Partida Rol por web

Al preguntarle acerca de los huargos Kesten asiente con la cabeza y sonríe. -Si, ya habíamos tratado alguna vez con esas alimañas en la ciudad... Si bien no pudimos acabar con todos, dudo que los que sobrevivieron vuelvan a dar problemas. El veterano soldado miro como sus hombres se encaminaban a las tiendas a descansar. -Supuestamente nuestra misión solo consiste en mantener seguras las zonas ya exploradas, principalmente el camino, ya que es nuestra única vía de comercio. El soldado miro al grupo y sonrió. -Pero si necesitáis ayuda extra para expulsar a alguna alimaña o si encontrais algún grupo que sea reacio a marcharse, no dudeis en avisarnos y os ayudaremos. El soldado hizo un saludo militar y se encaminó a la tienda de campaña principal. 

La exploración hasta el momento estaba siendo bastante tranquila, también la proximidad del puesto de Oleg, así como que la zona fuera parte del camino sur de Rostlandia ayudaba bastante a que esta fuera una zona con pocos peligros.

Pasasteis dos días recorriendo las zonas de llanuras que rodeaban el puesto de Oleg y tras haber acampado cerca del bosque, a la mañana del tercer día, os internasteis en el interior de este, para explorar un poco mas a fondo el interior de este. 

Al iniciar el nuevo día, os internasteis en el bosque sabiendo que debíais estar al Noroeste de la zona del Rabanal. El bosque estaba bastante tranquilo, y únicamente se escuchaban el trinar de los pájaros, así como el zumbido de algunos insectos.

La conversación no había ido mucho más allá, propiciando un nuevo silencio debido a sus respuestas cortantes, que luego poco a poco se convirtió en una charla insustancial y nuevamente agradable. Así, el día pasó tranquilo, la noche sin novedad alguna, y el nuevo amanecer no trajo ningún cambio más que una agradable y calmada continuidad del anterior. 

Al tercer día, sin embargo y pese a sus continuo refunfuñar, se internaron de nuevo en el bosque. La floresta no parecía amenazadora, y el trinar de las aves y el cuchicheo de los insectos no hacía más que corroborar la sensación. Él, en cambio, estaba inquieto. Ya había dicho que no le gustaba el bosque, el campo en general, y allí estaba, mirando a todos lados con nerviosismo, esperando que en cualquier momento un oso furioso se lanzase contra ellos...

– Maldito sacerdote – se quejó en voz baja, para el cuello de su camisa, maldiciéndole por hacerle estar pensando en aquello.

Rennor iba un poco adelantado al grupo, estaba cogiendo la costumbre de pedirles que pararan y moverse unos metro s cada vez que llegaban a una zona de vegetación espesa o un camino por si podía encontrar huellas.

Mara avanzaba pensativa por todo lo que se les venía encima y algo preocupada por las tensiones. Esperaba que todo fuese bien y que todo el mundo se entendiese ya que sería mejor cuando la exploración terminase. Probablemente ellos no estarían allí para siempre. 

-¿Os he dicho lo mucho que me gustan los bosques?-dijo distraida sin alzar mucho la voz- son lugares muy tranquilos, lástima que no tengamos un bosque mas cerca del puesto donde poder descansar sin miedo a que nos ataque una criatura-dijo pues, al igual que sus compañeros, sabía que en aquel lugar la amenaza podía estar acechándoles.

Los sonidos del bosque parecía indicar que todo era normal y que nada acechaba, por lo que no intentaba disfrutar del tranquilo paseo junto a mi compañeros de viaje.

Al oir a Malak no pude evitar sonreir ante la maldición del infernal ante la idea de que estuviera viendo osos por todas partes, aunque antes de poder soltarle alguna pulla, Khastal habla sobre los bosques.

Pareciéndome más correcto contestarla a ella que meterme con Malak, asiento la verdad es que son lugares agradables digo mientras presto atención al bosque, a todo lo que nos rodea, intentando captar su esencia para contestar a mi compañera pero también peligrosos y, sinceramente, prefiero descansar en un lugar protegido de la intemperie y calentito. Aún así, tampoco podemos decir que el bosque esté demasiado alejado, y cuando lo dejemos seguro, siempre podremos ir a disfrutar de esta tranquilidad.

Estabas mirando alrededor buscando la esencia del bosque, cuando al mirar hacia los arboles viste dos pequeñas figuras, no mas grandes que un gato escondidos entre las ramas de los arboles, mientras se reían por lo bajo espiando a vuestro grupo, especialmente a Mal´ak...

Riendo por lo bajo, ambos empiezan a conjurar unas magias, las cuales reconoces casi al instante, ya que se tratan de magias muy sencillas, Imagen silenciosa y Sonido fantasma. Sin embargo la magia no parece haberte afectado por completo, ya que solo escuchas un fuerte rugido de oso saliendo de unos matorrales cercanos.

Tu cuando te fijas en ambas criaturas, ves que se tratan de dos hadas, una de ellas un dragón feerico, y la otra una grig, ambas criaturas suelen ser de comportamiento benigno, aunque sabes que suelen ser criaturas bromistas, de normal suelen vivir en zonas de bosque profundo. A pesar de su carácter bromista y de la tendencia a escamotear pequeños objetos de poco valor, suelen proteger a los viajeros que cruzan por su territorio.

Al reconocer a las dos hadas, y ser conscientes de que ningún mal quieren hacer, decido seguirles el juego, mirando hacia ellas y asintiendo con una sonrisa a las hadas

En ese momento todos veis como de entre unos arbustos emerge la cabeza de un enorme oso marrón rugiendo furioso a escasos centímetros de Mal´ak.

Alzando la mano, detengo el caballo antes de prestar atención al bosque que nos rodea

¿No oís eso? Parece el rugido de un oso digo mirando a mi alrededor esperando encontrarme al oso no se cuántos osos habrá por la zona digo dejando la pregunta en el aire

Rennor detiene a Brisa y presta atención: Yo no he oído nada ¿por dónde?

Tu solo ves la cabeza del oso emergiendo de entre los arbustos abriendo la boca en un rugido silencioso.

Tu no ves nada de eso

Tu solo escuchas el rugido, la cabeza del oso no la ves por ningún lado.

Ahiiiii digo señalando lo evidente 

Incrédulo, se puso de golpe en tensión, dando un respingo sobre el caballo que a punto estuvo de hacerle caer al suelo. Con el rostro pálido –más de lo que sus escamas ya lo eran– miró a Shallana y abrió mucho los ojos. 

– ¿Dónde? ¿Osos? ¿Qué? – preguntó con nerviosismo, echando mano a la espada, a la par que miraba hacia dónde señalaba la mujer –. ¿Me estás tomando el pelo? – rezongó –. Odio el bosque...

-¡Cuidado!-Gritó la semielfa, tratando de advertir a sus compañeros mientras desenfundaba su acero y se preparaba para luchar contra la bestia si no se iba de allí.

Mara escucha aquel rugido que la saca de sus pensamientos. En ese momento desenfunda su arco mientras mira a su alrededor, buscando a su objetivo confundida y sorprendida. Al no encontrarlo posa su vista donde le señala Shallana esperando encontrárselo.