Partida Rol por web

La voz del chico surge a través de la nada como si, a pesar de estar en el mismo lugar, nos encontráramos en realidades diferentes. Como si, sin importar cuan cerca nos encontrásemos unos de otros, una barrera nos mantuviera eternamente separados.

La mano de Kora, aferrada a la mía, comienza a ejercer presión, al mismo tiempo que su llave espada vuelve a aparecer, luminosa y ardiente, como si se tratara de un faro alrededor del cual pudieran reunirse los corazones perdidos. Un faro que pudiera encauzar y guiar el rumbo de aquellos que hemos naufragado entre la noche.

Asiento, de forma imperceptible, sin poder hacer más que prestar mi apoyo silencioso a su voz alzada. Si alguien puede romper el laberinto de ilusiones en el que nos encontramos sumergidos, esa es ella.

La llave espada de Kora emite un fulguroso destella blanquecino desde la punta del arma hacia el cielo, tras lo cual, un rayo de luz de la misma intensidad sale disparado hacia arriba, y un ruido parecido al de una cerradura al cerrarse se esucha abiertamente. Lo último que llegáis a escuchar ambas es la voz del supuesto encapuchado sonriendo sesgadamente.

-Jeh... No esperaba menos...........

De pronto, y en medio del combate, mientras tratas de esquivar los golpes de aquel coloso sombrío, de la nada aparecen Kora y Yume, cogidas de la mano y rodeadas de un haz de luz que, tras un repentino destello que te ciega por escasos segundos, desaparece.

Se encuentran justo a tu lado, de cara al grotesco enemigo que tenías enfrente. Kora parecía tener la llave espada en alto, quizás debido a alguna acción  previa que le había llevado a armarse.

Os encontráis de frente. Por un lado, Kora y Yume, cogidas de la mano, y por el otro, un magullado Rin al borde de sus posibilidades, bastante malherido y con su llave espada en alto.

Tras el destello de luz, Kora y Yume pueden ver al fin contra lo que estaba luchando Rin. Una gran sombra de ojos amarillos con un gran vacío en el pecho en forma de corazón, la cual ruge enfadada y ansiosa de proseguir con la lucha. 

No esperaba menos asegura la voz del otro encapuchado, y, sin embargo, no puedo evitar pensar que yo sí esperaba más. No me gusta que haya jugado con los sentimientos de Yume, que venda humo a quién ya tiene bastante. Pero la escena que pone ahora ante nuestros ojos araña mis entrañas con el recuerdo del desierto y vuelve pesado el pozo de alquitrán de haber oído el dolor de Rasheltex.

Abro los ojos para dejar más sitio a mis pupilas dilatadas por el horror de haber estado a punto de perder a Rin sin poder hacer nada por impedirlo.

— ¡Eres un cagaprisas! —me quejo ocultando que sus heridas probablemente me duelan más a mi que a él.

Y con esas palabras aprieto la mano de Yume en disculpa por tener que dejarla, busco una poción en mi bolsillo que doy a Yume y empuño la llave-espada con ambas manos — ¿Puedes llevarsela? Le curará, yo vigilaré que él no os haga daño —explico señalando a la sombra con la cabeza y sin esperar respuesta doy un paso al frente — ¡Eh, tu! —le grito al bicho corriendo para rodearlo y hacerle dar la espalda a Rin— ¿tienes nombre?

-No esperaba menos...- Cierro brevemente los ojos, con una pregunta brotando difusa en el vacío de mi cabeza -¿Qué se podía esperar...? ¿...mis recuerdos...?

Una inmensa forma negra se alza ante mí cuando los abro, pero mi visión se centra más en el hueco de su torso que en la realidad de su figura. Un corazón. Todas las respuestas siempre acaban llevando a la misma palabra. Al mismo concepto. A la luz y a la oscuridad. Al vacío.

La voz de Kora reclama mi atención y tomo mecánicamente el frasco que me tiende. Nuevamente, por segunda vez desde que puedo recordar, siento algo que se remueve en mi interior. Una sombría sensación de desagrado. Ella se va a poner en peligro por alguien que no lo merece... y en lugar de poder protegerla a ella me veo forzada a actuar por alguien que no me incumbe. Que desprecio.

-Egoísmo- Una definición que surge de mi mente, armonizándose con un significado que hasta ahora no comprendía. Soy consciente de que, si hubiera estado sola, lo habría dejado morir. Sin dolor ni placer. Sin remordimientos. Incluso en este momento, siento un germen de duda en mi interior... pero ella no lo ve, porque ya se ha girado antes de que pudiera contestar.

Me detengo durante un segundo, inmóvil, sujetando el cristal mientras la observo alejarse. Ha confiado en mí y no puedo traicionarla. Si no...

El resto del pensamiento se difunde en el vacío mientras, lentamente, me pongo en movimiento y acelero hasta donde se encuentra el chico. Extiendo el brazo, acentuando la escasa distancia que nos separa, y le ofrezco la poción con inexpresividad. Sin embargo, una frase surge de mis labios, tenue, casi inconsciente, pero que tienes menos de amable que de amenaza. -Has sido afortunado...

La sombra se queda impasible, enfocando sus grandes ojos amarillos en Kora, a la vez que Yume se acercaba a un maltrecho Rin a brindarle ayuda. Parecía comprender las palabras de la chica, puesto a que la misma ladeaba la cabeza de un extremo a otro, tratando de comunicarse con ella, o por lo menos, eso simulaban sus acciones. 

Tras aquello, el ente enfoca también su mirada en su agresor y en la nueva muchacha que se había presenciado ante él. Absorto en una maraña de misterio e impasibilidad, la gran sombra proyecta un estruendoso rugido, provinente de su interior.

---¿Afortunado? Por favor, lo tenia todo controlado- le replico, aunque obviamente era mentira ya que a simple vista estaba bastante destrozado, tanto físicamente como Psicológicamente, y apenas podia levantar mi arma- Id a acabar con el bichejo, lo he debilitado lo suficiente para que no sea un problema para vosotras, me uniré en breve con vosotros- le digo cogiendo la poción y bebiendo de ella.

-Mentiroso.- El acusador adjetivo aparece en mi mente, cargado de rencor. Durante un instante, clavo mi mirada bicolor en él, casi como si estuviera esperando algo, aunque ni yo misma se decir el qué. Tal vez, una disculpa. Tal vez, una excusa para odiarle. Tal vez, simplemente, crea que si lo deseo lo suficiente pueda hacer que desaparecer tragado por la oscuridad.

Sin embargo, la criatura se vuelve hacia donde me encuentro y ruge, como si sintiera dolor. ¿Puede sentir dolor un monstruo? ¿Puede sentir tristeza un ser cuyo corazón no es más que una forma vacía entre las sombras que lo forman? No tengo respuestas, pero sé que tengo que luchar.

Noche Eterna. La llave aparece en mi mano y acorto las distancias con el enemigo para lanzar seis rápidos cortes contra su cuerpo informe. Un movimiento veloz, desacostumbrado a mi natural. La acción me deja exhausta, no tanto a nivel físico, sino a un nivel que es casi emocional, y doy un paso atrás, observando el resultado. ¿Cuánto tendría que luchar antes de recuperar los recuerdos que me han sido arrebatados?

El ritmo de mi corazón se tranquiliza al vislumbrar como Rin bebe la poción y una fina sonrisa aparece en mis labios, en parte cómplice y agradecida con Yume, y en parte como reflejo del alivio por saber a Rin más a salvo.

Los gestos de la sombra me obligan a dar un paso hacia ella con los ojos bien abiertos como si su falta de expresión pudiera compensarse con más atención por mi parte pero entonces la frustración vuelve a avivar su violencia y la oigo rugir con los oídos y con los huesos.

— No, ¡no! —protesto al ver que vuelve a centrarse en mis amigos— Aquí, sombra, quédate conmigo.

La gran sombra rugía en el vacía solitaria, a la vez que amenazaba con sus malas intenciones a los portadores de la llave espada que le osaban plantar cara. 

La masa humanizada de oscuridad no tardó en responder a las palabras que la muchacha le había dedicado. No estaba claro de que los sincorazones pudieran sentir o escuchar emociones, pero parecía que la gran sombra si que hizo caso de las mismas, cuando enfurecida, lazó un fuerte puñetazo cargado de energía oscura en contra de ella, impactando de mala gana en contra de su Flame Sweetheart, aquella llave espada que tanto la había acompañado y que de tantos peligros la había sacado. 

Kora bloqueaba bien el puñetazo, saliendo arrastrada unos pocos metros por el potente golpe, no obstante, aquel bloqueo fue demasiado duro para ella, quien acabo hincando la rodilla al suelo cuando la masa oscura retiró su mano. No tuvo tiempo de reacción cuando un segundo puñetazo cargado de la misma energía oscura impactaba a su lado, creando una onda de choque que la lanzó junto a sus compañeros por los aires. No obstante aquello, los portadores pudieron recuperarse en el aire con gran maestria, y a pesar del golpe cayeron bien al suelo, exceptuando Rin, que por sus heridas aterrizó de malas formas, cayendo desplomado al suelo sin ni siquiera haber podido recuperarse en el aire.

La sombras que empezaron a brotar del vórtice oscuro que había creado su jefe miraban a todos lados, maliciosas, con ganas de hacerles daño y de arrebatarles los pocos atisbos de luz que esbozaban sus corazones en toda aquella oscuridad. A pesar de eso, la gran sombra empezó a caminar, aplastando a algunas de las sombras más pequeñas a su paso, y tratando de golpear a Kora de un manotazo, oscila los brazos de un lado a otro a modo de barrido, golpeando a la chica que vuelve a salir por los aires, esta vez en la otra dirección.

El primer golpe recibido me duele no solo en el cuerpo sino también en la moral, aun así sonrío al haberla alejado de mis amigos. Puede que esta sombra a fin de cuentas no quiera...

Todas mis valoraciones se detienen con el segundo golpe y en el vuelo abrazo a mi llave espada para protegerla como ella acababa de hacer conmigo.

Al volver a poner los pies en el suelo y ver a Rin echado, mis ojos corren a Yume y la analizan con prisa pero cuidado, quiero asegurarme de que esté bien, o todo lo bien que pueda aun con la situación. Me aflige pensar lo mucho que debe haber pasado Rin solo y me cabrea su tozudez en buscarse problemas pero me alegra estar aquí, ahora.

Con el tercer golpe, planto los pies bien firmes en el suelo y empuño con fuerza la llave-espada.

— Basta ya —recupero la fascinación de mis pies por correr y saltar y me dirijo a golpear a la sombra.

-¡Kora!- Ante mis ojos, todavía inmóvil, puedo ver como Kora se ve arrastrada por el oscuro puño de la criatura. Su llave espada brilla, cálida, entre ambos, pero unos instantes más tarde es despedida hacia arriba por una fuerte onda expansiva. El mundo se invierte en escasos instantes y siento un leve dolor y aturdimiento -Yo también... he sido golpeada...

Me siento cada vez más débil. El chico cae contra el suelo, como un muñeco cuyos hilos han sido cortados. Comprendo que yo también voy a chocar y, del mismo modo que mi corazón invocó la llave espada cuando mi memoria la había olvidado, mi cuerpo reacciona girando en el aire para caer en pie y en guardia con un movimiento que mi mente no reconoce. Mis rodillas se flexionan levemente al amortiguar el peso pero mi arma permanece cruzada frente a mí, defendiéndome casi con voluntad propia del gigante y de las sombras.

-Kora...- Desde la espalda del monstruo, inclinado hacia delante, puedo verla tratando de resistir los numerosos ataques. Él permanece inmóvil y resulta imposible saber si se encuentra vivo o muerto. -...¿Controlado?- Mi corazón no refleja ninguna emoción al contemplarlo, pero viendo la lucha de la que ahora puedo llamar como una amiga, siento la necesidad imperiosa de actuar y mis pies comienzan a avanzar hacia delante antes de que mi consciencia pueda reaccionar.

Con un salto, apoyándome en la propia masa oscura que forma el cuerpo de la criatura, dirijo el cristalino filo de la llave hacia el exterior y realizo tres cortes contra su cabeza antes de volver a caer al suelo.

Me incorporo con cierto esforzo, la verdad es que estaba al limite de mis fuerzas y apenas podia moverme sin sentir un dolor atroz; miré a la enorme mole de sombras  mientras millave espada se cargaba de energia, lo tenia muy claro, no caeria solo en aquella batalla, antes de caer me llevaria a ese enorme bicho conmigo.

Con un movimiento bastante torpe, hago un tajo en el aire yal instante decenas de cuchillas de aire aparecen golpeando al Sincorazón

Los ataques devastadores de los portadores hicieron mella en la gruesa defensa de la gigantesca sombra, la cual hincó su rodilla al suelo, denotando de que aquello estaba dando resultado. La poderosa habilidad que había usado Kora había causado grandes estragos en su defensa, así como las embestidas furiosas de Rin, quien se debatía entre la conscienca y la inconsciencia por las heridas recibidas. Yume no iba a quedarse atrás, pues gracias a sus recuerdos ahora podía empuzar la llave espada, y ahora podía defenderse a ella y a otros de todo mal ajeno a ellos.

No obstante, su enemigo no parecía que quisiera rendirse tan facilmente. La gran sombra se alza de nuevo, y junta sus manos, para canalizar una extraña esfera de energía oscura, la cual dejaba escapar rayos oscuros desde su núcleo. Poco a poco, aquella bola iba tomando más masa, hasta simular una esfera tan grande como el puño del Sincorazón. La gran sombra alza sus brazos, lanzando el orbe por los aires, el cual empieza a ascender hacia el cielo, desapareciendo en la inmensidad, y explotando en ella, creando orbes en miniatura que empezaron a descender a modo de lluvia. Aquellos orbes daban una descarga electrica al tocarlos, por lo que no era buena idea mantenerse cerca de ellos. El problema es que habían demasiados, y a pesar de poderse esquivar algunos impactarían sin lugar a dudas en los portadores, causandoles un ligero daño.

Por otra parte, las pequeñas sombras que había invocado la grande momentos atrás empezaron a abalanzarse a por los portadores, garras por delante, arañandoles. Una sombra por portador, así se dividieron. Las sombras, primitivas especies de oscuridad anhelando tener un corazón. Se movían por impulso, así que no eran impredecibles, pero a veces eso causaba que se dividieran y fueran blancos fáciles para la llave espada.

La gran sombra parecía enfurecida, pues sus ataques se habían intensificado. Quizás fuera porque estaba al borde de desaparecer ante los portadores, o porque había recibido un daño considerable, pero el gigante se deja caer sobre sus rodillas, para canalizar pura energía oscura en el gran orificio en forma de corazón de su pecho. Tras canalizarla, varias bolas de fuego oscuro salen disparadas de su interior, teledirigiendose rápidamente hacia los portadores, dañandoles a todos. La batalla era encarnizada, pero ya fuera para bien o para mal, estaba a punto de llegar a su punto y final.

Siento mis piernas flaquear cuando la sombra sigue creciendo. La esfera de energía oscura llena mi espalda de calambres fríos. ¿Y si no he crecido después de todo? Me asusta pensar que nuestros golpes no le hagan cosquillas. Me asusta pensar que me equivoqué al recorrer este camino, y entonces, mis ojos como si fueran más sabios que mis pensamientos y pulmones casi suicidas se deslizan hasta Yume y entiendo, que es justamente dónde debería estar. 

Lleno mis pecho de aire cuando la sombre empieza a levantar la esfera y asiento con fuerza los pies en el suelo: no va a pasar por encima de mí. No va a tocar a mis amigos.

Sin embargo, pronto hay más orbes de los que puedo seguir con los ojos, mucho menos apartarlos con la llave-espada. Siento el escozor eléctrico de su contacto pero solo grito con el primero con queja, sorpresa y fastidio que si no repito es por no saberme escuchada.

Aparto el sincorazón con Flame, una primera vez intentando no dañarlo entendiendo que su camino tiene un impuso demasiado parecido al nuestro. A fin de cuentas, todos buscamos aquello que hemos perdido.

En ese momento miro a Rin, como si una conexión de pensamientos hubiese escrito su nombre a fuego dentro de mi cabeza. Distraída llego tarde a poder reaccionar al ataque desesperado del gigante y mis dedos se aprietan contra la empuñadura llena de fastidio. La aprieto con tanta fuerza que mis nudillos quedan blancos e incluso mis dientes se resienten.

- ¡Para de una vez! -grito a ese mostruo corriendo hacia él. Alzo la espada al lado de mi hombro y dejo que fluya la energia de mi interior justo como él acaba de hacer pero en vez de buscando mi corazón, lo recojo en mis pensamientos de todos aquellos que han tocado una parte del mismo. 

Salto sobre él para golpearle tres veces, intento apartar un sincorazón y vuelvo a golpear al gigante.

-Está cayendo...- La criatura hinca una rodilla en el suelo, como si le fuera imposible mantener el peso de su enorme cuerpo. -¿Puede sentir... dolor? ¿...Miedo?

Ambas son preguntas vacías, que se deshacen como humo cuando el monstruo vuelve a ponerse en pie, llenando el aire de extraños orbes oscuros que caen como una lluvia de estrellas. Kora deja escapar un leve grito y yo misma habría igualmente soltado un quejido si me quedara algún aliento con el que protestar. El brazo que sostiene la llave espada tiembla a causa del esfuerzo que ya apenas puede soportar, y el sonido de mi propia respiración comienza a hacerse cada vez más estruendoso en mi cabeza frente al silencio de mis oídos embotados.

-Tengo... sueño...- Cada vez me es más difícil mantenerme en pie y me doy cuenta de que a mi alrededor la sala me resulta a cada momento más sombría o, tal vez, son simplemente mis párpados que se cierran. Dormir para siempre entre tinieblas... durante un momento esa posibilidad resulta casi atractiva. Fácil. Agradable. -¿Por qué luchar... contra la muerte?

La pregunta dura apenas un segundo, porque el arañazo de uno de aquellos seres me devuelve a la realidad con la respuesta. Dolor. Siento el dolor en la herida y, por instinto, alzo a mi Noche Eterna contra el fuego negro que se dirige hacia mi rostro. Vivir me hace daño... pero tal vez morir me haga sufrir incluso más. No puedo saberlo. Lo que sí sé es que en la nada estaré sola... y ya no deseo estar sola nunca más.

Veo como Kora se lanza a correr hacia el monstruo y en un último acopio de fuerzas la imito ignorando a la sombra que merodea al acecho de nuestros corazones. Es ahora o nunca. Ni siquiera trato de protegerme, porque no me queda apenas vida que proteger. En un último ataque desesperado, salto para golpear los puños de esa masa informe que no cesa su deseo de destruirnos, sabiendo que ya no podré levantarme tras caer. Pero un nuevo pensamiento ha surgido en mi cabeza, como si un recuerdo de mí misma me lo hubiera susurrado. -Si he de desaparecer... antes arrastraré al mundo al vacío.

Aquel ser era intimidante, abrumador y colosal, pero ni siquiera su apariencia pudo derribar la tenacidad de los portadores, quienes lucharon con valentía hasta acabar exhaustos. La gran sombra, fustigada por los potentes golpes de sus oponentes, y anhelando los corazones de sus atacantes, se abalanzó a la desesperada. No obstante, los últimos golpes de Kora y Yume combinados fueron suficientes para derribarla por completo, haciendo que esta se desvaneciera poco a poco, mientras parecía retorcerse por las heridas recibidas. La masa de oscuridad que se había acumulado en forma de cuerpo gigantesco ahora parecía más bien una humareda oscura, y aquellos grandes ojos amarillos se difuminaron por completo, hasta desaparecer. Sólo quedaron unas manchas de oscuridad, las cuales también se desvanecieron lentamente, como retazos de una criatura ya olvidada por las sombras.

Tras la desaparición de la misma, las llaves espada empezaron a emitir una tenue luz, aquella misma luz que resplandecía cuando la necesitabais, aquella que os daba un nuevo camino a seguir. Se había abierto de nuevo un portal, pero esta vez, había surgido solo, sin necesidad de invocar ningún tipo de habilidad o poder. Era como si las propias armas que portaban se hubieran puesto de acuerdo en mostrar el camino tras tan ardua batalla. Era ahora o nunca, la única oportunidad que habíais visto de escapar de allí. ¿A donde conduciría aquella puerta? Sólo había una manera de averiguarlo, y no podía ser peor que estar en medio de la nada, ¿verdad?

Cuando la criatura de sombras desapareció, miré a Yume repasando su estado antes de preocuparme por mis heridas. Necesitaba saber que estaba bien. Era una necesidad que tiraba de mis entrañas parecida pero completamente contraria al impulso de esconderme en el jersey de Faile.

Corrí a acercarme a ella, aun con Llama en la mano y mis brazos la rodearon sin remedio olvidando por un instante que era de educación pedir permiso o esperar a ser invitado a ello.

— Estás bien —constaté respirando en su omoplato antes de apartarme y pedirle permiso con la mirada para seguir mi necesidad hasta asegurar la respiración de Rin—.

Sentí la llave-espada vibrar pero no la atendí, necesitaba levantar al culoinquieto que había adelantado el trabajo con la sombra él solo. Procuré sujetarla con una mano a pesar de que cada vez parecía pesar más y al llegar a mi compañero ya tenía en la otra mano una posición para sus heridas. Me arrodillé a su lado, sentándome en mis talones.

— Rin... —le llamé con suavidad destapando la botella— Voy a darte esto, ¿vale? —la vacié en él, incorporándolo un poco.

Y solo al ver que se recuperaba atendí a la brecha de luz.

— Tenemos que movernos —le pedí al peliazul y miré a Yume para animarla a escapar—. Te seguiré.