Partida Rol por web

Bill no añadió nada mas a las palabras del Sheriff. Tras la intervención de Arthur esperaba que aquella breve reunión hubiera finalizado para poder hablar tranquilamente en el coche e intercambiar impresiones con ellos de camino al bungalow. Se mostró distante y trató de ocultar con su actitud lo mucho que tenia que decirles.

- Por mi parte no Arthur. Fué lo unico que dijo, respondiendo a la pregunta de su compañero. Habia hecho el amago de sonreir pero la mención de la pobre Alice le recordó la gravedad del asunto que tenian entre manos.

La sonrisa de Karen permaneció impertérrita tras la respuesta de sheriff - ¿me toma por estúpida? ya me imagino que irán de uniforme… - pensó, sin dejar de mirar al sheriff – en fin, ya descubriré ese detalle cuando vayamos al hospital – visita que, por otra parte, Karen consideraba una prioridad. Quería saber exactamente cual era el estado del supuesto sospechoso y quiénes lo vigilaban, pero no parecía ser el momento ni el lugar para seguir indagando sobre este asunto.

Cuando Sonia solicitó permiso para ver el cadáver y el sheriff les ofreció la oportunidad de acompañarlo a la morgue, a Karen le pareció, cuanto menos, una oportunidad muy  interesante para poder fotografiar el cuerpo de la víctima, aunque sus conocimientos sobre anatomía patológica se redujeran a descripciones morbosas de los artículos sensacionalistas de su periódico.

Después de la intervención de Arthur y Bill, Karen negó ligeramente con la cabeza, dando a entender que por su parte podían dar por concluida aquella visita. Pero, tras unos segundos pensativa, se dirigió a sus compañeros

- ¿Alguno de vosotros tiene guantes? – quizá el maletín de Arthur contuviera unos cuantos pares. Si no, esperaba que el sheriff pudiera facilitárselos para no contaminar, como bien había dicho él, la escena del crimen. 

La respuesta del sheriff no era la que habría deseado Sonia, pues sin duda participar en la autopsia acompañada del tal Woods habría sido para ella todo un privilegio, pero no iba a darle a nadie la satisfacción de saber que se sentía decepcionada, por lo que sencillamente asintió a la propuesta de Helberg, que dentro de lo malo no estaba nada mal. - Muy bien. - dijo, antes de dejar que Arthur tomara la palabra y la dirección de la conversación. - Al menos tendré acceso al cuerpo, que ya es algo.

Cuando Karen preguntó acerca de los guantes, Sonia negó mientras desviaba su mirada hacia Arthur. - No bebe alcohol, pero seguro que lleva guantes en su maletín. Guantes y seguramente otro montón de cosas. - pensó antes hablar para confirmarlo. - La verdad es que no. - dijo mientras recogía algunos de sus rizos detrás de su oreja derecha y volvía su mirada de nuevo al sheriff. - ¿Pueden facilitarnos algunos?

El sheriff asintió de forma lenta, y finalmente dijo:

-Creo que tengo una caja en el despacho. -dio media vuelta y volvió a entrar en la habitación de la que habían salido él y Spader, que se quedó observándoles en silencio mientras se terminaba su cigarrillo. El silencio fue abruptamente interrupido por un sonido como de cristal roto proveniente del interior del despacho. Lo acompañó un quejido de Helberg, y un golpe sordo.

En el exterior una moto rugió mientras arrancaba, por lo que parecía, muy cerca de la comisaría. Después su sonido fue disminuyendo mientras se alejaba.

El grupo intercambió miradas de preocupación, y siguieron a Spader por el pasillo hasta el despacho. La puerta se abrió lentamente, y el sheriff apareció tan largo y delgado como era extendido sobre el suelo, rodeado de cristales, con una caja de guantes de látex en la mano. Se removió, llevándose una mano a la cabeza mientras se incorporaba. Se miró las yemas de los dedos para comprobar que, efectivamente, tenía sangre en el cogote. La mirada de Spader circuló por el suelo hasta dar con lo que parecía una piedra de buen tamaño envuelta con papel de plata de una chocolatina. 

El sheriff se la quitó de las manos, la desenvolvió y comprobó el lado interior del papel. Alguien -seguramente el mismo que había lanzado la piedra- había escrito, con un rotulador rojo la palabra "VENDIDOS". El sheriff masculló y se dejó caer en una silla, visiblemente mareado por el impacto rocoso.

Mientras el sheriff se adentraba por el pasillo en busca de la caja de guantes, Karen aprovechó el incómodo silencio que se había creado en la estancia para acercarse al dispensador de agua. Cogió un vaso de plástico, lo llenó y vació de un trago el contenido. Sintiéndose insatisfecha, volvió a rellenarlo y bebió de nuevo, esta vez a pequeños sorbos.

Justo cuando hubo saciado su sed, los sonidos provenientes del despacho captaron su atención, la de ella y la del resto del grupo. Con un gesto automático, lanzó el vaso de plástico ya vacío a la papelera para penetrar, acto seguido, por el pasillo camino al despacho.  Aquel sonido de cristales rotos y el leve quejido posterior no presagiaban nada bueno, y tanto ella como el resto de los presentes lo manifestaron en un cruce de miradas de preocupación.

Sus sospechas fueron resultas al entrar a la estancia, donde el sheriff yacía en el suelo con una herida en la cabeza. No le caía demasiado bien, pero no pudo evitar sentir lástima ante la visión de aquel hombre escuálido y derrotado entre diminutos cristales rotos. 

- ¿Se encuentra bien? – dijo la periodista con visible preocupación, acercándose al sheriff lo suficiente como para observar su herida pero sin invadir su espacio; el contacto físico se lo reservaría a su amigo trajeado o a alguno de sus compañeros – alguien debería echarle un vistazo a eso antes de que se infecte – no tenía ni idea de medicina, pero no parecía muy grave. 

Parece ser que a alguien no le gusta nada cómo se está llevando esta investigación – se dijo, atando cabos con la información de la que disponía. Observó la ventana, escudriñando el exterior por si era capaz de ver la moto alejarse – una moto y una piedra con un mensaje en un envoltorio de chocolatina, típico de un adolescente – preparó la cámara de fotos, con toda la intención de dejar constancia de lo que acababa de ocurrir allí. 

- Señor Helberg… - le miró con gesto serio, cuando éste ya había tomado asiento y parecía ir recuperándose de la conmoción - ¿tiene idea de quién ha podido hacer esto y por qué motivos? – se acercó a la ventana rota y disparó con su cámara – si no le importa, creo que puede servirnos de ayuda disponer de documentos gráficos – comentó, justificando el haberse tomado la libertad de fotografiar la escena sin haber pedido permiso. 

Se giró de nuevo y enfocó su cámara a la piedra y al papel, justo en el que se leía con claridad el mensaje “vendidos” – vaya, vaya… ahora me pregunto si este mensaje va dirigido al sheriff o nos incluye también a nosotros… - al fin y al cabo, ellos se habían involucrado en la investigación gracias al dinero de la señora Minelli - ¿sabría alguien que estábamos aquí y han aprovechado el momento para hacernos partícipes del mensaje? O quizá debería dejar de tragarme todas las pelis malas policíacas que echan en la tele… 

Fuera como fuese, tanto el ruido de la moto como la acción vandálica de arrogar una piedra por una ventana, condujeron a Karen a pensar casi al instante en el chaval de la rueda de prensa; parecía la típica reacción impetuosa, irracional y cargada de ira de un adolescente cabreado, al que nadie escucha. Podía ser una posibilidad, o no tener nada que ver, pero lo que Karen tenía claro era que ese chico sabía mucho y era imprescindible hablar con él. 

Esperando la respuesta del sheriff, Karen pulsó el botón, retratando así el rojo mensaje escrito en el envoltorio de chocolatina.

Bill se acercó a la ventana rota junto a Kareen mientras el resto se preocupaba del estado del Sheriff. Permaneció junto a esta hasta que el ruido de la moto apenas fué un leve murmullo. Sin duda pensó en el muchacho rebelde de la rueda de prensa. Era demasiado obvia la chiquillada.

Dejó al resto entorno al mareado herido y se acercó raudo hasta la recepción donde la señorita White parecia ajena a todo.

- Disculpe, ¿ podria hacer venir a alguien si disponen de enfermeria o botiquin? El sheriff tiene una fea herida en la cabeza y no se si perderá el conocimiento.... Dijo de forma seca y un tanto nervioso.

- Gracias - Contesté al Sheriff cuando se mostró dispuesto a darnos una caja de guantes de látex. Observé a mis compañeros y al tipo de traje con una sonrisa, hasta que se escuchó un ruido sordo proveniente del interior del despacho del Sheriff. El sonido indudable de cristales rotos cayendo al suelo y después una motocicleta que arrancaba rápidamente y se alejaba de la comisaría. Corrí hacia el despacho y entré tras Karen y Bill. Me dirigí hacia Helberg, que parecía haberse levantado y conseguido llegar hasta su silla, aunque estaba visiblemente mareado

Observé la herida en la cabeza de aquel hombre, parecía un golpe más vistoso que grave. Observé la piedra y la chocolatina que el tipo trajeado había cogido. El papel de plata del interior estaba limpio y con un rotulador rojo habían escrito en él la palabra "Vendidos". - ¿Tiene cámaras la comisaría? ¿Y moto el hijo del dueño del hotel? Me parece que fue él quien tuvo aquel abrupto ataque de violencia durante la entrevista. Podría haber hecho esto. - Dije dirigiéndome al tipo trajeado, aunque creía que todos sospechábamos de la misma persona.

Observé a Bill que salía de la habitación, posiblemente a alertar a la secretaria que, dentro de su habitación casi insonorizada tal vez no hubiera escuchado nada. No parecía haber pistas en la piedra, tenía pinta de no ser más que un pedrusco común cogido de algún lugar cercano a la comisaría, pero examiné la chocolatina para leer la marca. Posiblemente estuviera comprado en el único supermercado del pueblo, dudaba que fuera demasiado raro, pero si se había comprado recientemente el dependiente podría saber a quién habría vendido una. El pueblo no era tan grande y dudaba que se vendieran tantas en una mañana. Realmente me interesaba saber lo que sabía quien hubiera lanzado la piedra. Tal vez supiera algo que se nos escapaba a nosotros de la ecuación.

Empezaba a pensar que tal vez aquí había algo más profundo que el caso de asesinato de la muchacha, si no por qué alguien hubiera intentado incriminar tan descaradamente al novio y la policía hubiera tragado tan rápidamente una mentira tan flagrante y evidente. Si no recordaba mal la muchacha tenía una marca en la espalda con forma de J, justamente la inicial del joven. Pero ni en un asesinato pasional se realizan ese tipo de heridas, ni alguien sería tan tonto como para dejar su inicial en la espalda de la víctima; más aún, no tendría oportunidad dado que lo encontraron herido tirado cerca del cuerpo. Aquí había algo muy extraño, e íbamos a descubrirlo. Pero quizá la investigación fuera peligrosa.

Josh se mantuvo al margen de la conversación durante unos minutos, en parte ensimismado por la idea de tener a Amanda allí delante y en parte porque había empezado a hacer cábalas sobre lo ocurrido y sobre los siguientes pasos a seguir en la investigación.

¿Vidente? Se sorprendió al leer el texto de la tarjeta  de Aaron. Dos escritores y un vidente, parece una broma, se dijo divertido.

Amanda soltó lo que él mismo había pensado, pero con más delicadeza de la que él hubiera echado mano ¿En serio podía creerse todo ese tema de los videntes?

Escuchó la respuesta de Aaron y esperó a que hablara con Harry tal y como Amanda le había pedido.

Aaron se encogió de hombros de manera teatral ante la pregunta de Amanda, sin embargo, su tono era extrañamente serio cuando le contestó.

- No es una ciencia exacta ni mucho menos. No es como la medicina o la química en la que hay reglas para todo y mucha gente investigando las veinticuatro horas del día. Esto es más como un arte, como la música, la pintura... O la literatura. Cuando trabajas en una pieza o un libro, nunca sabes si va a acabar funcionando ¿verdad?. - Buscó la mirada de sus acompañantes antes de continuar - La videncia, por lo menos conmigo, funciona exactamente igual. Cuando trabajo en un caso, nunca se si voy a acabar obteniendo resultados. No es como cerrar los ojos y encontrar algo o preguntar al aire y que te respondan los difuntos por arte de magia. De ser así, ya tendíamos delante al culpable del asesinato. Requiere mucho más. - Negó con la cabeza, manteniendo una formalidad que parecía fuera de lugar en el casi siempre sonriente Aaron. - Y si que me he encontrado con muchos timadores que solo querían sangrar a los crédulos. Yo intento ser honrado y profesional, así que no ofrezco resultados por anticipado porque no estoy seguro de poder tenerlos.

Cuando llegaron a la salida del hotel, le pasó las llaves del coche a Amanda y le hizo un gesto a Josh para que fuera con él.

- Vamos a interrogar a Kevin. - Informó - Ven conmigo Josh, siempre es mejor hacer estas cosas de dos en dos por si a alguno se le pasa algún detalle o tiene alguna idea. ¿Vas arrancando el coche, Amanda?

- De acuerdo -dijo simplemente Josh encogiéndose de hombros.

Acompañó a Aaron hacia el lugar donde se encontraba Kevin pensando en qué podrían preguntarle.

Sonia fue la última en entrar en el despacho del sheriff de King's Eagle, pero a diferencia de lo que demostraban sus compañeros, sus conocimientos médicos eran mucho más elevados, y al ver la sangre, y casi de forma instintiva, se acercó a la silla donde se había dejado caer Helberg.

- Lo mejor será que no se mueva mucho, sherif. - le aconsejó, mientras, y con un rápido vistazo, la joven descartaba la posibilidad de que la herida fuera más grave de lo que parecía. Sus manos, enfundadas en unos de los guantes que el sheriff había ido a buscar, añadieron un reconocimiento superficial de la zona. - Ha sido un buen golpe, pero no creo que pase de ahí.... ¿Hay algún botiquín por aquí?

Mientras esperaba a recibir algún tipo de material médico con el que aplicar alguna cura a la herida de Howard Helberg, Sonia también le dedicó unos segundos a la nota causante de la herida y como seguramente también los otros presentes, dedicó unos instantes a realizar alguna hipótesis acerca del posible causante de aquel ataque, aunque fue Arthur quien realizó las preguntas para descartar o no al hijo de los Westmore, sin duda en las quinielas de todos debido a su reacción en la rueda de prensa.

- A parte del hijo de los Westmore, ¿tiene en mente a algún otro posible culpable, señor Helberg?

La respuesta de Aaron no había satisfecho toda mi curiosidad, pero sería mejor dejarlo estar por el momento. Quizás su actuación en todo esto podría dar lugar a una buena idea, no me iba lo esotérico pero nunca estaba mal refrescar un poco con cosas nuevas.

-Nos vemos ahora en el coche, entonces -dejé que ambos jugaran al "poli bueno, poli malo" con Kevin, ellos sacarían más de él que si estuviera con ellos, ya que me pondría a preguntarle cosas que no vendrían a cuento- Estaré reorganizando mis notas mientras.

Con las llaves en la mano, me dirigí al coche. No tenía intención de arrancarlo hasta que ellos llegaran. Probablemente la gasolina tendría que salir de nuestro propio bolsillo, no creía que el hotel llegara a tanto, aún cuando Bárbara se encargaba de nuestras facturas.

El botones se afanaba en ordenar las hojas de registro del hotel cuando vio entrar a Aaron y Josh hasta recepción. Sin pensarlo, dejó de nuevo los papeles como estaban y se puso de pie para atenderles.

-¿Han olvidado algo en el comedor señores?, no he visto nada encima de la mesa pero puedo preguntar a los encargados de acondicionar el salón si han encontrado lo que hayan perdido...

Amanda salió del recibidor. En el exterior una suave brisa soplaba de manera agradable, y las nubes habían vuelto a dejar pasar la luz del sol. Los abetos se mecían suavemente mientras se encaminaba hacia el aparcamiento que les había indicado el botones. Allí se encontró con un Citroen Pallas del 77 en color crema.

El sheriff consiguió levantarse del suelo no sin dificultad. Tras las preguntas lanzadas por los visitantes de aquella tarde, Howard torció el gesto y les miró con sus ojos saltones.

-No necesito que me cuidéis como a una niña, no es nada. -Desvió la mirada hasta Spader y luego volvió a mirarles. - No pude ver al que me tiró el proyectil, pero los únicos que tienen ese tipo de moto aquí son Harry Westmore y Jimmy Lee, el dueño del pub de Kings Eagle. Harry es el hijo del señor James Westmore, propietario del hotel donde di la conferencia esta mañana -se acercó a la mesa para coger un pañuelo de una caja de cartón. Tras limpiarse un poco la sangre de la herida y tras unos segundos de silencio en el despacho, miró extrañados a los visitantes. - ¿Qué hacéis todavía aquí?, ¿no tenéis nada mejor que hacer muchachos?

Haciendo uso de la llave, abrí la puerta del coche y accedí a su interior. Me acomodé en el asiento y decidí echar un vistazo a lo que tenía a mano: la guantera, los espacios que tenían las puertas, incluso debajo de los asientos, cualquier sitio podría ser un buen lugar para encontrar algo. También me quedaba el maletero, aunque allí no habría nada más que lo necesario.

Me fijo en el salpicadero, curioseando todo los botones que tuviera, para hacerme una idea de como iba. Aunque eso me llevaba a otra pregunta ¿tendrán aquí alguna emisora de radio? y si tenía un radiocasette, quizás podría escuchar la cinta que me había encontrado en la habitación, la que llevaba en el bolso.

- No, no, no. - Avanzó Aaron con una sonrisa - No te preocupes Kevin. No nos hemos dejado nada. - Hizo un gesto con el brazo, señalando la recepción e invitando al botones a ir hacia allá - ¿Te importa que te hagamos un par de preguntas sobre el caso? Estoy seguro que dado tu trabajo habrás visto y oído muchas cosas y siendo un profesional como eres tendrás una opinión sólida sobre el asunto.

- ¡Ah! Y no hemos formalizado todavía mi registro. - Añadió como si se hubiera acordado de repente aunque era algo que había tenido rondando su memoria toda la mañana - ¿Es algo que suela suceder o ha sido por el ajetreo de la rueda de prensa?

Josh guardó silencio mostrando su apoyo a Aaron. Estaba claro que aquel hombre sabía como abordar un interrogatorio. Tal vez fuera por su trabajo en el que necesitaba jugar con la mente de sus clientes. Josh habría sido considerablemente más brusco y directo, lo cual habría sido mucho menos productivo, seguro.

Esperó sin decir nada, a comprobar la reacción de Kevin y su respuesta.

Después de hacer un par de fotos y mientras sus compañeros emitían sus impresiones, Karen aprovechó para echar un vistazo general al despacho. De forma disimulada y distraída, observó la mesa del señor Helberg y lo que descansara sobre ella, por si pudiera contener algún tipo de información a la vista que pudiera ser interesante. 

Cuando el sheriff indicó los posibles candidatos causantes de aquel ataque, Karen sacó su libreta y apuntó los dos nombres y sus referencias; la lista de detalles y personas sobre los que indagar crecía por momentos y el sheriff parecía tener prisa por echarles de allí. 

Guardando su libreta en el bolso y sin mirarle, Karen respondió a la pregunta del hombre herido, aunque sonó más a una reflexión propia que otra cosa. 

- De hecho, sí. Y parece ser que cada vez más – alzó la mirada hacia el sheriff y esbozó una leve sonrisa – cuídese, señor Helberg. 

Se colocó la cámara al hombro de nuevo, observando otra vez su alrededor, a la espera de que sus compañeros estuvieran listos para abandonar la comisaría.

El botones asintió a las palabras de Aaron:

-Sin duda un botones eficiente tiene los cinco sentidos puestos en lo que hace-dijo abriendo las palmas de la mano y tirando con la izquierda el jarrón que había sobre el mostrador. Reaccionó a tiempo y pudo cogerlo, no sin hacer varios aspavientos para evitar que la cara porcelana china chocara contra el suelo. Después, se recompuso, se colocó el gorrito de botones con cuidado y carraspeó un poco: -De todas formas, una de las cualidades más valoradas de un buen botones es ser discreto, si ustedes me entienden.

Los dedos de su mano bailaron como intentando decir algo.

-¡Ah, si! -dijo levantando un dedo. Después sacó dos hojas formulario y se las puso delante a Stateman y a Martens, junto con un único bolbolígrafo que estaba atado férreamente al mostrador. -Tendrán que compartir ustedes el bolígrafo, o turnarse. Como prefieran.