Partida Rol por web

Groac'h se acerca a Gulgram y le hace beber la poción que les han entregado.

—Oops —comenta atolondrado—. Creía que estaba echando una siesta.

-Nosotros también formamos parte de la Hueste Justa-relataba Soren al soldado con la respiración entrecortada por el cansancio de la batalla-. Somos un comando para guerra de guerrillas que vamos camino de una misión, en concreto tras un liche llamado Kell que viaja en carruaje. Esta batalla inesperada nos ha desgastado bastante, pero habrá que continuar. Al menos hasta donde podamos. Gracias por la poción, toda ayuda es bienvenida.

El ladrón descansó un poco con sus compañeros y luego merodeó por el lugar de la contienda para recuperar alguna de sus flechas utilizadas.

La mágica poción hizo su efecto enseguida. Aún aturdido, Gulgram se incorporó y miró atontado la escena. Las heridas comenzaban a cerrarse pero la boca tenía un sabor metálico. Como pudo, se levantó e intentó centrarse. Pensó en lo que había fallado. Allí estaba humanos y enanos, heridos, pero victoriosos.

¿¡Un liche!? - Se sorprende el prometedor soldado -. Es un honor compartir el campo de batalla con vosotros, sin duda. Espero que vuestra misión sea próspera y nos de ventaja contra las fuerzas del mal.

Los otros dos soldados supervivientes se afanan en dar una improvisada sepultura a sus compañeros caídos.

Soren, mientras merodeaba por los alrededores, se percató de que los orogs tenían un saco lleno de pollos vivos y un total de 62 piezas de oro. Los pollos eran usados como avituallamiento a todas luces.

Cansado y dolorido, Orsik se siente satisfecho de poder acabar otra batalla con vida.

<Esta vez has estado cerca> se dice a si mismo.

El enano observa como algunos soldados entierran a sus compañeros caídos, y otros se preparan para descansar y reponer fuerzas. Orsik hace lo propio curándose las heridas más importantes. Una vez descansado vuelve a ajustarse el escudo y a limpiar su hacha preparado para continuar con nuestra misión principal.

Groac'h, que ve a Orsik algo magullado todavía, reza unos ensalmos para restablecerlo.

Una vez completado vuestro ligero descanso en el que algunos os habéis dedicado a tratar vuestras heridas, el soldado al mando se acerca a vosotros.

Señores - dice en tono serio -. Debemos partir ya hacia el campamento para reportar nuestro estado y reacondicionar nuestro escuadrón.

No duden de que tendré muy buenas palabras para ustedes cuando se me pregunte en el consejo. 

Con un saludo formal, el soldado y sus dos compañeros supervivientes marchan hacia el campamento de la Hueste Justa.

Después de 4 horas a caballo, llegáis al borde del Bosque Gnarley.

El sendero conduce directamente al bosque, atravesando un esperado muro de árboles y hacia una espesa niebla que envuelve el interior del mismo.

Tras una hora de duro trasiego por el interior del Bosque Gnarley, os veis sorprendidos:

Caballos asustados con sillas de montar, pero sin jinetes, huyen por el bosque. Corren entre los árboles antes de desaparecer en la niebla. En algún lugar más adelante, se pueden escuchar los sonidos de la batalla.

—Parece que es nuestro destino llegar tarde en esta misión. ¡Adelante!

Groac'h anima a sus compañeros a lo que parece otra batalla ya comenzada.

Por un segundo dudó... ¿Otra batalla o era la misma? La niebla lo ponía nervioso, el duro frío le calaba los huesos, hasta el alma se sentía helada. Miró hacia el cielo, esperando una respuesta que no obtuvo. Se miró las manos y las heridas que aún manchaban sus ropajes. Estaba allí, con sus hermanos, para esto. Los miró furtivamente y sonrió. Si debía morir, lo haría junto a sus hermanos. .

-¡Más vale tarde que nunca!--sonríe Rurik a Groac´h antes de poner rumbo hacia la nueva refriega.

Tras el descanso y las oraciones de Groac'h Orsik se siente más descansado y enérgico, mostrándose un poco asombrado por los extraños poderes que son capaces de poseer estos devotos santurrones. 

Cuando llegamos al bosque obtenemos serios indicios de que alguien se nos ha adelantado en la captura de nuestro objetivo.

—¡Tripas y calaveras! Adiós al factor sorpresa— dice mientras empuña su escudo y su hacha —¡Vayamos!... pero andad con cuidado, no sabemos cómo se las gasta el liche..—

Aquella niebla intranquilizaba a Soren, más si cabe sabiendo que iban tras un liche. Sea como fuere, la fiesta parecía haber empezado antes de que llegasen. O quizá era otro suceso que nada tenía que ver con su misión. Pronto saldría de dudas.

En un claro al norte del sendero del bosque, un ogro y cuatro poderosos orogs están masacrando a unos soldados con la insignia de Furyondia, el mismo símbolo que porta el Príncipe Thromnel.

El único superviviente es un caballero, ensangrentado pero aún en pie. Cuando os acercáis, se percata de vuestra presencia y grita con todas sus fuerzas.

¡Ayudadme! ¡Tengo que conseguirlo!

Groac'h desenvaina y se prepara para lo que parece una escamuza difícil.

-​​​​​​¿Conseguir qué?--se pregunta el abjurador enano mientras se prepara para un nuevo combate. 

-¿Otra vez, maldita sea?

El herido enano fija su vista en el enorme ogro... 

- Es enorme - en apenas un susurro habló más para sí que para los demás. 

De un brinco, bajó del caballo y se dispuso a cargar junto a sus hermanos. Sin embargo, la duda lo asaltó y no fue tan rápido como requería la situación.