Partida Rol por web

Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Lo que aconteció en un principio. - Parte I.

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28/11/2013, 15:28
[RIP] Din el Forestal.

AÑO 80 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Orilla Azul.

Phelis, antepasado directo de Din el Forestal y de sus hijos.

Desde el primer día que puso un pie en la mansión del señor había trabajado duro. Mucho esfuerzo. El doble que el resto de siervos para conseguir el mismo resultado. Y es que estar impedido por faltarle una mano no era algo que hubiera afectado a Phelis en demasía. Siempre había puesto mucha voluntad en todo lo que hacía, sobretodo desde que Valeris le aceptó como esposo, y se centró en trabajar para proveer para su familia.

Habían sido muchos años. Y ahora podía decir bien alto que estaba orgulloso de su familia. Amaba a Valeris con locura, ella le había proporcionado felicidad y dicha en un mundo que de otro modo habría sido muy cruel con él. No había nacido noble, no había sido criado con ningún tipo de recursos... Si no hubiera sido por Valeris, su brújula, se habría dedicado al bandidaje o algo peor. Habría acabado sus días joven, muerto por la lanza de algún guardia, o ahorcado, o algo similar.

Ella le había dado una oportunidad, le había mostrado una vida mejor, y Phelis se había aferrado a ello como un clavo ardiendo. Ahora, su hijo había conseguido progresar. Iba a ser Forestal. Trabajaría para un gran señor, nada menos que un Tully. Algo que Phelis jamás hubiera podido soñar, ni su padre antes que él.

Cuando Phelis se enteró de la noticia no gritó, no saltó de júbilo, pero unas pocas lágrimas de emoción surcaron su rostro. Aquel día regresó a casa, feliz, contento. Deseoso de despedirse temporalmente de su hijo, y con un regalo para él.

El noble para que el que Phelis trabajaba le había regalado hacía quince años un arco de caza. Por sus buenos servicios, y porque siempre el criado lo miraba con curiosidad y puede que incluso algo de deseo. Aun a sabiendas de que Phelis no sabía manejar el arco, y de que no podría. Un arco no estaba hecho para un manco. Pero el Señor insistió en regalárselo. No como insulto. Phelis quiso rechazarlo pero no pudo. - Quizá algún día tus hijos o nietos puedan darle uso... o si tu familia tiene problemas económicos podréis venderlo. -

Fueron palabras sabias. Phelis finalmente aceptó. Hacía quince largos años de aquello, y hacía cinco que el señor había muerto. Phelis seguía trabajando para su hijo, pero no era lo mismo.

Y ahora tenía la oportunidad de ceder aquel arco a su hijo. La primera reliquia familiar por llamarlo de alguna manera, y el primero en usarla sería Cohen. Sí, Phelis podía morir tranquilo, su vida estaba llena de dicha y podía decir que había cumplido todo lo que cualquier hombre sueña con cumplir en la vida.

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28/11/2013, 15:47
[RIP] Malcom Ríos, Repostero de la Familia del Señor.

AÑO 78 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Regresando a Seagard.

Daena Targaryen, su marido Eddard Mallister y sus hijos Seraphine Mallister y Denyr Mallister.

Por vez primera he viajado con la familia al completo para visitar a mi tío, al cual empecé a considerar mi padre hace algún tiempo. Quería agradecerle lo que hizo por mí, felicitarle por todo lo que nos ha conseguido. Visitarle para que me contase historias, esas historias siempre eran nuevas.

Le presenté a mi hija y a mi hijo. A mi marido ya lo conocía, él mismo vino en nuestra boda. Finalmente se hizo cargo de la casa Mallister, momento en el que también vino mi tío. Poco después llegaron los niños. He viajado en algunas ocasiones a Desembarco del Rey, pero nuestro medio de comunicación más activo ha sido la correspondencia. Yo creí que era el momento de darlos a conocer, ya con dieciocho y dieciséis años tenían edad para ello de más.

Ella heredó el pelo mi mismo pelo, él sin embargo heredó el de su padre. Ambos tienen sus ojos azules. Me da un poco de envidia. Últimamente estoy pensando en quedarme en Desembarco del Rey, mudarme allí. Mi tío comienza a hacerse viejo y me gustaría estar con él. Eso es algo que tendré que meditar.

Seraphine me despierta con un pellizco cuando estamos por llegar al castillo. Es una chica encantadora. Al lado mía descansa mi hijo Denyr. Duerme incluso más que yo. Dormido se parece mucho a su padre. Me pregunto si será un buen lord en el futuro, debería dormir menos. En casa me esperan mis otros hijos, me los llevaré en otra ocasión.

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28/11/2013, 19:32
[RIP] Malcom Ríos, Repostero de la Familia del Señor.

AÑO 84 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Mares de Seagard.

Dannyl, antepasado por línea materna de Malcom Ríos.

- ¡Piratas del Hierro! - Gritó el vigía.

Rápidamente, el sonido de las campanillas inundó el barco. La gente salía a borbotones de la parte inferior.

- ¡Girad a babor! Vamos a chocar con ellos. - El vigía bajaba cuan rápido podía por las escaleras de cuerda.

El hombre al timón dio un tirón hacia a la derecha y el barco comenzó a dar un brusco giro hacia la izquierda. Un hombre cayó al agua.

- Jake, ayuda desenredar las cuerdas. Por los Siete, nos va a coger como no deshagamos este lío. - Gritó un hombre.

 El barco ajeno, rozó la nave por el lado derecho, sin llegar a romperla, inmediatamente un grupo de hombres saltó desde ella. Los hombres sacaron sus espadas, intercambiaron los aceros y sus sangres. Hubo alguno que incluso se hizo el héroe y se sacrificó por un camarada. Finalmente los tripulantes se rindieron y tiraron las armas.

- Que los honorables caballeros dejen lo que lleven encima aquí. Les dejaremos llevarse los botes e irse en ellos. - Dijo amablemente, la tripulación pirata sonrió. - Este barco ahora es propiedad del hierro, por suerte estáis hablando con Dannyl, se me conoce por ser benevolente.

Tras dejar a los pobres del barco dejar la nave, los piratas prosiguieron su labor limpiando la nave de cualquier cosa que se pudiera utilizar en las Islas del Hierro. Las cosas de valor se cogían para venderlas fuera de las Islas del hierro. Dannyl se situó en el castillo de popa dirigiendo su mirada hacia la proa. En la parte de abajo se encontraba el resto de su tripulación.

- Los hijos del Hierro hemos conseguido de nuevo aquello que buscábamos. Además tenemos un barco nuevo, quiero que le deis un nombre respetuoso y digno de nosotros. - Comentó.

- Llamémosla Marian. - Gritó uno, a lo que el resto se rió.

- ¿Todavía sigues enamorada de esa furcia? - Comentó otro tras lo que siguió una sonora risa.

- Así sea pues, - dijo Dannyl elevando su voz - le pondremos Marian. - Dijo en un tono en el que los tripulantes no se atrevían a contestar.

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28/11/2013, 20:20
[RIP] Bethan "Caratorcida".

AÑO 84 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, SOLAZ DEL SOLDADO:

Los pequeños pies de Charlotte bailaban colgados de la silla, jugando entre ellos. Los zapatos le apretaban, y la niña era consciente de que no conseguiría calzado de su talla hasta su desfloramiento. Mientras, estar sentada era la única manera de liberar un poco del peso que sufrían sus deditos. Era una preciosidad, casi un angelito. Las chicas del lupanar siempre se lo decían.

Alguna de ellas era su madre, solo que Charlotte no sabía cual. Todas las niñas que nacieron en la misma época eran criadas como lo haría una loba huargo: en camada, todas hijas del establecimiento, mezcladas y tratadas igual. Pero por la singular belleza de la niña, todas las que alguna vez parieron o parirán les hubiese gustado tener una progenie esculpida por el cincel del mismísimo Herrero. Todas sentían el orgullo de ser madre de Charlotte.

En la habitación de al lado se decidía su destino, y también su sueño inmediato de unos zapatos nuevos. Charlotte valía lo mismo que las tierras labradas de todo Poniente. Por lo menos mientras su virgo permaneciera intacto. Había llegado el momento de su desfloramiento, y el lupanar lo iba a vender a precio de oro. Charlotte sabía la teoría. Sus madres le habían enseñado a no decir nada inconveniente, a moverse, a acariciar... y en múltiples ocasiones había sido testigo, desde detrás de la celosía, de las maneras que se tienen de dar placer a los clientes. Sin embargo, no podía evitar sentirse nerviosa... En su cabeza solo estaba el pensamiento de que si fracasaba se quedaría sin sus zapatos nuevos.

La puerta se abrió, y una de las vulpejas invitó a que pasara con un movimiento de mano. A un lado, sobre la mesa, riquezas suficientes para comprar cien pares de zapatos. Cien era el número más alto que Charlotte conocía. Al frente, un largo diván. Aquel hombre sentado se inclinaba hacia delante, quizás para ver mejor, pero a la vez su capucha caía con más misterio sobre su frente hasta sombrear su indiscernible rostro.

Las madres ordenaron que se desvistiera. Ella obedeció. Creía que tendría lugar en una cama, y no sobre una alfombra, pero estaba bien. Lo que fuese por esos zapatos. Lo que fuese para que el dolor al caminar pasase. Mostraron su antojo de nacimiento, en forma de daga, como una delicadeza que aumentaba el valor de la niña. Bajo la capucha, el desconocido asintió aceptando el trato.

El hombre tomó a la niña de la mano y abandonó el salón. Cruzó el pasillo sin detenerse en ningún dormitorio. Charlotte no era consciente que el dinero que había sobre la mesa no había comprado su virginidad... Una cantidad tan importante había pagado a toda una Charlotte. A cien Charlottes: la de ahora y las otras noventa y nueve del resto de su vida. Salieron del lupanar: las prisas hicieron que la capucha se llenase del aire que golpeaba al hombre en la cara; Llevada por el viento, la tela cayó hacia atrás; Charlotte gritó al ver el horrible rostro de su marchante... Tan feo que no parecía humano. Daba igual. Esto era Solaz del Soldado. Aquí nadie acude en ayuda de una niña pequeña.

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28/11/2013, 20:39
[RIP] Malcom Ríos, Repostero de la Familia del Señor.

AÑO 80 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Seagard.

Lucila (15 años), antepasado por línea materna de Malcom Ríos.

Tengo que ir al mercado, mi madre me dijo lo que necesita. Es la primera vez que voy sola. Allí hay un bardo tocando las proezas de Jaehaerys, de cómo consiguió reestablecer la paz. Era extraño, siempre había vivido en tiempos de paz. Para ella aquellas canciones no significaban nada. Se quedó un momento observando al bardo. Vestía colores oscuros pero llamativos y portaba un laúd con una inscripción tallada en el clavijero que no se veía bien. Además de que no sabía leer especialmente bien.

Cuando se fue a apartar, se tropezó con un hombre alto. Ni siquiera miró a la muchacha. Por detrás de aquel hombre, estaba Radyll a lo lejos, seguro que los demás no andaban lejos. De todas formas, ahora tenía que buscar el pescado que le había pedido su madre, ella decía que el pescado era muy bueno. Especialmente si era fresco y del día. Ya le habían enseñado a distinguir aquellos que llevaban más de un día fuera del agua, de los que se habían sacado en el mismo día. Pero ella no era la única, debía darse prisa si no quería que le quitasen los que eran frescos y tuviese que llevarse a la boca pescado de quién sabe cuántos días. Observando un poco encontró uno que la satisfacía y lo compró. Luego se fue por algunas especias y unas hierbas que olían bien incluso secas durante mucho tiempo. Luego se volvió a casa sin ningún percance.

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28/11/2013, 21:09
[RIP] Nana la Comadrona.

AÑO 82 DE LA DINASTÍA TARGARYEN, ALREDEDORES DE ORILLA AZUL:

 

Ulha se quejaba: "¿Tiempos de paz? ¡Ja!

Son Siete Reinos prósperos a costa mía.

El soldado es bandido si a la guerra no va,

y en mi bosque se oculta tras la fechoría".

 

El Bosque de los Secretos no era seguro.

En nido de ladrones se había convertido.

Ulha y su niña se libraron del gran apuro

gracias al siervo por diez años ya crecido.

 

Él se había criado en el Fuerte del Lago,

entrenado en las armas antes de irse

a vivir la mala vida en Solaz del Soldado.

Era guerrero sin nadie con quién batirse.

 

"Maldita sea la paz de nuevo:

primero trae a casa al bandido,

y antes de que muera el fuego

trae a un antiguo enamoradizo".

 

Pero Ulha se sirvió de él por seguridad,

que hoy los caminos son cosa peligrosa.

A las afueras de Orilla Azul hallaron paz

en una cabaña de madera quejumbrosa.

 

Él ya había cumplido su cometido,

pero por amor no quería marchar.

Y Ulha no quería a tan mal partido,

el muy adefesio era feo a rabiar.

 

Leyó el destino de aquel hombre en las arrugas de la mano.

La línea de la vida había echado raíces sin que sospechara.

Una buena excusa: que aquel que se crió como su hermano

se ocupase de buscar a su hija con lunar en forma de daga.

 

La línea de la riqueza tenía para el bribón también sorpresa.

Un viejo tesoro hundido en lo más hondo de aquel río anexo.

Eran las monedas de Ernst Yaker, aquellas que con fuerza

el padre bestia del niño feo tiró al agua por desconocimiento.

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28/11/2013, 22:00
"A Sangre y Fuego".

VIÑETA V: AÑOS 85 A 95 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

Prosiguen los años de gobierno del Rey Jaehaerys I el Conciliador, a quien también llaman ya el Viejo Rey.

El Septón Barth, Mano del Rey durante cuarenta años, fallece en el Año 88. Durante unos años no hay Mano del Rey, y el Consejo Privado suple esta ausencia (el Septón Supremo, el Gran Maestre de la Ciudadela, el Consejero de la Moneda, el Consejero de la Marina, el Consejero de los Rumores, la Reina Bondadosa, y el nieto de los reyes el Príncipe Viserys Targaryen).

 King's Landing, on the Blackwater by McNealy

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28/11/2013, 22:01
"Familia, Deber, Honor."

VIÑETA V: AÑOS 85 A 95 DE LA DINASTIA TARGARYEN:

- En esta época al Fuerte del Lago (anteriormente Fuerte Varl) se lo conoce como Fuerte del Roble y está en manos de la casa caballeresca menor Oakenshaf, cuyo cabeza de familia es Ser Liman Oakenshaf, apodado el Limón. Ser Liman quiere que el Feudo del Roble prospere y gane importancia, su familia se ha enriquecido con el comercio de harina de trigo, y decide convertir el viejo y destartalado fuerte de madera en un moderno castillo de piedra. Trae constructores y obreros desde el Dominio y comienzan las obras de construcción del Castillo del Roble hacia el Año 88 aproximadamente.

- Año 88: Nace Nana en Orilla Azul. Nace Eulocis en Sept de la Bahía.

- Años 88 a 95: El Bosque de los Ciervos es hogar de bandidos en esta época, los nobles apenas van a cazar allí, pues se ha convertido en un lugar peligroso. El Lago Encharcado es llamado a veces Lago Cristalino en esta época.

Sept de la Bahía vive cierto estancamiento. En ocasiones prospera, en otras ocasiones, los actos de caridad de diversos septones empobrecen al Sept y a la población local.

Campotrigo exporta harina a toda la región y a tierras más lejanas.

La reputación del Bosque de los Secretos comienza a diluirse. La gente no suele visitarlo y los que lo hacen dicen que es un bosque más silencioso que la mayoría.

Orillita es clave en el comercio de trigo.

Granjaclara está en manos de un administrador plebeyo al servicio de los Tully.

Orilla Azul cría buenos caballos y tiene fértiles cultivos de grano. Ante la inoperancia de los caballeros Tully, el pueblo comienza a sufrir las ocasionales depredaciones de bandidos. En el Año 88 Probis tiene diez años.

- Año 90: Hadder tiene cinco años. Vive con su madre en una aldea sin nombre muy cercana al Castillo de Aguasdulces. Termina el Invierno.

Un caballero menor Tully funda el pueblo de Villamanzano.

Solaz del Soldado está en manos de ricos mercaderes de mala reputación y cuenta con una fuerte tropa mercenaria. El Consejo de los Cuatro comienza a gobernar el lugar.

- Año 91: Inicio del Verano. Las obras del Castillo del Roble han prosperado bastante. Ser Liman Oakenshaf desea imitar las costumbres del Dominio y celebra torneos y justas, tiene bufones, juglares y trobadores, e invita a menudo a nobles de otros territorios con un gran dispendio.

- Año 92: La gran fortuna de los Oakenshaf está dilapidada, algunos señoríos cambian de manos. Ser Liman se endeuda con los Lannister, los Lefford, los Mallister y con elementos criminales de Solaz del Soldado. No se atreve a confesar la situación de sus arcas con su señor feudal Lord Harlon Tully y en lugar de ello comienza a distanciarse progresivamente más y más de los Tully. Las obras del castillo se ven muy frenadas.

- Año 95: Casi arruinado y consumido por las deudas, Ser Liman Oakenshaf pierde el Castillo del Roble, que pasa a manos de sus acreedores (siendo los principales los Lefford en ese momento). Avergonzado, Ser Liman viaja con su familia a Casagrande, la única posesión familiar que le queda. Los Lefford toman posesión del Castillo del Roble, talan el bosquecillo de dioses y renombran el lugar como Castillo del Lago (a las tierras circundantes se las llama a menudo Feudo Piedras Viejas, aunque también Feudo del Lago).

En Casagrande está la familia de los Casagrande, un linaje bastardo emparentado con los Oakenshaf, que no están muy contentos con el retorno de sus señores Oakenshaf al pueblo.

- Año 95: Nace Olegg en la aldea de Aguasturbias.

- Año 95: Fallece la madre de Hadder, cerca de Aguasdulces. El joven Hadder, de diez años de edad, es reconocido como hijo natural por su padre, Lord Harlon Tully. Pasa a ser conocido como Hadder Ríos, un bastardo noble. A petición de Lord Tully se convierte en escudero de Ser Harllow Vance, uno de los abanderados de los Tully.

- Año 95: Un pastor encuentra piedras preciosas en el Bosque Viejo, durante este año hay una pequeña fiebre de búsqueda de riquezas, pero ningún buscador encuentra nada más de valor allí.

- Año 95: Una comunidad de leprosos se ha asentado en las ruinas de Piedras Viejas. La Fe de los Siete les lleva frecuentemente comida y bienes de primera necesidad.

- Año 95: Se rumorea que hay graves problemas internos entre las familias de Casa Amable, aunque en apariencia de cara al exterior todo es idílico en el pueblo. Varios cabeza de familias importantes mueren en "accidentes" estos años.

- Año 95: En Cabaña de Brom, Brom el Fuerte tiene ya cincuenta y cinco años y ya nunca sale del pueblo, aunque sigue siendo considerado el azote de los bandidos de la región.

- Año 95: En los Bosques de Guarda Real se ha establecido una comunidad de furtivos y ladrones de mal vivir. Sucios, desagradables y con costumbres escandalosas, están considerados una lacra en toda la región.

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28/11/2013, 22:06
[RIP] Plumby el Flechero.

AÑOS 78 A 85 DE LA DINASTIA TARGARYEN, TIERRA DE LOS RÍOS.

Tátara Robin vallelargo sale del bosque para ayudar en el campo a los colonos de la aldea Campotrigo. Cada vez llegaron más colonos a trabajar en estas tierras que pasarían a llamarse Casagrande.

Tatarabuelo Barnsdale que nace en Casagrande apoya a los Tully y va viendo cómo los Oakenshaf, una casa noble menor, prosperan enormemente en Casagrande.

Después de la muerte de mi tatarabuelo Barnsdale, mi bisabuelo y único hijo Loskley y su madre, van a trabajar a unas tierras ricas y fértiles en el que un día será Casa Amable. Allí les visitó un cazador que le entregó y enseñó a mi bisabuelo a manejar el arco haciéndose famoso entre los cazadores, enseñaría a su descendencia a utilizar el arco largo.  Tuvo siete hijos todos campesinos excepto Brian. 

Mi abuelo Brian nace en Casa Amable hereda el arco de mi bisabuelo, y se fue a vivir a la aldea de Aguasturbias sabiendo que allí habitó su primer Tátara Joseph.

Se dedicó por completo a emplumar flechas para que no se perdiera los conocimientos adquiridos por su segundo tátara Robin vallelargo. Los timones de plumas naturales los pegó con resina hasta que descubrió un pegamento que llamó cola de Moscovia que la obtuvo de la vejiga natatoria de los peces, en especial del esturión. Por último las aseguraba con hilos delgados o crin de caballos, este descubrimiento le otorgó el poder trabajar en el Fuerte del lago como aprendiz artesano  fabricante de flechas.

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28/11/2013, 23:08
Royne Ríos, guardia raso.

AÑOS DEL 86 AL 89 DE LA DINASTIA TARGARYEN (Los Gemelos).

Las festividades estaba en su apogeo, la cosecha del dorado trigo había sido abundante este año y los campesinos celebraban y ofrendaban a los Siete Dioses por las bendiciones recibidas. Entre el bullicio de las gentes, algunos mercaderes no desaprovechaban la oportunidad para ofrecer sus productos, algunos muchos más elaborados que otros. Por el rio desfilaban algunas coloridas balsas de los bufones, que hacían las gracias de grandes y chicos, rememorando antiquísimas batallas de dragones de fuego contra héroes sin miedo. 

La población de Los Gemelos reunía en estos momentos la mayor parte de los campesinos de la región, por lo que era un momento propicio para que los pequeños agricultores establecieran relaciones y forjaran acuerdos de cooperación que muchas veces son sellados con matrimonios acordados. 

El joven Lionel Artón, se dirigía a conocer a la que sería su esposa, la tercera hija de la familia cuyas tierras colindaban con la pequeña parcela de su anciano padre. Su destino había sido sellado tiempo atrás y no podía faltar a la palabra comprometida. En una pequeña ceremonia que coincido con la finalización de las festividades le fue entregada la joven Ayleen Fernd y le correspondió las tierras fértiles colindantes con la última bifurcación de Rio Forca Verde. Solo año y medio después fueron bendecidos con la llegada del primer vástago, una hermosa hija de grandes ojos verdes que fue llamada Alyn. 

Pero la niña no lloró, se pensó que era signo de fortaleza propia de sus antepasados ándalos, pero pasado el tiempo quedó claro la cruda realidad: la niña era muda. 

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28/11/2013, 23:45
[RIP] Ser Hadder Tully, Señor de Aguasclaras.

AÑO 59 DE LA DINASTIA TARGARYEN: EL MURO, GUARDAORIENTE DEL MAR ANTEPASADOS SER HADDER TULLY: RANDYL TULLY (46 AÑOS), MARVIN (34 AÑOS) Y LAIA (24 AÑOS)

- ¡Barco a la vista! ¡Barco a la vista! – Sonó desde lo alto del negro torreón principal.

Las miradas comenzaron a agitarse desde el preciso instante en el que el vigía vociferó la alerta por encima del rugiente sonido del mar y la fuerza del desgarrador viento. De pronto como un leño en ascuas sacudido, los hombres de la guardia comenzaron a dispersarse como pequeñas polillas en llamas por todos los rincones del bastión costero. A lo lejos y desde las atalayas ya se empezaban a contemplar el primero de los tres enormes mástiles de la primera galera.

- Esa debe ser Balerión – dijo una voz familiar a la derecha de Marvin.

- ¿Cómo lo sabes? – había contestado por curiosidad, sin dudar un momento de su certeza.

- Pfff... A esta distancia pocos navíos pueden verse claramente, es una mole, sin pizca de gracilidad – comentó el viejo guardia – es pura fachada, una fachada que haría temblar el propio Muro por el impacto, pero un cascarón sin gracia… prefiero nuestra Foca Grasienta. – Dijo el viejo refiriéndose a una de las pequeña galeras de Guardaoriente del Mar.

Los guardias la llamaban así porque tenía un calado profundo dando aspecto de panzuda y siempre estaba llena de mierda grasienta, pero también porque parecía que se deslizase por el agua como si un crío se deslizase con su culo lleno de grasa de foca sobre el hielo.

- Eres todo un sentimental Otten – dijo Marvin. Habían pasado doce años desde que Otten, el viejo cuervo lo había “reclutado” de las mazmorras de Aguasdulces y todavía guardaba aquel humor que tanto había hecho por el ánimo de Marvin en aquellos helados años.

- Déjate de sentimientos y chorradas y límpiate bien el culo que vas a conocer un Rey – carcajeo Otten.

Marvin se restregó el culo contra la almena y bajo los escalones mientras Otten se reía. Un rey o cien a la Guardia le daba igual, el único buen rey para el Muro era aquel que lo hacía crecer y según Otten eso no pasaba desde bueno, sencillamente desde hace demasiado.

El vigía todavía seguía repitiendo el aviso hasta que el último mozo de cuadras se espabilo en sus tareas. Mantener un lugar como Guardaoriente del Mar adecentado para una recepción real era tan difícil como escalar el Muro sino más. El viento y el mar se encargaban de ello y siempre olía a brea y pescado, aquel olor llegaba a ser una segunda piel.

Que yo sepa los dragones no comen pescado, aunque brea… quién sabe. Balerión tardó en llegar un par de horas a causa de los fuertes vientos y las traicioneras corrientes, una de las razones por las que Marvin había sido rápidamente destinado a aquel lugar perdido de la mano de los Siete. A fin de cuentas Marvin tenía un don natural para sentir la traicionera naturaleza del agua, igual que su padre antes que él.

Balerión llegó con una comitiva digna, otras dos galeras flanqueaban su ruta. Marvin ni tan siquiera se planteó preguntar su nombre, tal vez porque nadie se fijó en ellas, al menos no desde que por encima de sus velas se vislumbraron unas figuras en formación, unas sombras contra el sol de la mañana que se recortaban en la espumosa bruma que aquel mar proyectaba al viento.

- ¡Draaaagoooooneees! – se escuchó esta vez por toda la fortaleza al unísono. Si antes parecían polillas en llamas en aquel momento cada hombre de la Guardia había estallado en llamas. Las voces se propagaron por cada roca del lugar como si las enormes bestias fuesen a atacar aquella fortaleza. Pero el único enemigo estaba al Norte, siempre al Norte.

- Esto si que es nuevo – pensó Marvin mientras corría nuevamente hacia las almenas. Las bestias en formación llegaron poco antes que las propias galeras, eran seis en total. Las cuatro de menor tamaño planearon en círculos cada vez más bajos hasta posarse grácilmente dos de ellas en las torres del perímetro amurallado. Pese al peso que debían ejercer sobre la piedra estas no cedieron ni un ápice ante la presión de la garra y la carne. Otras dos se asentaron de forma más estruendosa en la zona más ancha de la pasarela de la muralla, los guardias de la zona, viendo lo que se les venía encima comenzaron a descender a trompicones, algunos saltando sobre montículos de paja varios metros más abajo a la atura del patio viendo que las escaleras estaban ocupadas.

Pero las dos bestias que llamaron más la atención de Marvin se posaron elegantemente sobre el patio del bastión, casi como si el despliegue de poder de las otras cuatro no fuese con ellas y una de aquellas bestias, la de mayor esplendor llevaba a un jinete, a una amazona a juzgar por la larga cabellera dorada. El animal, si es que los dragones se podían tildar de animales, era completamente plateado, con escamas diminutas comparadas con las del resto, pero que se engarzaban de tal forma que la luz parecía sacar de ellas el leve movimiento de una marea. Con un cuello largo y lustroso, unas patas altas estilizadas y fibrosas y esas garras afiladas y bien pulidas cualquier entendido, y aunque Marvin no lo era se atrevería a jurarlo, podría decir que aquel dragón era magnífico.

- Esa es Ala de Plata chaval – dijo Otten detrás de él. El viejo se las había apañado para esquivar a uno de los dragones y bajar de la muralla. – Y ésa solo puede ser la Reina Alysanne – declaró.

A veces sorprendía lo que un viejo Guardia de la Noche podía conocer de tierras que no tenían nada que ver con el Norte. “El viento sopla hacia el norte pero se queda en el Muro” era un dicho particularmente bueno para decir que las noticias volaban. En el patio nadie se acercó a las bestias, tanto es así que prácticamente nadie había reparado en que las galeras ya habían desembarcado y el principio de la comitiva real se había personado en el interior del Guardaoriente.

- Sed bienvenidos al Muro mis señores – pronunció Braden Royce el maestre de la Guardia que dirigía Guardaoriente perteneciente a una Casa menor de la que Marvin nada sabía – espero que vuestro viaje haya sido liviano, el mar y los vientos de estos lugares no reciben a nadie con alegría-

- No diría tanto Maestre – correspondió la dama – mis invitados han disfrutado del viaje –dijo buscando el cuello de su montura con una mano finamente enguantada.

El séquito real era lo suficientemente grande como para necesitar de otra fortaleza para alojarlo y el Maestre mostraba su preocupación por ello. - Mucho me temo mi señora, que el Muro no es vivienda apropiada para tal corte, no quisiera ofender a todos sus invitados pero, no estamos preparados para tal “despliegue” – dijo no solo contemplando las bestias sino todas las libreas que eran abanderadas detrás de los monarcas. Había allí leones dorados, grandes ciervos, grandes campos floridos y hasta algún pez plateado…

Fue en ese preciso instante cuando Marvin tuvo que aferrarse a un pivote de piedra imitando a uno de los dragones posados en los torreones. Al igual que ellos sus pupilas se volvieron rendijas enfocando a su presa. Envejecida sí, pero doce años bajo el hielo del muro mantenían frescos los recuerdos, frescos y recientes. Aquel emblema y aquella cara no se olvidaban fácilmente.

- ¿Qué pasa chico? Despierta joder – por un momento la voz de Otten le había traído viejos recuerdos. El viejo siguió la mirada del Marvin y en su cara se hizo el entendimiento. - ¿Es él? No lo parece – preguntó. Esa vez el silencio fue la afirmación que no admitía replica.

- Han sido doce años chico, tu pasado quedó atrás, en el Sur. Ahora estás en el Norte y perteneces al Muro. Nosotros no tomamos partido. – recordó Otten.

Un rayo relampagueó por la mirada de Marvin. - El pasado me persigue cada vez que bajo a ese sitio Otten, todos los días veo el Sur en su mirada y en su dolor. ¡No te atrevas a pronunciar lemas, eso déjaselo a los de ahí abajo! – dijo Marvin señalando con el brazo en firme – Todo son palabras vacías, todos esas ropas hace tiempo que perdieron su color – sentenció el compañero del viejo.

Otten resopló, sabía del dolor de su hermano de capa, conocía el dolor que le aguardaba a pocas leguas al Sur del Muro en una pequeña villa de mala muerte, pero a todo un mundo de distancia de su hermano. La joven Laia era toda la conexión del pasado de su amigo que este no recordaba con odio, y con todo recordarla a ella le traía inevitables recuerdos de su desgracia.

Muchos subían al Muro porque realmente lo merecían, otros y pocos, muy pocos por busca de gloria, pero eran menos todavía aquellos que podían considerarse inocentes. La primera vez que Marvin había contestado a aquella pregunta que Otten le hiciera a las afueras de Aguasdulces habían transcurrido varios años, una sola vez había bastando a Otten para encajar las piezas y en un principio había considerado a Marvin afortunado. Había tardado años, pero la mirada de su amigo lo había terminado de convencer de lo contrario. En aquel momento la mirada de Marvin destilaba algo diferente, peligroso y “el chico” había demostrado tras todos aquellos años verdadero talento para el peligro.

- Los Otros te lleven ¿Qué piensas hacer? No hagas ninguna jodida locura, hay quién te necesita chico – reclamó el viejo tratando de traer cordura a los pensamientos de Marvin. La mirada de Marvin cambió drásticamente, sus emociones parecían arreciar cómo las corrientes de aquel mar, cambiando por momentos, ahora peligrosas, ahora tranquilas. Finalmente suspiró y se encogió de hombros.

– Tranquilo viejo, ese pez está demasiado lejos de mi anzuelo – Otten agradeció por primera vez aquella mañana el que la comitiva de invitados fuese tan extensa. Esa noche muchos dormirían al raso, pero al menos todos se levantarían vivos. Otten miró en dirección al Muro… O eso creo… ____________________________________________________________________ Esa misma noche…

- Puede que las llamas de su corazón la mantengan caliente pero a fe mía que este maldito infierno helado acabará conmigo – pensaba el Lord mientras paseaba entre las almenas arrebujado en su capa de piel. Todo era preferible antes que aguantar las cuitas de su amada esposa, que todavía seguían coleando en su memoria.

Ni todo el hielo del Norte refrescaría el desagrado que la Reina tenía frente a su Casa, decía su esposa. Y tenía razón.

- Sería preferible regresar, mi señor, aquí no somos bienvenidos – insistía Lady Tully.

- ¿Y qué pretendes que haga mujer, que flete un bloque de hielo de camino a Aguasdulces? – espetó Lord Tully dentro de la carpa de su tienda al calor de la brasa – Necesito “refrescar” mis ideas – dijo en tono despectivo saliendo de la tienda.

Aquella mujer nunca había sido Lady Tully para Ser Randyl, su verdadera esposa yacía enterrada con el antaño prestigio de su Casa, al Sur, en las tierras de sus ancestros, lejos del baldío páramo del Norte. La actual señora de la Casa había sido un vano intento de recuperar cierta influencia en la región tras perder el favor del Trono de Hierro y ante todo de la Mano del Rey. Aquel hombre había hecho pagar con creces los castigos que Lord Tully había impartido en sus tierras a los hombres de la Fe de los Siete, castigos que irónicamente había ejecutado con poco o ningún agrado bajo la obligación para con un Targaryen. El Targaryen equivocado.

Qué ironías de la vida cuando había pensado que reyes pasados habían sido peores. Bendice tu actual suerte, nunca se sabe que deparará el mañana. Lord Tully siguió su recorrido hacia la torre más cercana a la punta de tierra bañada por el mar. Una figura de negro se arrebujaba contra el calor de una hoguera dentro de una pequeña garita, al contrario que en otras fortificaciones del Muro, aquel miraba hacia el mar a través de una rendija de piedra.

Ser Randyl se aproximó a la fogata para caldear sus huesos, esperando que la parquedad de un hombre de la guardia tal vez llegase a acallar sus propios pensamientos. - Buena guardia – pronunció brevemente Lord Tully recordando sus formas marciales ya oxidadas.

- Buen cobijo tengáis señor – devolvió el hombre de la capa negra. Aquel hombre debía de llevar horas de guardia porque la rigidez que se había apoderado de su cuerpo era visible para cualquiera. El hombre vestía una larga y espesa barba rubia y un pelo aún más largo. La quietud de su mirada al calor de la llama habría bastado para sofocarla de un golpe, apenas si parpadeo ante el saludo del noble.

- ¿Alguna vez ha descendido algo? – dijo el Lord recordándose para sí mismo las historias de su propia nana.

- No durante mi guardia – aseveró el hombre. Había algo en la mirada, en la forma de no encarar a Ser Randyl que incomodaba a este. - ¿Y esos salvajes… saben navegar? – insistió el señor.

- Hasta un salvaje sabe llevar una barcaza, especialmente uno del Norte – dijo secamente el vigía.

- Son seres sin honor – sentenció el Lord sin miramientos cómo si aquello lo dijese todo.

El hombre se giró por primera vez para encarar a Ser Randyl y vislumbró la pechera bordada con su emblema y los broches de la capa. - Tienen su propio honor, señor, todos ellos son su propia familia y conocen muy bien su deber, que es recuperar sus tierras – sentenció aquel hombre.

Ser Randyl acusó aquellas palabras como un duro golpe, aquella noche no tenía miramientos para nadie y menos para un cuervo helado y mojado.

- ¡Cómo te atreves a comparar mi Casa con esa carroña que se arrastra allá! – bramó el hombre aunque su grito se desvaneció en el azote del viento – Debería colgarte ahora mismo de ese Muro que tanto apreciáis los cuervos -

Los hombros del guardia empezaron a sacudirse convulsivamente, hasta que una carcajada resonó en su pecho. Ser Randyl dio un paso hacia detrás como si le hubiesen abofeteado.

- ¿¡Osas reírte de mí ave carroñera!? - bramó llevándose la mano a la daga del cinto – No echarás de menos esa lengua con este frío. –

El hombre hizo caso omiso – ¡No podéis colgar dos veces al mismo hombre, Lord Tully! – exclamó el guardia. La confusión de apoderó por un instante del noble. La mirada del hombre rayaba la demencia y de pronto Lord Tully fue consciente de la situación, estaba a oscuras, fuera de la vista de cualquiera, al borde del mar frente a un loco armado y el viento tapaba cualquier sonido más de allá de seis varas. Cualquier mal paso daría con sus huesos decenas de metros más abajo, en la helada agua. Para cuando lo encontrasen, si es que los animales del lugar habían dejado. Y ajusticiar un hombre sin defensa donde se hospedaban los monarcas, aunque este fuese un loco, no reforzaría precisamente su posición.

Envainó el arma - ¡Tu nombre cuervo, quiero recordarlo cuando cuelgues mañana al alba! –

- Entiendo que lo hayáis olvidado Lord Tully, como muchos otros tras estos doce años. ¿O tal vez os persigan durante el sueño? ¿Por eso paseáis al frío, porque vuestro gélido corazón os lo permite? – La bilis de aquel hombre no paraba de fluir amenazadoramente.

- No se de que habláis pero estoy harto de tantas insensateces, yo mismo iré a ver a vuestro maestre – dijo Lord Tully caminando hacia atrás por precaución. Cuando creyó alcanzar el primer escalón se dio la vuelta, pero una garra aferró su brazo y le dio la vuelta de un violento tirón.

- Miradme a los ojos y decidme si no fallasteis a vuestro honor, decidme si este color puede devolverme lo que me robasteis – reclamó el guardia tironeando de su capa.

Tal vez por el frío o tal vez por la impresión el rostro de Lord Tully se revolvió en sus recuerdos, palideciendo. Aquel hombre había ganado en edad, pero terminó por recordar sus ojos. Se deshizo del agarre del guardia y exclamó:

– ¡Tienes el color que mereces criminal!, ¿¡así pagas mi piedad!? Habrías merecido el negro en tu pescuezo, barquero –

- Veo que su honor es más frágil que su memoria mi señor – dijo el hombre con una media reverencia burlona – Tanto mejor porque “su honor” no vale una mierda –

- ¡No te atrevas a achacarme tus errores, barquero, juro por los Siete que arrancaré tu lengua aunque tenga que escuchar una reprimenda de la propia reina! La deuda de mi familia se saldó con creces, así que no tientes más mi acero –

- ¿Vos… vos… juráis por los Siete? ¡Yo no os pedí nada y vos destruisteis mi familia! – bramó Marvin.

- ¡Acogías a un criminal! – sentenció Lord Tully.

– Acogí a un hombre de fe, la misma de la que abjurasteis, ¿y para qué? ¿Para arrastraros años más tarde como un pescado caído de una sucia charca que chapotea sobre el hielo persiguiendo al dragón? – dijo Marvin con un gesto señalando a lo largo de la fortaleza.

Un guante revestido cayó como un mazo sobre la cara de Marvin, este se revolvió y con un movimiento rápido golpeó la mandíbula del hombre que se fue al suelo helado. El golpe o la locura de aquel hombre, había cogido desprevenido a Ser Randyl. Con una mano atenazó la manó de Lord Randyl y la otra se fijó en su cuello.

-¡Escuchadme bien mi señor! No os mataré, hoy no. Permitiré que viváis con el recuerdo de este momento fresco. Os devuelvo vuestro favor y si algo de vuestro honor permanece dentro de vuestra carne, rezad a lo Siete para que os guíe. Viajad hacia el Castillo Negro y virad al Sur, a media legua de viaje encontraréis una villa de mala muerte, más metida en la tierra que al aire fresco. Allí encontrareis “vuestra oportunidad” al igual que vos me brindasteis la mía. Para mí ya es tarde y la guardia me reclama, pero juro sobre cada uno de los Siete que habéis traicionado que si sufre algún daño encontraré la forma de llegar a vos. Hasta un barquero atravesar a un pez envejecido – sentenció Marvin.

Una semana más tarde…

La reina Alysanne tenía intención de recorrer el muro, pero en su peregrinación por el Norte había dejado suficientes muestras para con la vieja Guardia como para que rebautizaran una fortaleza, su Lord Comandante se plantease vaciar su enclave mas antiguo y trasladarse a un nuevo lugar designado por la propia reina. Cualquiera diría que cagaba milagros, pero realmente cagaba joyas y terrenos allí por donde pasaba.

Y ahí estaba él recorriendo como un andrajo las sucias galerías de una villa que olía a rata a poco menos de una legua del Muro, donde su Reina y sus intereses le aguardaban. Y lo hacía por restaurar el honor de un criminal, por la memoria de un padre y la salvación de una conciencia que permitía tanto descanso como la codiciosa arpía de su mujer.

- Busco a una mujer – dijo un Lord Tully cubierto por una capucha al hombre que frecuentaba los sótanos del edificio con el farolillo rojo en la puerta.

- Todos la buscan aquí señor. Si fueseis más precisos en vuestros gustos… Tal vez desearíais catar la naturaleza salvaje del Norte o a una auténtica esposa de sal o incluso… - comentó mientras Lord Tully torcía el gesto asqueado. Aquel hombre sabía detectar la plata mediante el olfato, tal vez porque Lord Tully fuese lo único que no apestase del lugar, cerrado como estaba bajo tierra.

Si mi esposa levantase cabeza…

- Busco algo concreto, una descendiente de Ándalos, joven… – concretó Ser Randyl.

- Ah, el señor tiene un gusto excelente – dijo el hombre de negocios tocándose a nariz – Busca una mujer refinada… excelente elección señor, tengo una, se la enseñaré ¡Laia, aquí, que no tenga que repetirlo! – gritó el hombre.

Una muchacha joven de tez pálida y cabello rubio acudió a la llamada. Los ojos eran de un azul grisáceo, un gris más claro que el del acero, y su cuerpo enjuto podía pasar por el mango de un arma. Vestía únicamente una toga blanca manchada de arena por varios lugares y su mirada había perdido gran parte de su juventud, aunque no así su cara. Lord Tully vio el reflejo del barquero en sus ojos, el mismo desdén y creencia de tener la certeza sobre algo que no podía concretar, cómo si entre ambos compartiesen un chiste que los demás desconociesen.

- ¿Cuanto? – dijo el noble. - Apenas está usada mi señor, llevará trabajando para mí tres años. Y puede ver que sus pechos y su piel son firmes – dijo el hombre tirando del tejido y dejando al descubierto la desnudez de la mujer. La visión de Ser Tully se turbó por un momento y sus ojos dejaron de reflejar repugnancia por un instante.

- Por una noche, por ser vos un venado de plata señor. Tenga en cuenta que… - aclaró el hombre.

- Cuanto por llevármela - cerrando cualquier pantomima comercial de plano.

- Señor no podría deciros… - empezó a balbucear el proxeneta. Lord Tully arrojó una bolsa que golpeó ruidosamente contra el suelo de tierra. Aquel ser despreciable seguramente ya habría calculado el peso y material de las monedas por el sonido.

- Por eso señor, se la envuelvo para llevar – sonrió el dueño del prostíbulo.

- No será necesario - Lord Tully sacó de una bolsa unas ropas holgadas similares a las de una ayudante de cámara y se las tendió a la mujer.

- Lávate lo mejor que puedas y cámbiate por favor – entonó lo más suavemente que le permitía a desnudez de la joven.

Para cuando había regresado el hombre ya había contado dos veces el dinero y comprobado tres su autenticidad. Sonriendo al señor y a Laia le comentó a esta última.

– “Ha sido un placer trabajar contigo Laia” – La joven parecía en ese momento una muchacha normal, con algo más de peso y más limpia podría pasar por una asistenta.

Laia se dio la vuelta hacia el comerciante y le estampó un puñetazo en la boca que mandó a volar las monedas por el suelo.

– El placer ha sido mío – sentenció. Acto seguido acompañó por las escaleras a Lord Tully en busca de la superficie. Al asomar por primera vez en tres años el frío le recorrió el cuerpo como el agua de una cascada helada. Laia se dejó mecer por la sensación de libertad. Cerró los ojos y emitió un profundo suspiro. Cuando volvió a abrirlos Lord Tully le miraba con expresión extrañada.

-¿No tienes preguntas? - preguntó el noble.

- He aprendido a no hacerlas señor – contestó Laia.

- Sí, ya lo he visto – dijo Ser Randyl pensando en el puñetazo que había tumbado al porcino proxeneta.

¿Y ahora? - dejo en el aire Laia.

- Ahora te llevaré a tu hogar -

- No tengo nada parecido desde hace años y tengo un hermano – contestó Laia.

- Lo sé, pero a donde vas nadie te molestará. Tu hermano está de acuerdo -

- ¿Por qué? - pregunto la joven sorprendida.

- Porque en el pasado nuestros padres cruzaron sus caminos, porque yo he cruzado el mío con tu hermano... realmente da igual el porqué. Sígueme y serás libre para tomar tus decisiones... lo he jurado – sentenció Lord Tully.

AÑO 84 DE LA DINASTIA TARGARYEN: TIERRAS DE LOS RÍOS, CASTILLO DE AGUASDULCES ANTEPASADOS SER HADDER TULLY: LORD RANDYL TULLY (71 AÑOS), SER HARLON TULLY (30 AÑOS), LAIA (59 AÑOS) Y MARLA (20 AÑOS)

Los pasos resonaron a través del pasillo de Aguasdulces que llevaba a la cámara de Lord Tully, acercándose y alejándose cada vez más. Al otro lado de la puerta un ajetreo frenético de sonidos metálicos, palanganas y vidrio se propagaban a través de la puerta. Tímidamente un segundo sonido de pisadas se acercó y emergió de la misma.

- ¿Y bien? ¿Como se encuentra? - inquirió Ser Harlon.

El silencio se hizo por respuesta mientras un incómodo tintineo demostraba la desazón del demandado. - ¿Tan grave es? - reafirmo Ser Harlon.

- Bueno señor... Una noticia tan turbadora en un persona de su edad, siempre entraña riesgos. Su cuerpo ya no resiste la enfermedad, únicamente su espíritu lo mantenía... Lo mantiene entre nosotros, señor. Parece que este último está a punto de ir en busca del Desconocido - sentenció el hombre.

Ser Harlon se giró para encarar la ventana a través de la cual se podían divisar allá abajo los ríos. Sabía que había llegado el momento y por la de los Siete que lo había esperado, pero no así, no siendo él quien asestase el golpe de gracia. Se giró nuevamente hacia el anciano, se le veía ciertamente incómodo, como si su túnica resbalase al contacto de los eslabones de su cadena.

Había confiado en su eslabón plateado. Siempre le había parecido curioso como ese color plata se parecía al de su emblema y lo había considerado una buena señal. Se había equivocado.

- ¿Puedo pasar? - inquirió el noble.

- Mi señor... ahora descansa por la leche de amapola, pero me ha hecho una petición. Quiere verla... a la vieja - dijo el maestre mostrando al fin el motivo de su incomodidad. En ese momento quien se revolvió fue Ser Harlon. Tratar con aquella mujer era como tratar con una fuerza de la naturaleza. La última vez que se habían visto su nuca había sufrido las consecuencias y ni tan siquiera había podido prenderla a causa de su padre.

- ¿Es imprescindible? - preguntó al Maestre.

- Fueron sus órdenes. También quiere que estéis vos presente mi señor, no ha habido manera de convencerlo de lo contrario – comentó el maestre.

- En fin... hacedla traer - resopló el primogénito de Lord Tully.

- Se hará como ordenáis, haré que envíen un jinete – mencionó el Maestre inclinándose para acto seguido marchar por el pasillo. Lord Harlon asintió y dejó paso al anciano.

- Maestre... - dijo haciendo que el inquirido se detuviese.B] - ¿quién se lo ha mencionado? - [/B]preguntó Ser Harlon.

El anciano Freymon suspiró, había estado esperando esa pregunta. - Fue vuestro hermano mi señor – dijo.

Ser Harlon asintió e hizo un gesto para que le dejase. La conciencia del Maestre estaba tranquila. Él servía al cargo y bien sabía quién debía reclamarlo tras la muerte de Lord Randyl Tully. Ser Harlon volvió a apoyarse contra el alfeizar de la ventana observando el ascenso del Forca Roja.

Una semana más tarde... en Cascada de Volatinero

- Pero por qué a ti madre, ¡tú no has hecho nada malo! - exclamó Marla.

- Ya te he dicho que no me va a pasar nada. Ese viejo estúpido se está muriendo y está avinagrado. Sólo quiere desahogarse, estate tranquila niña – dijo la madre.

- Podría hablar con Harlon y... - empezó a pronunciar la hija.

- ¡No Marla! Ese hombre es el que nos ha metido en este lío y mírate ahora – dijo señalando la incipiente barriga de la mujer.

- Te quedarás en casa de mi cuñada y vendré a verte en cuanto termine en Aguasdulces. Después ya veremos que hacemos, igual tenemos que visitar a tu tío Marvin – dijo Laia pensando tristemente en la reacción que tendría su hermano si se enterase de los sucedido.

Laia recogió el macuto con sus ropas y se abrazó fuertemente a su hija mientras besaba toda su cara. Salió por la puerta, donde le esperaban a caballo dos escoltas y el mensajero, todos con la librea de la Casa Tully bordada en sus camisolas de paño sobre las cotas de cuero flexible especialmente hechas para cabalgadas.

Pidió ayuda con un gesto para que uno de los escoltas la subiera al caballo. Hacía muchos años que no montaba nada y temía no poder dirigir a la bestia a causa de la edad que ya tenía. Los caballos salieron al trote en dirección al castillo, varios días a caballo remontando hacia el Forca Roja desde el Aguasnegras y descendiendo la gran corriente nuevamente.

Tardaron algo menos de lo que le hubiese gustado. Nunca se había sentido a gusto cerca de aquellos muros, donde habían juzgado a su hermano y la habían obligado al exilio. Rápidamente la llevaron ante la presencia de Lord Tully. Laia dejó escapar un grito ahogado cuando ante ella se presentó Ser Harlon Tully, el estúpido hijo de Ser Randyl Tully y el hombre que había llevado nuevamente la desgracia a su familia al preñar a su atolondrada hija.

- Lord Harlon... – dijo realizando una media inclinación reticente.

- Guarda las formalidades, ambos sabemos que ese no es todavía mi nombre – aclaró para alivio de la mujer – mi padre espera y sabes que no es un hombre de infinita paciencia -

- Cierto, yo tampoco Ser Harlon – dijo Laia en tono reprobatorio. Ser Harlon suspiró ante la insinuación de aquella mujer, pero nadie elegía a la madre de la mujer que amaba. Y después de la historia que le había llegado a confesar su padre, creía empezar a comprender el porqué de su “desencanto” con las circunstancias actuales.

Se trasladaron sin demora y sin cruzar palabra hasta las estancias de Lord Tully. Tras la puerta no escuchaba ningún sonido y ambos dudaron, a ninguno de ellos le apetecía aquel encuentro.

- ¡Se que estáis ahí fuera! Maldita sea, estoy enfermo no sordo. Pasad de una vez, ¿o estáis esperando a que os reciba yo mismo? - declaró una voz desde el interior.

Ser Harlon abrió la puerta y contempló la misma imagen que había estado castigándole durante los últimos días. El cuerpo de su padre se había consumido durante los últimos días, pero el principal efecto que había sufrido su cuerpo era en su cabeza. Había perdido grandes mechones de su melena rubia. Una melena que ni con la enfermedad había raleado. Ahora parecía un viejo loco decrépito y enfermo, salvo por las ropas que vestía, las estancias en las que se encontraba y y la bandada de sirvientes que atendían su descanso.

- ¡Poned dos sillones junto a la cama y dejadnos a solas ! - ordenó al servicio. - Vosotros dos, sentaos. Tenemos que hablar – declaró con tono imperativo.

Laia y Harlon se acercaron mientras el último criado dejaba una frugal mesa servida con vino y fruta ligera.

- Se os ve... - quiso decir Laia.

- Se me ve muerto mujer. Eso deberías decir – sentenció Lord Tully. Laia calló, algo inusual en la mujer. - Por los Siete, dos de las personas más testarudas y molestas que conozco y os plantáis ahí sin decir nada. Pues bien, hablaré yo – dijo Lord Tully – Estáis aquí para resolver las estupideces que han cometido este zoquete y tu muchachita – dijo Lord Randyl.

Harlon trató de intervenir pero su padre le interrumpió secamente. - Ni se te ocurra hablar, tuviste ocasión de explicarte y tuve que enterarme por terceros. Me ha quedado bien claro lo insensato que eres. Vais a escucharme y vais a asentir a lo que voy a decir. ¿Cuando nacerá el bastardo? - preguntó Lord Tully a la mujer.

- El bebe nacerá para el Otoño próximo Lord Tully – respondió Laia. Nunca se refería a Lord Randyl como “mi señor”, no desde que había descubierto recién llegada de la sombra del muro hacía muchos años a las Tierras de los Ríos. Era Lord Tully, el señor de aquellas tierras pero no su señor. Lord Randyl afirmó con la cabeza y miró a su hijo.

- Me queda poco, demasiado poco, pero suficiente para resolver toda esta... que has montado – dijo agitando un puño – No vas a estropear los planes para nuestra familia a un ciclo de tu boda. Hablarás una última vez con la muchacha de Laia y le dejarás claro que vuestra unión fue un error, que se la cuidará bien y que “su hijo” no sufrirá ningún mal. Me has oído bien Harlon, “su hijo”. Las noticias todavía no han llegado a oídos de nuestro vecinos así que tu familia – dijo dirigiéndose a Laia – Tu familia se trasladará al Sur de los Dedos, en las tierras de los Arryn, cerca de Puerto Gaviota. Es un buen lugar para una familia de barqueros y la criatura podrá crecer protegida de cualquier peligro – finalizó.

- Pero Padre yo no puedo permitir por mi honor -

- ¡¿Que tú no puedes permitir?! Yo soy el Lord Tully, yo doy las órdenes en esta casa hasta mi último aliento y considérate afortunado de seguir siendo el heredero de mi Casa. Si no fuese por la malevolencia de tu hermano, ya estarías de camino a no se donde – gritó reviviendo momentáneamente la chispa de de sangre Ándala de Lord Tully. - Estúpido muchacho no sabes nada. ¿Crees que tu hermano ha venido a mi con este cuento por simple capricho, crees que es por mantener el honor de nuestra Casa? Nuestra Casa perdió su honor hace años y tú debes restituirlo. Tu hermano, los Siete me perdonen, es un gran soldado, será un gran capitán, pero es ambicioso en exceso, violento y cruel. No dejaré los designios de mi Casa a alguien tan inestable en tiempos de paz. Y si traes a esta Casa a una plebeya y su hijo, ten por seguro que tarde o temprano pasará algo, ¿o no lo has pensado ya? Conoces a tu Hesler, sabes que es verdad... - dijo aferrando la mano de su hijo para incorporarse.

- Puede que fuese una buena opción para la guerra, pero no en este momento... Si esto sale a la luz, si nuestros aliados se enteran, nuestro nombre valdrá exactamente lo que el Trono de Hierro y la Mano dicen. Familia, Deber y Honor... ese tiene que ser tu legado algún día y eso me darás porque yo te doy todo lo que tengo hijo. Promételo, júralo ante los Siete antes de que me vaya a su encuentro – dijo sin importar que una plebeya estuviese contemplando su fragilidad.

Laia se había quedado en silencio durante toda la escena. Había supuesto algo así durante el camino de llegada a Aguasdulces y ya había pensado en regresar al Norte con su familia, bajo la protección de su hermano ahora que era un Capitán de los Exploradores de la Guardia, pero las tierras de los Arryn, aunque lejos, no se podían comparar con el Muro. Ella no quería algo así para su familia, no para su hija y su descendencia. Nunca volvería al Norte si no quedaba más remedio. - Tenéis mi palabra Lord Tully – afirmó Laia mientras este todavía esperaba una respuesta. Lord Tully giró su cabeza y asintió agradecido – ¿Podrás controlar a esa muchacha? - le dijo.

Laia lo miró como si un niño le hubiese dicho una tontería. Su expresión arrancó una sonrisa al anciano moribundo. Ser Harlon todavía se debatía entre sus sentimientos, pero finalmente supo lo que debía hacer. Su hermano era demasiado ambicioso, no dejaría que hiciese las cosas a su manera. No mientras tuviese opciones al sillón de su padre...

- Esta bien padre, lo haré. Dedicaré mi vida a defender nuestra familia, cumplir con nuestro deber y mantener nuestro honor – declaró ritualmente.

- No pido más hijo mío, no pido más. Sé que me harás estar orgulloso – el hombre suspiró agotado – Ahora dejadme descansar, la maldita leche de amapola tiene un regusto asqueroso, pero no da tregua. Laia...- dijo dirigiéndose a la mujer – sé que sabrás hacerle llegar que he cumplido con mi promesa. Aunque no me aprecies, sabes que he hecho todo lo que le prometí - dijo el moribundo.

Laia inclinó su cabeza asintiendo. El hombre reposo suavemente su cuerpo ayudado por las manos de su hijo. Ahuecó las almohadas alrededor de su cabeza y le cubrió con las mantas. Lord Randyl no tardó en quedar dormido y ambos invitados salieron de la estancia. Al igual que llegaron salieron al patio sin decir una palabra.

- Te acompañaré en tu regreso – dijo Ser Harlon.

- No, debes quedarte con Lord Tully. Dejad que yo me encargue de mi hija – comentó la mujer.

- Quiero verlos – comentó Ser Harlon.

- Lo sé, pero es mejor que no vayáis. Si Marla os ve, no habrá forma de convencerla de lo partir, es capaz de cualquier cosa por vos, incluso de emparentarse con el hombre que nos condenó – dijo Laia amargamente.

Ser Harlon masculló algo y luego sonrió – Es cierto, pero le llevaréis una carta. Se que no sabe leer, ni tú tampoco, pero cuando lleguéis a Puerto Gaviota habrá alguien que se la lea, es un puerto comercial -

- Como queráis, eso puedo hacerlo si me dejáis partir ya Ser Harlon – dijo Laia.

- Una última cosa antes de iros, ¿por qué ha insistido tanto mi padre en que hagáis llegar las noticias al Muro? - preguntó.

- Porque le tiene miedo, vuestro padre reconoce la sangre en cuanto la ve – respondió sin dudarlo Laia. Ser Harlon se quedó la espalda de la mujer mientras esta descendía por la escalinata camino de la escolta de la Casa Tully que la esperaba. En lo alto comenzó a escucharse una campana repicar.

Ya era Lord Tully.

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29/11/2013, 11:34
Randyl Lanzapartida, Guardia de Ser Pendrik

Año 81 de la Dinastía Targaryen. Tierras de los Ríos. Antepasado por línea paterna:

Randyl, tatarabuelo de Randyl Lanzapartida:

Randyl no quería tener hijos, ni uno solo. Usaba a las mujeres para su satisfacción, pero no creía en el amor y mucho menos en formar familia. Hacía unos años su padre había desaparecido para siempre en el Bosque de los Secretos, no sabían qué había pasado con Randall, el hombre gris, pero no sorprendió a nadie que se perdiera en aquel bosque. Desde entonces se había trasladado junto a sus hermanos a Solaz del Soldado en donde ellos solos formaban una compañía de mercenarios. Los tiempos no eran prósperos para la actividad, pero sobrevivían.

Melan era una joven prostituta, trabajaba en un burdel de mala muerte y conocía la fama de Randyl, fue por eso que durante cinco años ocultó al pequeño fruto de su trabajo para el mercenario. Sin embargo, en estas pequeñas regiones, ningún secreto se mantiene mucho tiempo. Randyl supo que tenía un hijo y su primera reacción fue ignorarlo. Sin embargo, no dormía por las noches y el pequeño se le aparecía en sueños las pocas ocasiones en que lograba descansar. Fue por eso que decidió ir a buscar al niño y hacerse cargo. Era un hombre muy temperamental, no sólo se llevó al niño con él, fue con toda su compañía al lugar, mató a la madre por mentirosa y prendió fuego al burdel.

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29/11/2013, 11:40
[RIP] Septón Eremiel.

VIÑETA IV: AÑO 90 DE LA DINASTIA TARGARYEN. Orillita:

Jon, 33 años; Oberyn 30 años. -Abuelos por línea paterna.

Bennet, 12 años; Mildred; 12 años. - Padre y tía de Eremiel.


Con el desarrollo económico y demográfico de orillita en los últimos años, la familia de Jon había conseguido ahorrar lo suficiente para construir su propio bote y ahora la pesca se había convertido en su medio de vida, dejando las reparaciones de embarcaciones para los días de tormenta en los que no se pudiese faenar. Jon le había enseñado el oficio a su hijo Bennet que, a pesar de aprender rápido y ser habilidoso, estaba más atraído por viajar y conocer mundo. Mildred, la otra hija resultante del parto que había acabado con la vida de Oberyn, se dedicaba al mantenimiento de la casa y hacía remiendos de velas para las embarcaciones.

- ¿¡Pero cómo vas a ir a Fuerte del Lago!? ¿Tú sabes lo duro que es el trabajo de constructor? Además, aquí estamos establecidos, tenemos una casa, un oficio, una familia...

- Papá, ya te lo he dicho, necesito ver mundo. Y orillita se me queda pequeño.

- ¿Y quién me ayudará con la pesca si te vas?

- Mildred puede hacerlo. Puede que sea una mujer pero es mi hermana melliza, seguro que lo hace bien, lo lleva en la sangre.

- Si tu madre estuviese aquí te convencería igual que me convenció a mí... - Y con esto, Jon se dio la vuelta y se dirigió al puerto a faenar. 

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29/11/2013, 14:44
[OUT] Maestre Ammon.

Año 83 después del Desembarco del Rey

     Elanna y Ammon

     Ciudad de Antigua.

 

     "–Daga, Látigo, Arco, Lanza… –la cantinela en el dulce Valyrio de las Ciudades Libres con que la mujer hablaba era un arrullo que hipnotizaba a aquel bebé, todo ojos, todo hambre. 

     Su cuello había sostenido la cabecita sin dificultad desde la primera semana, aunque no era la fuerza lo que soportaba el peso del cráneo, y su madre lo sabía.

     Era la curiosidad.

     "¿Cómo te llamarás?", se preguntaba Elanna. "¿Qué serás en el mañana?"

 

     –Daga, Látigo, Arco, Lanza.

 

     Un crujido de telas llamó la atención de la mujer hacia los gruesos cortinajes que separaban su camastro de una de las zonas más recogidas de la Casa que regentaba desde hacía años. La rendija dio paso a una escultural ninfa de áureos cabellos que se acercó hasta quedar apenas a un paso de su Ama.

 

     –Ya ha llegado, Señora.

     –Lo recibiré aquí.

 

     La muchacha asintió y regresó sobre sus pasos hasta más allá de las cortinas mientras Elanna sentía un ligero temblor naciendo desde sus intestinos. Un regocijo. Satisfacción.

 

     –Puede que tu futuro se decida ahora, Ammon –susurró hacia el bebé. Y luego:– Daga, Látigo, Arco, Lanza…

 

–––––––-

 

     –Qué pena, Roja. –El hombre dio un beso en el rostro de Elanna. Un beso que, oculto tras varias capas de fingida castidad, era todo incitación y promesas–. Qué pena…

     –No pareces nada apenado, mi buen Kastor.

     –Lo estoy. Qué gran meretriz ha ganado el mundo, sí; pero qué soberbia Puta ha perdido la humanidad.

     –Me halagas. –Sonrió apenas con la comisura de los labios, a sabiendas de que aquello bastaba para inflamar el espíritu de aquel hombre–. Aunque no debes afligirte: sabes que mis piernas siempre estarán dispuestas a abrirse para ti.

     –Eso es una gran noticia. Y sin embargo…

     –¿Sin embargo?

     –Sin embargo no me has hecho venir para hacerme feliz con los placeres de tu flor. ¿Verdad?

     Elanna negó con los ojos, acariciando la cabecita de Ammon.

     –Por desgracia mi flor aún sigue marchita. Necesita más reposo.

     –¿Entonces…?

     –Tengo algo para ti. Y tú tienes algo para mí.

 

––––––-

 

     El muchacho era innegablemente hermoso. Kastor lo contempló con atención en absoluto silencio. El rostro del chico poseía armónicas facciones, tensos cartílagos, mandíbula serena; los ojos del color de la almendra joven; los cabellos ensortijados y azabaches; la piel del mejor bronce.

     

     –Tiene la nariz grande.

     –Cierto –reconoció Elanna sin dejar de sonreír.

 

     Kastor dejó escapar un ligero bufido. Se acercó al chico y contempló su torso desnudo esculturalmente delineado. Los brazos eran largos y fuertes, aunque ahora abrazaban el cuerpo asustado. No había vello, y el tronco se afilaba hasta la cintura, abriéndose después a partir de unas piernas bien trabajadas. Quien fuera que lo había entrenado, lo había hecho bien.

 

     –Y no parece tener mucho culo.

     –No es su mejor cualidad, en efecto.

     –Enséñame los dientes, muchacho –dijo Kastor.

     –Sólo habla Valyrio –dijo Elanna ante la evidente confusión del chico. Después le indicó lo que debía hacer en su lengua, y el muchacho abrió la boca mostrando la dentadura, sana y blanca.

     –Y encima no habla el idioma.

     –No –dijo Elanna, evidentemente divertida.

 

     Kastor se acercó al muchacho. Haciendo caso omiso al temor del efebo palpó sin pudor los brazos y el pecho, acariciando con destreza unos pezones que no reaccionaron. Luego bajó hacia las piernas.

 

     –Elanna, a este niño no le gustan los hombres.

     –Me temo que no.

     –Pues ya me dirás qué voy a hacer con él. –Kastor deslizó la mano por debajo de la falda que cubría el sexo del muchacho y dio un par de palmadas en los gluteos–. Al menos son firmes. Pequeños pero firmes.

     –Ya te dije que no eran su mejor cualidad.

     –¿Y para esto me haces venir? –dijo Kastor, pasando hacia la parte anterior de las piernas y subiendo la mano hacia el sexo del muchacho–. Te lo hubiera comprado sin verlo, como siempre. Me fío de ti, aunque me has vendido mercancía mucho mej…

 

     Kastor se detuvo en seco. Después se levantó y retrocedió.

 

     –Por el coño de la Madre y los santos cojones del Guerrero. ¿Qué es eso?

     –"Eso" es por lo que te he hecho venir –dijo Elanna. Pidió al muchacho en Valyrio que se descubriera, y el efebo soltó el enganche que sujetaba la falda y la dejó caer.

     –Imposible.

     –Eso mismo pensé yo. Créeme que me dolerá desembarazarme de él.

     –Esa verga tiene el mismo grosor que mi antebrazo.

     –Yo diría que más.

     –Y la longitud de, no sé, ¿son dos palmos?

     –Las chicas han medido dos y medio cuando la sangre inunda sus profundas cavidades. 

     –Mucha sangre debe necesitar… ¿Eso funciona?

     –Esta es la parte mejor. Acércate y sujeta la cabeza del ariete con tu mano.

     –¿De qué va a servir? ¿No dices que no le gustan los hombres?

     –No. A él no le gustan en absoluto. 

 

     Kastor se acercó y tomó el miembro del muchacho con su mano derecha. Casi al instante, la verga reaccionó convulsionándose levemente. Luego empezó a crecer.

 

     –Milagroso.

     –Milagroso. Como te dije, a él no le gustan los hombres. Pero ese animal que posee entre las piernas es un animal hambriento. Muy hambriento.

     –Elanna, esta polla te va a hacer tan rica que no vas a saber dónde meter tantos dragones de oro.

     –Siempre hay sitio donde ubicarlos. Y además…

 

     Kastor volvió la mirada hacia Elanna.

     

     –Y además… –Kastor sonrió, mostrando varios dientes de oro–, es ahora cuando me pides eso que se supone tengo para ti.

     –Me conoces bien.

     –No te preocupes, Roja. Sea lo que sea eso que deseas de mí, es tuyo. Dalo por hecho. Mi querida niña, hay hombres muy ricos en esta ciudad que pagarán mi peso en oro por ver ensartados sus culos por la espada de este muchacho.

     –Lo que te voy a pedir no es para mí –dijo Elanna acariciando la cabeza de Ammon–. Y no me preocupo. No me preocupo en absoluto."

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29/11/2013, 14:45
[OUT] Maestre Ammon.

Año 90 después del desembarco del Rey.

     Ammon.

     Ciudad de Antigua.

 

     "–Tu nombre en Poniente.

     –Ammon.

     –Bien.

 

     La madre sonrió y atusó el flequillo de su hijo de cuatro años. Parecía un niño feliz, vital, aunque retraído y silencioso. Había comenzado a hablar poco después de cumplir un año, y con dos y medio ya conversaba fluidamente en su valyrio materno y en la jerga común que se hablaba en Poniente. Elanna volvió a sonreír.

 

     –Tu nombre completo.

     –Mamá…

     –Sangre de mi sangre, ahora no soy tu madre. Soy tu…

     –Maeeeeeestra. Jo, mami, es que tengo hambre.

     –Uno debe saber controlar sus apetitos. Adelante.

 

     El niño sorbió los mocos y tomó aire. Después recitó a toda prisa.

 

     –Ammon, hijo de Elanna, hija de Rashira, hija de Dovvas, hijo de Eddar, el venerable abuelo.

 

     –Los nombres son correctos, pero tu escasez de respeto hacia ellos delata imprudencia y desconocimiento, Ammon.

     –Mami, es que tengo cuatro años. Y mucha hambre.

     –Bien –dijo la madre–. Tu hambre hará que seas más cuidadoso. Porque querrás comer, ¿verdad?

     –Jooooo…

     –Tu nombre en Antigua, el que te abrirá las puertas.

     –Ammon, el cachorro de La Roja, Meretriz de las Calles Tortuosas, Gran Maestra del Gremio de las Putas.

     –Bien. ¿Por qué lo susurras?

     –Me da vergüenza decir eso que empieza por “P”.

     –Ayer no te daba ninguna vergüenza.

     –Pero he oído que eso que empieza por "P" es una palabra rotamurmuró el niño, pasando de improviso al idioma común.

     –Palabrota –corrigió Elanna–. Y no lo es. La profesión de las Putas es tan respetable como cualquier otra, y mucho más honrada que la mayoría de ellas.

     –Sí, mami.

     –Y ahora tu nombre verdadero.

     –Lengua. –El niño se envaró, súbitamente serio. Ya no susurraba–. Hijo de Daga, hija de Látigo, hija de Arco, hijo de Lanza. Servidor de Ella, la que no Camina.

     –¿Y tu herencia?

 

     El niño se lo dijo.

 

     –Bien. –La madre relajó el rostro–. Muy bien."

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29/11/2013, 14:48
[RIP] Harry Bridas.

Año 79 de la dinastía Targaryen, tierras de los Ríos

Henry hijo de Borg, antepasado por línea paterna de Harry Bridas

Regar era el hermano listo, con los años había heredado el talento de comerciante de su padre, Borg, y había sabido llevar los negocios de la familia, aunque no fueran tan productivos como los de otros señores más ricos, daban bastante bien de comer. Nilda era una bella dama, que, aunque plebeya, disfrutaba de ciertas comodidades y sabía muy bien como llamar la atención de los hombres de Orilla Azul para buscar un buen pretendiente.

¿Pero Henry? ¿Qué era Henry? Un soñador, un hombre solitario. Henry había soñado con ver mundo, recorrer los Seis Reinos, convertirse tal vez en caballero errante. ¿Qué clase de vida era aquella? Le preguntaba siempre su hermano. Puedes ver mundo conmigo, le decía él cada vez que iba a alguna feria. Pero a Henry no le gustaba ser un mercader. 

Él quería explorar, salir por el bosque y recorrer la vereda de los ríos. Proteger los caminos y aprender a montar a caballo. ¿Qué más le daba a él que lo llamaran vagabundo? Pues que así fuera. De modo que un día cogió algo del dinero familiar que sus padres les habían legado al morir, se hizo con ropa de viaje y una capa y se marchó, con la compañía de una mochila a su espalda y un cuchillo en su bota.

Salió a recorrer los caminos y los pueblos de los Ríos, quería ver los enormes bosques, largos ríos y onduladas colinas. Recorrió los caminos y durmió en posadas y al aire libre. Fue conocido en varios pueblos, e incluso acompañó a varias caravanas a modo de escolta. Así pudo ganar algo de dinero, pero no lo acumulaba, pues le servía para continuar con su caminar y su vagabundeo.

Su oportunidad finalmente apareció cuando se encontró con una compañía de mercenarios. La oferta fue como un sueño para él, que cada vez se sentía más cerca de su sueño de verse convertido en un caballero andante. Consiguió con esfuerzo finalmente un símbolo de su condición, una espada. No era la mejor que hubiera visto, pero tenía filo y podía empuñarla. 

Tras una buena faena a las ordenes de un señor, finalmente la compañía de aventureros se había ganado un descanso. Así que se dirigieron a unos tugurios que entre ellos ya habían cobrado fama, y que los de la zona conocían como "Solaz del Soldado". Allí Henry bebió y comió, y después buscó a una buena puta para poder satisfacer sus otras necesidades.

Al día siguiente Henry se marchó, y se alejó hacia el sur con su compañía. Lo que no sabía es que de aquella noche de juerga había dejado como recuerdo a la mujer un retoño. El retoño que nacería en Solaz del Soldado, sin padre y con una madre que trabajaba en un burdel. Nada sabían de la familia ni de la procedencia de Henry, y nada sabían ellos del retoño. Aquel niño pequeño nacido de una fugaz unión se llamó Hansel.

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29/11/2013, 16:43
Escudero Horace Crakehall "El Enanito".

Año 81 de la Dinastía Targaryen: Refugio Quebrado.

Hador Crakehall, pariente por linea paterna de Horace Crakehall.

El día era tranquilo en el hogar de los Crakehall. Para todos salvo para ser Hador Crakehall. Observó desde la ventana a sus hijos Jacob y Dan practicar con espadas de madera en el patio. El niño aún estaba con el ama de cría. Pero su mujer era la que le preocupaba hoy. Iba a traer un nuevo retoño al mundo.

Caminaba arriba y abajo, intranquilo. Fue al salón principal, habló con los hombres, comió con los hombres y tomó un trago temprano. De la mente no le desaparecía el percance de la última vez. En el parto anterior, su mujer había tenido complicaciones. No estaba seguro de que esta vez fuera a ser mejor. Desde entonces su tercer hijo se había mostrado débil, y su mujer parecía estar más cansada de lo habitual. Había perdido bastante sangre y ambos, niño y madre, habían sufrido mucho durante el parto. Por todos los dioses antiguos y nuevos, Hador esperaba que esta vez no fuera igual. 

Anduvo arriba y abajo por el pasillo, meditabundo. Rogando a los Siete por su mujer y el hijo venidero. Realmente había aprendido a apreciarla, y un hijo más era siempre una bendición. Bajó al patio, a ver a sus hijos que correteaban ahora de aquí para allá. Se acercó a ellos y les acompañó un rato, les revolvió el pelo, y después se fue. Ambos muchachos se miraron extrañados, pero no tardaron más que unos momentos en volver a sus andanzas mientras esperaban a su nuevo hermanito.

A penas media hora después, la comadrona llamó al hombre, con cara apesadumbrada. Ser Hador, temeroso como nunca, se acercó a correprisa, subiendo los escalones de la torre de dos en dos. Allí estaba su mujer, sobre la cama, atendida por dos mujeres más y el Maestre. Tenía la piel pálida y estaba todo manchado de sangre. No pudo ver otra cosa salvo la sangre. En aquellos tiempos de paz, Ser Hador jamás había batallado ni participado en un combate a muerte. Había visto sangre de caza y de hombre heridos, pero la sangre de su mujer... No era lo mismo. Se acercó, aunque trataron de impedírselo. Tomó a su mujer la mano, fría y sin fuerzas. Aún estaba viva, notaba el pulso.

No aguantará mucho, no creemos que pueda... - Dijo el Maestre. Ser Hador lo miró con ira, acercándose más a su mujer y depositando cándidos besos en su frente. La mujer miraba sin ver, mientras respiraba con movimientos pesados de su torso y pausas. - ¿Y... mi bebe...? ¿Está bien? - preguntó la madre. Entonces Ser Hador lo recordó. "¡El bebé!" La comadre se lo acercó y Ser Haddor comprobó que podía cogerla sólo con una de sus grandes manos. Le dio igual mancharse sus ropas de la sangre del bebé, lo estrechó contra su pecho escuchando como el llanto se calmaba con el latir de su corazón. Notaba él el del bebé, latía muy deprisa, y se asustó, mirando con ojos atónitos al maestre. - Está bien, es normal mi señor. - Contestó éste, tranquilizándolo. - Es una niña... - Comentó ser Hador, mostrándole el bebé a su madre.

La madre yacía tumbada, cada vez más débil. Miró a su marido y a su hija y una sonrisa se dibujó en sus labios, apretó la mano de su marido y poco a poco fue cerrando los ojos. Unos momentos después, Ser Hador notó como la presión de la mano de su mujer se aflojaba, y unas lágrimas mudas rodaron por sus mejillas. Apretó al bebé un poco más, pero sin hacerle daño. Miró a su hija con ternura, aunque apenado. - Te llamarás Joanna, tal como quería tu madre... - Dijo en susúrros. Después, dio un último beso a su mujer y dejó que sus doncellas lavaran y preparan su cuerpo. La alegría de ese día se unía con un gran pesar. Había perdido a la mujer de su vida, pero como último presente ella le había dejado otra, su hija.

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30/11/2013, 10:20
Ser Baltrigar "el Traidor".

AÑO 90 DE LA DINASTÍA TARGARYEN: Bastión de las Tormentas.

Erick Baratheon, hijo de Halbert Baratheon, Señor de Bastión de las Tormentas. 43 años.

Stanly Baratheon, hijo de Erick, heredero de la casa. 19 años.

Antepasados directos por línea paterna de Ser Baltrigar.

Esta vez era Stanly quien miraba a los ojos de su padre. El gran salón de Bastión de las Tormentas se quedaba pequeño ante la furia que parecía emanar del propio Erick. La chimenea encendida crepitaba sin cesar, casi parecía que las llamas se movían al compás de los pasos de Erick, que recorría el salón de una punta a la otra sin detenerse. Llegaba a un extremo, miraba en todas direcciones, se giraba y volvía a andar.

- ¿Por qué? – preguntó al aire. A su hijo quizás. Pero Stanly sabía que era una pregunta retórica. – Han pasado ya dos años desde que murió el Septón Barth… y ese maldito viejo que tenemos por rey sigue sin nombrar a una Mano. Todos esos chupasangres del consejo Privado dicen poder suplir su ausencia… ¡Y mientras nosotros aquí muertos de la risa! ¿Acaso Jaehaerys ha olvidado todo lo que mi padre y mi abuelo y el abuelo de mi padre hicieron por sus antepasados y por él en la guerra? ¡Qué rápido se olvidan de Orys! Sin él Aegon no tendría un reino… ¡Qué rápido se olvidan de Ser Halbert! Esto es un insulto… una ofensa… -

Stanly alzó un poco la mano para interrumpir. – Pero Padre… Siempre dijisteis que no os interesaba la política. Que no queríais gobernar o tener nada que ver con esos círculos. – el joven se encontraba algo desubicado.

Erick miró con furia a su hijo pero la furia fue dando paso poco a poco a la comprensión.

- Tienes razón. Nunca quise ese mundo para mí. Pero con tanto tiempo de paz… sin política no puede haber gloria o renombre para nuestra familia. La gente empieza a olvidar y temer a los Baratheon. Y no es el legado que quiero dejarte hijo. -

El joven asintió. En cierto modo lo entendía. Entre su padre y su abuelo le habían inculcado un fuerte valor familiar, y los Baratheon eran o debían ser la segunda mayor familia del reino, donde sólo los Targaryen estaban por encima. Ellos estaban emparentados por sangre con la familia real, cosa que ninguna otra de las casas podía decir. Sí, si alguien debía ser Mano del Rey, sin duda debía ser un Baratheon.

- Padre, - comenzó Stanly. – Me caso el mes que viene… - una idea comenzaba a formarse en la cabeza de Stanly. – El rey ha sido invitado, quizá debamos insistir en que su presencia es muy importante y que sería todo un honor para nosotros recibirle. Teniendo en cuenta que la boda será por todo lo alto, quizá podamos agasajarle con los preparativos… Quizá unas palabras bien susurradas en el momento adecuado… -

Erick podía ver perfectamente por dónde iba su hijo. Sí, le había educado bien. Llegaría a ser un gran Señor algún día.

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30/11/2013, 18:24
[RIP] Brosten el Leñador.

Año 91 de la dinastía Targaryen, El Muro.

Edmund, antepasado por línea paterna de Brosten el Leñador.

Un grupo de tres hombres a caballo ascendía por la colina bordeando el helado riachuelo que parecía perderse en el interior de un inquietante bosque. Iban enjutos sobre sus sillas de montar, cabizbajos buscando el cobijo que les daban sus capuchas negras contra el cortante viento que azotaba sus rostros. El que iba a la cabeza hizo un gesto con su mano para detenerse. Descendieron siguiendo su orden sin mediar palabra. Uno de ellos, el mas bajito y enclenque que no paraba de estornudar, amarró bien los caballos al tronco de un árbol mientras los otros dos reconocían el terreno.

Randal el Sonrisas se frotó las frías palmas de sus manos añadiendo el cálido aliento que manaba de su boca intentando así entrar en calor. Pese a la gruesa capa que le envolvía en gran medida no lograba alejar el frío que le calaba hasta los huesos. Uno de sus hermanos o Cuervos como a veces les llamaban los foráneos al fuerte de ese lado del Muro le miraba por el único ojo bueno que le quedaba. El otro globo, de un iris blanco inquietante, se movía en su cuenca como si aun fuera funcional al compás de su gemelo sano.

- Parece que se te quitaron las ganas de bromear chico. Deberías dar gracias a los Siete, el tiempo era aun peor hace unos años.

- E -estoy bien. Mintió y haciendo un esfuerzo consiguió esbozar una media sonrisa. Aparentaba poco mas de la veintena y era su primera salida mas allá de los muros del fuerte.

- Ssshhh, el bosque tiene oídos, no lo olvidéis. Graznó amonestándoles el tercero, un anciano de ojos claros y cabellos grises y largos que estaba agachado junto a lo que parecía lumbre mal apagada ya cubierta por la nieve. Pese a su edad avanzada mostraba una vitalidad enérgica, daba la impresión de un hombre robusto y de constitución fuerte. - Es extraño, los salvajes nunca se habían acercado tanto. Debemos regresar e informar. Además, no nos quedan muchas mas horas antes de que la noche nos alcance.

Randil se alegró al imaginarse al cobijo y bajo un techo caliente. Llevaba poco en la Guardia, pero había aprendido rápido que el viejo Edmund era alguien respetado por todos. Lo poco que se sabía de él era que provenía de las Tierras de los Ríos. Algunos rumores hablaban de una vida anterior como bandido dedicado al pillaje y el asesinato. Por lo poco que conocía al anciano le costaba creer aquello. Tampoco le dió más vueltas, allí nadie solía escarbar en el pasado. Cuando recitaban el juramento y vestían el negro todo eso dejaba de importar.

- Me parece lo mejor. Regresemos. Añadió Skeer "ojo claro".

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30/11/2013, 20:20
[RIP] Jack "Pequeño Cuervo".

Año 51 de la dinastía Targaryen. El Norte. Antepasados maternos de Jack "Pequeño Cuervo". Vida de Alicia "la rota"

Le habían ordenado limpiar la sala de recepción. Y lo limpiaba. Había aprendido que era mucho mejor no hacer demasiadas preguntas, y que si el mayordomo, o cualquier otro que fuera más alto o mejor vestido que ella, le daba una orden, lo mejor era obedecer. Ni más, ni menos. La llamaban la rota porque su madre estaba loca, y nunca hablaba, y el resto de chavales no dejaba de restregárselo por la cara, lo que hacía que frecuentemente se metiera en peleas que terminaban con ella por los suelos, aunque sólo fuera porque estaba peor alimentada que otros niños. ¡Si al menos su madre le hubiera contado alguna vez de donde venían!, si hubiera alguien que siquiera pudiera haberle explicado cualquier cosa sobre su pasado...

Cerró los ojos con rabia, y siguió, de rodillas, limpiando con el paño, y volviendo a llenarlo en el agua, y una y otra vez haciendo lo mismo. Cuando trabajaba, al menos, no pensaba. Y eso era bueno. No pensar era lo mejor que podía hacer.

 

Año 59 de la dinastía Targaryen. El Norte. Antepasados maternos de Jack "Pequeño Cuervo". Vida de Alicia "la rota"

Era, después de todo, un amo justo. Lo había odiado desde que había tenido uso de razón. Había focalizado en él toda su rabia, todos los insultos que había ido recibiendo desde que había empezado a trabajar, primer limpiando suelos, luego sirviendo en las cocinas. Y desde hacía dos años siendo camarera de los nobles, les servía de comer, limpiaba sus aposentos... y había comprendido varias cosas terribles: que era una privilegiada, y que hasta que le había visto, sencillamente, no existía para ellos.

La rabia, sin embargo, había ido reduciéndose. Su joven señor había sido amable estos años. Ella no era tonta. Sabía que con la adolescencia los insultos se habían reducido, y que el resto de criados le trataba mejor porque había resultado tan guapa como hubiera podido ser su madre si no hubiera estado loca. Hacía dos años, cuando murió su madre, recibió su nuevo trabajo. No la echaba de menos. No podía hacerlo. No había llegado siquiera a conocerla.

Gimió, bajo las sábanas, mientras las aferraba con fuerza. No, no podía odiarlo, ni culparlo. No esperaba ser más de lo que era. Una criada. Y ahora... una puta.

Pero estaba viva, comía bien. Y ya que iba a ser desvirgada hoy, o mañana, mejor hacerlo en unas sábanas limpias, con un hombre que no le pegara, y pudiendo pensar que su vida iba a mejorar

 

Año 79 de la dinastía Targaryen. El Norte. Antepasados maternos de Jack "Pequeño Cuervo". Vida de Alicia "la rota"

Con mucha suavidad cerró los ojos de su marido. Al hacerlo, rememoró, con cierta lejana tristeza, los años en los que su señor, su amante, la entregó como esposa de uno de sus guardias. Hacía tiempo que ya no era su amante, que ya no visitaba su cama. Ahora... habían pasado diez años, y enterraba a su marido. ¿Lo había amado? No. ¿Había sido un buen marido y ella una buena esposa? Si, sin duda. Y ambos habían tenido dos hijos. Afortunadamente no había engendrado bastardos. Por supuesto, todos sabían que había sido amante del señor. El castillo era, después de todo, un pequeño pueblo. Y ella había vivido en él toda su vida. Con una lejana sonrisa acarició la frente helada del que había sido su esposo. Se sentía cansada, muy cansada, pero había unos hijos, ¿no? Y debía cuidarlos. Ella sería la madre que su madre no había sido. Pensó por enésima vez en su vida en su madre, en lo que pudo pasarle, en por qué apareció en las puertas de Invernalia, aterida de frío, embarazada, en un caballo demasiado bueno, sin nadie que le acompañara, con el cuerpo lleno de heridas antiguas. Loca

Pensó en ella, sí. Pero no mucho tiempo, pues su marido había muerto, pues el señor de Invernalia le hizo el honor de darle el pésame, a ella, a una simple criada cuyo único mérito había sido, veinte años antes, compartir su cama. Pensó en ella, sí, y en el señor de Invernalia. Pero sobre todo pensó en su marido, al que no había amado (¿pero qué era después de todo el amor?) pero con quien había tenido complicidad, a veces cariño y en ocasiones ternura. Y pensó en sus tres hijos, que lloraban. En sus hijos, a los que quería. En que aún tenía mucho que hacer, en que debía darles una educación. Esa noche se acercaría a uno de los arcianos, en el bosque de los dioses, y rezaría por su alma, y por sus hijos.

Pensó en la niña que fue, en la joven que fue, en la anciana en la que se estaba convirtiendo. Y pensó que su madre había llegado a Invernalia contra toda esperanza, perdiendo quizás en ese viaje sus últimas gotas de cordura. Alicia no había llorado salvo por rabia durante toda su vida. En ese momento sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas, notó como sus piernas temblaban, y tuvo que arrodillarse. 

Y lloró, por todos, por su madre, por su marido, por su joven señor que ya no era tan joven, por sus hijos que ahora debía cuidar sin padre. 

 

Año 95 de la dinastía Targaryen. El Norte. Antepasados maternos de Jack "Pequeño Cuervo". Vida de Alicia "la rota"

Alicia muere de una pulmonía, a la más que razonable edad de 54 años. Es llorada, y deja a todos sus hijos bien colocados. No ha vuelto a casarse