Partida Rol por web

Por el espacio del ascensor escuchas el silbido del vapor que hace una locomotora que esta a puntito de partir. Sabías que ya no daba tiempo, por lo menos por el camino que habías pensado tomar.

El girarte por el ruido, ves al chofer, hacerte señas con la mano. El ruido era bastante, así que aunque te gritase, era complicado poder oírlo. Te señalaba el ascensor, que ya estaba con todas las cosas del general.

Escuche el silbato... escuche el vapor.

OH no!!!! Me van a dejar!!!!

Asustada por ver el fin de mi carrera esfumarse de esa manera me gire para ver que el chofer me llamaba y sin pensarlo mucho corri hacia el para meterme en el ascensor con todas las cosas del General. Si tenia que viajar en la unidad de carga hasta Vladivostok no me importaba mientras abordara ese tren.

El ascensor empezó a subir.

Estabas en una especie de jaula, con maletas, bolsas y un baúl de madera, con refuerzos de bronce. El traqueteo del ascensor, te sacaba de quicio. El ascenso era eterno, y a ti se te hizo más largo aún.

Nada más llegar arriba, estabas en un lujoso vagón, y dos botones te apartaron a ti y a tus cosas, con la misma marcha y delicadeza que al resto de maletas. Se notaba que tenían práctica, y cuando ya habías terminado de recobrar la compostura, y planchar las solapas de tu ropa, ya estaba cerrando la trampilla del suelo.

- Le gustan los riesgos Strashina. Comentó el general mientras tiraba de una pipa humeante.

Justo en ese momento el tren dio un golpe. Indicativo característico de iniciarse la marcha, y el desplazamiento que casi te hace perder el equilibrio indicaba exactamente lo mismo. El general, en pie, pero apoyado en una especie de lujosa barra de bar, con espejos, lámparas cristales, todo forrado en cuero granate y maderas nobles hizo un gesto. Los botones actuaron de inmediato, y en un largo garrito hicieron desaparecer todo el equipaje del oficial general. Estas sola, con él, … y tus cosas.

Cuando por fin me di cuenta de que estaba arriba en el tren toda mi angustia se disipo y pude relajarme. Habia sido un buen susto pero estaba a salvo.

La voz del General me saco de mis pensamientos y me gire con una inocente sonrisa. Me sentia como una verdadera tonta.

- YO!! No... Lo siento Camarada General, no volvera a suceder, Señor! Dije poniendome firme.

Despues podria acomodar mis cosas si es que iba a viajar con el, o buscaria mi cabina para poner mis cosas en el vagon correspondiente.

- Permiso para retirarme Señor, voy a guardar mis cosas en mi lugar.

11 de marzo de 1938. Martes. 23:03. Nueves y claros. Sin viento. 11ºC. Moscú (Oblast de Moscú [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]). Estación de tren Yaroslavlsky. Vagón de Autoridades del Transiberiano.

- Si, si, marche. Pipeteó echando más humo que la locomotora que encabezaba este convoy y añadió: - A las once y media se servirá una cena en este mismo vagón. Tras lo que ordenó: - Venga. Pipeteó un poco más, ya más fumando y menos humeando: - Y póngase algo bonito.

Uno de los botones te indicó hacia donde marchar. Estabas impresionada. No solo por el bar de este vagón, sino por la invitación forzada bajo una orden y la situación que parecía que se estaba generando. Con los empujoncitos pasaste a otra parte del vagón, que era un comedor que se estaba preparando para unos 20 ó 30 comensales. Al fondo había una puerta embellecida con maderas noble, como todo el resto del comedor, lámparas de cristal, e incluso una de araña (no especialmente grande, sino adecuada para el lugar) sobre el centro de la mesa. Incluso unos candiles (eléctricos, pero simulando velas) le daban un cálido ambiente con su luz cada poco, en las paredes laterales. Andabas hacia la locomotora. Hacia delante, en el propio sentido de la marcha.

Con una sonrisa nerviosa sali de alli mientras miraba todos los decorados hasta que finalmente encontre mi cabina, en algun lugar mucho mas humilde y acorde hacia la parte delantera del tren.

Un vestido!!!!

De donde demonios iba a sacar un vestido. Yo era una soldado, e iba a un frente de batalla, nadie me dijo que metiera un vestido en mi maleta, que apenas tenia lugar para otro uniforme y ropa interior y para el frio.

Desconcertada me quede mirando como el tren avanzaba hacia la nada.

Finalmente encontre una blusa ligera en el fondo de mi maleta y pude improvisar como adecentarme, realmente nunca me habia sentido bonita y tampoco tenia la gracia que habia visto en mujeres mas adineradas y de mejor posicion, pero sabia que era atractiva, asi que arregle mi cabello lo mejor que pude y mirandome en el reflejo del vidrio complete mi obra para la cena.

Podria jurar que era medianoche cuando habia abordado el tren, pero ahora no tenia nada claro, aunque lo importante es que ya iba en camino a mi mision, y mi familia estaria orgullosa de mi. Asi que podria disfrutar de esa cena.

En el pasillo pregunte varias veces la hora a quien pasara para no llegar muy antes o incluso tarde. Tenia que ser puntual.

Compartías camareta con cinco mujeres más. Dos eran soldados (RASO), una era una enfermera (no militar) y las otras no hablaban, pero tenían rostros muy característicos de las etnias del frio siberiano. Yakutos en concreto. Las literas estaban justas, pero por suerte la tuya era la del medio. Te quedaba a la altura de la cintura, o un poco más, y por suerte ni estabas "en el suelo" como las de abajo, ni tenías que escalar por las otras camas, como las del "palomar".

Miraste al suelo, en concreto a las camas más bajas: - Por lo menos, desde allí si te caes no lo notas.

Las chicas o mujeres de allí no te podían indicar, y por ello saliste a mirar al pasillo. Una mujer, de algo más de estatura que tú le preguntaste, pero respondió en un idioma que no era el tuyo. Enseguida ambas extrañadas disteis un respingo y un paso de precaución atrás.

Enseguida la mujer cambió el camón y te respondió en tu lengua: - ¿Qué necesita XXXXX?

No entendiste la palabra, pero sonó extraña. Incluso pensaste que era un rango militar extranjero por como sonaba, y lo dijo en un tono de bastante respeto. Sonaba amable. Tenía una voz poderosa, y aunque era altiva su forma de hablar, intentaba parecer … comedida y dispuesta a colaborar.

EScuchar aquella mujer hablar en otro idioma y luego en ruso me hizo detenerme en seco y observarla. Siempre era divertido ver como los extranjeros masacraban nuestra pronunciacion pero en mi pueblo no habian turistas asi que era tambien una novedad para mi, y ademas, la joven era tan amable que bien podiamos ser amigas.

Sonrei con su pregunta valorando su esfuerzo por hablar ruso.

- Alia, dije señalando mi pecho.

- Tienes la hora? Pregunte señalando mi muñeca donde debia tener un reloj.

Y asi acompañaria cada frase con algun gesto para asegurarme de hacerme entender. Tal vez incluso podia charlar un poco con ella si tenia tiempo antes de la cena e incluso prestarme un par de zarcillos porque no tenia nada con que arreglarme a parte de mi vestido un poco arrugado y el final de un antiguo labial. Cuando llegase mi primera paga trataria de comprar uno.

11 de marzo de 1938. Martes. 23:18. Nueves y claros. Sin viento. 11ºC. En el Transiberiano. Cercanías de Moscú [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. Vagón femenino.

- Las once y cuarto XXXXXX Alia. Otra vez era palabra que te parecía ese rango militar. Se notaba su origen, al hablar, pero se defendía bastante bien. Lo que era llamativo era su voz. Te miró extrañada. Admiró tu presencia y te propuso: - Venga conmigo, le regalaré uno de los míos.

Te acercó, en las estrecheces el pasillo, la mano y se presentó: - Puedes llamarme Rose.

Empezaba a caerte bien, pero su voz era … algo que te llamaba desde lo más profundo.

Con mas curiosidad que otra cosa segui a mi nueva amiga. Esta vez no queria parecer tan campesina, como me habia ocurrido con el General, despues de todo era una suboficial de la Madre Patria y ella era una extranjera pero era amable asi que yo tambien lo seria.

- Rose? bonito nombre, es una flor verdad?

Ademas su acento era enigmatico.

- Por que me llamas XXXXXX, puedes decirme Alia, tu no eres militar. Dije con cortesia.

Aunque suponia que sus palabras hacian mencion a mi rango o posicion como militar no sabia realmente que significaba, al menos intente reproducir aquella palabra lo mejor que pude con mis acento.

Agradeci que me prestara aquellos pendientes. Ahora debia ir a la cena con el General. Si no habia nada mas, me despediria de ella con cariño prometiendole regresar o tomar el desayuno juntas. Era un viaje largo y era mejor tener con quien compartirlo.

Asintió con la cabeza, a tu comentario de la flor. Además, la sonrisa que extrajiste de su rostro, la hizo más linda y amable, a tu forma de entender.

Luego, respondió: - En mi país, todo el que llega a un rango o puesto, se le trata, con ese puesto, como cortesía y respeto. Tiraba de ti, de su mano y andabais de lado, por el vagón, con cierta prisa, esquivando puestas que se abren, gente y cosas que aún estaban en el medio. En un giro de cabeza (anda ante ti) te confesó con una sonrisa picarona. - Pero hay gente que es muy XXXXXX y lo usa … para su comodidad. No sabías si su pronunciación a ratos era rara, si es que usaba las de su idioma al no saber la correcta en el tuyo o qué, pero, había sonado a insulto.

Era un camarotito, con dos camitas, pero estaba repleto de maletas, maletitas, bolsas, bolsos y otras muchas cosas. Además había una especie de baúl, que estaba en pie, y era un vestidor portátil. En la otra cama, una señora de unos 50 años estaba sentada, con costura a su lado, y parecía escribir en un diario, que cerró nada más irrumpir vosotras. Hablaron en su idioma algo muy breve y la señora no tardó en descolgar un traje que parecía … un poco infantil, sencillo y bonito. Rose no tardó en preguntar: - ¿Te gusta? sin mirarte. Estaba buscando en una caja con relojes, joyas y baratijas, algo que parecía resistirse a aparecer. Era un traje rosa. Tal vez algo claro, pero no transparentaba. Tenía pétalos de flores (de tela del mismo color) cosidos a las mangas y los bajos, que a ti, por tu estatura te llegaba a las rodillas. Igual a ella hubiera enseñado … más de medio muslo. Terminó encontrando un colgante, que por el color, hacía juego, pero, con una perla en el centro. - Casa tus ojos. Su rostro mostraba una sonrisa picarona y feliz, mientras posicionaba el colgante sobre tu pecho. No sabes como terminaste sosteniendo, con tu mando derecha, la percha del traje. La mujer mientras, buscaba en otra maleta, que tenía más zapatos de los que habías visto en toda tu vida.

Una vez que quedamos en aquel camarote me quede muda. Levante mi mano a modo de saludo con una media sonrisa a aquella señora para luego perderme entre las cosas de aquella mujer. El vestido era precioso y rápidamente lo apoyé en mi pecho para comprobar si podía quedarme.

Nunca había visto tantos zapatos en mi vida a menos que fueran botas de combate y solo esperaba que mis toscos pies pudiesen caber en algunos de aquellos obras de artesanía.

Porque aquella mujer era tan amable? No importaba, era delicioso estar con ella, sentir que tenía una amiga y lamentaba tener que ir a aquella cena.

- Prometo devolverlo todo! 

Estaba realmente agradecida. Y no es que no tuviera amigas en el regimiento pero no era lo mismo, además no eran refinadas como esta mujer y la mayoría de las veces estaba presente la rivalidad innata femenina que puede ser mucho peor que la de los hombres. Aun así iba a extrañar a Martina y Ekaterina. No había tenido tiempo de despedirme.

- Es maravilloso!!

Una vez que tenía el conjunto armado tenía que vestirme rápido porque el tiempo apremia. Estaba segura que después charlariamos con más calma.

- Prometo devolverlo todo! 

Hizo un gesto con la mano, como que no tenía importancia y añadió: - Para ti. Es un regalo. Su voz denotaba como si fuera una noble que quería deshacerse de algo que ya no usaba. Dio un par de palmadas y tras expresar tu felicidad te apremió: - Venga, que aún hay que ajustártelo. Te empezaste a vestir con las prisas. Lo bueno era que la ropa interior que usabas, al ser clara, por un caqui típico, no resaltaba con la luz del tren, por el vestido. Eso a la tata le pareció bien, pero los bajos no le gustaron y sacó hilo y aguja, poniéndose manos a la obra.

Te dejó el colgante en el pecho, para que te lo pusieras tú, y se agachó.

Rose, buscó unos zapatos adecuados. Al ser algo más alta que tú, te quedaron algo grandes, pero no hubo problema. Sacó unos pañuelos y ajustó hasta que entraron como calzador. El color era perfecto con el vestido, pero hacía mucho que no vestías unos tacones y … habías perdido un poco de práctica. Por lo menos eran zapatos de baile de salón, así que tenía tacón, pero no mucho, y este era ancho, resistente y ruidoso al caminar.

11 de marzo de 1938. Martes. 23:33. Nueves y claros. Sin viento. 11ºC. En el Transiberiano. Cercanías de Moscú [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. Vagón femenino.

Te miraste en el espejo. Era … un cambio que no esperabas. Una pulsera y unos pendientes completaron el conjunto. Todo del mismo rosa infantil. Un rosa que añorabas y … echabas de menos. Rose miró el reloj y añadió con otro par de palmadas. - Vamos que ya llegamos tarde. Saludó con la mano a la tata y le dijo algo en su legua y la otra contestó muy brevemente. Un monosílabo. Pudiste ver la hora. Tres minutos tarde....y había que llegar aún hasta allí.

Entre bromas y risas me cambie de ropa con aquella mujer que parecia saber mucho mas de mi misma que yo. Me deje hacer y cuando pude ver la obra de arte frente al espejo quede sorprendida.

El reflejo me devolvia la imagen de una hermosa mujer con un vestido rosa, tal vez un poco infantil pero tierno y dulce. Estaba segura que no era yo, pero mis brazos se movian a la par de aquella imagen.

- Woao!!!

Trate de bajar un poco mas el vestido para no mostrar tanto mis piernas pero al final no importo, asi como el frio que podia sentir, me sentia tan hermosa como nunca antes y todo lo demas se perdia sin importancia.

- Si vamos, vamos!! Tu vienes a la cena tambien? Pregunte con duda.

Quien era aquella mujer?

Sabia que el General no le iba a importar si llegaba unos minutos tardes despues de que viera mi vestido.

Hizo un gesto especialmente melodramático. Como si fuera una actriz de aquellas de una película muda, y añadió: - Sin mi no hay cena...sin mi no hay fiesta.

Lanzando los brazos, de manera presumida, empezó a andar, y tras un par de pasos, se giró y te alargo la mano, para que fueras con ella. Te guiñó un ojo y te dijo: - Vamos, nos esperan. Con la larga pausa que hizo te dio la sensación quera era una actriz que estaba a puntito de saltar a la palestra en el mayor teatro del mundo.

Y sin mucho mas la segui. Sus palabras me indicaban que aquella mujer era mucho mas de lo que yo pensaba, pero la verdad no me importo.

Animada y con mi nueva ropa... prestada... avance con ella con una sonrisa de alegria como si fuese navidad.

11 de marzo de 1938. Martes. 23:39. Nueves y claros. Sin viento. 11ºC. En el Transiberiano. Cercanías de Moscú [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas]. Comedor del Vagón de Autoridades.

Varios gerifaltes estaban sentados a la mesa, con unas copas ya servidas. El de mayor rango el genera que te trajo. Parecía un comité de trabajo de un Consejo de Guerra. - Ni que preparasen una invasión. Pensaste durante un momento. Rose no relució por discreta diciendo: - Ya he llegado el alma de la fiesta. Con la mano derecha lanzada, como una actriz de teatro de un drama épico y romántico, que va a morir, hizo aparición … arrastrándote como si fueras una capa. Se te torcieron los tobillos tres veces en la carrera, pero lo peor fue cuando metiste el tacón entre vagón y vagón. Por suerte, en una curva, se soltó y pudiste seguir con la marcha.

Temías la llegada, ya que era tarde.

Todos los hombres se pusieron en pie...y os ofrecieron varios asientos. Uno, para Rose, junto al mismísimo general. A su derecha. Otro, en esa misma banda, pero al final. El tuyo. Avanzaste a remolque. Rose no te soltaba. Muchos aplaudieron la actuación, otros la vitoreaban. Para ti era algo vulgar, pero hacía fiesta y resultaba bastante divertida.

Al final me sentia tan discordante como un aleman en una sinagoga y eso que apenas sabia lo que eran esos lugares. Pero alli estaba yo forzando una sonrisa mientras Rose hacia gala de sus habilidades mientras aquellos hombres mi amada patria la devoraban.

Por un instante vi los documentos oficiales y tal vez mapas, pero yo no estaba alli para eso. Tampoco sabia para que estaba alli, despues de todo era una cena.

Asi que moviendome de un lado para el otro o siguiendo la actuacion de de Rose trate de parecer lo mas sensual o femenina posible con aquel vestido hasta que lograra alcazar una silla para sentarme mientras saludaba a los oficiales en el lugar sin mayores presentaciones.

Estaba segura que no esperaban a una sargento en vestido.