Partida Rol por web

El día ha sido relativamente tranquilo en Kuzume Mura. La actividad mercantil no ha decaído y hoy la caravana Cangrejo ha conseguido hacer ganancias a pesar del constante escrutinio de los guardias y magistrados Escorpión; al menos hoy no los han molestado con un registro inesperado. El patrón de la caravana, Yasuki Masanori, no ha salido en todo el día de la habitación en la posada de Los Tres Kokus, dejando a su joven ayudante al cargo de las ventas, y como no podía ser de otro modo, el ronin Utemaro se ha pasado el día montando guardia en la puerta de la habitación de Masanori. 

Ya cae la noche en Kuzume Mura; los mercaderes hace un rato que han desmontado sus puestos, aunque aún queda alguno rezagado en la plaza del mercado, echando las cuentas de las ganancias del día. La mayoría ya se han retirado a sus campamentos en el exterior de la ciudad, o a cualquiera de las muchas posadas que se aprovechan del constante flujo de viajeros para hacer negocio. La caravana Cangrejo ha alquilado tres habitaciones en la posada de Los Tres Kokus, una para el patrón de la caravana, y las otras dos para los samurai de la escolta. Los mercaderes heimin duermen en el exterior junto a las mercancías, y los ashigaru se encargan de montar guardias nocturnas para protegerlas. A pesar de que en principio una de las habitaciones era para compartir con el ronin, por las noches prefiere dormir en el campamento exterior, organizando la guardia de los ashigaru. 

Los dos escoltas Cangrejo de la caravana y la ayudante de Masanori se encuentran en el comedor de la posada, tomando una sencilla cena a base de tortas de arroz, pescado en salazón y sake. El comedor está a rebosar de gente, y los responsables de la taberna, un heimin de unos cuarentaymuchos, su esposa y su joven hija, apenas dan a basto para atender a todos los clientes. No obstante, a pesar del gentío, parece que unos jóvenes Escorpión han elegido un sitio cercano a los Cangrejo para cenar. Han debido beber más sake de la cuenta, porque los Cangrejo empiezan a oir risitas provenientes de la mesa de los Escorpiones, miradas desdeñosas y palabras susurradas, lo suficientemente bajo como para no entenderlas, pero intencionadamente altas como para que los Cangrejo sepan que se están refiriendo a ellos.

Te encuentras en las mazmorras del palacio del gobernador de Kuzume Mura. Allí, en una habitación apartada de las celdas, la magistrada esmeralda Soshi Mikaya tiene su despacho; una habitación austera, con solo una mesa y una estantería con diversos rollos de papel desperdigados por sus baldas, probablemente informes y fichas de la gente que ha sido arrestada y retenida en aquellas mazmorras.

La magistrada te ha llamado a su presencia; te hubiera gustado pasar la noche en compañía de Gareki, pero parece que Mikaya tiene algo importante que comunicarte. Hasta la fecha, te has limitado a realizar guardias y registros rutinarios; debido a la historia de tu familia, nadie parece tenerte en mucha estima y no te han dado muchas oportunidades de demostrar lo que vales. Pero Mikaya parece pensar de otra forma, o quizás no sea consciente de la fama de tu familia, y siempre te ha tratado igual que a los demás magistrados bajo sus órdenes. Cuando entras en la habitación, la mujer está de espaldas, leyendo un informe. Lleva su armadura y su daisho, pero su mempo descansa sobre la mesa, y el nagamaki que emplea como arma principal está en un soporte para armas en la pared. Es más alta que tu (de hecho es más alta que muchos hombres que has visto), y su físico denota su entrenamiento y su buena forma física sin que ello le haga parecer menos femenina.

El día de hoy ha sido tranquilo; no han habido incidentes y tampoco te han encargado hacer un registro ni ninguna tarea que fuese más allá de vigilar la plaza del mercado. Acabas de presentar tu informe en los cuarteles de la guardia, al lado del palacio del gobernador, y te dispones a retirarte a descansar, cuando Shosuro Kamashiro, el capitán de la guardia del gobernador, aparece delante de ti. Ligero y fibroso, con un rostro juvenil y atractivo, y de brillantes ojos azules, no parece para nada un soldado veterano, pero en realidad es un gran espadachín que se ha ganado su puesto por méritos propios. Siempre te ha tratado con cortesía, pero para encargarte tareas molestas, inoporturnas o de baja estofa. Un trato al que ya estás acostumbrado, pues no es ningún secreto que te llaman junshin a tus espaldas.

- Buenas noches, Densishiro-san. ¿Como ha ido el día?

Sonríe de forma cálida y sus ojos se iluminan detrás del antifaz negro que cubre su rostro. Mala señal; va a encargarte algo

Sin prisas, sin pausa, el Hida aprovechaba la ocasion como haria cualquier soldado, es decir, llenandose a pleno. Nunca se sabia cuando iria a faltar el bocado. Era una de las pocas cosas buenas de esta aburrida asignacion. Sus palillos (se negaba a usar los del local) sostenian un trozo de pescado, mientras con la mano libre acaparaba tortas de arroz. Mordia, mascaba y tragaba continuamente, por lo que hablaba bastante poco. Pero oia, y lo que llegaba a sus orejas no le gustaba. En otra situacion, habria dado la bienvenida a las provocaciones como una manera de romper huesitos escorpionidos, pero aqui era mas delicado el asunto. Asi que hizo lo mejor que pudo para ignorar el tema, de momento.

-Que tal les sabe el sake? +gruño al Kuni y la Yasuki, en una de sus pausas para beber.

Gracias a Daikoku el día había acabado sin contratiempos y de seguro que Masanori-san estará entrenido contando las monedas conseguidas. Pero comprendía a lo que se refería Daichi-san, pese a que apenas había tenido tiempo de probado por miedo a quedarme sin comida ante su apetito y el de mi taza ya se encontraba bastante frío para apreciar los más sutiles aromas, por lo que esbozando un tranquila sonrisa recogí la botellita de porcelana y me preparé para volver a servirle tanto a él como al Hotaru-san.

- Excelente como siempre, precisamente esa es una de las virtudes del sake - bien parecía poder ponerme a enumerar todas ellas - Y si no preguntales a esos Escorpión - continúo sin siquiera girarme para mirar en su dirección - De seguro que serían incapaces de notar diferencia entre el sake de los bajíos y éste.

Concluyo esperando a que cualquiera de los dos acabara su taza, consciente de que en realidad si era imposible que notaran diferencia alguna entre ambos, dado que los Tres Kokus ya había adquirido alguno de nuestros barriles y precisamente era el que estábamos bebiendo en éstos momentos. Pero ése era un detalle que esos Escorpión seguramente desconocieran.

El día había transcurrido con normalidad, y con la salvedad de un par de comerciantes que habían alzado la voz en el mercado para increparse, nada más había requerido su atención. Le gustaba vigilar el mercado, sabía como era llamado por su clan a sus espaldas, Junshin, un titulo que trataba de llevar con orgullo, pues significaba que le consideraban honorable, lamentablemente, aquello también lo condenaba a la marginación. Sus compañeros siempre se apartaban de él para conversar con tranquilidad, aunque fuera sobre la más indulgente de las situaciones, ellos preferían curarse en salud, y alejar sus palabras de sus oídos. Estar en el mercado significaba tratar con samurais de otros clanes, y aunque desconfiasen de él, el doble por ser un escorpión que no portaba mascara alguna, al menos, muchos le daban  la oportunidad de un trato y una conversación incluso amena en algunos casos.
Densishiro se irguió recto tras entregar su informe, ya se había acostumbrado a la desconfiada mirada del administrador, le dedicó un cortes reverencia y se dispuso a retirarse a descansar, liberado por hoy de sus funciones como guardia de la ciudad. Pero pronto, cualquier idea de descanso, desapareció con la aparición de su superior, y de sus palabras, algún propósito deseaba encomendar le, y él lo desempeñaría con mas honor que cualquiera de su clan, por baja que fuese la tarea.

-Shoshuro Kamashiro-Dono, me honráis con vuestra presencia y vuestro interés.- Dijo el jovencísimo Bushi a su superior con una reverencia tan correcta como era capaz, y prosiguió.-Mi día bien mi señor. Siempre ansioso y honrado por servir al clan.- Dijo el iniciado Bayushi, tratando de facilitarle a su señor la formula con la que demandarle un nuevo cometido, al fin y al cabo, Kamashiro le despreciaba como el resto de sus compañeros, no le cabía duda, pero al menos su trato era infinitamente más cortes, y no deseaba hacerle perder  tiempo a alguien que debía portar sobre sus hombros tanta responsabilidad.

Por fin se acaba el día. Todavía no entiendo que hace un Cazador de Brujas escoltando esta caravana pero una orden es una orden así que no lo discutí en su momento y sigo sin hacerlo ahora mismo.

- No está mal. - respondo a Hida Daichi con una sonrisa.

De cuando en cuando suelto furibundas miradas a los Escorpión que se encuentran en la mesa de detrás nuestra.

- Malditos Kono yaro* Escorpión. - pienso. Alguien debería enseñarles modales a esos Bastardos.

No obstante no hago ademán de levantarme ni ningún otro movimiento que haga pensar que me están incomodando. Estoy seguro de que buscan provocarnos pero no entraré al juego. O tal vez si. Quién sabe.

- Ashikako-san,  seguro que no saben diferenciar el sake que están bebiendo del meado de sus cabras. - respondo a la Yasuki.

Cada día que pasaba sin haber estado al lado de Gareki parecía que mi corazón pesaba más aunque estaba más vacío. Pero el deber era el deber, y Gareki no quería perjudicarla delante de la única persona prácticamente en Kuzume Mura que la trataba como si no fuera Bayushi Deki. Lo amaba tanto, era afortunada de al menos poder estar nuevamente cerca de él.

Observo a Mikaya-sama que aún está de espaldas a mi, y no sólo veo a una magistrada, también a una temible bushi. Posiblemente mi padre hubiera deseado que yo hubiera nacido así, pero así estaban las cosas, ambas eran magistradas con apellidos familiares intercambiados. Como desearía poder cambiar el suyo, que la dejaran de juzgarla. Entendía perfectamente lo que significaba el honor y el estatus, pero fue su bisabuela, deberían... bah, sabía que pensar en eso era una tontería. A fin de cuentas era una Escorpión, eso era lo habitual.

Me adelanté un par de pasos más. Mikaya-sama, ¿deseaba verme?  - digo esperando que haya valido la pena venir hasta aquí.

No intento evitar la pequeña sonrisa que se forma en mi rostro, divertida en el fondo, aunque pronto la hago desaparecer para reprobar al Kuni.

- Ese lenguaje sobra, harías bien en disculparte.

Me limito a decir mientras relleno su taza y quedo pendiente de la del Hida hasta encontrar el momento de volver a centrar mi atención en la comida.

Realmente no entiendo a esta mujer.

- ¿Hacia vos Ashikako-san? - pregunto. Mis disculpas si os he ofendido. - añado sin más.

Tiende la taza a la joven.

-No, Kuni-san... con el sake es con quien debes disculparte. Jajaja... Creo que ningun meado de cabra sabe asi de bien, sino todos las criarian...

Le viene una imagen a la mente de grandes establos de cabras meando.. Tontamente, sigue riendo.

La magistrada se da la vuelta y asiente. Sin el mempo, no parece tan intimidante, pero aún así su expresión dura y fría la hace parecer suficientemente temible y autoritaria. Ves que busca en una bolsita que lleva en el cinturón, y extrae lo parece una pequeña botellita de sake vacía. Se acerca a ti y te la muestra para que puedas verla. Lleva un extraño kanji grabado, probablemente la "marca" del sake.

- ¿Reconoces esto?

Kamashiro mantiene su sonrisa y asiente

- Eso es lo que quería oir, Densishiro-san. Supongo que estarás al corriente de la caravana de mercaderes que ha llegado de tierras Cangrejo hace un par de días, ¿no?

"¿Tratar con cangrejos, pueda ser esa mi nueva labor?", pensó el joven bushi, al que tal misión desde luego no le parecía tan deplorable como las ultimas a las que le tenían acostumbrado, aunque podía entender perfectamente, por que un miembro de su clan no disfrutaría estando cerca de cualquier miembro del clan del Cangrejo. Los miembros del Cangrejo tenían fama de ser toscos,  brutalmente sinceros y belicosos, atributos sin duda con los que no disfrutaba trabajando el bushi medio de su clan.

-Algo he oído mi señor.- Era cierto, en una ciudad como aquella, noticias tales se propagaban pronto, y la caravana había estado en boca de todos desde que llego, e incluso antes. Su respuesta fue sencilla, aun no se aventuraba a adivinar las instrucciones de su señor.

Kamashiro asintió de nuevo

- Bien. El gobernador quiere que se vigile día y noche esa caravana y los miembros de su escolta. Por lo que sabemos, hay dos bushi Cangrejo, y un ronin encargados de ese propósito, y según el último informe, los bushi se encuentran alojados en la posada de los Tres Kokus. Necesito que vayas allí y los vigiles hasta que decidan retirarse a dormir. No queremos problemas, y los Cangrejo son famosos por ser bastante pendencieros cuando están lejos de su muralla.

Densishiro se inclino a modo de reverencia.-Se hará como ordenáis Bayushi Kamashiro-Dono.-

Entendía los motivos que empujaban a su clan a querer vigilar de cerca a los cangrejo, un conflicto entre comerciantes de dicho clan y el escorpión, no sería provechoso para la ciudad. Lo que sería más difícil iba a ser acercarse a ellos. Densishiro no les iba a mentir desde luego, pero también sería una incorrección el decirles abiertamente que estaba allí para vigilar los, sin duda podrían tomárselo como insulto, " las fortuna proveerán", se dijo para si mismo mientras aguardaba el instante en que su señor le permitiese marcharse. Tenía multitud de preguntas, pero si Kamashiro no le había dado ningún detalle más, se imaginaba que las respuestas a sus incógnitas debería buscarlas él.

Ranmaru se acerca para ver más claramente la "marca"...

Has visto ese mismo kanji en botellas de sake confiscadas que posteriormente han sido destruidas; no sabes su procedencia, pero es un producto que al parecer no es legal, y no es un sake cualquiera

Era otro punto de vista perfectamente válido, por lo que le premio con algo más del licor para después dejar la botella y retomar los palillos para poder comer algo que aún no se haya enfriado más que el contenido de mi taza. Con cuidado, parto un pequeño trozo de la torta y le coloco uno de los trozos de pescado encima para lograr algo que no sea completamente insípido para llevarme a la boca. Poco después vuelvo repetir el proceso.

Pensaba que tras la última confiscación ya no aparecerían más, pero supongo que con el hecho que aún desconozcamos de donde procede este sake ilegal aún tienen una ventana abierta para distribuirlo.

¿Que debía hacer este sake tan especial que la gente se arriesgara a moverlo por la ciudad? Tenía ganas ya de pillar esa rata.

¿Donde ha sido encontrado esta vez, Mikaya-sama?