Partida Rol por web

Las orejas picadas de Kellom parecieron levantarse aun más. Parecía que alguien está en apuros.
- ¡Bien, por fin un poco de acción! - el gnomo avanzó un poco a grandes pasos y afinó los oídos.
¡Qué criatura o criaturas serían sus perseguidores? ESperó girando compulsivamente la varita con su mano.

La adrenalina se dispara y los primeros compases de lo que viene siendo una batalla se presentan. Contáis un total de hasta doce muertos vivientes, entre esqueletos y zombis. Los más atrasados van con arcos y parecen estar apuntando al pobre muchacho que corre por su vida, mientras los demás tratan de darle caza con espadas rudimentarias y oxidadas. 

Hay algo que os llama la atención en estos muertos vivientes*, y es que emiten un brillo azul celeste muy intenso desde sus ojos, o cuencas vacías en el caso de los esqueletos, algo que no es normal en los muertos vivientes corrientes...

Sombra salió corriendo intentando atraer la atención de los esqueletos para así dejar vía libre al joven en apuros. Cogió una de sus dagas y la lanzo con saña a uno de los zombis. Odiaba a los muertos vivientes. Haría lo que fuera para devolver sus almas a la Reina Cuervo. 

Al fin un poco de acción...masculló Sadrik

Y diciendo esto avanzó hasta colocarse detrás de un árbol para estar más cerca de la acción, pero a la vez refugiado de las flechas que los arqueros pudieran lanzar. 

Acto seguido y con intención de terminar con el esqueleto que Sombra había atacado lanzó un misil mágico contra el.

El gnomo abrió más aun los ojos.
- ¡No muertos! - exclama excitado - ¡no lo puedo creer!

Un infalible misil mágico sale de las manos de Sadrik, bordeando el árbol, e impacta de lleno en uno de los esqueletos más adelantados. El golpe arcano hace que la brillante luz azulada de sus cuencas desaparezca y el esqueleto se desmorona como un castillo de naipes.

Desde la lejanía, uno de los esqueletos dispara su arco pero la flecha se pierde entre los árboles, muy cerca de la posición de Sombra. Otro de los esqueletos que le estaban pisando los talones al chico consigue pillarlo y descarga su espada oxidada a traición, abriéndole un corte bastante feo en la espalda. El grito desgarrador del chico os pone los pelos de punta.

No tardas en reconocer los efectos de la magia feerica en estos cadáveres. No parece que hayan sido reanimados por un nigromante, si no más bien por una emanación desorbitada de la magia de las hadas. El brillo azul celeste de los ojos en estos no-muertos, al igual que una fina capa de escarcha entre sus huesos y armaduras apenas perceptible, te hacen pensar que pueden poseer algún tipo de resistencia al frío.

Kellom reacciona. Algo no cuadra con esos esqueletos pero debe actuar con premura. Saliendo de su estado de aparente inactividad corre buscando cobertura tras la maleza buscando una buena posición para alcanzar con su magia al esqueleto que golpea al campesino por la espalda. Su varita se mueve y brilla con intensidad concentrando magia féerica. Lanza sobre el esqueleto decrépito toda la magia que puede lanzar.

Kellom se adelanta y maldice a una de las figuras esqueléticas, pero cuando intenta canalizar la magia feerica contra su oponente no consigue desatar el poder de las hadas.

Uno de los zombis se mueve torpemente hacia adelante, siguiendo el olor de la sangre del joven campesino herido.

Uno de los esqueletos más rezagados, apunta con su arco semi-podrido en dirección a Sombra y la flecha vuela rápida y certera. No se clava sino que pasa rozando su brazo, lo suficientemente cerca como para rajar su armadura de cuero y provocarle un feo rasguño.

Por su parte, uno de los esqueletos más adelantado que iba en persecución del campesino, se percata del movimiento del tiflin y sin pensárselo dos veces, cambia de dirección y se acerca hasta el mago. Con su espada herrumbrosa da una estocada en vertical y corta tela y carne por igual, generando una herida bastante sangrienta.

- Eh? eh? Estos muchachos se movieron como el diablo, antes que pudiera reaccionar ya estaba todos actuando, descoordinadamente, pero actuando.
- Ey muchachos, dejado algo para el viejo Travok, ja ja.
Chico, te dije que te alejaras.
Quizás a causas de sus heridas, el humano no se alejo los suficiente, y aun seguia en peligro pese a al apoyo que le daba sus compañero.
- Cubrir la retirada de chaval, y no os disperséis tanto!!
Avanzo hasta tener una posición aventajada y se lanzo a la carga con su alabarda en ristre contra el esqueleto que tenia delante el chaval. La alabarda se clavo entre el torax de hueso, partiendolo en añicos y derramándose el esqueleto en miles de piezas en el suelo.

El enano del grupo se lanza a la refriega en una carga salvaje que hace añicos al esqueleto que había herido al campesino. El impacto de su alabarda es tan brutal que los huesos del no-muerto se esparcen por cinco metros a la redonda.

Los dos esqueletos que portan armaduras pesadas y escudos también se unen a la batalla. Uno toma posiciones entre los demás esqueletos mientras que el otro carga contra Travok y descarga un peligroso golpe que penetra la armadura del enano y corta su carne.

Clevor había adelantado su posición de manera intuitiva para poder tener un mejor punto de observación sobre el campo de batalla. El primer momento había desatado un caos que no le agradaba, sus propios aliados parecían moverse sin mucho sentido táctico, sin embargo sabía que la posición de Travok era la que había que sostener a toda costa Salvaré la vida de éste campesino aunque deba desangrarme en el intento.

Embrazó su escudo con orgullo y celeridad, mostrando a todos el emblema familiar del que era portador, del cual era el guardian. El sol acarició el blasón, casi como rozándolo. Así como la raza de los kobolds lo ha temido, igual será para los antinaturales muertos vivientes. Con el símbolo de Cormyr y Torm en alto, el joven guerrero emprendió la carrera, acelerando a cada paso, con pura potencia concentrada en el filo de su espada. El grito de ¡Cormyr! rugió desde su pecho acompasando la embestida que arrasó al esqueleto acorazado que se amenazaba a su compañero enano. El poder del golpe fue tal que el esqueleto fue forzado a mover su escudo hacia el costado, acompañado del crujido de varios de sus secos huesos.
Clevor tenía su voluntad y empeño centrados en alejar tan terrible enemigo de la víctima, por lo que continuó el movimiento horizontal de su espada, que encontró fácilmente una brecha en la armadura del oponente y se hundió con profundidad. Su voz salió áspera y grave ¡Corre por Torm! nos encargaremos de estos monstruos acto seguido levantó el pie derecho y lo apoyó contra el peto del enemigo, empujando mientras extraia su arma, el metal chirriaba y los huesos crujían; la heráldica de su armadura comenzó a emitir un brillo blanco que pronto cubrió todo su cuerpo. Torm estaba allí, los ojos de Clevor brillaban con una furia divina, nadie pasaría si tener que enfrentar la justicia de su espada.

Clevor es el último en unirse al combate. Arremete contra el esqueleto más cercano y mejor armado, asestándole dos potentes golpes e invitando a sus compañeros a atacar al mismo objetivo.

El resto de no-muertos que aún no habían actuado comienzan a moverse por el campo de batalla. El zombi avanza lentamente sin suponer un peligro para nadie, de momento.
Un esqueleto carga contra Sombra y corta al pícaro a la altura del pecho con su espada oxidada.
Mejor suerte corre el cormyta que ve como uno de los esqueletos también carga contra él, pero reacciona a tiempo e interpone su escudo entre el acero enemigo y su propio pellejo.
Desde el fondo, otro esqueleto tensa su arco y apunta a Clevor, pero la trayectoria de la flecha se desvía por mucho.

El campesino, que en cuestión de segundos se había visto respaldado por dos guerreros fuertemente armados, decide aprovechar la distracción que han creado y se escurre para salir corriendo del alcance de los no-muertos, sin mirar atrás y sin percatarse de la hoja que amenaza su vida por cometer una acción tan imprudente.

Sombra no podía creer en su torpeza. Primero fallo su ataque disparando al Zombi. Y luego no había conseguido esquivar el ataque del esqueleto. Parecía que la luz del sol le estaba afectando más de lo que pensaba. Preparo su ataque con sumo cuidado. Esta vez intentaría un movimiento más precavido. Si no conseguía acabar con el esqueleto al menos estaría preparado para hacer frente a su próximo ataque.

Un olor mohoso embotó, repentinamente, los sentidos de Sadric a la vez que sintió un frío antinatural cerca de su brazo derecho.

¡Esqueleto! Ya verás como aprendes a no acercarte a un mago.

Concentrado, como estaba, observando la batalla no había ni siquiera visto al esqueleto que se había colocado a su lado. Sus pelos se erizaron del susto al encontrárselo debajo de su barbilla y actuó casi por instinto dando un salto atrás y lanzando misiles mágicos a los esqueletos que más cerca tenía.

De las manos de Sadrik salen dos proyectiles mágicos que impactan de forma certera en dos esqueletos. El poder arcano de ambos misiles hacen que los no-muertos se desmoronen en el suelo.

El combate sigue su ritmo. Dos flechas de los esqueletos más alejados vuelan a través del campo de batalla, una dirigida hacia el pícaro y otra hacia el señor de la guerra de Cormyr. La primera da en el blanco y se clava levemente en el hombro derecho de Sombra. La segunda cae a los pies de Clevor. Un zombi se acerca hasta el cormyta y le propina un fuerte puñetazo, pero Clevor interpone su escudo astutamente y se libra de un buen golpetazo.

Por su parte el gnomo del grupo apunta con su dedo índice hacia el esqueleto que sus compañeros tienen flanqueado y pronuncia una palabra de poder arcano. El esqueleto queda envuelto en un halo de fatalidad. Kellom agita su varita con furia y lanza una oleada de poder arcano contra el esqueleto. El no-muerto estalla en una explosión de colores azules y violetas y sus huesos se desperdigan por las inmediaciones.