Partida Rol por web

- Muchacho palido, no es hora de flaquear, que la fuerza de Moradin de domine y aseste certeros golpes a nuestros enemigo, MORADIN!! imploro tu gracias sobre Sombra, hermano de batalla, dale parte de tu fuerza
Las heridas de Sombra prácticamente se cierra, y empieza a emitir un aura azulada en su cuerpo, crepitando haces de energía.
Empieza a moverse por el lado de Clevor para poder así flanquear al zombi que estaba golpeando el escudo del valiente combatiente. Esperaba que estuviese mas atento a las acciones contra Clevor y no percatara de su acción envolvente el Zombi. Una vez llegado a su destino, enarbola su alabarda, y solo consigue llamarle la atención sobre el.
- Clevor, este es el momento de acabar con el y proseguir por otras victimas, aun quedan algunos para nosotros, ja ja.

Travok se mueve de manera rápida pero descuidada para situarse tras el zombi, pero por suerte para él, su enemigo es demasiado lento y su intento de golpear al enano se queda en nada.

El otro esqueleto con armadura pesada se arroja con furia contra el enano, lanzando una estocada que rompe las defensas de Travok y le hace un corte en la pierna.

Se había lanzado al combate de manera fervorosa, poniendo su fe y su instinto por delante, desatando una serie de ataques que hubieran hecho caer a muchos guerreros experimentados. Sin embargo el tambaleante esqueleto había logrado mantenerse en pie hasta que una ráfaga arcana lanzada por el misterioso gnomo lo había fulminado. Tras la oleada de acción que había surgido entre Clevor, Travok y Sombra, los dos conjuradores que los acompañaban desataron una tormenta arcana que limpió el terreno circundante. El aire olía acre, los vellos de la nuca se erizaban por la estática circundante, los hechizos feéricos e infernales no se llevaban bien con magia enfermiza. Las criaturas animadas desde la ultratumba avanzaban de manera lenta e implacable, no mostraban emoción ni pasión alguna, pero una ajena voluntad férrea las conducía como un ejercito con perfecta disciplina. Sus golpes estaban arrastrados por una fuerza tremenda, sin embargo eran sistemáticos, repetitivos, demasiado predecibles. El señor de la guerra supo usar ésto a su favor, utilizando el balanceo de su escudo y fintas con su fiel espada para mantenerlos a raya. Casi como hermanos de batalla, con un sexto sentido que los coordinaba, el humano se unió al enano para frenar el avance de sus enemigos. Uno daba un golpe, el otro aprovechaba el espacio para avanzar un paso, cuando el enemigo intentaba contraatacar, el anterior lo desequilibraba generando una nueva oportunidad. Pronto tenían a los tres enemigos más imponentes cerca y enlazados en una cruenta escaramuza, y la oportunidad de frenar al último zombie se presentó, con lo cual Clevor avanzó hacia él amenazante.

¡El cadaver purtrefacto es mío, Maese Travok! Exclamó mientras dejaba un espacio para que el pícaro pudiera flanquear al otro muerto andante y se dedicaba a detener el avance del nuevo contrincante. Lanzó una serie de rápidas estocadas sobre la carne muerta, que poco pareció inmutarse o retroceder. Había tomado una decisión difícil al dejar a Travok rodeado de dos enemigos y lanzarse a detener al otro, sin embargo estaba seguro de que era más que capaz de salir victorioso de ese combate. Todos caerán bajo nuestras armas, por Torm. Sus palabras eran seguras, demasiado, y transmitían pura confianza a quienes las oían.

Las palabras de Clevor dan fuerzas a Travok para seguir luchando como un valiente, mientras el cormyta se lanza al ataque contra uno de los cadáveres en descomposición. El zombi acepta el reto de Clevor y propina un fuerte, aunque torpe, puñetazo que se estampa directamente en la férrea armadura del humano sin causarle daño alguno.

Desde varios metros más atrás llega volando una flecha que pasa silvando los oídos de Clevor, pero que se pierde entre la vegetación de manera inofensiva.

Gracias a la magia de Travok, Sombra se sentía mejor que nunca. Se deslizo sigilosamente tras el zombi que se abalanzaba sobre el enano y se dispuso a devolverle el favor a este. Si conseguía una buena estocada el maldito zombi volvería allá de donde nunca debió de volver... a los dominios de la Reina Cuervo.

La estocada de Sombra, si bien no resulta mortal para el muerto andante, si que lo deja bastante herido. Un profundo desgarro en la espalda hace que se tambalee.

Sadrik todavía no estaba repuesto completamente del golpe del esqueleto. Sus sentidos embotados sólo le permitieron volver a buscar refugio debajo del arbol y lanzar otro misil mágico a uno de los esqueletos arqueros.

Otro proyectil arcano sale de los dedos del tiflin y viaja a gran velocidad hasta que impacta contra uno de los esqueletos que portaban arco, devolviéndole el descanso eterno que se merece.

Los otros dos esqueletos que quedan al fondo lanzan sus flechas contra Clevor. La primera pasa rozando su armadura pero la segunda consigue penetrar la dura defensa del humano, clavándose en un costado.

Kellom fija su objetivo en el zombi que está atosigando a Travok. Le lanza una maldición y a continuación desata una oleada de energía arcana que deja al no-muerto a las puertas de la verdadera muerte.

Con las pocas fuerzas que le quedan en su cuerpo vacío, el zombi descarga un potente puñetazo sobre Travok pero el enano se anticipa a los movimientos de su rival y lo esquiva con facilidad.

Travok se sentía en su salsa. Estaba rodeado de enemigos, enemigos de la propia vida. Con su mano izquierda preparo unas de sus hachas.
- Chico pálido, entretén al zombi un poco.
Sombra sin entender bien a quien se refería, hizo un amago de un ataque, el cual el zombi reacciono al poco instinto que le quedaba y se propuso a defenderse, momento en el cual aprovecho el enano, para girar su alabarda con una mano, mientras realizaba un giro de 180º, con el efecto que sajo el bajo vientre del la criatura, esparciendo sus putrefactas entrañas por el suelo, llenando el lugar con un olor desagradable. Mientras finalizaba el giro mortal, lanza su hacha mano hacia esqueleto armado que tenia a su lado, pero esta solo consiguió clavarse en una zona de la armadura, que por la expresión fría que puso el esqueleto al girarse y observar el arma en su hombro, no era de suma importancia.
- Ay va!

El movimiento segador de Travok no solo consigue esparcir tripas putrefactas por el suelo, sino que termina de rematar al asqueroso zombi.

El esqueleto armado mira con desprecio el hacha que le ha lanzado Travok y, con una furia homicida en sus ojos de brillante blanco-azulado, descarga un potente tajo vertical que hiende la armadura del enano, desgarrando metal y carne por igual.

El cadaver animado lanzó un par de sólidos puñetazos hacia el joven guerrero, los cuales fueron detenidos en seco por el escudo. Las flechas y los proyectiles arcanos seguían silvando y chispeando en todas direcciones, una de ellas se clavó en el costado del muchacho, justo en el espacio entre dos escamas de su armadura. El dolor se le subió rápidamente a la cabeza, era la señal de que la batalla había comenzado realmente.

Con los ojos inyectados en sangre, y su sien visiblemente inflamada, Clevor aprovechó el desequilibrio creado por su bloqueo para lanzar un tajo descendiente hacia en antebrazo de la criatura. El golpe bajó como el golpe de un ejecutor, cortando carne putrafacta, rompiendo el hueso y siguiendo su trayectoria de manera casi limpia, efectivamente cercenando el miembro del agresor.

¡Adelante enano, por las barbas de Moradín y el puño de Torm! animó a su camarada mientras le ganaba terreno al no-muerto.

Aunque con una de sus brazos medio amputadas, el zombi parece no inmutarse y vuelve a descargar un pesado golpe con el brazo sajado por Clevor. Pero el humano interpone su escudo y el golpe hace que la mano y parte del antebrazo salgan volando debido al impacto, dejando un muñón putrefacto al descubierto.

Sombra decidió seguir ayudando al enano. Aunque no entendía sus balbuceos en el calor de la batalla, de algún modo, instintivamente hacían buen equipo. Rodeo a Travok que estaba concentrado en su rival,  se alejó, y a la velocidad del rayo lanzo su ataque a espaldas del esqueleto.

Sadrik estaba nervioso por el desarrollo de la batalla. Habían sido muchos años en bibliotecas y en oscuros sótanos estudiando tomos arcanos y ahora, incluso esta pequeña escaramuza lo desconcertaba.

Agazapado desde detrás del árbol y mientras veía cómo sombra corría entre los no muertos con total soltura sólo se atrevió a lanzar un nuevo misil mágico a uno de los esqueletos arqueros que no paraban de lanzar flechas a sus camaradas.

Sombra se mueve con gran soltura por el campo de batalla y sorprende a su enemigo con un efectivo ataque por la espalda que atraviesa con facilidad la pesada armadura del esqueleto.

Los hechizos siguen volando por el campo de batalla. Otro proyectil de pura energía arcana sale despedido desde atrás del árbol donde se esconde Sadrik y derriba a otro esqueleto arquero, el quinto en su particular cuenta durante este combate.

Kellom, el pequeño gnomo, no se queda atrás. Lanza su maldición sobre el zombi manco que está atacando a Clevor y vuelve a liberar una explosión de energía que revienta buena parte del cuerpo putrefacto, esparciendo carne y huesos por igual. Pero el maldito cadáver sigue en pie a duras penas.

- Maldito monto de huesos no te muevas tanto.
El enano intenta acabar con el esqueleto, pero no logra asestar el golpe preciso.

Una flecha traicionera vuela de forma certera hasta clavarse en la espalda de Sombra. La armadura del pícaro amortigua parte del daño pero el pinchazo resulta doloroso.

El esqueleto de la armadura pesada, que había sufrido un fuerte ataque por la espalda, se gira ignorando el desafío del enano y trazando un arco diagonal de arriba abajo traspasa con facilidad la armadura ligera y cercena buena parte del torax de Sombra. De la herida comienza a manar mucha sangre...

Cuando se gira el esqueleto para atacar al joven sombra, Travok lanza otra estocada, pero con el mismo resultado.

Clevor se mantuvo atajando los embistes del cadaver mientras las ráfagas de energía feéricas le hacían de soporte en la contienda. Finalmente vio una oportunidad y hundió la espada larga de punta en el cuello del cuerpo que alguna vez había sido humano, el cual comenzó a manar un icor negruzco y pestilente. Con un grito de esfuerzo, haciendo palanca con un movimiento ascendente, logró que la cabeza con la mandíbula fragmentada se desprendieran prácticamente por completo. El enfermizo brillo azulado se extinguió de esos ojos para siempre.

Dejando el cuerpo inerte desplomarse contra el suelo, el guerrero se movió varios pasos hasta estar amenazantemente cerca del esqueleto que estaba destrozando a sus compañeros.