Partida Rol por web

Las mesas con distintos juegos de azar no pasaron desapercibidas para Althaea. Parecía que, por más que intentase quitárselo de la mente al menos momentáneamente, el mundo no paraba de lanzar señales para que la pícara usase sus trucos de manos con la gente del lugar. Por suerte Ogtbish ofreció algo que sirvió para volver a distraerla.

- Podemos compartir habitación, ¿no? -miró a Zeki momentáneamente mientras se ponía junto a la barra junto al resto. Luego volvió a mirar al tabernero-. ¡Otra cerveza y un poco de ese pastel de carne por aquí! -Luego siguió a Zeki para colocarse en una mesa que estuviese libre.

El ambiente del local era tan acogedor y animado como parecía desde fuera.

-Yo soy Zorpex, encantado. Ningún problema en compartir habitación. Como verá, no ocupo mucho sitio-dijo a modo de chascarrillo. Se notaba que el gnomo estaba más relajado en vistas de lo que parecía una noche para disfrutar con buena cena y merecido descanso.

Así, el mago se animó a pedir también una jarra de cerveza y una ración de ese rancho que el propietario les había recomendado.

-Parece que corren buenos tiempos para la villa, por lo que veo-preguntó a Ogtbish cuando le fuese a traer el pedido.

Khasar vió una mesa en la atiborrada taberna, parecía la única libre, y además cabíais perfectamente. Una vez sentados en las cómodas sillas de madera el tabernero empezó a serviros jarras de fresca cerveza a cada uno. Parecía que el tonel las mantenía a una buena temperatura. Además, empezó a daros lo que habíais pedido, un buen plato de rancho acompañado de un pan que parecía haber sido horneado hace escasos momentos por cómo quemaba al contacto y un pastel de carne entero dividido en varias porciones.

Ogtbish empezó a limpiarse las manos en el delantal, más por rutina que porque estuvieran sucias. De hecho, la taberna estaba bastante limpia.

Así que los osos negros, he oído algo de vosotros. Creía que erais más, eso sí. - Ogtbish rió con la ocurrencia del gnomo.

Sí que nos va bien, entra mucho dinero en Villa Arroyo. Esperábamos que con la guerra vinieran tiempos más duros, pero de momento no nos quejamos.- El tabernero miró a su alrededor y bajó un poco la voz- Que no os extrañe si os miran demasiado, no os querrán ofender pero hace por lo menos quince años que no ven a ningún gnomo.

- Nuestro último trabajo se cobró bastantes vidas. Khasar se sentó apoyando un puño en una rodilla, inclinado un poco hacia delante. Miraba el bullicio y el olor de la comida le embriagaba el olfato.

- El lugar parece muy agradable. ¿Hay alguna noticia que esté a la orden del día que debamos saber? miró la mesa y las bebidas y comida servidas, buscando con la mano una jarra para dar un sorbo.

- Claro, sin problema- respondió Zeki cuando la otra pelirroja le propuso compartir habitación.

Cuando se sentaron, las piernas de la hechicera parecieron agradecerlo. Y su gaznate agradeció la cerveza.

Espero la respuesta del posadero a las preguntas de Khasar. Igual podían encontrar algún trabajo...

A pesar de que intentas mantener alejada de tu mente de los diferentes juegos de azar que se están realizando en la posada, la idea de ponerte a jugar te está pareciendo cada vez más atractiva. Descansar es importante, pero el hecho de unirte a una buena partida de cartas o dados te llama la atención.

-Me hago cargo-dijo Zorpex con una sonrisa, en relación al comentario del orco sobre los gnomos.

El mago disfrutó de la comida y bebida con tranquilidad, aprovechando estos momentos de sosiego.

Cuando Ogtbish les trajo la comida y bebida Althaea cogió la jarra de cerveza y tras alzarla en su dirección a modo de agradecimiento le dio un sorbo.

Miró a su alrededor y luego al pastel de carne. Se sirvió una ración, le dio un par de mordiscos y dejó el tenedor en la mesa. - Las cartas me llaman. -Comentó mientras se levantaba, jarra en mano.

Ella lo había intentado. De verdad. Pero los juegos y el robo eran parte de ella desde que era pequeña y no podía estarse quieta.

En pie, miró las mesas donde se estaban llevando a cabo juegos de cartas y examinó a las personas que estaban enfrascadas en los mismos, intentando adivinar quién sería más fácil de timar en el caso de que, de forma natural, no le fuese bien en el juego.

Cuando vio a Althaea de dirigirse decididamente hacia la mesa de cartas, chasqueó la lengua en señal de resignación y comentó en voz baja a sus compañeros:

- Espero que sea buena, o se nos va a acabar la tranquilidad de un momento a otro.

El orco se rascó la barbilla con un aire pensativo.

Mmmm, dicen que es posible que Sirgud ataque el territorio de su hermano Aderian. Cosa que no creo posible porque fue entrenado por Caehein y sabe de lo que es capaz. No creo que sea tan necio, pero hace ya unas semanas que dejamos el invierno. Ahora sería el mejor momento para atacar. - el posadero se encogió de hombros- Más allá de eso, no creo que haya nada más que os pueda interesar.

Al ver cómo Althea se levantaba e iba a otro lugar de la taberna, dejó de retorcerse las manos con su delantal.

Bueno, os avisaré cuando las habitaciones estén listas. Pero poneos cómodos porque tardarán un rato, si queréis más cerveza o comida estaré en la barra.- con una sonrisa el semiorco se dirigió a su barra, su andar era natural y parecía estar acostumbrado al establecimiento.

Principalmente había dos mesas en las que se jugaba a las cartas, en la primera estaban lo que parecían unos simples campesinos. La mesa estaba llena de bebidas y comida, pero sin embargo estaba falta de monedas. Las piezas que se apostaban eran principalmente de cobre. Había algunas de plata pero eran las menos usadas.

Por otro lado, un grupo de cuatro hombres con armaduras de cuero apostaban, esta vez con piezas de oro. Sus armas no parecían estar por ninguna parte y estaban bastante concentrados en el juego.

Por supuesto, el juego con el que apostaban ambas mesas era el más famoso en la Península de los Gigantes, conocido como La Caravana.

- ¿Conflictos entre hermanos? Uhmf. ¿Y no está nerviosa la gente de que pueda ser así? luego miró a sus compañeros.

- La guerra siempre da trabajos a mercenarios, es una buena opción aunque sea arriesgada, de todos modos, como nos vamos a quedar una temporada, tenemos tiempo para ver que se cuece por la Villa. Khasar estaba disfrutando de su bebida y la comida, más incluso que de cualquier otra cosa, era un semi-orco simple, lo cual no significa que no se enterara de que Althaea había ido a seguir sus instintos, pero era una chica adulta, sabría apañárselas sola. ¿No?

Zeki estaba dando buena cuenta de la comida y la bebida, disfrutando de un poco de tranquilidad después de aquella misión tan jodida. No necesitaba nada más. Ni siquiera conversación.

Puso la silla a dos patas dejándose caer hacia atrás y  apoyó sus botas sobre la mesa, bien acomodada.

Tras sopesar las opciones que tenía delante decidió acercarse a la mesa de los hombres ataviados con armaduras. No solo porque había más dinero en juego, si no porque de tener que timar a alguien, prefería hacerlo con ellos antes que con unos campesinos que seguramente ya tendrían bastante con lo suyo. Aunque esto último no lo reconocería.

- Caballeros... -Alzó la jarra de cerveza mientras les dedicaba una amplia sonrisa. Luego, le dio un trago-. ¿Hay sitio para alguien más?

Era consciente de que de tener problemas serían más complicados de manejar con ellos que con los aldeanos, y era por eso que intentaría jugar limpio.

El gnomo se limitó a disfrutar del resto de la velada. En cuanto las habitaciones estuviesen listas, correría raudo a descansar. Con energías renovadas ya podría pensar con más claridad sobre las nuevas oportunidades de trabajo.

Claro que sí, muchacha. La apuesta inicial son dos monedas de oro. - Comentó un hombre que parecía el mejor vestido de los cuatro, tenía alguna cana en su larga melena y fumaba de una pipa larga que casi nunca se separaba de sus labios, aunque hablase. - Soy Einar y estos son mis chicos. Entras ahora.

Einar echó sobre la mesa las cartas, parecía una jugada muy favorable para él pues todos los demás se quejaron y él se llevó las monedas de la mesa. Otro chico, que parecía mucho más joven empezó a repartir.

- Brianna -Alzo la voz un poco de más, presentándose, esperando que sus compañeros hubiesen captado si no el nombre, al menos que había usado otro que no era el suyo-. Gracias. -Tomó asiento junto a aquellos hombres y sacó dos monedas de oro que puso sobre la mesa y junto a ellas, su jarra de cerveza.