Partida Rol por web

Ser Auris se situó al lado del Sacerdote sin decir nada más. La patrulla tarde o temprano vendría a investiga el origen de los ruidos y el paladían enarbolaba su arma de asta dispuesto a hacer que pagaran caro el acercarse.

Observó de reojo la siempre afilada arma del sacerdote, a la que el hombre de fe dedicaba hora a pulir su filo. Le sorprendía que no tuviera el grosor de una hoja de papel a estas alturas de tanto pasar por la piedra de amolar. El paladín mantenía sus armas a punto pero no hasta ese extremo. COnsideraba que había mejores maneras de invertir su tiempo. Aunque realmente también disfrutaba de un buen guiso de conejo y no iba a compartir esos detalles con Eren claro, no sería adecuado.

Oteó las cercanías a la espera del inevitable choque de fuerzas y rezó a Abadar internamente para que les diera las suficientes para afrontar este reto. Las iban a necesitar.

La flecha del hombre serpiente atravesó el gaznate del vigilante y éste cayó a plomo.

- ¡Falgrim!

Exclamó el último de los guardias.

- ¡Alerta, nos atacan! ¡Todos a sus puestos!

Gritó a pleno pulmón. Los tres que habían pasado ante vosotros reaccionaron volviendo hacia la única dirección hacia la que podían ir que era la vuestra. Al doblar la esquina avistaron las figuras de Auris y Eren, quedándose ahí plantados.

- ¡Están dentro!

Para su sorpresa, la invasión se producía desde el interior de la fortaleza. Una flecha surcó entonces el viento, dirigiéndose a Sulmavate y proviniente de la otra torre, pero falló. Con velocidad cargó una segunda y la lanzó también* pero erró de nuevo.

Maldiciendo para sus adentros*, Sulmavate logró esquivar por los pelos una flecha que se acercaba desde la tercera torre. Era el hombre que había escuchado cuando abrieron la tapa del pasadizo... 

Apuntando casi más por costumbre que con verdadera atención disparó un proyectil contra el hombre que le atacaba, su atención estaba más centrada en la patrulla que se acercaba desde el lateral, y podía darles más problemas.

- ¡Nos han descubierto, a las armas! - Gritó el clérigo a sus camaradas.

Viendo que aquellas flechas iban en dirección a Sulmavate, el feroniés no lo dudó, agarró fuertemente a Mournblade y ayudado por un poco del favor de su deidad, trató de cargar contra el primero que tenía frente a sí. Sin dudarlo, si, y eso podía jugarle alguna mala pasada.

Todavia hay arqueros, maldición, dijo Nihljem mientras se ocultaba tras el parapeto, mejor no arriesgarse, pensó mientras empeza a invocar una criatura de otro plano para que ayudase a sus compañeros en el combate

Ser Auris avanza con un sonido metálico mientras balancea su arma de asta con fuerza, golpeando el arma del bandido que se encuentra ante Eren. El golpe iba dirigido hacia él pero sin suficiente tino más que para hacer notar la presencia y la fuerza del hombre acorazado blandiendo una larga arma de asta como refuerzo de la afilada hoja del sacerdote. El caballero recobra el equilibrio mientras observa a los bandidos desde una posición de firmes con el arma lista. Cualquiera que se acercara debería pasar por su atenta guardia.

-Bandidos, si no queréis acabar como la patrulla, rendíos en silencio. Esta será la única advertencia... -

El tono glacial del paladín no daba lugar a dudas de que el que no siguiera sus indicaciones sufriría un oscuro destino.

Un nuevo grito aunque esta vez alterado por la suave voz del bandido del fondo anunció que Sulmavate había tenido éxito otra vez. Ahora no quedaban guardias en las torres, pero se escuchó el ruido de más movimiento en el interior.

- ¡Ya vamos!

- ¡Hacia el sur!

Gritaban los más cercanos a vosotros para indicar dónde estaban.

- ¡Calla basura noble! ¡Ya amenazarás menos cuando te raje la cara! - El chalado se lanzó de frente buscando herir a Auris, pero sus espadazos no fueron certeros, aunque puso empeño en realizar varios intentos.

Los otros dos que venían llegaron hasta Eren con los mismos ánimos de reventarlo, con inusitada furia trataron de hundir las espadas en su cuerpo y venian con tal ímpetu que ambos lograron herir al clérigo.

- ¡Ja, estás muerto, basura!

Ni mas ni menos que tres enemigos rodeaban al feroniés que nada pudo hacer ante los certeros ataques de los bandidos, que hundieron sus espadas en el cuerpo del clérigo. La sangre comenzó a brotar, bañando las ropas de Eren y deslizándose hasta caer gota a gota en el suelo, a sus pies.

- Aaaaaggggg. Se quejó abiertamente con una mueca de dolor. Sin duda, aquellos bandidos parecían mas duros que sus camaradas del bosque o, tal vez, era Eren quien estaba mas torpe de lo normal.

Sin pensárselo dos veces, respondió con un tremendo golpe de Mournblade, apoyado por la ayuda divina de su señora Feronia que volvió a imbuir su espada con el poder canalizador que poseía el clérigo.

- Aun falta para mi final, sucios bandidos... - Tras su golpe dió un paso atrás, cerrando filas junto al paladin, tratando de evitar que el número de bandidos le abrumaran en combate.

Rezagado de sus compañeros, Vukvard enarboló su martillo desechando las gotas de sangre que aún le cubrían. Dio media vuelta y, con un grito más propio de un oso que de un Enano, corrió escaleras abajo, hacia sus compañeros. -Argt!- 

Con una silenciosa e intimidante mirada, enseñó los dientes a los bandidos.

Nihljem apuntó al cielo desde su escondite, mientras un aguila celestial se materializaba en el cielo para bajar a atacar a los enemigos de sus compañeros, mientras el mago abria la trampilla y oteaba para descubrir que sus compañeros estaban luchando contra los bandidos.

Rapidamente conjuró un bloque de nieve que impactó en el bandido más alejado, dejandolo aturdido por el bolazo en la cara

El paladín balanceó su arma de asta con fuerza, con la intención de barrer a los dos bandidos más alejados. Habían herido a Eren con severidad y no habían atendido a su alocución de rendirse. Parecía que estaban sedientos de sangre o quizás temían más a quien debían su lealtad. En todo caso habían reaccionado con severa violencia y era el momento de devolverles la misma moneda.

Recuperó el equilibrio parcialmente, sabiendo que su maniobra le dejaba la guardia abierta al bandido más cercano. Esperaba que lo tomara como una invitación para que dejara de hostigar al sacerdote y se centrara en atacarle a él. Para animarlo aún más en ese sentido le dedicó unas palabras peyorativas.

- Tu no rajarias ni una naranja podrida tuercebotas, tira ese arma que no sabes ni manejar, ponte de rodillas y quizás salves la vida. -

Eren canalizó la energía negativa a través de su poderosa espada, descargánola en el cuerpo del bandido junto a un profundo tajo que le causó la muerte directa. Auris no se amedrentó ante la amenaza de una vez más, atacar su rostro, sino que alzó la espada para descenderla y atraverar el hombro de ese desdichado. Aprovechó para realizar un nuevo ataque pero su siguiente presa ya estaba muerta, puer la bola de nieve de Nihljem impactó en la cabeza congelándolo al instante.

Hacia el norte se escuchaban sonidos de pasos corriendo y gritos de alerta, pero más cerca vuestra, una figura grandota se acercó hasta donde se encontraba el arquero y el mago.

- ¿Qué pasa? ¿Quién nos ataca? ¡Ostras, nos ataca una serpiente!

Un tipo de gran altura y anchura, un humano pero que parecía primo de un ogro, arreó con fuerza el hocico de Sulmavate usando para ello su garrote, a pesar de no llevar consigo ninguna iluminación. El golpe llevaba aparejado una gran fuerza y casi le hizo saltar un colmillo.

Cuando llegó a la refriega no había nada que hacer... Sus compañeros, hábiles guerreros, habían dado buena cuenta de los bandidos. -Mwrth.- Rumió su mala suerte mientras apretaba con fuerza el mango de su martillo. Hasta que un ruido sordo llamó la atención a sus espaldas.

Dio media vuelta para ver a aquel gigantón saltar una muela al Explorador escamoso. Con una breve letanía llamó a las fuerzas de la naturaleza para que dieran densidad a su martillo, volviendo el acero aún más pesado. 

Con las antorchas en el suelo, pues los bandidos habían caído ante el poderío físico del paladin y el poder de Feronia, Eren se preguntó si colocar una de esas antorchas en su escudo, pues llevaba una suerte de gancho a tal efecto. En lugar de eso, prefirió no,agacharse, pues aún tenía una herida considerable en el costado. Mientras tocaba levemente su símbolo sagrado, invocó el poder de su deidad.

- Mi señora, que tu fértil llama ilumine a tu siervo en la oscuridad de la noche. Que tu luz incandescente destruya las tinieblas a mi alrededor. - Y tras su plegaria, y tocar su escudo, una luz mágica dio luz en el lugar, cual antorcha, solo que esta vez era luz mágica, proveniente de su escudo.

- Sígueme Auris, parece que tienen problemas el resto del grupo, yo iluminaré el camino. - Y el clerigo volvió sobre sus pasos, subiendo a la plataforma.

¿De donde ha salido este bruto? Se sobresaltó el hombre reptil.

Bastante disgustado por que le llamaran serpiente se alejó un pequeño paso para tomar distancia de su garrote, y le disparó con cuidado, tratando de estropearle lo más posible la cara. ¿A quien llamass sserpiente, mono?. Hace mucho que había conseguido mitigar la aversión hacia esa especie, gracias, sobre todo, a sus compañeros, pero de un solo golpe, el matón que tenía delante le había recordado todos sus prejuicios contra ellos.

Escóndete. Ordenó en dracónico*. Este bruto es capaz de intentar cocinarte para la cena

Tras constatar que el siempre decidido Eren hendía las tinieblas con la luz que Feronia le había otorgado, el paladín asintió a sus palabras siguiendo al sacerdote. No obstante no corrió a primera línea de batalla como era de esperar. Y es que Eren no parecía ser consciente en su fervor del rastro de sangre que dejaba mientras se movía.

Sin separarse de su lado subió las escaleras y mientras rogaba una silenciosa oración a Abadar tocó su hombro. Una dorada luz resplandeciente se manifestó por un momento para penetrar en el cuerpo del clérigo con un efecto sanador. Ser Auris no permitiría que sus amigos se pusieran en peligro si estaba en su mano evitarlo. Luego alzó algo la voz.

- Nihljem, detrás de mi. Ese bruto podría abollarte la testa con esa clava. -

Al ver al gigante aparecer, rapidamente llamó a su Aguila para que entretuviese al ogro.

Ahora voy Ser Auris!, voy a dejarle un recuerdo, conjurando rapidamente lanza un rayo de fuego que impacta en el pecho del ogro, que trastabillea. Cosa que Nihljem aprovecha el mago para colocarse detras del paladin

El corpulento Auchs parecía determinado a realizar una carnicería cuando una flecha atravesó su pierna, el águila le picoteó en la boca y un luminoso rayo de fuego casi le incinera. Gritó asustado ante la fiereza de los guerreros que tenía delante. Pareció dudar aunque en ese momento una figuras se movían por el nivel superior y una de ellas chilló con odio.

- ¡Lucha Auchs!

Exclamó. Eso pareció convencer al gigantón, quien obedeciendo sin rechistar avanzó otra vez hacia Sulmavate.

- ¡Muere, bruja serpiente!

Parecía confundido respecto al nagaji, pero el garrotazo fue otra vez rotundo, sonando con fuerza y haciéndole sangrar para mayor horror de Ko, que pudo observar a cinco personas más buscando el combate.

- ¡Ayúdame Dovan!

Exclamó el matón viendo ahora la gran cantidad de enemigos que tenía delante.

-Mierda!- Esta vez la voz del locuaz Enano fue fuerte y clara. El traqueteo del devenir de los refuerzos del fuerte hizo cambiar de opinión a Vukvard. El rescate de Sulmavate tendría que esperar. 

Volvió a invocar las fuerzas de la naturaleza. Ésta vez para hacer crecer enredaderas por el suelo del fuerte. Sin impedía su movimiento, al menos lo retrasaría...  

Los enemigos se multiplicaban por momentos. El factor sorpresa se había,esfumado y llegaba la hora de las tortas, pese a las heridas. Heridas que iban dejando un pequeño reguero de sangre al paso del clérigo. Por fortuna para el, sintió el toque divino de la deidad del paladin, que le ayudó, en parte, a cerrar esas heridas.

- Gracias, Sir Auris. Veo que tienes mas de un as en la manga. Yo también tengo algo para todos que nos ayudará en el combate... - Yntras sus palabras, levantó, momentáneamente, el símbolo sagrado de su deidsd, al tiempo,que entraba en comunión con su deidad, Feronia.

- ¡Mi señora, otorga de nuevo a tu siervo el poder de tu llama! ¡Deja que comparta tu poder con mis compañeros! ¡Otórgales un poco de tu gracia divina! - Gritó su plegaria.

Al momento, todo el grupo de combatientes sintierno el cálido toque de la llama fértil. Un aura que les envolvió, procedente del feroniës y canalizada a través de su ser.

- ¡Ahora, ayudemos a Sulmavate contra ese gigantón! - Proclamó, volviendo a blandir a Mournblade, preparado para actuar.