Partida Rol por web

Desde luego... para terminar la misión, era hacerlo a lo grande, entrando en el mismísimo coche del Capitán... pensó.. O eso o le esperaba un consejo de guerra con una buena serie de cargos... Pero no, no fue el caso, para su alivio.

Cuando el capitán le preguntó, Thomas respondió francamente...

-¡oh, mi capitán!, en el fondo no fue un gran problema... a los australianos nos gusta dar largos paseos, y si no hubiese sido por el tiempo, habría resultado hasta agradable; he perdido la cuenta de las colinas que hemos subido y bajado, y disfrutado de la hospitalidad de los paisanos de la zona; tal vez... a lo mejor alguien pensaría que deberíamos haber ido más directos, pero... es como vas de pub en pub, salvando las distancias, claro: nunca vas en línea recta.

Dejó esa extraña respuesta madurando en la mente del Capitán... que empezaría, si es que no lo había hecho ya, a sospechar que más que por audacia y por pericia, debería haber sido por desidia de quienes les intentaban capturar...

Una vez se reunió con el resto, hizo un gesto a Flann como saludo; como parecía que algo iba a empezar rápido, no tuvo tiempo para intercambiar pareceres o experiencias con él; simplemente le miró de arriba a abajo a ver si veía síntomas de moratones... más que nada por si tenían que darse un paseo de noche para visitar a algún nuevo amiguete de la zona.

Pero no hubo tiempo para tales actos sociales; se trataba de un acto de graduación en regla... discurso de un oficial, imposición de insígnias, entregas de despachos, y presencias féminas a las que hicieron más caso que a la verborrea del Coronel... Se abstuvo de preguntar un par de veces "¿y aquí... cuando se come?". por eso de que podía quedar como un gañán... y bien que hico en ello, pues hubo algo de comer y... ¡Cerveza! por San Patricio, patrón de los de la isla de al lado... ¡Cerveza!

Desde luego, todo derivó en una fiera competencia para ver si conseguían liquidar las existencias del lugar; y pusieron buen empeño en ello, dejando "figurativamente" marcas en el suelo de sus pisadas de tanto ir y venir al baño a desbeber lo bebido. Bromas, codazos, brindis, canciones obscenas -mirando siempre que no hubiese nadie sensible cerca-... y... Demonios... ¿Quién era la chica esa en uniforme? Preguntó a Flann.

Desde luego... tampoco es que le importase mucho... olía a que les iban a dar una patada en el culo que les mandaría de nuevo a casa, a ese agradable calorcito de aquellas latitudes.

Enarcó las cejas y te contestó por lo bajo, como si no quisiera que nadie se entrerase: - Es la sobrina del Rey, Su Alteza Real la Princesa Isabel. Pero se cortó, con el típico acto galés de cierre de servicio, recordando a los caidos.

El coronel hizo sonar su copa, sofocando ruidos y conversacions: - ¡¡¡Señores, por los caidos!!!. Se había  situado junto a la foto del fallecido y alzó su copa. Tras apurarla de un solo trago, la dejó en una mesa cercana, que le pillaba de camino para salir de aquel salón. Sabías que, los galeses, tras esto, se solían marchar, pero siempre quedaban los "cuatro gantos" que repelaban lo que sobraba en las mesas, los borrachines que apuraban las botellas, y los que no tenían nada mejor que hacer.

- Pues, igual nos tenemos que marchar. Tenemos que subir a un crucero en un rato, que sale para "casa". Sonó bien, cuando dijo lo de regresar a casa, pero, realmente os teníais que presentar ante el Estado Mayor, en Australia, y allí dirían que tenéis que hacer. Pero te corría por la cabeza una cosa: - ¿Por qué, aquí en Gales, un miembro de la Corona, a un acto militar?

Se quedó pasmado no, lo siguiente... ¿una... una Princesa?... buf... menos mal que no se había acercado a ella... o lo siguiente que habría visto, y durante unas décadas, sería un calabozo en lo más profundo que pudiera existir bajo esa isla... No le gustaba estar cerca de gente tan importante... una cagada, y la cagabas del todo, valga la redundancia; y él reconocía una cierta tendencia natural hacia las cagadas...

-Bueno, pues visto que esto se acaba... despidámonos de los paisanos y vaciemos cuantas botellas podamos por el camino, que a saber cuando podemos encontrarnos en una de estas....

Dio una palmada a Flann, y se fue en busca de los primos escoceses de aquel, haciéndole señas de que no se quedase atrás...

-¡Hey! Bueno, parece que se acabó... se han cansado de nosotros y nos mandan de nuevo al otro lado del mundo. -Exibía una branca sonrisa- Caballeros, si en alguna ocasión les veo aparecer por aquellas tierras, tengan por seguro de que me encargaré, personalmente, de que se pillen una cogorza reglamentaria.

No habían podido compartir mucho tiempo, pero el entrenamiento juntos terminaba uniendo a la gente... y además, eran entrañables, qué demonios -y buena compañía si había pelea en un bar-

-En fín, señores... Nos esperan unas bonitas semanas de mareos y vomitonas en alta mar... ¿Quién renunciaría a algo así? -Apuró una botella de cerveza más vacía que llena que estaba huérfana en una mesa- Por los compañeros, y que en nuestros destinos nos dejen rascarnos la barriga tranquilamente -el sueño de todo soldado resabido...

Al llegar ambos al puerto un crucerillo antiguo o espera. Es un viejo crucero de la Gran Guerra. Es un buque explorador, así que será rápido. No estará muy blindado ni tampoco dispone de mucha artillería pesada, pero su única gran torre está a proa, domando casi medio barco.

Tras presentaros en el cuerpo de Guardia del puerto, al lado del portalón de ese navío, os explican el protocolo de saludar a la bandera y a quién presentaros cuando lleguéis a estar a bordo. Es poco más que un mero trámite. Os dedicáis a comer, dormir y cagar. No os han dado cometido alguno, excepto en Zafarrancho de Combate y en Abandono de Buque, que tenéis que ir al puente con vuestro equipo, fusil y munición.

Tras varios días de cama y comedor, Flannagan y tú estáis muy, pero que muy aburridos.

6 de abril de 1938. Miércoles. 05:00. Punto indeterminado del Mar Mediterráneo.

- Tom, me aburro mucho, pero mucho. Estaba tumbado en cama, y aún faltaba más de una hora para poder desayunar. Tampoco habías podido dormir. Ya habías estado tanto en cama que le "habías hecho sangre" a la pobre almohada.

Asomó la cabeza por la litera para poder ver a Flann al hablarle...

-¡Leches, y yo!

Era de esperar que el viaje durase unas semanas; y mal iban si al cabo de unos días ya estaban desesperados por alguna novedad; el término "tedio" alcanzaba una nueva dimensión en el reducido universo comprendido entre las cuadernas de un buque.. sobre todo si no tenías nada que hacer, salvo... cagar, dormir y comer, así todo el rato... Por lo menos, y de eso tenían que alegrarse, el clima era un poco mejor; se notaba que se iban alejando de Inglaterra, y ocasionalmente el sol hasta calentaba un poco y todo; a fín de cuentas.... era Primavera y estaban en el Mediterráneo.

Lo que sí que hubo fue una etapa de ansiedad que duró unos días, al rodear la Península Ibérica, ahora sumergida en una guerra fratricida... y a más de uno se le pasó por la cabeza que algún submarinista exaltado les confundiese con un navío del enemigo, y les largase un par de torpedetes... pero, de momento, no había sucedido tal cosa; digo sucedido, porque hasta que no pusiesen más millas de distancia, en dirección al Mediterráneo central... no faltarían las miradas ansiosas a los alrededores, en busca de alguna señal de peligro...

... Aparte del peligro del aburrimiento, claro...

-Joder, pero mira que horas son... si aún ni es la hora del desayuno... Bah... ya no aguanto más en la cama; no hagas ruido y vamos a movernos. Lo mismo en cocinas quieren echar una partida a las cartas antes del desayuno, qué se yo!

Dicho lo cual, se bajó de la litera, y tras vestirse y hacer la protocolaria expedición al WC, para empezar el día con alegría, se dispuso a recorrer los pasillos en busca del comedor de la marinería, y más en concreto, de las cocinas; seguramente habría alguien allí, y quizás tan aburrido como el par de aussies...

Al llegar a la cocina, os espanta. Ya habían empezado a trabajar para tener listos los desayunos, tanto para los que entraban de guardia en el próximo relevo como para los que salían de guardia, pudieran tomar algo, antes de irse a dormir tras una noche en vela.

Tras unos minutos, en la puerta, sin saber que hacer, se abre una escotilla estanca, de seguridad y aparece un suboficial joven. - Francotiradores, presentaros en el puente con todo vuestro equipo y equipaje. Creo que os barquean. No tenías claro que significaba eso, pero sonaba que os echaban del barco. El hombre sonó contundente, y nada más terminar la orden, cerró la escotilla y desapareció como si nada hubiera pasado. Flanny tiró para el alojamiento para ir a por todo.

Vuestros fusiles estaban en el armero que estaba justo antes del puente, con toda la munición que portábais, que tampoco era mucha.

Tras saludar reglamentariamente al suboficial que les había "notificado el marrón, fuese del tipo que fuese", y quedarse pensando en qué se suponía que era "barquear"... malditos marinos... usando palabras incomprensibles para el resto de la humanidad..., siguió a Flann a recoger sus cosas; sinceramente, le sorprendía lo bien que se orientaba su camarada por el interior del barco, pues sin tener referencia del mundo exterior, era capaz por el contrario de saber -más o menos- el camino correcto... y acertaba encima, el muy puleñetero.

Rápidamente preparó sus cosas, y comprobó bien que no se dejaba nada, que luego sería complicado volver a por lo que fuese, y después, rápidamente, al cuarto en que se guardaban bajo llave las armas de fuego individuales... viejas tradiciones de la Navy, pensó, que lo mismo quería evitar esa otra tradición que hablaba de motines... o simplemente sería para controlar que nadie se matase entre ellos... pero tampoco tenía tiempo para ello; recibir el arma, comprobarla, la munición, verificarla, firmar el recibo... la burocracia, que no falte...

-Flann -preguntó cuando ya estaban equipados-... No hemos hecho nada ilegal, se supone, no?, porque en principio teníamos que ir a casa en este mismo paquebote...

Le consolaba que les hubiesen llamado por su especialidad, no utilizando algún otro calificativo como "escoria", o peor: "carnada para tiburones"... lo mismo no que fuese a pasar no tenía por qué ser precisamente negativo, pese a que se saltaba el plan inicial que tenían en sus órdenes de viaje...

- Claro, como no  te has pasado por la cocina, a hablar con lo que hacen el pan por la noche, no lo sabes. Sonaba burlón, así como que te sentías muy gandul, ya que él porlo menos, se había molestado en hablar con los marineros de la cocina. - Claro, para que te den bien de comer, ¿No, cabrón?. Pero ahora que lo pensabas, tú también habías comido muy bien estos días a bordo de esa cafetera. - Este crucero llega hasta Porta Said (Puerto Said o Puerto del Señor [Noble de Ciudad]) ... así que tranquilo, no nos van a arrojar a los tiburones. Se reía y se burlaba un poco más. - En el Mediterráneo no hay tiburones, y los que hay son tan pequeños que notarías un pellizco no un mordiscos.

Una voz que sonaba por unas escalas que subían por el lado del pañol de armas preguntó: - ¿Francotiradores Asutralianos, están listos para ser barqueados? Era un oficial de la Royan Navy. No sabías porqué un oficial brithis estaba en un crucero australiano.... Aunque tampoco sabías por que un crucero australiano estaba tan lejos de casa.

-¡Sí, Señor!

Respondió casi automáticamente..., para cambiar después el tono para seguir hablando con Flann...

-Joder,.. ¿y a mí que me cuentas? ¿Tengo pinta de saber algo de mares y gaitas de esas? No, joder, que soy de tierra adentro, que lo más mojado que he visto es una cerveza antes de abrirla... Port Said.... eso es al principio del Mediterráneo... principio desde "nuestro lado", me refiero... Buff... solo falta que después de la húmeda Inglaterra nos manden a patearnos el jodido desierto, para secarnos o algo así... Maldita sea... siempre jodiendo al soldado de a pie..., hale, vamos a donde nos manden -con tono de resignación-

El mismo hombre, según le contestaste, os ordenó: - ¡Suban!

Nada más llegar al puente pudiste ver un día espéndido. Os señalaron la banda y allí que fuisteis, saliendo por una escotilla alta y ovalada. Un pequeño remolcador se acercó y se puso al costado. Una red que descolgaron por el costado sería vuestra escalera.

El Comandante del crucero os despidió: - Señores, ustedes serán el germen de los francotiradores de nustra nación. Suerte. Saludó militarmente para despediros.

Sorpendido a la par que orgulloso, saludó reglamentariamente, para después, empezar el descenso por la red.

Tenía que confesarlo... por un momento, pensó que les pondrían en un bote, y encima les tocaría remar a ellos, y con la habilidad que se les presumía para ello... lo más probable es que lo hiciesen en círculos, para terminar chocando con el navío que les había traído, y que encima, lo abollasen. Por fortuna, parece ser que la debían haber caído en gracia a alguien, o por lo menos, que alguien se había tomado la molestia de hacerles el viaje llevadero.

-Flann... esto está siendo demasiado bueno -Murmuró

No les habían dado órdenes adicionales... pero tenían sus órdenes de viaje, de modo que sería necesario, a la que pudiesen, y si no les transbordaban directamente a otro buque, acercarse a la Comandancia y solicitar transporte para el cumplimiento de las mismas... Maldita burocracia... aunque resultaba ser una agencia de viajes si sabías pegarte bien con ella.ç

-Si nos toca esperar en tierra a que nos asignen transporte -advirtió a su camarada- mucho ojo con las mujeres de aquí; paree que los maridos son muy celosos y les gusta "cortar por lo sano"

Ya en la cubierta del pequeño remoldador... caray como se notaba la diferencia!... el cabrito cabeceaba con el movimiento que daba gusto verlo... Menos mal que ya estaban un poco acostumbrados.

Al comentarle eso, mientras descendíasis por la red, te refunfuño: - ¿Bueno? Estás de coña Tom. Bueno es que nos hubieran puesto el desayuno con miel y mantequilla ... y hubieramos atracado en Sidney, Augusta o Camberra; pero no, nos zapatean de un crucero, para subir a una lancha, en el fondo del Mediterráneo, y encima, nos lanzan al puñetero desierto. Descendió un poco, no más de un par de "agujeros más" y se paró. - Si esto es bueno, cuando tengamos que patear por las arenas verás.

La pilotina de prácticos aceleró. Ya era un meneo incómodo, pero, al "meterle" motor la cosa cambió. Aún así estábais, ambos, medio mareados.

Le quedaba el consuelo de que el trayecto a Australia no sería en un bote como ese, porque un par de horas moviéndose de ese modo... y echaría todo lo que se puede echar por la borda; lo que sí se quedó era con la posibilidad que mencionase Flann... que les tocase como destino alguna de las guarniciones británicas de la región, que no eran pocas... Egipto, Palestina... mucho terrorio, y seco como el pan del mes pasado; al menos, pensó, a eso estaban acostumbrados... o a algo parecido.

-Por lo menos... no nos resfriaremos... Pero lo malo sería encontrar una buena pinta en estas tierras

Tras tan profunda reflexión, procuró fijar la mirada en tierra firme, para no marearse... pero no, el remedio era peor que la enfermedad... prefirió mirarse las botas, que al menos no se movían, y cerrar la boca, no sea que saliese algo inadecuado.

... Y a aguantar hasta que les dejasen donde quiera que fuese

6 de abril de 1938. Miércoles. 06:21. Frente a la entrada del Canal de Suez en el  Mar Mediterráneo (Port Said).

El compañero te miró con una paciencia que se agotaba y siguió descendiendo. Sacudía la cabeza y rezongaba por lo bajo: - ..... este hombre no tiene remedio .... no tiene remedio.

Un suboficial de la Royal Navy os chocó la mano y os dio una corta bien venida: - Señores ... con un breve y ráido saludo militar en su gorra. Y se metió para la cabina. Era el patrón, y por tanto, timonel de aquel barquito, que se zarandeaba por las holas que chocaban contra el costado del crucero, mientras dos marineros recogían estachas y demás aparejo, soltaban la red que era recuperada desde el crucero y tras dos pitidos que os hicieron ensordecer, el "remolcador" con una palabra blanca pintada en el costado (PILOT).

Pronto la lancha aceleró y se encaminó hacia la ciudad, que se alzaba en todos su explendor, contra el filo del algua, como si manasen casas desde el mar, y crecieran allí mismo. El compañero no tardó en perder el color de la piel y agacharse sobre la regala, que no tenía ni un metro de alto, y empezar a lanzar al mar todo aquello ingerido en todos los días que el comedor de aquel navío de guerra os había servido.

Desde luego, si albergaba alguna duda sobre ello, quedaba plenamente disipada: El mar no era su elemento, ni de lejos, ni de cerca, ni desde ningún ángulo imaginable; subir y bajar.

A su lado, Flann parecía pensar lo mismo, pero su reflexión era más profunda... de modo que le evitó charlas profundas metafísicas sobre el sexo de los ángeles, mientras aquel recordaba el sabor de su primera papilla, ahora que la estaba descomiendo...

Y es que, desde luego... esto no era trabajo para él, si bien lo estaba resistiendo con una cierta solvencia, pero tenía claro que, de seguir así todo el santo día, terminaría tirándose por la borda y pidiendo a gritos que le rematasen por piedad.

Y a lo lejos, tierra firme... joder, demasiado lejos todavía.... el reguero que iba dejando el pobre Flann iba a ser largo...

6 de abril de 1938. Miércoles. 06:40. En el puerto del Porta Said (Puerto del Canal de Suez en el  Mar Mediterráneo (Port Said).

Al superar los faros de las puentas y entrar al propio puerto, Flannaga empezó a resucitar. El pobre estaba hecho una mierda. Se había tumbado, y parecía desparramado, como un trapo mojado. Sudaba y no era por el calor; tampoco sabías si estaba pálido o verde. Por suerte para vuestros estómagos el paseo no duró ni media hora.

Había otras lanchas parecidas, algunos remolcadores y unas escaleras de piedra, en el propio muelle. A lo lejos, unos barcos, abarloados a otros esperaban vete a saber qué. El suboficial os dejó en el puerto y os recomendó: - Os veo perdidos chicos. Id a la Capitanía Militar y ya os dirán qué hacer. Flannagan salió a rastras del bote aquel, y se alejó en la misma dirección por la que había venido. Este, el pobre, subió las escaleras a gatas, y le faltaba besar el suelo. Arriba, se tumbó sobre la piedra desnuda, panza arriba, dejando todo en el inferior de la escala, casi tocando el agua. 

El puerto te parecía enorme, y bastante caótico. Tráfico de camiones, algunos de ellos militares, corrían hacia un lado y hacia otro.

"Bueno"... pensó... "le he visto peor... pero en plena borrachera, claro. Casi mejor que no le digo de ir a comer algo antes de pasarnos por la Capitanía esa..."

Esperó unos minutos a que su camarada terminase de familiarizarse con tierra firme; a él, conste, también le estaba resultando extraño tener algo firme bajo el suelo, y no estar como encima de un corcho en un cubo movido por un borracho persiguiendo a unas chavalas... Finalmente, suspiró, y ofreció la mano a su amigo, a ver si despegaba el culo del suelo...

-Ya se que le has cogido cariño, pero levanta el trasero, o te va a hacer ventosa. En Capitanía nos dirán qué hacer; supongo que habrán mandado un cable con nuestras órdenes, y si todos los que tocan tierra pasan por allí, supongo que será el lugar adecuado para seguir nuestro camino. ¡Lo mismo hasta nos dan un sitio donde descansar! -se ahorró lo de añadir "y comer", que Flann no parecía estar aún muy recuperado...

Miró en la dirección en que señalase el marino; movimiento, desde luego, había... gente moviéndose sin estar mareada... joder... si hasta se le hacía extraño!!

Flanny, verde como si hiciera un mes que se hubiera muerto, se puso en pie como pudo...

Te diste cueta, pero él no: Cuando se tiró a cuatro patas, para vomitar, el fusil había golpeado el suelo, y seguro habría que recalibrarlo otra vez. El pobre tomó sus cosas como pudo y te apiadaste de él. Lo tomaste por el brazo y tirástes para Capitanía General Militar de Port Said. No era complicado. Se podía ver un edificio a poco más de 200 metros, en el propio puerto con muchas banderas.

Un pequeño grupo de marineros que se cruza con vosotros en el camino preguntó: - ¿Primer día navegando chicos?

-¡Ojalá!!! -respondió jovialmente -¡Después de la primera semana ya dejamos de contar!

Sinceramente, era mejor tomárselo a guasa, porque si les veían andar.... por momentos, especialmente a Flann, les costaba mantener una trayectoria medianamente recta; ciertamente, reparó en la caída del arma de su compañero, pero también pensó que, cuando pudiesen, tendrían ambos que ir a un campo de tiro; después de un largo viaje, incluso teniendo cuidado, no podría asegurarse que la precisión fuese la adecuada. Tocaría asegurarse y reajustar lo necesario... Pero eso ya tendría que ser en destino; en tránsito sería más complicado.

-Venga, Flann... que no se diga... tenemos el edificio a la vista; tu haz como siempre... saluda y sonríe... y procura no vomitar encima de nadie; eso no suele gustar mucho. Respira hondo y piensa en culos; a mí siempre me funciona.