de la muerte de Maegor, el Cruel, Rickard fue muerto en combate por un hombre humilde, sin entrenamiento y en todos los aspectos muy inferior al fiero mercenario.

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22/11/2013, 18:15
[RIP] Jack "Pequeño Cuervo".

Año 41 de la dinastía Targaryen. El Norte. Antepasados maternos de Jack "Pequeño Cuervo". Malcom "Tres Colmillos" y la esclava Ilia:

Se había hecho viejo. Ya no daba miedo a sus hombres, como antes. Hacía unas lunas había visto un grupo de sus hombres, cuchicheando, y se habían callado al llegar él. Eran signos evidentes, los conocía. ¿Acaso él no había planeado para matar al anterior jefe de bandidos? 

Se había hecho viejo. Se demoró mirando las estrellas, por más que corriera prisa todo lo que tenía que hacer esa noche. No tenía demasiados leales, y por mucho que les había asegurado que su victoria estaba asegurada, la realidad era justo la contraria. Iban a morir, como él. Aspiró el gélido aire nocturno, notando como el hielo penetraba en sus pulmones, y tosió, casi riéndose de su propia estupidez. 

Aún era de noche. Aún no sería. Con esos pensamientos entró en su cabaña y se quedó mirando sus posesiones. Un cofre con el fruto de saqueos, una pequeña fortuna en oro, y su puta forzada, la chica que hacía cuatro años capturó. Como en tantas ocasiones en los últimos días pensó en huir, en llevárselo todo y...

¿Pero huir a donde? Era conocido. Un hombre no puede vivir sólo. Si no podía estar con sus hombres, ¿qué le quedaba? ¿Acaso alguna de las poblaciones que había saqueado iba a recibirlo? No, fuera de esos bosques.... sólo le restaba la muerte.

Siempre puedes unirte a la Guardia de la Noche.

Curiosamente la posibilidad fue, en esta ocasión, tenida en cuenta. Era mayor si, pero siempre se necesitaban armas, y tenía experiencia y... No, era una estupidez. ¿Iba a renunciar a lo que era suyo sin siquiera luchar? ¿Pensaba de verdad que iba a lograr salir de allí para llegar al Muro?

Rió, lo que fue suficiente para que la chica que mantenía aún para su uso despertara y se estremeciera como un animal cogido en una falta. Estaba aterrada. El tiempo que había pasado como su trofeo había hecho mella en ella. Su sonrisa que cuando la tomó por primera vez era encantadora era un remedo patético, un rictus nervioso. En sus ojos todo color se había ido difuminando. Pero aún era una de las criaturas más hermosas que había visto nunca. Tal vez por la cercanía de la muerte, tal vez porque simplemente era un cerdo que disfrutaba dañando las cosas que quería, la volvió a violar, convulsa, brutalmente. 

¿Qué le condujo a llevarla, cuando aún cubría la noche el campamento, a uno de los caballos, subirla a los mismos, y obligarla a cabalgar? Podría decirse que era un deseo de que la chica tuviera una oportunidad, o que había presentido que en esta ocasión la había preñado y quería dejar su semilla. Pero todo eso son estupideces. Realmente pensaba que la pobre tonta iba a morir en el bosque sin llegar jamás a salir de este. En lo único en lo que pensaba era en no dejar que esos cabrones que pensaban matarle se quedaran con nada de lo que había sido suyo.

Vio como el caballo se perdía en un galope, y quizás se extrañó de que la joven supiera cabalgar. En realidad no podía importarle menos. Algunos hombres empezaban a salir de las tiendas. Estaban armados.

Sonrió.

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22/11/2013, 19:41
Forestal Darién "Piel de Lobo".

Año 48 de la Dinastía Targaryen. Tierras de los Ríos. Antepasado por línea paterna:

Sansa, mujer de Robin, tatara-tatarabuela por línea paterna de Darién.

Levantó la cuchara, intentaba no derramar nada de la sopa, pero le era difícil. Nunca había podido usar bien la mano izquierda y ahora se veía lo torpe que era con ella. Al otro lado de la mesa Sansa, su esposa, lo miraba triste. Había vuelto hacía poco a ellos. Tras muchas batallas, los soldados del Guerrero se habían desbandado y vuelto con sus familias. Él había vuelto un poco antes, había perdido una mano en una batalla cerca del Forca Azul, cerca del Tridente y se vio obligado a abandonar la guerra.

Sansa sólo pudo darle un bofetón antes de lanzarse a sus brazos para darle la bienvenida. Su hijo no reconocía a su padre, ya con 14 años se había vuelto todo un hombre aunque sin barba. Había aprendido a vivir de la caza, era bueno con el arco y lo había tenido que aprender todo de hombres diferentes. Aquel hombre era un extraño y por tanto se negaba a llamarlo padre.

Sansa lo entendía y le apenaba a la vez. Había criado al muchacho rubio sola y ahora se sentaba a la mesa con un extraño al que no reconocía como su marido. Había cambiado, se había vuelto violento y agresivo. Se sentía un inútil, en el fondo lo era, y consideraba haber abandonado a los hijos del Guerrero una traición.

Se culpaba por no haber muerto en aquella batalla e intentaba culpar a Sansa y a su hijo de todo. Se bebía las monedas que el niño conseguía de vender pieles y carne, para luego con un palo intentar golpearlo. Por suerte su mano izquierda no le permitía hacer mucho y eso lo enfurecía aún más.

No pudo aguantarlo más, ella y su hijo abandonaron la casa que con tanto esfuerzo se habían construído a las afueras del pueblo de Villamanzano. Era sólo una casucha de madera, húmeda e incómoda, pero había sido su casa durante aquellos años. Se marcharon no sin antes dejar todo vacío antes de que aquel bastardo volviera de la taberna. Se encontraría sólo los rescoldos de la casa incendiada. Con un poco de suerte se suicidaría o alguien lo mataría.

Su camino al Norte los llevó hacia la única esperanza que les quedaba. La tía de Daldor, la bastarda engendrada por aquel soldado tenía una casa en un pueblo al Norte. Aguasucias lo llamaban y aunque el nombre no parecía muy acogedor, en aquel momento, cualquier cosa podría ser mejor que de donde venían.

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22/11/2013, 20:06
[RIP] Malcom Ríos, Repostero de la Familia del Señor.

AÑO 45 DE LA DINASTIA TARGARYEN: Tierras de los Ríos.

Maegor I Targaryen (antepasado por línea paterna):

Halbert Baratheon, había hecho un buen trabajo. Habían capturado a lo que parecía un cabecilla de la Fe Militante. Por si fuera poco era un Hijo del Guerrero, le daría un Venado de Plata en añadido a lo que ya andaba cobrando. No le iba a pagar un dragón cuando su trabajo era ése.

Se acercó a la sala de la tortura, allí había alguien de su aprecio Frey Payne. Era experimentado en estos temas.

- ¿Otra invención Payne? ¿Por qué lo has colgado de los brazos? Eso no valdrá para nada.

- No, mi lord. Sí que lo hará, ya lo he comprobado con un campesino que estuvo animando a los sucios rebeldes. - Dijo Frey con interés. - Es muy sencillo. Y lo mejor de todo, ¡es barato! - Comentó sonriente. - Veréis, se cuelga a alguien con los brazos atados a la espalda...

- ¡Silencio! Sólo quiero saber qué dice. No me interesa el cuento de cómo inventaste eso. - Declaró Maegor imponente.

- Ahora mismo lo levantamos.

Aquello había sido espeluznante hasta para él. Los hombros se le habían dislocado en un forma grotesca al elevarlo en el aire. El hombre aulló de dolor, sólo reveló algunos hombres cuando Frey le puso unas pesas en los pies para aumentar la tensión en los hombros, no sin antes castrar lentamente a la víctima. Frey Payne parecía disfrutar de aquello. Minutos después el hombre murió sin hacer ningún movimiento. No dijo nada más.

Una vez en un lugar más cómodo, escribió una nota en un pequeño papel que introdujo en un sobre. Introdujo también un venado de plata antes de cerrar y lacrar el sobre.

- ¡Ser Finim! Házselo llegar a Halbert Baratheon. Si por alguna razón no le llega me preocuparé de que tu estirpe deje de existir. - Dijo casi vociferando.

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22/11/2013, 20:15
[RIP] Bethan "Caratorcida".

AÑO 42 DE LA DINASTIA TARGARYEN, EXTERIORES DEL FUERTE VARL:

La bestia había vagado por largo tiempo. Sus uñas habían crecido hasta convertirse en garras, había aprendido a afilarse los dientes para que hiciesen la función de colmillos, y su pelo grisáceo de la ceniza se había vuelto marrón por el lodo. Poco a poco lo que quedaba de hombre en él se iba extinguiendo. Y ahora que estaba tan lejos de casa, estaba más perdido que nunca.

Sonido de pasos. El monstruo se ocultó tras unos arbustos. Reconocía sus vestimentas, no eran muy distintas de las que llevaban las personas que atacaron y mataron a su madre, y llevaban esos extraños palos metálicos en forma de cruz colgados a los cintos. Odiaba las espadas, había aprendido por las malas que son capaces de hundirse en su mata de pelo hasta hacerle sangrar.

Por aquel entonces, los soldados del Fuerte Varl disponían de acuartelamiento suficiente para llevar a sus familias al interior de la fortificación. Si además estabas casada con un oficial, eso implicaba llevar una pequeña escolta de cuatro soldados. Un par de ellos acarreaban bultos con la esperanza de ganarse cierta simpatía y librarse de algunas guardias. Dos mujeres caminaban en el centro. Si no llevaban carruaje es que el oficial tenía un rango menor, y había abusado de su mando para designar a la escolta sin que los superiores lo supiesen.

La mujer mayor, esposa en un matrimonio infeliz, caminaba con la cabeza alta. Entrar en el Fuerte suponía una subida de prestigio importante. Aunque su marido tan solo fuese un miliciano lo suficientemente bruto y veterano como para un modesto ascenso, ahora ella se podría codear con las mujeres de los capitanes en vez de con sucias campesinas.

La mujer joven, no tan joven ya, caminaba con la mirada baja. Su soltería a estas alturas de la vida era objeto de malas miradas. Ella de buen grado había aceptado a un par de pretendientes de Aguasturbias, fuertes y jóvenes granjeros de mirada intrépida y con una sonrisa cautivadora con casi todos los dientes en la boca (lo cual, quieras que no, es un síntoma de buena alimentación y buena salud). Su madre la había reservado, precisamente para un momento como este, en el que tuviera oportunidad de ganarse un corazón más prestigioso.

El monstruo se agitó en los arbustos. Aquella pequeña porción de humanidad que le quedaba se albergaba en sus partes pudientes, y la mujer joven era todo lo que deseaba en estos momentos. Como animal en celo, saltó para hacerse con la mujer de mirada triste. A él tanto le tenían las miradas tristes. No la quería para quedarse mirando a sus ojos.

Esta vez no escuchó a ninguno llamarle Caminante Blanco, significaran lo que significaran esas palabras. De los dos soldados que podían desenvainar su espada, uno huyó hacia el fuerte y otro fue golpeado con salvajismo antes de que pudiese llegar a la empuñadura. Mordió con fuerza, hasta oír el crujir de huesos, para que la mano se separase de la muñeca y quedase en su boca... o fauces... Y el soldado quedó dolorido y lloriqueando por su miembro perdido, tendido en el suelo.

Los dos soldados que llevaban el equipaje (un montón de viejas cosas envueltas en dos mantas raídas) tuvieron tiempo de hacer lo que sus compañeros no hicieron. Un tajo en la espalda obligó a la criatura a mascullar dejando caer su bocado en la hierba. Les mataría por ello, si su instinto caníbal superase sus deseos carnales. Y ya que no tenía tiempo para aguantarse, saltó sobre la mujer joven, no tan joven, y del impulso cayeron ambos en las aguas del Lago Encharcado.

Los cabellos de la doncella campesina flotaban dejando ver más nítida su tez morena por el sol y sus ojos de negro azabache... De pronto el monstruo sí empezó a interesarse por la mirada triste, ahora ya convertida en mirada de terror. Los soldados pisaron el agua hasta las rodillas, intentando escudriñar el fondo. El monstruo se crió junto al río, era buen nadador. Y se llevó a su trofeo con él.

A la mañana siguiente, los rumores de la existencia de una bestia justificaron la movilización del fuerte y la salida de patrullas, mucho más de lo que merecería por sí solo el secuestro de una insignificante campesina. Eran más soldados de los que aquel monstruo estaba acostumbrado. Además, por algún extraño motivo, después de pasar la noche con la mujer se encontraba tranquilo y desahogado. Ahora que la sed de sangre le había abandonado momentaneamente, optó por salir huyendo y dejar a su tesoro dormida, con las ropas rasgadas y su semilla en el vientre.

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22/11/2013, 20:16
[RIP] Nana la Comadrona.

AÑO 42 DE LA DINASTIA TARGARYEN, BOSQUE DE LOS SECRETOS:

 

Sssh... no lo cuentes... son malévolos cuentos

los que suceden en el bosque de los secretos.

Como aquella vez en que abuela y nieta brujas

recibieron la visita de dos figuras con capuchas.

 

Una madre y una hija... y la hija iba a ser madre.

Y la madre no lo permitía, porque no había padre.

Ni padre, ni hombre. Fue un monstruo quien dejó,

en virtuoso vientre, una semilla de la perdición.

 

Habían escuchado de las brujas y sus malas artes.

Querían de ellas que a la preñada hicieran aborto.

La bruja anciana propuso: "vayamos por partes,

porque el precio que te pido no se paga con oro".

 

Aceptó la madre dejar a su hija un año en el bosque,

para que ayudara a las brujas como esclava sirvienta.

Pero cuando la preñada quedó sola, la bruja preboste

renegoció. Libre de su madre, la clienta fue sincera.

 

Quería tener el niño, pues para los Dioses Nuevos

perderlo es pecado. Y sean esos dioses farsantes

benditos, por permitir a las brujas sacar provecho:

la esclava por un año dejaba por diez a un infante.

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22/11/2013, 20:51
Ser Madrigal Oakenshaf-Casagrande.

AÑO 44 DE LA DINASTIA TARGARYEN: El Dominio, Puenteamargo. Gean Farwynd.

Gean luchaba desesperada por quitarse aquella mole de encima. El hedor que desprendía era insoportable y su peso estaba acabando por asfixiarla. No podía morir ahora. Pataleaba con todas sus fuerzas, arañaba como una gata, clavando las uñas en la sebosa carne, pero no había manera de quitarse a su padre de encima. Sí, su padre trataba de aplastarla, como a sus esposas de sal. Había adoptado la terrible forma de un enorme león marino y trataba de aplastarla por haberle traicionado. Ese  olor a pescado podrido lo reconocía muy bien. Su padre siempre comía pescado crudo y , los restos que le quedaban entre los dientes, desprendían aquel olor tan característico.

Lo peor de todo es que notaba la presión que ejercía sobre su abultado vientre encinto, cómo si este fuera a reventar de un momento a otro. La angustia por pensar que iba a matar a su hijo no nato atenazaba los músculos de su garganta por la cual no salía sonido alguno. Quería gritar, pero sabía que si abría la boca el poco aire que podían conservar sus pulmones bajo aquel peso aplastante saldría despedido y moriría ahogada. ¿Era así como iba a vengarse su padre, matando al hijo que portaba en sus  entrañas? Gean había renegado de su pasado como Hija del Hierro para rendirse totalmente a la casa Caswlel y su adorado marido, Ser Clayton.

Su mano palpó el suelo ciega y atolondrada, hasta que tocó un objeto frío al cual aferrarse. Sin saber muy bien lo que era golpeo el cuerpo inerte de su padre. Notó un líquido caliente derramándose entre sus piernas. Tenía que matarlo. Clavó de nuevo el objeto en la blanda carne, una y otra vez, ahora sí, dejando salir el aire de sus pulmones en forma de escalofriante grito, cargado de rabia y miedo. Consiguió , no sin esfuerzo, retirar el cuerpo inerte de encima suyo. Pudo ver a su padre ensangrentado y, en su mano, un puñal con el mango grabado con el centauro de la casa Caswell. Se tocó el vientre y descubrió que estaba plano. ¡Su hijo! Grito como nunca lo había hecho.

- ¿Gean, estas bien? Has tenido una pesadilla.

La mujer miró desorientada a su marido allí presente.

- Oh por los Siete. Era mi padre que venía a quitarnos a nuestro hijo.

- Eso no puede ser cariño, tu padre murió.​

La mujer se llevó las manos al abultado vientre y respiró aliviada. Sin embargo, entre sus piernas estaba húmeda y manchada de sangre como en la pesadilla. 

- Qué pasa Gean, sólo ha sido una pesadilla.

- He roto aguas.

Clayton Caswell abrió los ojos de par en par pero no tardó en reaccionar.

-¡Avisad a Hurlo, rápido, mi hijo está en camino!.

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22/11/2013, 21:48
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 37 A 48 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

Hijo de Robin Vallelargo a los once años...

Salimos del bosque cuando vimos como la tierra se llenaba de colonos, intercambiamos conocimientos y a cambio se nos acogió. Nuestra sangre ándala se perdería al ser mezclada, la supervivencia se sobrepuso a la sangre.

Hubo un colono ya entrado en edad que me habló, no importa su nombre, la conversación que se mantuvo de la manera que la recuerdo fue ésta:

Colono: - Vamos muchacho no creerás en verdad que tu padre era un vulgar pastor, ¿verdad? ¿Por qué crees que cuando tu padre vino, esta tierra se encontraba vacía? No creerás que los Hombres del Hierro son misericordiosos con los colonos, aquellos a los que veían los mataban, violaban a sus mujeres antes de matarlas y rapiñaban los cultivos. Los Hombres del Hierro destruyen y saquean. Si tu padre pudo sobrevivir, seguro que no fue por estar oculto en una tierra cuya visión sólo se ve obstaculizada por los bosques. Hombres que su ocupación es la guerra, y que vigilan su territorio como lobos hambrientos de sangre. Vamos muchacho tu padre y sus compañeros tuvieron que hacerles frente, y conseguir acabar con ellos. Si hay algo que valoran estos hombres es a los que saben empuñar las armas mejor que ellos. Quizás los mataron (pequeña guarnición) y los dejaron en paz a cambio de comerciar con sus armas, o quizás por el respeto escondiendo sus armas en algún sitio, ¿qué me dices?

- No mi padre no es un asesino, no sé de qué me hablas.

- Jaja que ingenuo eres muchacho. Sabes nos vino bien que la casa Targaryen nos invadieran, sin ellos las tierras seguirían sin colonos, los Tully se aliaron a ellos y éstos les concedieron estas tierras. ¡Recuérdalo, ándalo, no lo olvides! Ahora ha estado viniendo un señor para hacer un fuerte en Aguasturbias, no olvides muchacho que sirve a los Tully y le debes pleitesía al estar en sus tierras.

 - ¿Señor pero cómo sabe que soy ándalo?

- Venga muchacho tu cabello rubio y tu piel blanca te delatan, ¿no venías del bosque?

- Sí, así es.

- Ahora dime, ¿cómo es que esos bosques que han refugiado a los Hombres del Hierro también sirvieron de refugio a tu padre?, ¿es qué se alió con las brujas?

- No sé lo que me dices - dije con lágrimas en los ojos. - Se ha equivocado no quiero seguir escuchando nada más - así que me alejé en dirección a casa mientras las lágrimas asomaban en mi rostro.

- Colono (grita): Muchacho, reza por los hermanos juramentados, Maegor el Cruel, hijo de Aegon I los está matando...

Maegor el cruel murió en el año 48, quizás por las oraciones de ese muchacho o de algún otro...

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22/11/2013, 23:09
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

AÑO 47 DE LA DINASTIA TARGARYEN: TIERRAS DE LOS RÍOS, SALÓN DE AGUASDULCES
ANTEPASADOS SER HADDER TULLY: RANDYL TULLY(34 AÑOS) Y MARVIN (22 AÑOS)

- ¡¡Traed al reo!! - se alzó la voz desde el lugar lo profundo de la estancia.

El sonido de la puerta girando sobre sus bisagras se propago por toda la estancia, para dejar paso a dos guardias arrastrando un fardo inmóvil. Un reguero de gotas de sangre se esparció por el enlosado y los presentes se hicieron a una lado como si la cercanía a la misma impusiese una maldición.

Los guardias lanzaron contra el suelo el fardo sin mayores miramientos.

- Levántate – pronunció nuevamente la voz.

El fardo adquirió cierta movilidad emitiendo toses y quejidos sordos. Tambaleándose logró erguirse sobre una rodilla y quedar en posición de respeto sobre esta. El hombre que estaba frente a él, fue consciente de que no se trataba de una señal de respeto, aquel harapo humano apenas se mantenía en pie.

- ¿Eres consciente de la razón de tu presencia aquí? Se te acusa de dar cobijo a prófugos de la corona, de injurias a la corona, traición y resistencia a la autoridad – pronunció el señor.
- Ptch... - escupió un trozo de diente ensangrentado el hombre – Eso dicen.....ahahah...mi señor - contestó entre bocanadas el hombre.
- ¿Eso dicen? ¿Mantenías o no mantenías bajo tu techo a un miembro de la Fe Militante? Confiesa ante esta audiencia para que puedas ser juzgado – reclamó el juez y señor.

Un rumor de consternación se elevó entre los presentes.

- Mantenía... a un pobre vagabundo... envuelto en harapos señor. Su fe la desconozco...y sus actos, no soy quién para juzgar nadie mi lord – respondió el hombre.
- Cierto no eres nadie, pero no he preguntado eso - comentó el lord haciendo un gesto con la mirada.

Uno de los guardias se adelantó y propino un golpe al hombre. Este reaccionó doblándose por la mitad en el suelo.
La mano de una mujer se poso sobre el brazo del señor. La dama era reacia a este tipo de castigos para aquellos que ya estaban sentenciados, pero Ser Randyl sabía que no podía ser tachado de débil con los afines a la Fe Militante, la ira del Rey Maegor no conocía límites para aquellos vasallos que no cumplían sus propósitos.
El señor suspiró hondamente, no era la primer vez que se encontraba en aquella situación y las dramáticas escenas de hombres y mujeres ejecutados en la plaza a causa de su apoyo a la Fe Militante había dividido al pueblo, entre aquellos con creencias y aquellos con algo que perder. La nobleza estaba entre los segundos y por desgracia el temía más que todos juntos al Rey.

A su izquierda, el prelado del Rey asentía mientras contemplaba la escena. Aquella siniestra figura estaba allí para atestiguar el cumplimiento de la ley, sobretodo en regiones donde la Fe de los Siete estaba profundamente arraigada, donde según palabras del Rey Maegor, “se encontraban los criaderos de esas sucias ratas”.

El reo logró incorporarse nuevamente en un arranque de orgullo.

- Sí.... - pronunció quedamente el preso.
- ¿Cómo has dicho? - intervino el prelado.
-¡ Sí! - elevó la voz el hombre.
- Confiesas pues – dijo con satisfacción el enviado del Rey.
- Sí... -
- ¡ Por fin ! - exclamó el enviado.

Ser Randil hizo oro gesto a los guardias.

- Todo hombre tiene derecho a recibir en pie su condena, ¡levantadlo! - dijo Lord Tully – Marvin el Barquero, has confesado los crímenes de los que se te acusa. Como señor de estas tierras y representante de nuestro Rey Maegor I de la Casa Targeryan, y por mi derecho de horca, yo Ser Randyl Tully segundo señor del Tridente de la Casa Tully te condeno a morir en la misma mañana al alba. Que la fe de los siete... - se entrecortó momentáneamente Ser Randyl – que los Siete se apiaden de ti – sentenció el señor.

Los dos guardias flanquearon al hombre y asiéndolo por las axilas lo arrastraron nuevamente hacia la puerta de entrada. Mientras el hombre volvía a convertirse en un fardo Ser Randyl siguió con su mirada la figura del hombre hasta la puerta. Cuando esta se cerró, su ojos hicieron lo propio...emitió un suspiro y estiró la espalda en la silla dirigiendo una mirada de ternura a su esposa. La decisión estaba tomada.

- ¿Cual es el siguiente asunto Mayordomo? - pronunció el señor.

A la mañana siguiente...

Un leve golpeteo resonó en la espalda de Marvin, había estado durmiendo durante toda la noche plácidamente. Era extraño durante todos los días que había transcurrido en los calabozos esperando su juicio su cuerpo no le había permitido un descanso. Tras la confesión pública, su espíritu se había librado de su carga y su cuerpo había respondido en consecuencia.

- ¡Por fin despiertas joder!, Empezaba a pensar que se podía morir de sueño – acudió una voz a su conciencia – Tienes algo de agua y pan en ese saco, pero te va a doler jodidamente con la cara que llevas – sonó nuevamente.

La mancha negra comenzó a volverse menos difusa a medida que en su cabeza despertaba otra vez el dolor. Era extraño, porque nunca había pensado que en una celda pudiese entrar tanta luz.
- Espabila, tenemos bastante camino por delante y allí nunca es Primavera. Tienes que recuperarte y después me cuentas como coño has hecho para librarte de esta, ¿eh? - dijo la voz del hombre.

Marvin se sentó con las piernas cruzadas y por primera vez empezó a ser consciente de la situación. A su lado un hombre estaba sentado apoyado en un saliente de la carreta. Estaba completamente cubierto de negro, cota, capa y sobreveste. De su cintura debía pender una espada que ahora reposaba en ángulo contra una esquina.

- ¡Joder Otten! Este aún no se ha enterado – dijo la misma voz.
- Ja, que te dije Harly, le han sacudido tanto que lo habrán dejado lerdo. Otra valiosa adquisición para la defensa de los Siete Reinos...jajajaja -
- No soy un lerdo - respondió Marvin al fin - ¿Dónde estoy? -
- Colgado no joder, ¿no te basta? Oye en serio, ¿a quien te follaste para no estar sacudiéndote ahora en un árbol? - dijo el hombre – No me mires así hombre, tienes todo mi respeto. Si consigues salir con vida de un juicio como ese es que tienes carrera.... - dice el hombre sacudiendo el hombro del otro, que lleva la carreta.

-¿Sois de la guardia? - preguntó Marvin.
- ¡Coño, si tiene cerebro! ¡Talento en la cama y cerebro, chico... tu tienes futuro! Jajajaja - se burló Harly.
- Si hombre, vas a vestir el negro, bueno...con tus dotes igual no es el mejor color pero...¿estás de una pieza no? - se jactó otra vez.
- No me jodas Harly, ¿de una pieza? He visto piezas de carne menos apaleadas que este – comentó Otten – Bueno, venga chico, ¿Qué hiciste para que el propio Lord Tully te debiera un favor? - preguntó Harly.

- No se de que narices habláis. Dejadme en paz – contestó Marvin.
- Vaya hombre, uno que se hace el interesante. Entre toda la mierda que nos entregan y este no quiere soltar nada. Mira chico, sólo sabemos que esta mañana te han metido a escondidas en el carro antes del alba y nos han dicho que teníamos un nuevo recluta. Cuando preguntamos quién coño eras nos han dicho que el Lord pagaba sus deudas, que los Tully duermen pero no olvidan – insistió Otten para sacar tajada.

Marvin se quedó en silencio, el nunca había conocido a ningún Tully.

- Joder, me debes una de plata Otten, este cabrón solo ha tenido suerte. Y tú pensando que sería el bastardo de no se qué Casa...eres un capullo – se rió Harly.
- Vete a la mierda Harly, sólo lo dije en alto porque....-

Marvin dejó de escuchar las voces de ambos guardias de la noche. En su vida había visto a unos cuantos cuervos errantes y sabía lo que le esperaba...