Partida Rol por web

Indi no sabía qué era aquella sustancia azul. Lara tampoco, no la había visto en su vida, en las tres de Lara y en la de Nina. Sus compis ni idea. Gel, aparte de gel, más gel, pues eso, gel. Gelatina, gel, no apestaba, al menos, inodora casi, con un ligero toque a lavanda, igual que un ambientador. Por si acaso, Lara guardó un poco en su cantimplora, para la rave nocturna.

Ramsey negó, distraído, alucinando al haber recuperado su cuerpo. Realiza estiramientos de huesos, si eso es posible, y de piel acartonada y crujiente, como crispis. Sentadillas, flexiones, saltitos. Hasta parece que sonríe con su careto de 3.000 años.

A Lara, o quizás a Nina, le pareció buena persona, está convencida de eso. Así es nuestra Nina.

Pero su olfato de aventurera no descubrió mecanismos ni palancas ni botones. Rocas, piedras, líquenes, luminosidad en pixeles y oscuridad muy bien conseguida. Sintió dentro de ella que se trataba de magia. Magia. Hechizos. Magia de Naturaleza.

Adele salió de su frenesí escritor de golpe al ver al nuevo Ramsey elevarse en altura y que el papel le estaba dotando de brazos y piernas. Se queda muy sorprendida, aunque también un poco asustada pero su curiosidad era mayor que su miedo. Además...aquella seguía siendo la cabeza de su mochila ¿no? Ramsey nunca le haría daño...aunque debía tener cuidado de no volver a mojarlo porque ahora su enfado podía salir algo caro.

-Em...tranquilos- les dice a sus amigos- es amigo ¿verdad Ramsey? Venga diles al resto que no tienen nada que temer...y de paso...wao, estas increible. Es decir, para tu edad y eso...¿cómo es que el papel...? No lo entiendo.

Cuando salió el papel a toda mecha y empezó a formar un cuerpo, una momia, di un salto hacia atrás y me aparté de Adéle. Tampoco es que me hiciera mucho caso, así que me fui hacia la grieta que había señalado. Miraba de soslayo al nuevo Ramsey que se iba formando y no sabía si sería un aliado o un enemigo. Lara se dedicaba a pescar la brújula que había tirado Jonathan, mientars éste renegaba y no sé qué más hacía, a parte de renegar. Indiana estaba en medio de un gran charco de gelatina delfinesa, no sabiendo muy bien qué había pasado y qué hacer. Lara recogió en su cantimplora un poco de ella, ¡nunca se sabía cuándo podrías necesitar un poco de gelatina de delfina! Volví mi mirada a la salida, dado que los demás estaban ocupados en sus cosas. ¡La grieta se había cerrado y se había abierto en otro lugar! Empecé de nuevo con mis temblores. El labio inferior me caía flácido a un lado. ¿Cómo íbamos a salir de aquí si las grietas aparecían y desaparecían sin orden ni concierto. Me acerqué a la nueva salida y oteé por la galería. La olí y escuché. Miré hacia atrás, nadie estaba pendiente de mi. Miré de nuevo la salida y decidí explorar un poco, para ver adónde llevaba. Casi en puntillas, para no hacer ruido, fui adentrándome en ella hasta desaparecer de la vista de los demás.

-Gracias, muchachita. –respondió Ramsey a su amiga.- Os auxiliaré con mi extrema sabiduría allá a donde alcancen mis conocimientos. Qué extraña sustancia, por cierto –añadió señalando al gel de intenso azul y untándose un dedo ganchudo como si fuese Nutella, examinándolo junto a Indi.

La momia trataba de andar, bastante hacía con mantener el equilibrio. Dio con sus huesos un par de veces en el suelo. Respondió, visiblemente ofendido, tanto por su mirada como por el tono de su voz, a Lara- No soy un miserable y sucio bandido del desierto, bella guerrera. -resopló- Aquí hace una humedad de mil demonios. Quiero regresar a Egipto. Lo repito una vez más. Por Ra, Isis, Osiris y Tutatis. ¿Tutatis? 

Se rascó la cabeza.–Tres mil años y me encuentro en plena forma. Aquellos genuinos embalsamadores eran grandes sabios de lo que no queda. 

Con esa carita tan bonita y expresión de perro escozío, Mr Bean estudia la nueva grieta. Husmea a lo gatuno y al momento se le cerró abruptamente en las narices la abertura antes de que pudiera colarse. Menos mal que no se la pilló, le hubiese hecho un estropicio. No se lo tragó tampoco. Cerquita estuvo de quedarse al otro lado en el reverso oscuro. Solo tuvo tiempo de sentir el frío antinatural que procedía de la profunda oscuridad de la caverna y ningún sonido. Inquietante.

Pero al instante se abrió otra amplia fisura. Esta vez a pocos metros del inglés despistado, en el techo de roca, a unos cinco metros de altura, justo en la intersección entre la pared y el techo. Y cada vez son más estrechas. 

Ramsey se miró a la periodista parisina - Yo tampoco lo entiendo, Adèle. Esa máquina que golpeas con tus dedos, es un instrumento alquímico, ¿verdad? -se fijó en la grieta de la pared- Esto me recuerda… hmm… a la tumba de Tutmosis IV. Se cerraban y abrían puertas y pasadizos. Una completa trampa de tiempo para los incautos e infames ladrones. ¡Maravillosa!

La brújula quedó lejos de su alcance. Lara solo pudo estirar su mano para agarrar un puñado de agua. El Oráculo había dicho que todo tenía su motivo, piezas de un puzzle, engranajes de un reloj. Si faltaba uno. Si, una idea fantástica Ismael. Tira la brújula. ¿Qué más da? Total, solo puede llevarmos a donde queremos ir. Seguro que esto nos ayuda a salir de aquí. ¡Hombres!

No encontró ninguna ayuda en los referente a las grietas. Era cosa de magia.

—¿No serás tú una bruja, Adèle? —quiso saber —. Y, visto lo visto...—dijo señalando a la momia.

Era de los buenos, suficiente para ella.

—¿Qué fue del novio indio de Adéle? —lo mismo daba —. ¿Ya has jugando antes a Jumanji, Ramsey? Ya sabes, con otras Adéles, Jonathans y Indies...

Ese cacharro de latón ya no marca absolutamente ninguna dirección, lo que significa que es inservible y ni siquiera vale para chatarra, el latón no se valora. Comento a Lara cuando busca desesperada la brújula.

Es entonces cuando decido no perder mas el tiempo y en la primera grieta que pueda entrar trato de colarme en ella para abandonar este sitio.

Desde un punto de vista de curiosidad, la gelatina que había emanado la Delfina, consterno a Indiana por algunos segundos. Se suponía que el Cáliz debería curar y revivir a Winterina la Delfina, no convertirla en una jalea azulada. Había sacrificado la cura para lograr eso, todas las indicaciones daban que la delfina sobreviviría.
No fue el caso, y la frustración se hizo presa de Jones por un rato.
Tal vez, esa sustancia era curativa. Meneo con la cabeza. Incluso si así fuera, no estaba bien para él, utilizar dicha sustancia para curarse. Quería honrar su memoria, no beneficiarse.
Salió del agua, y observo al grupo.
Además, Adele, otra que podía saber que ocurría, ni siquiera presto atención a su pedido. Se apretó el puente de la nariz, y cuando Ramsey se transformo en una momia, el puso la mano en la culata del arma hasta que demostró, que de momento, parecía ser de los aliados.
Ignoro que usara la sustancia azul como si fuera merienda, pero le echo una mirada reproche.
Observo las grietas, y como Jonathan desaparecía por una de ellas.

Después de temblar un poco más, debido al frío que emanaba de la grieta, y de ver, oler y escuchar lo que pudiera haber en su interior, decidí entrar. ¡Pero se me cerró en la cara! Por casi me corta la nariz si no me aparto un milímetro. Miro a los demás y levanto los hombros en señala de no saber que ha pasado. Jonathan se dirige a la nueva grieta que ha aparecido en el techo y por la cual quiere meterse. La verdad es que no se cómo va a hacerlo. Me acerco a Indiana, que estaba mirando a Jonathan y me quedo a su lado, en pose pensativa, con la mano derecha agarrándome el mentón, mirando cómo lo hará el aventurero para elevarse e introducirse en la nueva grieta. Una sonrisa aflora en mi cara.

Me he dado cuenta de algo, las grietas que aparecen nuevas cada vez son más pequeñas. Me acerco corriendo a Adéle y a Lara, las silbo y señalo la grieta. Pongo las dos manos juntas, con los dedos índice en paralelo, indicando cierta distancia, unos treinta centímetros (sonrío y me miro). Señalo después de unos segundos el lugar donde estaba la primera grieta. Vuelvo a poner las manos como antes, pero esta vez con los dedos más juntos, unos veinte centímetros. Y pasados unos segundo señalo al lugar donde estaba la segunda grieta. Vuelvo a poner las manos juntas, con los dedos en paralelo, con unos diez centímetros de separación. Y vuelvo a mirar a la grieta actual. Miro a las mujeres a la cara y les hago un gesto de irnos cagando leches.

-"Fiuuuuuuu, fiuuuu." Les comento.

Mientras espero a ver qué dicen, me quedo mirando a la momia, ya que me da repelús estar al lado de ella.

Adele se da cuenta de que Indy está demasiado impactado por la muerte de la delfina para haberla escuchado, por otro lado, Jonathan parece dispuesto a irse por su cuenta, no se ha enterado de la recomendación del oráculo de permanecer juntos. Quizás hubiera entrado en pánico. Eve recoge el corazón de gominola del suelo antes de que sea devorado por hormigas jumanjianas o cualquier cosa y se acerca al doctor Jones, poniendo la mano en el hombro de éste. De camino mira a Nina y sonríe con cierta amargua al recordar lo del "novio indio".

-Nos la jugó, de repente se hizo super grande y nos tiró al agua, por poco no nos mata a todos, la verdad, menudo traidor. No me la vi venir, la verdad.- dice torciendo el gesto al tiempo que se acuclillaba al lado de Bastian y le puso la gominola de nuevo al alcance.

-No puedes hacer nada ya por ella, pero tu tienes que salir de aquí. Todos saldremos si permanecemos juntos. No sé que es esa gelatina ¿Ramsey tu sabes algo?- pregunta viendo que la momia recubierta de papel había tomado un poco de esa sustancia para examinarla pero no sabía si había llegado a alguna conclusión.

-No me dan buena espina esas grietas, no me gustaría que empezáramos a cruzar por una y acabáramos separados ¿cómo lo véis?

Ramsey negó con la cabeza hacia Lara -Solo recuerdo a Adèle. Con ella he vivido fantásticas y peligrosas aventuras en París y en Egypto. -Se rascó de nuevo la cabeza, puso cara de acartonada perplejidad - Que preguntas más extrañas haces, muchacha. 

Mr Bean e Indi observan curiosos las maniobras de Jonathan, que no pudo salir por la anterior rendija, menos por la que estaba allá arriba, tocando el techo. Ni saltando ni dándose impulso. Se dio un tortazo contra la pared, suave, eso sí. Esperó a un nuevo cambio de posicionamiento de la grieta, seguramente más estrecha, como preveía el sabiondo de de Mr. Bean. Parecía cortito el tío, pero le daba al coco, sin duda. 

La momia continua investigando la materia de gelatina azul, quizás para preparar un postre. Quien sabe. Le cubría ya un par o tres de dedos. Se giró hacia su amiga Adèle - Da solidez...Se endurece...Resulta...interesante.

De aquí a nada la fisura se cerraría y...¿se abriría de nuevo? 

La brújula había desaparecido en las aguas de la laguna de la playa interior. Latón, chatarra. Lara no la pudo coger. Y, a los pocos instantes, se escucha, os sorprende y os confunde,  una risa maquiavélica y burlona.

Y, cuando esta termina, sucede entonces algo así como un pequeño movimiento de tierra, os tambaleáis, se estremece la cueva, sus paredes de roca, las aguas se agitan, el techo se conmueve, se desprenden piedrecitas y tierra sobre vuestro hombros y sombreros. Duró pocos segundos, unos latidos de corazón, cesó igual que llegó, para dar paso a una súbita ventolera, fugaz, una ola de tenebrosa maldad, una bofetada áspera y sacrílega. Un viento que os atravesó el alma y os dejó con los ecos de la siniestra risa.  

La hendidura que se abre alternativamente en un sitio u otro, tras un corto lapso de tiempo,  vuelve a cambiar. En la pared, como la primera, a una altura normal. Eso sí,  más pequeña. Estrecha. Bajita.

Mr Bean apremiaba a salir por allí. Adèle dudaba. Jonathan parecía ir por libre. Lara e Indy observaban. 

Jones recibió el corazón de manos de Adele, el mismo que había sacado de un tiro de la bestia marina. Encogiéndose de hombros, y arriesgándose noto que era de gominola. – Voy a comerla, si alguien sabe que otro uso puede darse antes de que lo haga, que me avise ahora…-

No era muy digno de Indiana Jones andar comiendo corazones de gominola, pero menos digno era perder el juego, así que a menos que alguien tuviera una sugerencia mejor, pues empezó a comerla.

Finalmente, reflexiono, que si winteria se había transformado en algo, quizás debería transportar algo de su esencia. Tal y como hizo Lara, guardo un poco de la gelatina en algún equipo que tuviera consigo y si no, en el grial de Jumanji. Debian mantenerse unidos.

- Creo que hay que cruzar estas grietas, Si alguien tiene una idea mejor, que lo mencione. O bien, sea lo que sea que hagamos, hagamoslo juntos -. Extendio el latigo, para que todos pudieran agarrarse del mismo.- Y vamos -

La Risa malvada le daba aliento para apresurarse.

Intentos frustrados de escalar, la risa tras la brújula me da una gran idea, se como arreglar esto solo y sin necesidad de nadie mas. Busco evaluando que opción me resulta mas fácil salir, si la grieta pese a ser parcialmente estrecha o volver por donde llegue, el agua.

Harto ya de esperar y hacer aspavientos, decidí mantenerme callado y quieto. Parecía un fantasma, ya que nadie parecía verme. Me pellizqué el brazo y me dolió. Sí, estaba allí, en carne y hueso. Miré a Lara, que era la única que me prestaba atención y le señalé la nueva grieta que se había abierto en el mismo punto que la primera vez que apareció. Ya no esperaría más. Decidido, fui hacia ella para entrar y avanzar.

De repente, una risa malvada. Los pelos de punta. La caverna se vio sacudida por un temblor que hizo que cayeran piedras del techo. Me protegí la cabeza con ambos brazos. Cuando pasó, la sensación de ser observados por alguien maligno me ponía de los nervios. Me acerqué de nuevo corriendo a Lara y la arrastré hasta la grieta para salir por allí. Al llegar, me agaché y me metí deprisa. Los demás, que siguieran con sus cosas, que yo me iba de aquí cagando leches. Si Lara quería acompañarme, estaba en su mano...

A Indy le sucede lo mismo que antes a su amigo Michael. Mastica, paladea, degusta la rica chuche. Tiene buen sabor. Y mejor efecto. Se siente con fuerzas renovadas por unos instantes, una explosión de energía que se concentra en la aguda quemazón del antebrazo. Y ahí está, recuperada una vida.

Estáis decididos a entrar salir por una de las grietas, está cristalino que se empieza a reducir su tamaño. Unos tiran de otros, Mr bean no espera, quiere ser el primero, Lara detiene su impetuosidad, ella enciende su linterna, dispuesta a encabezar la comitiva. Sin embargo Ramsey ocupa su lugar en la expedición.

–Después de tres mil años a oscuras veo perfectamente a través de esta negrura. Bueno, más o menos. Alabado sea Ra.- Despacito, en fila, cogiditos de la mano y del látigo de Indi, detrás de la miedosa luz de la linterna, os adentráis en las tenebrosas tinieblas. Mientras, Jonathan debe de tomar una decisión. Regresar contra la corriente por donde habéis llegado no parece opción, lo mismo que la abertura por la que se coló Winterina. Eso por no mencionar que los monstros marinos tal vez siguen acechando. La opción más fácil es escabullirse por la grieta, y ahí que va, el último después de Adèle.

La primera sensación es que están helados los pasadizos, un frío que pela. Al menos podéis caminar de pie, la altura debe de ser de más de tres metros, aunque son túneles angostos, para una persona en fila. Giro aquí, vuelta allá, y otra esquina, y otro giro más. No se escucha nada, ni un sonido, solo vuestras respiraciones entrecortadas y pisadas temerosas y a la vez decididas, en el suelo de piedra. Bueno, y el crujir de los huesos y articulaciones de Ramsey. Lentamente también vuestros ojos se van acostumbrando a las tinieblas iluminadas por el danzante haz de luz, y acabáis por alcanzar una visión extrañamente decente.

En un determinado momento llegáis a una minúscula estancia semicircular, apenas con espacio para los seis apelotonados. Una sombra resalta en las profundidades negras de la salita, la linterna de Lara deja verla parcialmente.

Un tótem. Llega hasta el techo, se nota pesado, robusto, enigmático y misterioso. Aquí el Silencio posee otra textura. Sagrado. Místico. Huele a mar y a sal. 

-Oh vaya...-musita la periodista, maravillada con la efigie que se presenta en el lugar- ¿Qué opináis? Parece una deidad, tal vez una representación del mito de la bruja del mar.- se abre paso entre sus compañeros para acercarse lo más que puede al busto, sin atreverse a tocarlo, claro, pero.- Es hermoso, y este lugar parece una cripta o tal vez una capilla. -trata de rodear la estatua para buscar la salida del habitáculo, una parte de ella temía que, igual que en las tumbas de los faraones, el centro fuera el final y no hubiera una salida, no al menos una evidente.- No toqueis la estatua, es lo típico que en los videojuegos esconde una trampa o activa un mecasimo o...o tal vez abre una puerta, pero por ahora no toquéis.- recomienda pensativa, tanteando la pared.

—Ey, Ramsey, ten cuidado ahí delante, ¿Vale?

Laura seguía sus pasos. Beanny iba detrás. El látigo de Indy les serví para recordar que seguían juntos que, pese a todo, estaban enfrentado todo aquello juntos. Y si eso era así, ¿Por qué parecía sentir a unos más lejos que a otros? ¿Es que había pasado algo? Quizás era ella, que había metido la pata otra vez, hablando demasiado, llenando el aire de palabras que no tenían sentido, salvo para ella, pero que cargaban a los demás.

El pasaje era angosto, se apretaba sobre ellos como una camiseta tres tallas más pequeña. Sentía frío. Le daba la impresión de estar profanando una tumba o algo similar. Llegaron a una salita. Apenas entraban los seis. No es que tuviera claustrofobia, claro, era solo que el pulso se le aceleraba, respiraba con dificultad y deseaba escapar cuando se internaba en un sitio pequeño y sin ventanas.

Alumbró a la efigie. Era hermosa. Una diosa, seguro. O una bruja. Algo le decía, intuición femenina quizás, que no era malvada. Suficiente para ella.  Adèle les indicó que no tocasen nada. Lara puso sus manos a la espalda. Miró la escena. No había salida. Pensó en cosas racionales que hacer pero. cuando un camino se acababa, ¿Cómo seguir por él?

Se preguntó si la estatua sería una puerta o algo. Todo aquello le parecía una iglesia así que, sin moverse mucho del sitio, se situó en el centro de la sala y empezó a rezar.

—Oh, diosa de los mares que huele a sal y playa, tú que has sido coronada con tentáculos como cabello — ugh, que cosita —¿Podrías indicarnos como pasar al siguiente nivel?

Todas mis opciones son malas y la menos mala es la de la grieta. Sin tomar el látigo avanzo junto al grupo pensativo y atento. La estatua de la bruja del mar es hermosa, el camino por el frio no ayuda nada, pero el olor a salitre del totem de la bruja me hace pensar que está realmente viva, alzo la mirada buscando la de la bruja.

Señora, perdón por irrumpir en su presencia, permítenos permanecer en su presencia. Solicito con respeto al totem de la bruja.

Después de andar un rato por el túnel, ahora a la izquierda, ahora a la derecha, desembocamos en una sala ovalada, en cuyo centro había una estatua o busto con mucho busto de una mujer con peluquín de pulpo. Me acerqué a ella, mirando alrededor y por encima, abajo, a un lado y al otro. Me llevé la mano derecha a la barbilla y la izquierda al codo derecho. Postura de pensar. ¿Quién sería esa mujer? ¿Por qué estaba aquí la estatua?

Me quité de la postura pensativa y miré a los demás. Cuando no me miraba ninguno, llevé las dos manos a los senos de la mujer estatua y los agarré con fuerza. Eran grandes y hermosos, pero duros. ¡Claro, eran de piedra! Solté rápidamente y me puse a mirar al techo, como si no hubiera hecho nada. Silbé bajito.

-"Fiu, fiuuuu. Fiuu, fiu, fiuuuu." Sonaba.

Volví a mirar otra vez a los demás y cuando no volvían a mirar, agarré los pezones y los empujé y los retorcí. Había visto películas en las que había mecanismos ocultos en las estatuas y si lograbas encontrarlos y accionarlos, se abría una puerta secreta que llevaba a la salida o a un gran tesoro.