Partida Rol por web

Auris y Eren tomaron la delantera y abriendo la trampilla de la bodega bajaron para encontrar una larga escalera que bajaba unos cuatro metros y medio hasta un subterráneo oscuro. Algún tonel, cajas y trastos podían verse alumbrados por el conjuro de luz proviniente del escudo.

El lugar se encontraba silencioso y la luz no pareció perturbar nada. Parecía que la bodega continuaba hacia el sur y hacia el este.

Sulmavate estuvo tentado de bajar junto al paladín, para investigar si había alguna trampa pese a las palabras de Akiros, y por que su visión en la oscuridad era mucho más penetrante que la de los humanos. Pero alguien debía quedarse cuidando al desconocido, y sin duda la visión de VukVard le concedía una gran ventaja sobre el resto del grupo allí abajo.

Baja tranquilo. Le indicó al enano. Nosotros acompañaremos a nuestro amigo. En clara referencia al guerrero. Pero recuerda que no hemos podido descansar después del combate... si encontráis problemas es mejor que volváis rápidamente. Luego volviéndose hacia Akiros volvió a preguntarle ¿Qué hay allí abajo?

- Está bien, Sulmavate. Cuida de nuestro amigo hasta que revisemos lo que quiera que haya aquí abajo. - Contestó el clérigo a su camarada arquero.

Seguía sin fiarse demasiado de Akiros, pero si había alguien encerrado ahí abajo, era menester que lo comprobasen y sacasen de aquel lugar oscuro. Así, el clérigo alentó a Sir Auris a continuar por el túnel, para ver si encontraban algo, pues entre Sulmavate, VukVard y Nilhjem, seguramente podrían controlar al de la cicatriz en la cara.

- Vamos, Auris. Acabemos con esto cuanto antes. Te cubriré. - Dijo mientras se concentraba y buscaba ente los dones de su deidad para ayudar en la búsqueda¹. - Dicen que los paladines pueden sentir el mal cuando está cerca... Creo que un vistazo en este sitio no estaría de más. Podría tratarse de algún truco de ese Akiros... - Añadió al paladín.

Bajando hacia la bodega y alumbrados gracias al escudo, se podía ver ahora que había multitud de cajas a la izquierda y que se alargaba hacia el sur. La vista de Auris le mostró que la pila de cajas se extendía más allá de la oscuridad y quedaba atrás.

Ocupado como estaba mirando aquellos objetos, a los cuales parecía prestar atención también Sulmavate, no acertaron a escuchar como sí hizo el resto una especie de cántico que venía más allá del pasillo. Notas que se alzaban y bajaban de forma rítmica, similares a los compases de un hechizo, aunque no lo lograron reconocer. El cántico, realizado con voz sesgada, se detuvo y nada sucedió a continuación.

Tras examinar el pasillo sur y no ver nada digno de mención, el caballero empuña con más fuerza su espada y el brillante escudo y haciendo eco de la petición de Eren se concentra mientras mira en dirección sur, tratando de percibir la presencia del mal. Tras lo que comienza a avanzar con cautela.

- Te diré si noto algo Eren, voy a tratar de avanzar poco a poco. -

La visión no era el mejor de sus sentidos, y menos ahora que el escudo con la luz de Feronia lo portaba el paladín, al que se lo había cedido momentáneamente.

- ¿Qué ha sido eso? ¿Puedes ver algo, Auris? - Preguntó al paladín que iba delante.

Nijhem se acerco a la barandilla y se paro en seco, tenia poca magia y desde este lugar dominaba toda la escena

El grupo trató de avanzar cuidadosamente tras escuchar el extraño cántico. Sir Auris usó sus habilidades notando maldad en aquella dirección, una maldad que no podía ver por la falta de luz.

Había una peste intensa en la bodega y el ambiente era opresivo. Arriba, el resto de héroes permanecía a la espera. Akiros no hacía nada en particular.

No ocurrió ninguna otra cosa y el silencio invadía el espacio subterráneo. Eren y Auris se arriesgaban a enfrentarse a algo malvado y desconocido, asistidos desde detrás por el poco hablador mago del grupo.

Ser Auris muda su gesto como si de repente tuviera en la boca algo de sabor muy amargo o ácido. Mira al sacerdote y a la zona por la que acaban de entrar a la bodega. Luego le hace un gesto para que retrocedan hasta la escalera. Una vez allí llama al resto.

- Hay algo aquí, algo malvado. Será mejor que bajéis, usaré la varita y avanzaremos. Y decidle a Akiros que diga la verdad sobre quién hay aquí. Y atadle las manos. No parece que haya ningún prisionero. -

Según van bajando el paladín usa la varita sobre Sulmavate y VukVard, un par de veces sobre este último.

Oyendo las palabras del paladín, el clérigo no tenía duda alguna de que algo malvado se encontraba en aquel lugar. ¿Podría ser una trampa? ¿Akiros tendría algo que ver? Eran preguntas sin respuesta que se hacía en la cabeza el feroniés, mientras reculaba, avisado por Ser Auris.

- Muy bien, con cuidado. Debe de ser una trampa. Quizás tendríamos que preguntarle a nuestro nuevo amigo, el tal Akiros. ¿Por qué nos manda aquí abajo a por viejo encerrado y resulta que encuentras presencias malignas? - Añadió, mientras daba unos pasos atrás, de vuelta a los pies de la escalera.

El hombre se mantuvo en el lugar, no parecía más que dejar pasar el tiempo.

- Ya os dije lo que hay abajo. Un viejo al que visitaba Lord Venado todos los días. Prácticamente nadie bajaba ahí.

Akiros hizo una mueca de disgusto.

- Lord Venado se volvió loco y sólo pensaba en beber, ignorando cualquier otra cosa. Yo no sé si ese viejo tuvo algo que ver o no.

Trató de explicar, un poco inquieto por vuestra actitud.

-Mwrt.- Con un ademan de la cabeza agradeció a Sir Auris la curación. Sus heridas se cerraron rápidamente dejando solo rasguños en el cuerpo del Enano, allí donde las flechas de Lord Venado se habían clavado más hondo. 

-Mwrt.- Asió con brío su martillo y bajó las escaleras. Si algo maligno habitaba aquellas bodegas, debían combatirlo. Su aguda vista le brindaba ventaja aunque la luz de sus compañeros irritaba sus ojos en ya acostumbrados a la oscuridad.

Hacia el sur se ve una especie de dormitorio con un camastro sucio en el suelo. Y el pasillo del Este gira luego hacia abajo, de modo que no ves lo que hay.

No se ve nadie.

Sulmavate cogió su cuerda y ató con ella a Akiros.

Ssolo ess para evitar que te marchess, cuando volvamoss te ssoltaremoss nuevamente. Tranquilizó el hombre reptil. A menoss que quierass bajar a combatir a nuesstro lado. Terminó con un encogimiento de hombros.

Tras esto, y tras recibir la curación de Sir Auris, bajó al sótano y preparó su arco

Nihljem siguió en su atalaya, hizo una señal a sus compañeros desde las escaleras, pulgar arriba indicando que estaba listo

Auris se mantuvo cerca de sus colegas usando sus dones y la varita para prepararles para lo peor. En todo ese tiempo curiosamente no ocurrió nada. Al terminar las sanaciones, como si esa persona hubiera concedido una tregua, un cántico vino desde el fondo del pasillo sur y se mantuvo rítmicamente y de forma prolongada. La voz sonaba vieja y raspada, emitiendo lo que a todas luces era un conjuro mágico bastante largo de preparar.

-Mwrtg.- La letanía lejana parecía un mantra embrujado. Un hechizo... -Rápido... Antes de que nos embruje.- El Cazador avanzó con paso firme y el martillo preparado. Habían acabado con Lord Venado y su panda de bandidos, a cual más peligroso, pero Vukvard seguía con el bello de su cuerpo erizado. No se fiaba ni un pelo del viejo que allí habitaba.

- Necesitarás acercarte más si quieres ser de ayuda, Nihljem. -

Dijo el caballero atropelladamente mientras ahora escuchaba claramente un macabro cántico. Decidido a respaldar a VukVard y que el bravo enano no afrontara solo el peligro, aligeró el paso colocándose a su par esperando que la luz de su escudo desvelara las negras magias que allí acontecían.

Había decidido empuñar el escudo en este espacio tan reducido y empuñaba la espada de Akiros, que sin duda poseía algún encantamiento por la hechura de su filo y aspecto pulcro y brillante. Esperaba poder usar esa magia hasta ahora en malas manos, para derrotar el mal que anidaba en aquella oscura bodega.

- Daos prisa, va a convocar un animal si no le interrumpimos, grito a sus compañeros a la vez que avanzaba para colocarse justo detras de Eren, preparado con el baston