Partida Rol por web

Khasar se sentía algo decepcionado por el final de la batalla, pero viendo que ya no quedaba nadie en pie y todos los bandidos habían muerto resopló un poco. Escuchó a Zeki y miró en dirección al bandido que había empezado todo esto, mostrando los dientes, gruñendo. Fue hacia él mientras miraba a su alrededor.

- Voy a atar a este bastardo. dijo mientras cogía de su morral la susodicha cuerda y maniataba al bandido con tal de que no hiciera ninguna tontería de despertarse.

Una vez acabado el combate, Zorpex pudo examinar su fea herida con tranquilidad. Necesitaría un buen descanso para recuperarse. Por suerte, la villa hacia la que se dirigían estaba cerca, aunque todavía tenían un asunto por resolver.

¿Había alguna razón detrás de este ataque?, ¿o tan sólo se trataba de simples asaltantes de caminos?, ¿y esas risas diabólicas? Al gnomo seguía intrigándole. Parecían antinaturales.

De momento, no se entrometió en el interrogatorio de su compañera, a la que no se le daba nada mal. Mientras esto sucedía, el mago registró los bolsillos del resto de bandidos (a excepción del que estaba dormino, para no correr el riesgo de despertarle).

La bandida parpadeó un par de veces antes de enfocar la mirada en la hechicera. Tras escucharla y mirando a su alrededor como buenamente pudo, pareció amedrentarse. Sin embargo, cuando bajó la vista a la daga se empezó a formar una sonrisa involuntaria en su cara y abrió la boca, dejando escapar un hedor nauseabundo de esta.

Así que sois mercenarios... En ese caso seguro que tenéis unas bolsas de cuero llenas de oro que nos vais a acabar dando. Os recomiendo dejarlas aquí y marcharos, si no queréis morir

Khasar pareció atar a Afvalrd el cual no se resistió en el estado de sueño en el que se sumía. El gnomo por su parte empezó a hurgar en los bolsillos de los bandidos muertos, aunque no encontró gran cosa. Estaban vestidos con harapos y no parecían tener más que lo que habían usado para combatir. Alguno llevaba un trozo de comida, muy poco apetecible, entre los bolsillos de la ropa como un queso con mucho moho o un pan tan duro que si se lanzaba desde las almenas de un castillo nada tendría que envidiar a una piedra.

Para cuando Althaea salió de los arbustos (puede que hubiese aprovechado para hacer aguas menores), Zorpex ya se había ocupado de hacerle un bonito cacheo a los bandidos caídos. Joder, ni mear se puede. Le lanzó una mirada de hastío, aunque claramente no era del todo en serio, al gnomo.

Sacó una daga y se acercó luego al bandido que había sido atado por Khasar para vigilarle, tal como había pedido Zeki, aunque no dejó de poner el oído en la conversación que esta tenía con la que parecía la jefecilla de los ladrones.

¿Qué le hacía estar tan segura de si misma cuando tenía una daga amenazándole? ¿Esperaba más ayuda?

Sin dejar de estar junto al bandido atado, se colocó detrás del cuerpo de este de forma que tanto él, como la otra bandida, quedasen en su campo de visión.

- ... No eres consciente de la situación en la que estás, ¿verdad? -Miró entonces a la chica morena- Aún si vienen más amiguitos tuyos estás a un movimiento de criar malvas. -Sonrió sin apartar la mirada de ella, aunque rápidamente se puso seria de nuevo-. ¿Por qué nos habéis atacado?

- Por los dioses... huele como si te hubieses comido un otyugh- dijo Zeki con un gesto de repugnancia al llegarle el aliento de la bandida, pero la hechicera había olido cosas peores.- Deben ser presa de alguna maldición o hechizo... o no me explico esta extraña actitud- explicó a sus compañeros al tiempo que intentaba recordar si alguna vez  había oído hablar de alguna maldición o hechizo de tales características, aunque sin mucho éxito.

Khasar se dedicó a mirar a los alrededores mientras se palmeaba las manos después de atar al loco que empezó a interrogar Althaea una vez salió de entre los matojos. Giraba la cabeza de un lado a otro esperando no encontrarse con otra sorpresa por parte de estos bandidos o quizá alguna bestia ahora atraída por el olor de los muertos.

De paso se acercó a alguno de los cadáveres ya registrados por Zorpex para examinar su estado, quizá pudiera encontrar algo más allá de sus harapientas ropas, algún indicio de que estuvieran drogados o empujados a hacer lo que han hecho, ya que seguía sin creerse la locura con la que actuaron esos bandidos.

Si no, buscaría alguna prueba de si formaban parte de una banda más grande o algo parecido, quizá solo fueran cinco colegas aburridos que decidieron morir de una forma increíble ese día, pero no se podía descartar el que formaran parte de algo más, incluso algo relacionado con Villa Arroyo, tan cercana.

Alena hizo caso omiso de la amenaza de la pícara que había salido del matorral. Mirando fijamente a los ojos demoniacos de la hechicera mientras su sonrisa se hacía cada vez más grande e ignorando la daga fue acercandose lo suficiente como para que un hilo de sangre saliera de su cuello.

Espero que sigas guardando tu oro.- E inmediatamente, con las manos que tenía libres intentó empujar el cuchillo que apresaba su cuello mientras que con las dos piernas lanzaba una patada a la hechicera para zafarse.

Viendo que no iba a sacar nada en claro sobre los cuerpos de los bandidos, Khasar giró levemente la cabeza para ver que Zeki estaba teniendo problemas con la bandida que no parecía estar en sus cabales aún. Así que se dirigió hacia ella. Dispuesto a ayudarla.

- Empiezo a cansarme de estos cretinos sin aprecio por su vida.

El semiorco se echó a ayudar a Zeki, si no a mantener atrapada a la bandida, a reducirla él si no.

- Pero... ¡ serás hija de...!-dijo Zeki, a la que había cogido desprevenida la maniobra de la bandida. Afortunadamente, el semiorco se abalanzó en su ayuda para mantenerla a raya.

Zorpex se percató de la mirada de Althea y sonrió. No era costumbre en él urgar en los bolsillos, a diferencia de su compañera, pero en este caso le podía la curiosidad. Había algo extraño en estos bandidos, y necesitaba descubrir qué era. Siguió observando los cuerpos intentando encontrar alguna pista.

La bandida se zafó del agarre de la tiefling y a pesar de la ayuda prestada por el semiorco, consiguió escabullirse al bosque mientras una risotada sonaba de fondo. Sin embargo, se iba sin sus armas que tan inteligentemente Zeki había apartado antes de interrogarla.

El bandido Afvaldr seguía manteniendo una respiración monótona acompasada por su pecho que bajaba y subía, la daga de Althea emitía luces reflejadas del sol que siendo casi mediodía, se proyectaba entre los árboles. Si quisieseis despertarlo bastaría con un pequeño golpe, al igual que con Alana. Aunque sin la sonrisa tan histriónica y sumido en un sueño la cara del bandido cambiaba completamente. Tenía un porte serio, casi señorial, con el ceño fruncido.

Entretanto, Zorpex encontró una petaca en uno de los cuerpos de los bandidos, con algún tipo de alcohol bastante fuerte en ella.

Khasar, por su parte, no tuvo mucho tiempo para examinar de forma correcta la ropa de sus enemigos ni para pensar detenidamente sobre su procedencia pues lo dejó para ayudar a su compañera.

- ¡Maldita zorra...! -Exclamó mientras se giraba hacia el bosque para ver cómo la bandida desaparecía entre los árboles.- No será la última vez que la veamos, seguro... -Luego miró las armas que se había dejado esta, pero recordó que aún quedaba uno vivo, así que se quedó mirándolo-. ¿Y este qué? ¿No tenéis ningún hechizo de ataduras mágicas o algo de ese estilo? -Miró a Zeki y luego a Zorpex.- Tengo cuerda, pero si va a hacer como la otra en cuanto le despertemos es inútil usarla...

Althea te lo escribo por si acaso, pero a Alana no la habíais atado. El bandido Afvaldr sin embargo si que está atado de manos por parte de Khasar.

Khasar maldijo para sus afueras mientras miraba como huía la bandida con la intención clara de querer tirarle un hacha a ver si le alcanzaba, pero seguramente poco conseguría.

Entre tanto volvió sobre sus pasos y miró a Altahea. - Está atado, Althaea. No irá muy lejos a ningún sitio. Me he asegurado de que las cuerdas lo amarren más fuerte que cualquier intención de huir que pueda tener- ya mirándolo desde arriba.

.. - Aunque yo por mi parte le cortaría la cabeza, no es más que un loco molesto que no ha interrumpido de mala manera el viaje a Arroyo. apoyándose en el mango de su hacha y mirando a los demás.

Miró a Khasar y luego volvió a mirar al bandido parpadeando un par de veces, incrédula, porque por algún motivo su mente había ignorado las ataduras que le rodeaban.

- Una siesta no me vendría mal... -musitó bajito-. No sé. Si Zeki cree que podrían estar bajo algún hechizo quizás nos venga bien intentar sacarles algo de información. -Jugó con la daga en su mano durante unos segundos para finalmente volver a cogerla firmemente. Dio un par de pasos acercándose más al bandido y le metió una colleja en el cogote. Luego se separó ligeramente de nuevo, por si acaso.

Zorpex se acercó corriendo hasta sus compañeros. Había estado tan ensimismado investigando los cuerpos que no se dio cuenta del rifirrafe con la bellaca asesina. Ya era tarde para poder detenerla, aunque seguían teniendo uno vivo.

-He encontrado esto en uno de los bandidos-les dijo a sus compañeros, mostrándoles la petaca-. Huele muy fuerte, por lo que quizá no sea un simple licor, sino algo que les haya alterado de esta forma. No estoy muy versado en las bebidas espirituosas. ¿Qué opináis?

El gnomo les ofreció el recipiente para que pudiesen examinarlo.

- Yo me he dejado toneladas de oro a lo largo de mi vida en bebidas espirituosas- dijo Zeki tomando el frasco y acercándoselo a la nariz- Pero esto no se parece a nada de lo que haya probado hasta ahora.

Khasar se acercó a ver que tenían entre manos sus compañeros, hablando de bebidas espirituales.

- ¿De qué demonios habláis? ¿Qué es eso? acercó la cabeza a olisquear el contenido de la petaca que sostenía Zeki y arrugó la cara de mala manera.

- Huele como lo que te echarías en una herida para desinfectarla..

Mientras observabais la botella, el bandido empezó a despertarse después del golpe propinado por Althea. Empezó a desperezarse tranquilo hasta que comprobó que sus manos estaban atadas. Gruño y forcejeó un poco y viendo que era imposible quitarse los nudos por la fuerza se quedó mirándoos expectante. Con una sonrisa que se iba profiriendo en su boca poco a poco.