Partida Rol por web

1 de Abril. La fecha que marca el inicio del año escolar para todos los jovencitos y jovencitas que acuden a colegios e institutos. Y por supuesto, eso os incluye a vosotros. ¡Estudiantes de secundaria alta, el futuro de Japón con toda su vida profesional por delante!

Ah, pero poco espacio ocupa en vuestras mentes el futuro laboral que desempeñaréis en unos años. ¡Qué va! ¡Es en otra cosa más importante en la que estáis pensando mientras os dirigís a clase con el desayuno en la barriga y la cartera en la mano! Porque lo que os corroe el alma, os sorbe los sesos y nubla todos vuestros pensamientos es el AMOR.

Todos estáis en esa edad en la que tenéis un “alguien especial” que es el centro de vuestro mundo. Daríais lo que fuera porque se acercara a vosotros y os dijera “sal conmigo”, “me gustas” o “qué fragante está tu cabellera esta mañana”. El que eso pase porque sí es rematadamente difícil si no imposible, pero… ¡sois jóvenes y enamorados! ¡Estáis dispuestos a ir a por todas sin dudarlo un solo instante!

La campana del instituto dejó sonar su melodía para avisar de que las clases estaban a punto de comenzar. Todos habíais recibido una carta oficial del instituto en el que venían los números de las taquillas (la de los zapatos y la del material escolar), las combinaciones de las mismas y un aviso diciéndoos que el primer día de clase a primera hora, en el auditorio, se celebraría el tradicional discurso de apertura del curso.

Mientras os dirigís hacia allí, os encontráis con compañeros de años anteriores, habláis acerca del último anime que se ha estrenado, enseñáis el móvil nuevo que vuestros padres os han comprado o simplemente comentáis cómo os han ido las vacaciones. Y entre la multitud os parece ver a aquella persona que hace que el corazón se os acelere y que vuestras piernas tiemblen. Este va a ser el año en el que, por fin, esos sentimientos sean correspondidos.

El sonido del despertador me saca de mis sueños, lo paro con una mano mientras con la otra me rasco la barriga y bostezo (para que luego digan que los chicos no hacemos mas de una cosa a la vez). Lentamente me levanto de la cama cojo la ropa que había dejado ayer encima del escritorio, me gustaba muy poco el uniforme pero al menos la chaqueta era pasable, me guardo la cartera, las llaves y el paquete de tabaco. Abro la ventana y no puedo evitar cerrar los ojos por el primer destello de luz. Salgo de mi cuarto y bajo al piso bajo. Saludo a mis padres medio dormido y desayuno rápido. Agarro mi vieja mochila militar que he tenido toda la secundaria. Salí a la calle y subí a mi coche, un regalo por cumplir los 18, sacarme el carné y ganar un campeonato regional de baloncesto. Me encendí un cigarro y empece a conducir hacía el instituto una vez allí tire la colilla al suelo y la pise con ese gesto atraje las miradas de las chicas tanto las que ya me conocían como las nuevas. Entre y fui directo al auditorio de camino salude a varios del club de baloncesto y viejos amigos. Me senté donde estaban todos los de 3º curso y esperé a que empezara a soltarnos el rollo otra vez, por suerte esta era la última vez que lo escucharía, entonces la vi con su melena pelirroja sentarse con los de su año y por un momento se me acelero el corazón.

Antes de que sonara el despertador ya estaba en planta. Las hojas de los árboles se alborotaban y llevaba viéndolas un rato, pensando en mi querida Helga... recordar aquella mirada me ruborizó. Salí de mis pensamientos y me vestí lo más rápidamente posible, hoy era el gran día en el que la volvería a ver, ¡Y ella estaría ya en segundo! 

Me despedí de mis padres y agarré fuerte la mochila, hoy sería un gran día. Al llegar al auditorio no había mucha gente aún, excepto Taka, el cual saludé.- ¿Qué tal?.- pero en el momento en el que me fui a sentar resbalé y caí de culo al suelo. Algunas risillas sonaron de fondo, disimuladas. Ya estaba acostumbrado a la torpeza así que me puse de pie y colorado me sacudí el pantalón antes de volver a sentarme.

Hoy volvían a comenzar las clases, sin duda estaba algo nerviosa pero con ganas de que ocurriese así que no dudé en prepararme deprisa el día de hoy. Desayuno, bento preparado para la hora del almuerzo y uniforme limpio, todo lo necesario en mi maletín y me puse en marcha.

Me daba tiempo a pensar mientras llegaba en bicicleta hasta el instituto, -¿estaría este año también senpai?- con aquel pensamiento en mente estuve la mayor parte del tiempo hasta que me acercaba lo suficiente al instituto. Chicos de primer año que venían nerviosos, junto con mis compañeros y senpais se encontraban caminando, los adelantaba con mi bicicleta para llegar a la zona donde se podían guardar. No tenía una plaza de bicicleta fija pero llevaba todo un año dejándola en el mismo lugar, el quinto puesto desde la izquierda así que allí la volví a dejar.

-Buenos días- decía a más de un compañero de clase mientras ponía el seguro a la bicicleta, una vez acabado estiré un poco mi falda para que no estuviese arrugada y respiré tranquilamente para tener energías. Me dirigí sin prisa al auditorio con una agradable sonrisa que podría derretir más de un corazón pero lo hacía sin malicia alguna, sino que era algo más natural, no me desagradaba estudiar así que la escuela era un lugar divertido.

Al llegar al auditorio lo primero que hice fue buscar a senpai, para mi desgracia no lo vi por el lugar, poca gente estaba aún dentro, -quizás he salido demasiado emocionada de casa- pensé buscando un asiento, este año sería mi segundo año y esperaba que fuese tan bueno como el primero

-Hmm- gire la cabeza hacia Tsuyoshi- hola bi...- antes de acabar ya estaba en el suelo simplemente suspire mientras pensaba: No cambiara nunca- Este va a ser el último año y tenemos que ser un ejemplo para los novatos pero tu sigues igual de torpe que siempre y ni se te ocurra hacer una función de magia con los novatos esta vez. La última casi se nos muere uno de risa... literalmente.

Me siento ligeramente de lado apoyandome un poco en la pared y me pongo cómodo.

Por las mañanas Kuro se levantó como lo había hecho todos los días en verano, solo que muchísimo más temprano y con ganas que acudir a su eutanólogo de confianza para que le administrara una dosis letal de lo que fuera para acabar con aquel sufrimiento llamado sueño. ¡Pero no podía rendirse! Aquel día era uno muy especial y no porque fuera a comenzar las clases, sino porque podría ver a aquella persona amada que hacía que su corazón se acelerase como si no hubiera un mañana. Por lo tanto tenía que estar guapísimo para causar gran impresión, así que no tardó ni un segundo más en dirigirse al baño a engalanarse como una auténtica señora. Y os preguntaréis, ¿por qué como una señora? Pues porque se perfumó con tantos mejunjes que se le olía a kilómetros de distancia.

Y una vez estuvo limpio, embutido en su uniforme escolar y luciendo una de sus mejores sonrisas se fue a la cocina a fumar un cigarro mientras freía un par de huevos para el desayuno. Vaya un desastre de chico, ponerse así de guapo para acabar fumando y comiendo guarrerías. El amor te cambiaba, pero no tanto. El caso es que ahora sí que estaba preparado para ir al instituto y comerse el mundo, ¡o a su persona amada! Ya me entendéis.

Una vez llegó al instituto aparcó la moto a un par de manzanas y guardo en ella la chupa que llevaba encima, con la cual no le reconocerían el uniforme mientras condujera por ahí. Para evitar labrarse una mala reputación con los profesores —lo cual podría repercutir en sus notas— evitaba a toda costa que supieran que tenía una moto o que fumaba, así que el tabaco también se quedó en el vehículo. Pues ya que estaba ahí solo le quedaba caminar un poquito hasta llegar al instituto, momento en el que se dirigiría al auditorio donde les habían citado. Y una vez ahí se sentó en el lugar más escondido de su amorcito que pudo encontrar con la intención de poder mirarle si que lo supiera. Pero era imposible salir de su campo de visión. ¡Vaya que sí lo era, pues su amado era un miembro docente de la escuela!

- No tengo remedio.- Digo asintiendo con la cabeza las palabras de Taka.- ¿Has visto a Helga por casualidad? la chica de segundo año... no es nada... es porque... nah olvídalo.- digo enrojeciéndome cada vez más.- Sigo con los juegos de magia, he aprendido uno super chulo, ¿quieres que te lo enseñe?.- dije emocionado al sacarme el tema, mientras sacaba el mechero que había comprado especialmente para hacer este tipo de números.

Despierto con los primeros rayos del sol, como cada día desde que tengo memoria. Me incorporo en el futón y compruebo que tanto mamá como Miyako siguen durmiendo, así que abandono la habitación con sigilo. Tampoco es que me pudiese alejar mucho, vivimos en una casa diminuta que tiene un lavabo y bañera, una cocina-comedor y un dormitorio que hace las funciones de sala de estar, sala de estudio y comedor, cuando nos da pereza ir a la cocina.

Es una suerte que ambas mujeres duerman profundamente, porque antes de salir del dormitorio he tropezado y me he caído contra la pared, armando un buen revuelo. Nada, naaada, no pasa nada, que no me he hecho daño.

Me pongo el delantal y comienzo a cocinar los desayunos para los tres, utilizando las sobras del día anterior. Por supuesto, cualquiera diría que eso es una mierda, pero se necesita de gran habilidad para convertir las sobras en un manjar. ¿El secreto? Saber combinar los sabores y mucho, mucho amor en la preparación. «Hoy me estoy luciendo»

Mamá se levanta con ojeras, como siempre. Le sirvo el desayuno y le entrego el bento, avisándola de que ha llamado su compañero de trabajo que hoy pasará algo más tarde a recogerla.

—...por lo que he llamado a la Sra. Yamaguchi para que venga a recoger a Miyako un poco más tarde, así Miyako no tiene que esperar tanto rato antes de ir a clase. ¡Por cierto! No te olvides de que hoy tu turno doble es en Pediatría, así que asegúrate de llevarlo todo, ¿vale? ¿Cómo fue la operación de ayer? ¿Se salvó el pobre Itoshi-san?

Me como mi desayuno rápidamente mientras acabo la comida de Miyako y voy a darme una ducha rápida. Cojo mis cosas y salgo de casa con el uniforme a medio poner. Por suerte llego a coger el autobús privado a tiempo. Como somos pocos los que viajamos así, conozco a muchos de ellos, pero no obstante, lo que más me gustan son las discusiones otakus de los asientos del fondo.

Por fin llegamos al instituto. Es increíble la cantidad de alumnos de 1er año, ¡son todos tan chiquititooos! Y, además, descarados ya que muchos me miran sin ningún tipo de disimulo. ¿Acaso tengo algo en la cara? Me fijo y me doy cuenta de que la chaqueta del uniforme tiene un roto. Me la quito para mirarla con atención, suspirando de alivio al ver que con dos puntadas todo se soluciona. «Menos mal, ya sólo nos faltaba tener que comprar un uniforme nuevo...». Suspiro, un poco frustrado de ser tan pobre. «Este año intentaré buscarme un trabajo de media jornada...»

Es entonces cuando los veo. Van juntos, como siempre. Y, obviamente, no podían faltar las tontas de turno persiguiéndoles y acosándoles. «¡¡Son míos!!» pienso, enfadado. Sacando de mi destrozada mochila el tomo 25 de Eyeshield 21, finjo leerlo mientras me voy acercando poco a poco para escuchar qué les dicen. Y de paso, verles más de cerca.

Lástima que ellos también se dirigen al auditorio, así que no me queda otra que seguirlos desde cierta distancia. Tan abstraído voy caminando, observándoles desde atrás, que me acabo comiendo un montón de sillas, tropezándome y cayéndome sobre un senpai de pelo azul (Tsuyoshi Yama).

— ¡Perdón! ¡Disculpa! ¡Lo siento mucho! —me disculpo atropelladamente cuando me levanto, haciendo reverencias mientras espero que no me peguen. Me fijo en su compañero pelirrojo y empiezo a temblar de miedo. Doy un paso hacia atrás y salgo corriendo al grito de "¡Lo sientoooo!", chocándome con más gentes y sillas.

Al final, logro llegar "sano y salvo" a un sitio vacío, cerca de Kuro-kun, que mira hacia la tarima con expresión extraña.

— ¿Puedo sentarme, Kuro-kun?

Abro los ojos como platos al ver el mechero.

-No,no,no,no de eso nada- le quito el mechero de las manos- ¿Que te tenemos dicho de trucos con objetos peligrosos? Siempre acabas metiendote en problemas.

Antes de que Tsuyoshi responda un chaval cae sobre el y se larga corriendo y balbuceando disculpas. Tardé un par de segundos en reaccionar pero luego estalle en una sonora carcajada y estuve un rato riendo sin parar tanto que se me cayeron un par de lagrimas de la risa.

Cuando iba a hacerle la demostración algo pesado me hace caer de la silla, y de nuevo se escuchan algunas risillas.- ¡Auch!.- abro los ojos desde el suelo y veo un chico haciendo reverencias y mirando con cara de miedo a mi amigo Taka.- Vaya, parece que le has impuesto... jajaja.- me río desde el suelo poniendo una mano sobre mi cabeza a la par que recojo el mechero y me lo guardo en el bolsillo.- Entiendo que no te gusten mis juegos de magia, pero al menos podrías disimularlo.- digo sin enfadarme.

Kuro se encontraba mirando con toda la devoción del mundo a su pastelito, apodo que ya le había puesto antecediéndose a una posible relación. Durante ese trance eterno llevo una mano al interior del abrigo que componía su uniforme escolar para rascarse el pecho, mismo momento en el que una vocecilla le pilló de imprevisto.

— ¡AH! — Gritó al mismo tiempo que pegó un bote del asiento y articuló los brazos sin control alguno. — Tío, dios, no me metas esos sustos. — Dijo una vez más calmado, sacudiéndose el abrigo para colocarlo correctamente. Mierda, maldijo para sí mismo. Deseó saber si había puesto algún tipo de expresión extraña mientras se deleitaba con la belleza de su amor, pero deseó con mayor fuerza que interpretara el gesto del pecho como algo pervertido. — Eh, sí, claro. Siéntate. — Añadió rápidamente antes de que hiciera alguna pregunta.

-No es que no me gusten es que cuando tienes algo peligroso en las manos siempre la cosa se desmadra y ahora no estamos como para correr el riesgo. Ya mas tarde me lo enseñas. Cambiando de tema ¿esa que entra por la puerta no es la tal Helga?

El auditorio se llenaba lentamente de gente y yo me moría de impaciencia por terminar aquí y empezar cuanto antes las clases y el baloncesto.

Asentí con la cabeza y recordé por un momento el efecto de hacer como si manipularas el fuego y lo agarraras con la mano. Tenía su complejidad pero lo había ensayado mucho, rodeado de extintores, claro está. Entonces Taka mencionó la palabra clave. Me puse nervioso mirando alrededor con movimientos enérgicos y todo colorado.- Espero que no haya visto ninguno de mis tropiezos... Sería muy lamentable.- Pensé en voz alta.

Ya es la hora de levantarme, a pesar de ello llevo un rato ya despierto ya que suelo dormir con la persiana subida para despertarme con los primeros rayos de sol, no hay forma más placentera que despertarte con la luz del día y no con el sonido tan estridente de un despertador.

Miro mi silla del cuarto, veo el uniforme del insti y suspiro pensando que voy a ver por fín a esa persona. Este verano he hecho poca cosa y no he visto a la gente de clase salvo a Ayami que es mi vecina. Me levanto, me ducho y me visto como es habitual en mi día a día, a pesar de no ser parte del uniforme me pongo mi gorra, me gusta llevar gorra, ya me la quitaré cuando llegue.

Me dirijo a la cocina sin hacer ruido, seguramente mis padres aún duermen ya que aún falta para que habran el taller y no son demasiado madrugadores. No me equivoco, al pasar por su puerta puedo verles en la cama pero quito rápidamente la vista. ¡Qué manía de dormir desnudos! Cierro poco a poco su puerta intentando no mirar y termino de andar hacia mi destino.

Desayuno poca cosa ya que al ir en autobus al instituto se me revuelve un poco el estómago, cojo una pieza de fruta para luego y el almuerzo para el descanso de clase que me dejó preparado mi madre ayer. Por lo menos hace algo por mí... Bueno, de vez en cuando me llevan al colegio pero solo si tienen algún cliente que haya concertado cita a primera hora, de todas formas no me gusta demasiado que me lleven así que el autobus está bien.

Miro el reloj y veo que falta poco tiempo para que pase el autobus, recojo mi mochila y me la cuelgo de um hombro. En ella llevo todo el material escolar pero también mi bloc de dibujo, ese nunca puede faltar y salgo a toda prisa de mi casa que está un poco alejada.

Vivo en las afueras de la ciudad, en las casitas típicas de campo que no tienen nada más a su al rededor solo alguna que otra casa más. Menos mal, llego a tiempo de coger el autobus, una vez montado busco a Ayami con la mirada, seguro que está por aquí y en efecto, allí está ella con el pelo medio despeinado y acompañado de sus ojeras características.

"Seguro que ha vuelto a pasarse toda la noche jugando a algún juego... jaja" pienso sin armar mucho ruido ya que va sopa la pobre. Me siento a su lado y saco mi bloc de dibujo. "Es el momento perfecto" pienso, y empiezo a dibujar a Ayami dormida con su apariencia tan natural y al final le pongo una pompa que le sale de la naríz como matiz cómico.

"Esto no lo puede ver nunca jajaja." Tengo la costumbre de iniciar un nuevo bloc cada vez que empiezo un nuevo curso por lo que la primera página ha sido dedicada a mi mejor amiga, ¿para quien mejor? Bueno... Si lo hay en verdad pero jamás puedo captar toda su belleza, debo esmerarme más.

Al llegar al centro, despierto a Ayami chupandome el dedo y metiéndoselo en la oreja. -¡Vamos Ayami! ¡Hay que ir al auditorio para la presentación!- le digo entusiasmado, dicho y hecho.

Una vez allí busco con la mirada a más gente pero no encuentro a nadie de clase, solo a algunos mayores armando jaleo, me da un poco de vergüenza así que paso por su lado con la cabeza agachada y me siento en algún sitio que pueda pasar desapercibido. Miro a Ayami para ver si se viene a mi lado.

Ronquido. Ronquido. Ronquido prolongado. Silencio. Ronquido.

Os voy a ser sincera, siempre me pasaba igual. La noche antes del primer día de colegio me la pasaba entera haciendo la tonta, y luego pues...

—Mamá, dame 5 minutos más... ZzZzZ

Pues eso... siempre iba al primer día de colegio con toda la cara de zombie. Menos mal que tenía el trayecto del autobús para pegar mi cara a la ventana y quedarme frita, y eso que nunca era mi intención, lo prometo... pero, ¡bendito autobús! Sobretodo cuando tenía a mi lado a alguien preparado para chuparse el dedo y metérmelo en la orejita...

—¿E-eh...?

Abrí ligeramente un ojo, ojeé a mi alrededor como quien mira pero no ve nada, y volví a cerrarlo. Pobre Gohho, tuvo que repetir el proceso de meterme el dedito más hasta el fondo esta vez... ¡Ups! Creo que esa frase a quedado muy pervertida, ¿no?

—Joder, moco — hice un aspaviento con la mano tratando de quitármelo del medio... sin mucho éxito —. Para ya, tío... ¿No sabes que a las señoritas tienes que dejarlas dormir? ¡Ufff!

En fin, que no había manera... así que decidí que era hora de tomarme mi venganza: sin dejar de sonreír como una piscópata, le cogí del cuello con mi brazo, le quité la gorra, y me puse a despeinarlo más aún con mi otra mano. ¡Así aprendería!

—¡Je! Ahora vamos a juego con el mismo peinado — le dije soltando una carcajada.

Cuando bajamos del autobús, exhalé con cierto hastío... luego ojeé a mi compañero. Iba bien emocionado, ¡qué majo! Me agradaba verlo así de contento con la presentación del nuevo curso, casi me entró ganas de emocionarme yo también y tomarme este curso con más ganas. Casi...

—Atento, hoy te presentaré a medio instituto, ¿eh? Mira, por ejemplo — le señalé al grupo que estaban formando ruido —, ese del pelo rojo es el capitán del equipo de baloncesto. Tiene pinta de macarra, pero no es mal tipo. Ése otro es Kuro. El de allí, sí... el que se está tropezando con todos, se llama Michi. Y luego, ¿ves a esa monada? Es Hori-san... — alzo la mano para que la chica me vea —. ¡EH! ¡HORI! ¡Buenos días~!

Y... tiré de Gohho en dirección adonde estaba sentada la monada del instituto, ❤.

Mientras esperaba sentada podía ver como la gente llegaba, había un par de senpais muy divertidos que decían cosas de magia, si mal no recordaba uno de ellos era el capitán o algo así de baloncesto. Reí levemente al ver la escena de Fujimoto tropezándose, siempre había sido torpe y parecía que no había cambiado nada en las vacaciones, se sentó junto a Kuro, -menudo duo dinámico- pensé con una sonrisa en el rostro.

Poco después escuché una voz familiar, era Ayami que venía tirando de un chico algo perdido, le saludé alegremente devolviéndole el saludo y levantándome, -!Buenos días Ayami¡ ¿que tal el verano?- dije casi mirando hacia arriba, ella me sacaba unos 25 cm más o menos de altura, lo cual era mucho pero eso no quitaba que fuésemos amigas, es más incluso podía decir que admiraba eso de ella.

-¿y ese chico? ¿le has secuestrado?- dije alegremente, sin duda era una broma pero era una manera de iniciar una presentación

Menos mal que me había llevado la gorra, ahora tengo el pelo más revuelto incluso que ella pero en verdad me gusta que Ayami me lo revuelva, eso quiere decir que está de buen humor jaja. Cuando estoy esperando que mi amiga se siente a mi lado sin armar alboroto llega, tira de mí y me levanta de un tirón.

-E espera Ayami, yo yo...- voy mirando uno a uno todas las personas que nombra, ya me olvidaba que Ayami iba a repetir por lo que probablemente conoce a toda esta gente pero a la que parece conocer más es a una tal Hori, una chica bastante guapa.

-Hola- digo aganchando la mirada algo sonrojado. -Me llamo Gohho, soy vecino de Ayami pero al ser de Primero seguramente no me hayas visto nunca.- mezclo respuestas un poco sin pensar en el sentido de lo que digo y es que no me esperaba conocer a gente tan pronto.

Al contrario que Ayami soy algo bajito por lo que formamos una pareja bastante graciosa.

Él grita "¡Ah!". Yo grito "¡Ah!". Y todos nos reímos del tema...

Salvo el chico de atrás, ya que al no esperar que Kuro-kun gritase de esa manera, del bote que pego doy un pequeño salto hacia atrás, como si estuviese alejándome de la onda expansiva de una bomba, pegando un pisotón al pie del pobre chico en cuestión. Una nueva oleada de reverencias y disculpas antes de poner mi culo en el asiento, agarrándome bien fuerte a la silla de manera que no pueda provocar más accidentes ni queriendo.

— Yo no te he asustado... has sido tú quien me ha asustado a mí... —lloriqueo por el mal rato que he pasado con el chico. Suelto todo el aire en un suspiro, maldiciendo mi mala suerte. Agarrado a mi silla, acerco mi cara a su oído y le susurro: — Entonces... ¿a quién mirabas como si fuera un pastel a punto de ser engullido...?

Sonreí con la mejor de mis sonrisas y me senté al lado de Hori.

—¿Quién? ¿A Gohho? ¡Qué va! ¡No soy tan mala como para raptar a alguien! ¿Por quién me has tomado? — bromeé, aunque en realidad no dudaba de que algún que otro profesor sí pudiera tomarme por alguien así —. Sólo me lo he encontrado por la calle y he decidido adoptarlo. ¡A que es adorable!

Solté una carcajada y volví a pasarle el brazo por encima a Gohho, atrayéndolo hasta que quedó pegado a mí.

—Así es, es mi vecino — añadí sin dejar de sonreír —. Gohho, Hori... Hori, Gohho. ¡Presentaciones hechas! En cuanto al verano, pues... ¡muy bien! Aunque trabajando en la tienda de chucherías con mi padre, ya sabes... ¿Y tú qué tal? ¿Has hecho algo especial?

Finalmente, solté a Gohho y me crucé de piernas... pero no como haría normalmente, sino con el cuidado de la que lleva falda. En serio, nunca podré acostumbrarme al uniforme escolar. ¿Por qué no podía ir con pantalones como los chicos? ¡Con lo cómodos que son...! ¬¬