Partida Rol por web

Quedó intrigada por lo que comentaban, pero su educación y posición le impedían preguntar de que se trabaja, simplemente servía el te con la tetera, y cubriendo con su pequeña mano la tapa de esta, dejando caer la infusión que despedía un relajante aroma.

- que terrible - pudo decir - espero que aquel pobre hombre pronto se recupere - fueron sus tibias palabras antes de que su señor entrara en el cuarto, ella retrocedió con la tetera aún en la mano, e hizo un saludo protocolar al samurai, lo mismo lo hicieron los demás presentes en aquella cocina.

- sí, Daidoji-sama -  pude decir cuando las voces se apaciguaron y caminó hacia su señor de nuevo - pero antes, ¿gusta de un te? - pregunta con una pequeña sonrisa en los labios, iba a decir que si deseaba un te para relajar los nervios, pero eso sería poner en evidencia que sucedía algo lo bastante grave como para que un hombre como Daidoji se alterase.

- puedo servirle algo, y conversamos, mi señor - bajó de nuevo su mirada, ligeramente sonrojada, estaba incómoda por no poder hablar abiertamente.

- Claro -respondió el Daidoji con calma- Vamos a mis aposentos para tener más privacidad

Probablemente aquello hiciera pensar a los sirvientes que tuviera intenciones deshonestas hacia su joven y bella sirvienta, pero no le importaba. Primero, porque eran solo sirvientes, y segundo, porque el era el juez de su propio honor.

Sin chistar, la joven se acercó de nuevo hacia donde había sacado la tetera con las tasas, y sirvió una nueva taza con el aromático brebaje, y tomó una de las bandejas, en donde puso aquella tasa de cerámica y la de ella, que antes se había servido y caminó hacia donde su señor, con la cabeza siempre gacha. Claro que sintió que aquellas extrañas miradas cuando mencionó lo de los aposentos, y aunque hayan sido mera idea de la joven, de todas formas la frase podría despertar suspicacias, pero Daidoji-sama era una persona honorable, y ella confiaba en aquel hombre.

Mirando e invitando su señor, caminó hacia la salida de la cocina poniéndose  a un costado de esta para que el samurai saliera primero, y ella lo escoltaría hasta sus aposentos. 

Saemon-san, una leve inclinación anuncia un rápido saludo, disculpe si quedo debiendo la conversación, que planteamos hace un rato, mira de lado a lado, pero surgió algo mas urgente, ¿de casualidad usted a visto a  Yugoki Suzume-sama? es de suma importancia encontrarlo.

Se inclino nuevamente y siguió su camino, mientras se alejaba unos pasos del hombre giro elegantemente su cabeza y torso para volver su vista a el y decirle una última cosa, Si lo ves, dile que es urgente que se reúna con Tonbo-sama. Dicho esto continuo su camino. 

Había quedado con el Shugenja, las palabras quizás ahora sobraban y los sentimientos de ahogo e incertidumbre eran los que reinaban. Demasiadas cosas nublaron quizás la razón del Bayushi por algún tiempo y por eso se había mantenido en silencio, la manga del kimono tapaba la boca pero esta descendió y la dejo al descubierto; la idea de Togo-sama era acertada crear un perímetro pero también sabía que había técnicas que su tío conocía que iban mas allá de ser descubiertas. Por algunos segundos antes de emitir palabra pensó en aquello que podría servirle y los consejos que este le había dado tiempo atrás.

-Las sombras- Fueron las primeras palabras mientras se acercaba al umbral de la puerta mirando esta vez algo que había pasado por alto, posibles accesos a al habitación que no fueran los convencionales – Kuni-San? Los kamis podrían hablar? – pregunto ante el Cangrejo.

El ronin solo alza una ceja, algo extrañado por la prisa que parece llevar la Shosuro. 

-Mmm, no hay cuidado, Shosuro-san... Sera en otra ocasion. En cuanto a vuestro solicitado, recuerdo haberle visto ir hacia la parte posterior, quizas a los baños. +dice, para luego continuar su camino mientras tu haces lo propio en la otra direccion.

Claro, planteando el bonito detalle de interrumpir al joven. En efecto los baños estan iluminados, ambos. Gente que se asea en paz mientras en el otro extremo del castillo...

Setsuko se dirige al lugar indicado, la reacción de Saemon no le pareció muy confiable, pero no esperaba menos del ronin (ella pensaba de él que era una persona de cuidado).

Una vez allí se dirige a uno de los encargados del lugar*

Disculpe, ¿se encuentra en este lugar Yugoki-sama de casualidad?

si se encuentra podría llamarlo, Con DISCRECIÓN, hizo énfasis en esa palabra, decirle que Shoshuro Setsuko le necesita hablar de un asunto delicado.

no quería entrar a los baños a interrumpir a nadie, para eso podría enviar a un eta que lo mandara a llamar o lo buscara, por su parte ella estaría pendiente de los movimientos del lugar.

El baño de hombres no es muy distinto al de mujeres. El biombo que separa del otro lado esta tambien decorado, la bañera inmensa del lado opuesto, y su correspondiente salida para calentar el agua en el extremo.

Yugoki-san descansa acostado en el tibio liquido, adormilado con la boca entreabierta. Afortunadamente esta solo en la sala, lo que disminuye un poco la verguenza del momento. No parece irte o no se vuelve a mirar, abstraido en su descanso... Pobre, sin duda, no tiene dias breves ultimamente.

mmm Carraspeó la joven, se encontraba cerca a la puerta, no daba la espalda al joven pero tampoco lo veía directamente de frente, no pudo evitar dar un vistazo al cuerpo del Suzume mientras este no le prestó atención, observó de arriba a abajo su presa y se sonrío. Pero ante todo debía cumplir con la misión que le encomendara su maestro -necesitaba ganar puntos con él a toda costa después del bochorno pasado en la prueba de arte- disimuló las miradas y giro el rostro, ocultándolo,  para que cuando el hombre se percatara de su presencia no se avergonzara. 

Comenzó a hablarle en un tono suave y calmado, no quería alterarlo.

Suzume-sama* que pena molestarlo aquí, si no fuera realmente necesario, no me atrevería a pasar**, pero ha sucedido algo que ustedes necesitan atender con urgencia. Suspiró un poco y con el rabillo del ojo miró si el joven se despertó o seguía dormido, ladeando un poquito la cabeza. He venido a buscarle y lo conduciré hasta donde Tonbo-sama, le explicaré en el camino todo lo ocurrido. 

El cuerpo de Yugoki es bien musculado, mucho mas bronceado de lo normal en Rokugan (aunque es lo comun entre los Suzume) y mazizo... Aunque el agua no te permite espiar debajo que tan bien... ejem, equipado, lo de arriba promete un cuerpo vigoroso, alguien familiarizado con el ejercicio fisico y la vida al aire libre. Espabila cuando le llamas, mirando hacia ti...

Parpadea primero, se sorprende segundo, y se tapa bajo el agua tercero... su alarma es evidente, pero al menos no la verbaliza con un grito. Pronto se entiende, casi no puede hablar de la verguenza.

-... Sh.. shos... Se-setsuko-san... si esto...+tartamudea, mirando para otro lado tambien+... es... espera afuera... ya voy... deb...debe ser algo urgente, si. Pero este... necesito vestirme. ¿POR FAVOR?

Setsuko no levanta la mirada y hace una inclinación:

Perdón, discúlpame de verdad, no lo haría si no fuera urgente, te espero afuera.

Diciendo esto se va lentamente porque no alza la mirada y con las manos tantea para no caerse y sale de la habitación, una vez al no estar al alcance de la vista del joven, se sonríe y se sonroja por la impresión, la inocencia de su reacción le hizo pensar muchas cosas y por un momento le hizo olvidar totalmente cualquier deber con cualquier persona, fue entonces que sus ojos se abrieron de par en par y se apoyo contra la pared, esta vez una sensación de mareo le embargo, pero no era como el mareo causado por la repulsión ante el asesinato, era otra sensación completamente distinta. Fue entonces cuando se dio cuenta que estaba en problemas.*

Completamente sonrosada y respirando entrecortado la encontró el Yugoki al salir, su corazón latía muy rápido y ella no podía iniciar la conversación, en su estado.

Viste una sencilla bata de baño al salir, y no porta ningun arma. Ha tenido algun tiempo de recomponer su compostura, pero todavia camina despacio... Al percibirte, evita mirarte directamente. Es de agradecer que la noche oculte el rubor de vuestras caras, pero aun asi...

-... esto... Setsuko-san... +carraspea finalmente, con los ojos fijos en la estructura del castillo, el patio, el dojo, en cualquier parte menos en ti+... dime... que necesitabas con tanta urgencia?

Su voz es mas firme que dentro del baño, pero aun entrecortada. ¿Que tan experimentado sera el en estas cuestiones? Por otro lado, su figura maziza recortada contra la luz que sale por la puerta de los baños te trae ciertos pensamientos... Es digna, firme... No tiene la talla de un Hida, ni el agil porte de un Grulla, pero luce firme en su sencillez, como una roca desnuda. Un hombre fuerte, amable y cortes... Alguien en quien confiar.

Higetora se rascó la barbilla. Por lo general no le gustaba importunar a los kami, y prefería confiar en sus propias habilidades para llevar a cabo sus tareas. Pero se encontraba sin ideas, y agradecería toda la ayuda que puede conseguir.- Veré qué puedo averiguar. - Por las circunstancias en las que ocurrió el evento, tendría que recurrir a los kami de aire, criaturas veleidosas y dispersas.

Al acercarse al pasillo reparó en que su habitaición estaba al lado de la escena del crimen, asi que no iban a tener mucha privacidad. Optó por cambiar entonces de destino; la sala donde habían comido deberia estar ahora más tranquila

Ciertamente, no queda nadie en el comedor, salvo un sirviente fregando el piso, pero es como si no contara. Todas las mesitas y almohadas han sido quitados, dejando solo el modesto trono del daimyo. La sala ahora luce muy austera, sin las decoraciones, pero eso es lo de menos. Solo necesitan donde hablar. 

Junichiro se arrodilló frente a una de las mesas y esperó a que Suzue sirviera el te

- Bien, ¿que querías contarme? -preguntó con calma

Setsuko respira profundamente, es notorio su nerviosismo al lado del hombre, lo mira de arriba a abajo y se acerca tan solo un poco a él* quedando sus manos solo a milímetros de su varonil torso, ella hace un gesto como de querer tocar pero se aleja, se cruzan las miradas y ella empinándose un poco hacia a él queda justo a la altura de un beso.

En ese momento recuerda la tarea que la trajo hasta este punto, mordió su labio inferior y le susurro:

Quisiera que el tiempo se detuviera aquí... realmente quería que eso sucediera, suspiró, Vístete por favor, realmente es delicada la situación, murió... Ide-san.

Rápidamente entró en el salón, con la bandeja en sus manos, y la dejó sobre la mesa, arrodillándose ante la mesa, y justo delante de su señor, sin más premura, pasó la tasa de te a él, y ella dejó la propia a un palmo de sus manos, las que fueron al borde de la mesa, siempre manteniendo se aire ceremonial que la envolvía.

- creo que no se le ha escapado, mi señor, el hecho que las dos muertes acaecidas en tan poco tiempo tienen relación conmigo - levantó su oscura mirada a los ojos del samuraí - así como también que ambos eran miembros del mismo clan - tomó la tasa, colocándo su mano izquierda bajo esta y bebiendo un poco, sólo un poco - temo que el demonio que me hizo presa... no haya muerto... - sus manos temblaron, perdió la concentración por unos instantes, dado que por más que intentara recordar, todo aquello que le pasó sólo saltaba a imágenes a imágenes inconexas, pero era mejor, habían cosas que borrar.

- o si otra cosa está sucediendo, Daidoji-sama... ya he perdido a mucha gente, y... y no quiero perderlo a ud... también - sus labios se fruncieron en un puchero, estaba luchando para no derramar lágrimas.