Partida Rol por web

Abriste la puerta con cuidado sin saber qué ibas a encontrar dentro, pero para tu sorpresa fue más el impacto de ver aquella belleza abandonada que el miedo a sufrir un ataque por cualquiera de aquellas criaturas del pasado.

Aquella estancia era gigantesca, pero a la vez estaba sucia y desorganizada. Había carteles por el suelo, al igual que cristales rotos por doquier y un olor bastante extraño, como enrarecido.

A pesar de las condiciones del lugar todo parecía estar tranquilo, es más, hasta parecía un lugar seguro.

Tras observar las ruinas y la soledad del centro de visitantes la soldado desenfundó su rifle de francotirador y le colocó el silenciador, previendo un enfrentamiento en el lugar.

Con esa idea en mente se acercó a las primeras estancias del centro de visitantes buscando aquellas propias de los encargados de seguridad. Su búsqueda tenía un claro objetivo, ubicarse, encontrar señales de dinosaurios o de supervivientes y encontrar algo que le pueda servir. Tal vez aún quede algo de energía o, al menos, algo de interés.

Si había algo que predominaba en aquel lugar eran las indicaciones. A pesar de la suciedad y el desorden todavía había un gran número de señales y paneles con información que mostraban los lugares más importantes del lugar.

La mayoría era información aburrida y superflua sobre dinosaurios, ilustraciones dignas de enciclopedia y un toneladas de merchandisings pero una de las señales marcó un destino la mar de interesante: las cocinas.

Aquel podía ser un buen lugar donde empezar a fisgonear, ya no solo porque podía haber algún superviviente escondido (aunque las probabilidades eran bajas) sino porque quizás hasta haya algo de comer, algo en buen estado (aunque fuese prefabricado) con tal de reponer fuerzas.

Anastasia reflexionó y se percató de que la cocina era un buen lugar para empezar la búsqueda e inspección del lugar. Si había supervivientes es posible que estuvieran en esa zona y, además, las opciones de encontrar bocado eran bastante altas. Pese a la tranquilidad que reinaba en el centro de visitantes la soldado no soltó ni un segundo su arma, siempre apuntando al frente, preparada para lo peor...

Entraste en la cocina con cuidado para descubrir que el lugar estaba repleto de cacerolas y más utensilios para cocinar a lo largo de la estancia.

El lugar estaba abandonado como el resto, no por suciedad sino por desorden. Un caos que te hizo pensar que allí en el pasado tuvo que haber ocurrido algo horrible. ¿Qué hubiera pasado si la invasión de los dinosaurios hubiese ocurrido con el parque abierto? habría sido una masacre con cientos de civiles como víctimas.

Aquello te hizo pensar que si la energía seguía funcionando podía haber alimentos perdurables en los almacenes o incluso en las cámaras frigoríficas. Existía hasta la posibilidad de que existiese algún botiquín de primeros auxilios.

Anastasia se fijó en que la cocina, salvo por el desorden, parecía estar operativa. Con esa idea se acercó a los frigoríficos, buscando algo de comida. O la ausencia de ella, que indicaría la posibilidad de que existiera algún superviviente. Sin embargo la joven continúa sin fiarse y vigiló con los cinco sentidos mientras se acercaba a los frigoríficos, escuchando con atención, observándolo todo y usando el olfato para distinguir el olor desagradable típico de las heces, alimentos en mal estado o cadáveres.

¡Bingo!

Revisando un poco el lugar encontraste una nevera repleta de comida precocinada que a pesar de no estar en su estado óptimo se podía usar para saciar el hambre y así favorecer a recuperar energías. Había incluso litros y litros de refresco, la cafeína vendría como el mejor aliado frente a tantas horas de tensión por estar en un lugar hostil.

Examinando un poco más las instalaciones se pudo avistar el botiquín de primeros auxilios: vendas, desinfectantes, ungüentos contra quemaduras ¡y hasta un poco de morfina! sin lugar a dudas aquella cocina se había convertido en el oasis que necesitabas.

Anastasia se permitió, por fin, sonreír y descansar. En primer lugar se cercioró de que todas las entradas a la cocina estuvieran cerradas y, a continuación, tomó la comida con tranquilidad pero sin pausa, aprovechando el momento para reponerse. Cuando acabó se vendó las heridas y uso todo el material médico necesario para aliviar el dolor que sentía.

Una vez concluida su leve pausa tomó algunos botes de comida precocinada, que guardó en la mochila, y continuó con su inspección del lugar. ¿Seguirán vivos los otros?

Tras recuperarse completamente, la soldado pudo continuar con la inspección.

El centro de visitantes no era para nada un lugar interesante, no si no eras realmente un fanático de los dinosaurios, sin embargo era fácil tener todo ubicado y localizado.

Invirtiendo no más de 10 minutos de búsqueda organizada se podía encontrar la ruta que llevaría a los laboratorios. Tan solo había que ignorar un par de señales de "acceso restringido solo para el personal" y bajar unas cuantas escaleras.

¿Estabas tan cerca de conseguir completar tu misión como creías?

El laboratorio. Parece que estando sola todo sale mejor -pensó Anastasia cuando vió la puerta por la que se accedía a ellos. Cada vez más cerca de su objetivo la mujer se permitió estar satisfecha y soñar con su vuelta a casa. Solo tendría que coger todos los datos posibles del laboratorio posibles y contactar por radio con sus jefes. Ellos le especificarían que material recoger y el lugar de extracción. Pronto todo acabará...

Entraste dentro del laboratorio abriendo la puerta con cuidado.

La primera visión era la de un lugar aséptico, impoluto y... ¡totalmente indescifrable!

Aquel lugar estaba lleno de pasillos estrechos, mesas, escritorios, instrumental de laboratorio del cual solo podrías adivinar el nombre de dos o tres y varios ordenadores de los cuales parece que ninguno está encendido.

Realmente en un momento así desearías que el científico estuviese allí, probablemente él sabría donde buscar o mejor dicho, qué buscar con exactitud. Esto para ti ahora era como encontrar una aguja en un pajar.

Abriste la puerta con cuidado sin saber qué ibas a encontrar dentro; pero para tu sorpresa fue más el impacto de ver aquella belleza abandonada que el miedo a sufrir un ataque por cualquiera de aquellas criaturas del pasado.

Aquella estancia era gigantesca, pero a la vez estaba sucia y desorganizada. Había carteles por el suelo, al igual que cristales rotos por doquier y un olor bastante extraño, como enrarecido.

A pesar de las condiciones del lugar todo parecía estar tranquilo, es más, hasta parecía un lugar seguro.

John se quedó totalmente sorprendido cuando entró en la sala, era sin duda mucho más grande de lo que se había imaginado, el cinetífico fue caminando mirándolo todo a su alrededor maravillado... realmente el señor Hammont no había reparado en gastos...

- Vaya...- susurró incapaz de contenerse- esto es enorme...- continuó avanzando despacio tratando de adaptar la vista a la oscuridad del lugar, no se atrebía a encender ningún tipo de luz... ya había visto demasiadas cosas en la isla como para arriesgarse.