Partida Rol por web

Eren mantenía su escudo en alto y a Mournblade en la otra mano, aunque ahora no tenía rivales cerca. Las palabras de su camarada, Sulmavate, le hicieron aparcar un poco sus ganas de combate y esperó que unas palabras a sus primos lejanos hicieran efecto para acabar con las hostilidades y poder llevarse al chico de vuelta con ellos.

La caída dejó sin aliento al paladín que rodó hacia un lado mientras sacaba la varita de curación y pronunciaba la palabra de activación. Esperaba que atenuarse el dolor que sentía tras la caída. Mirando el borde de las paredes del pozo donde había caído, sus esperanzas de trepar hasta su borde eran muy remotas, así que esperó que Nihljem pudiera abortar el conjuro, si es que había sido él quién lo lanzó. Puede que VukVard pudiera sacarlo volando, más dudaba de la fuerza del enano para volar con una carga equivalente a un hombre adulto con su armadura.

- No creo que pueda salir, ¡una cuerda! - Gritó Auris en Común, esperando que los lagartos no lo entendieran. Era poco probable que en el fragor de la batalla pudieran tender una cuerda de manera efectiva, pero por si acaso la pidió.

El Búhonano avanzó por el campo de batalla. Sus compañeros humanos, y otros no tan humanos, estaba en medio de la lucha, intentando parar los pies a los pobres lagartos. Por lo menos habían salvado al pobre Tini.

El agujero que apareció en medio del campamento acabó con varios de los enemigos, por desgracia Sr resbaló y cayó en él también.

Levantar a Tini en el aire era una cosa, pero Sr Auris, un humano adulto y grande, con su armadura de acero... Sopesó la posibilidad y descendió en picado por el agujero. El Búhonano era robusto y fuerte...

Por ahora ajenos al combate central, del que el paladín había sido apartado, el buho logró alzar a su compañero, aleteando con insistencia hasta poder salir con él del agujero. Auris se había tenido que aferrar a las patas, para después tras elevarse unos pocos metros poner los pies de nuevo en tierra. El esfuerzo fue titánico para VukVard pero con ello lograba rescatar a su compañero permitiéndole batallar de nuevo. Y nada parecía fácil, cuando de las chozas seguían surgiendo enemigos aunque uno de los lagartos avanzó bloqueando a los suyos, tratando de decirles que era el ancestro el culpable de todo.

Cerca del rey, Sulmavate había recurrido a su hacha, bañándola de nuevo en sangre, algo poco frecuente en él que prefería regar las puntas de las flechas y no el filo de su arma de melee.

La hiena invocada por Nihljem no mostró ninguna peligrosidad, hincó los colmillos al aire siendo entonces avasallada por tres de los lagartos, quienes con garras y con sus propias fauces, le dieron muerte, logrando así avanzar un poco más hasta el hombre serpiente.

Eren había dudado un instante pero saliendo del ensimismamiento recurrió a sus grandes poderes, con la espada bastarda logró un golpe que atravesó el cuero que protegía al rey, atravesó la carne y ésta ardió, pues el clérigo había llamado al poder de su diosa, dotando a la espada bastarda de un poder aterrador. Veshet aulló tras recibir semejante herida, tan sólo que ya lo tenía por objetivo y quería matarlo en ese mismo instante. El tridente del lagarto buscó de nuevo a su enemigo, encontrando esta vez el escudo por medio, con un sonido metálico el clérigo hubo de ejercer gran fuerza para impedir un empujón. Entonces el rey se echó sobre él mordiéndole en el hombro de manera salvaje.

- *Malditos seáis, ¡tirad las armas ahora, tenéis que rendir cuentas ante el ancestro!*

Exclamó el rey mientras se preparaba para un nuevo intercambio de golpes y para su mayor preocupación, las heridas le hacían difícil seguir combatiendo.

Nihljem empezó a conjurar una bola de nieve para intentar detener al rey lagarto, pero su magia salio despedida hacia el cielo haciendo inutil la accion del Mago

- ¡Aaaaaarrrgggg! ¡Suéltame maldito hombre dragón! - Gritó de dolor el clérigo.

Guiádo por la venganza hacía el mordisco de su enemigo, Eren no controló su poder lo suficiente, pero trató de asestar un golpe letal con su espada bastarda a su agresor.

Agarrándose con fuerza a las garras del fortachón búho Ser Auris vuelve a la lucha, dirigiéndose hacia su principal enemigo, el enorme rey lagarto blandiendo la espada con las dos manos esperando poder asestarle un golpe feroz con todas su fuerzas para que dejara de atacar a Eren.

No sin gran esfuerzo pudo alzar el vuelo y levantar al pesado y acerado humano. Tras unos cuantos aleteos ambos, humano y bestia, estaban de nuevo en el fragor de la batalla. 

Se acercó un poco hacia la batalla, volando bajo hasta posarse en el suelo y luego, donde antes había un búho, ahora se levantaba un Enano, barbudo y fuerte.

La magia de Nihljem no mostró un gran acierto esta vez, pues la bola de nieve se estrelló contra la madera de la muralla, salpicándola tan sólo e incluso pareciendo inofensiva. Tampoco el clérigo de Feronia, ni en una situación difícil logró hacer mella en el rey Veshet, solo que el paladín sí estaba presto para ello. La hoja atravesó el cuello del imponente lagarto, su altura dejó de ser un símbolo de poder cuando la vida salió de él como el aire que contenían sus pulmones, quedó inerte cayendo junto a su tridente. Los suyos abrieron ojos y boca desconcertados ante lo que veían: la derrota de su líder.

- *¡REY VESHET! LOS EXTRANJEROS LO MATARON.*

Se veía en ellos la rabia por el grave atentado contra su pueblo, cuando desde atrás llegó una voz alzándose también.

- *¡¡FORMAD UN FRENTE AHORA, ENTRE LAS CHOZAS!!*

Exclamaba otro de ellos tomando al instante el mando fue aquél que justo antes pedía que todos se detuvieran, ahora con un desgarrador grito puso orden en sus filas. Los lagartos que habían ya luchando se retiraron, volviendo hacia el centro de la fortaleza. La gente lagarto se reunía para enfrentarse a la amenaza.

- *¡¡FUERA DE NUESTRO HOGAR!!*

Gritó con furia el que ahora les guiaba, los lagartos habían reaccionado con tal celeridad que no podía ser la primera vez que actuaban formando, de las chozas lejanas seguían surgiendo más de ellos.

Las heridas abiertas y la sangre que corría de ellas estaban dejando exhausto al feroniés, que empezaba a tambalearse por el daño recibido. Habían eliminado al lider de los hombre-dragón, si, pero había muchos más de ellos. Puede que entre todos pudieran con ellos o puede que Sulmavate pudiera hacer algo tras haber mostrado el poder del grupo. Con esos pensamientos, Eren se concentró en solicitar ayuda de su deidad.

- Oh, dulce Feronia. Concede a tu siervo un poco de tu poder para sanar las heridas que hemos sufrido de nuestros enemigos... - Y el símbolo tatuada en el dorso de su mano se iluminó y un aura curativa envolvió a todos los que estaban a su alrededor, cerrando las heridas, incluidas las del clérigo.

Ya algo restablecido, buscó a Sulmavate, el arquero, con la mirada.

- Sssshhh. Sulma. Hazles entrar en razón. Hemos demostrado que somos fuertes al acabar con su líder. Diles que suelten al chico y nos iremos son más derramamiento de sangre... - Comentó en idioma común, para que los hombres-dragón no se enterasen del todo.

Por fin, tras un buen rato, la última pluma del anterior búho se transformó en un pelo grueso, denso e hirsuto en el antebrazo de un Enano achaparrado, fuerte y con cara de pocos amigos. -Mwrg...- Masticó las palabras en algo parecido a un gruñido. 

-El ancestro! Solo él nos interesa... No queremos más sangre.- No iban a tolerar que un ser vil secuestrara y torurara niños. Ni tampoco que nadie en su nombre lo hiciera, como aquel Rey lagarto. al que El cazador no había podido meter mano.

Nuevos guerreros venían a formar el frente, la gente lagarto había creado un firme bloque para enfrentar a los invasores. Todos compenetrados aunque portando sus simples garrotes, quizá no darían tanto respeto de no ser porque garras y colmillos eran armas aún más letales.

El que había tomado el mando esperó a que estuvieran todos reunidos, las palabras de VukVard no causaron mas que un leve desconcierto puesto que no l. En los ojos del líder se pudo ver una pequeña comprensión puesto que el enano no transmitía odio o animadversión, solo que los ánimos exaltados con la muerte del rey no permitían margen alguno, ni a intentar entenderlo siquiera.

- *¡MARCHAOS, EXTRANJEROS!*

Hicieron gestos para confirmar que estaban listos, mirando al frente esperando avanzar ahora. Tenían que elegir: luchar contra doce o alejarse.

- Retiremosnos amigos, dijo el mago al ver la masa de hombres lagarto. - Hemos salvado a Tig con el minimo derramamiento de sangre posible.

- Llevemoslo con su familia y volvamos a ajustar cuentas con el Ancestro, vamos !.

El paladín observa cómo cae vencido el enorme rey de los hombres lagartos, si bien su derrota se ha cobrado un alto precio en sangre. Sin embargo parece que los actos de estas criaturas vienen dictadas por lo que quiera que sea ese "ancestro" del que hablan, y ese debería ser su verdadero objetivo.

Ser Auris se mueve hacia cerca del pozo con el rey de los saurios derribado a sus pies mientras eleva una mano tocando a Eren mientras suplica a Abadar que sane sus grandes heridas. Tras ello habla con voz firme.

- No deberíamos retirarnos. Hoy ha sido el pequeño Tig, pero mañana puede ser otro de nuestros súbditos, más niños incluso. Hemos de atajar esto aquí y ahora enfrentando a ese "ancestro". No creo que estas criaturas sean malvadas por si mismas, pero el miedo y la credulidad a lo que puede ser un ser maligno les hace cometer tropelías, si bien algunos no estaban de acuerdo, y en eso me baso para alegar que no sean de corazón malvado. Encontremos la raíz del problema y arranquémosla de cuajo, eso os pido amigos. - Después vuelve al dracónico.

-*¡Escuchad! No os deseamos mal, pero el que llamáis ancestro hizo que tomarais un joven de nuestra tribu y lo trajerais aquí para sacrificarlo. Eso no está bien y podría haber hecho que nos matemos unos a otros y que nuestras tribus sean enemigas. Pero no queremos eso. Llevadnos ante el ancestro y que responda por sus actos. ¡Llevadnos a él!*-

El paladín alza su espada en claro desafío al llamado ancestro dejando claro que le espera una rápida justicia.

Las palabras del paladín resonaron en dracónido con fuerza, todo el campamento las habría escuchado. Pero entre cuchicheos los héroes de Grinland intercambiaron algunas impresiones. A la par, la gente lagarto también hablaban y el líder hizo un gesto para que los suyos se detuvieran.

- *Id al otro lado del río, iré a hablar con vosotros.*

Dijo el reptil, provocando extrañas miradas entre los suyos.

- *Mi nombre es Ashur. Ahora haced lo que os digo, parlamentaremos dentro de unos momentos.*

Expuso de un modo similar, los guerreros, manteniendo la alerta, esperaron. El pozo de tierra creado mágicamente comenzó a desaparecer conforme la tierra recuperaba el espacio que le pertenecía.

Creyendo que alguien debía ser el primero en demostrar buena fe, Sulmavate bajó su hacha lentamente, y con una inclinación agradeció la oportunidad.

No se arrepentirá. Dijo en dracónico

Viendo que Sulmavate bajava su arma, Eren hizo lo propio con Mournblade, aunque no la soltó, por supuesto, ni tampoco el escudo que llevaba embrazado. El clérigo esperó paciente a que aquel ser tuviera algo que decir y parlamentara de verdad, poniendo fin a las hostilidades.

Desde su posicion alejada el mago se alegró de detener el derramamiento de sangre, pero aun asi se mantuvo preparado en caso de que los lagartos cambiasen de opinion e intentasen algo peligroso.

Dejemos que la palabra intente evitar otro baño de sangre, pensó mientras agarraba el baston con fuerza

El Cazador dejó caer la cabeza del enorme martillo al suelo, el cual provocó un pesado sonido sordo a la vez que dibujaba un boquete en el duro suelo, al andar fuera de la fortaleza un profundo surco seguía al arma como su fuera un harado. Asintió satisfecho.
Un parlamento era lo más sensato, ya que solo el ancestro merecía su Ira. Pronto averiguaría la postura del nuevo líder de aquel pueblo.

Dejando atrás aquella fortaleza, hubieron de nadar de vuelta a la orilla. La gente lagarto, compuesta por hábiles nadadores, bien podría haberles seguido para continuar la lucha allí en el agua, donde no habrían podido escapar. Al llegar al otro lado, tres de los cazadores fueron a buscarles, llegando cerca y ahora el nuevo líder portaba el tridente del rey Veshet.

- *Es hora de parlamentar. Habéis causado un gran dolor en nuestro poblado pero yo sé que nunca se debió causar todo ese mal a vuestro cachorro. Queríamos saber sobre vosotros, para determinar si érais nuevos enemigos pero el ancestro llegó reclamando al chico para sus torturas. No puede definirse de otra manera.*

Dijo negando con la cabeza, más consciente de la situación real que el anterior caudillo.

- *Nosotros tenemos prohibido acercarnos a la torre negra, donde habitan los ancestros. No iremos a hablar con él puesto que vendrá la próxima noche. Pasará por esta misma orilla, lo digo porque lo oportuno sería que vuestra furia recayera sobre él, no contra la gente lagarto.*

Terminó de explicar y quedó a la espera de la respuesta de los desconocidos.