Partida Rol por web

Ambos os adentráis con cautela e inquietud entre las calles ruinosas y desiertas de Tab-Tahúr. El silencio es poderoso, roto solo por el siniestro silbar del viento entre las brechas y los recovecos. Pasáis una calle, luego otra, y no cuesta ver algún cadáver más aquí y allá en distintos estados de descomposición, aunque muy pocos y separados entre sí, solo con lo puesto y sin nada de valor. Tampoco son humanos todos los cadáveres, tirado en el suelo a un lado de una calleja veis un cadáver monstruoso de tono negruzco y forma difícil de definir... como si a un hombre lo hubieran trasformado mediante horrible brujería en una abominación de carne y huesos desordenados.

Brisa y susurros extraños en el crepúsculo se confunden. Solo os habéis alejado unas pocas calles, y la cuestión es: ¿seguiréis alguna estrategia en particular? ¿Avanzaréis en línea recta en alguna dirección? ¿Exploraréis alrededor del campamento? ¿Os acercaréis al zigurat, que ya casi no distinguís por encima de los edificios?

Camino lentamente agudizando mis sentidos en busca de cualquier cosa extraña o particular. – Creo que deberíamos formar un área de exploración a unos 40 metros de distancia en todas las direcciones, tomando como punto central nuestro campamento. Así nos aseguraremos de no estar rodeados de enemigos en el corto alcance.- le digo a Bakra.

Tengo un extraño presentimiento de que algo hay ahí afuera mirándonos. Creo que este sentimiento es compartido también por Bakra, aunque no digo nada al respecto. Si algo está escondiéndose de nosotros, lo mejor será enfrentarlo cuanto antes.

Bakra emprende la exploración en silencio, poniendo todos sus sentidos en intentar percibir el mínimo signo de que algo en estas ruinas pueda suponer el más mínimo peligro para Kulla, para él o para el grupo. Cuánta muerte hay en este sitio, cuánta muerte y cuánto sufrimiento. Escuchó a la wardu proponer la idea de explorar un perímetro alrededor del campamento y pensó que sin atisbo de duda Kulla era una gran guerrera y sabía lo que se hacía, lástima de servir de aquellas maneras a una noble awilu... La idea era buena, y por tanto el cimerio le contestó:

-De acuerdo. Es una buena idea.

Bakra no creía que fueran a cerrar el perímetro sin encontrarse con algún problema. Llevaba sintiendo una presencia desde que aquel extraño viento había azotado el campamento, y a pesar de que este lugar parecía alterar los sentidos, su alerta al respecto estaba al máximo.
 

 Camináis con los pelos de la nuca erizados, sin encontrar nada. Seguís caminando esperando encontrar algún horror indecible a la vuelta de la esquina, sin encontrar nada. Las ultimas luces se desvanecen, la oscuridad domina, encendéis las antorchas... y seguís sin encontrar nada. Entonces, cuando empezáis a relajaros, una terrible bestia cuadrúpeda cae ante vosotros desde algún tejado cercano, sorprendiéndoos mas no asustándoos demasiado. Mantenéis la calma y cuando la bestia se yergue recuperando la compostura tras la ágil caída, veis...

¡Un Urmahlullu! Muy poco habéis oído de esta raza, salvo que se suponen bondadosos y nobles, y que se creían extintos. Su lanza en una mano, su escudo en la otra, una postura orgullosa que infunde gran respeto. Entonces, aparentemente sin deseos de agresión, con una rotunda y grave voz os dice:

-Saludos, soy Utah, y me presento ante vosotros sin ánimo de combatir. -deja un leve silencio para que asimileis sus palabras y su cautelosa y respetuosa actitud, y continúa: -Os llevo siguiendo un rato por los tejados, desde que cayó la noche, observándoos... Y debo deciros que preciso de vuestra ayuda. -tras otro breve silencio, continúa: -Un grupo de aborrecibles Mukil-resh-lemuti se ha establecido cerca de aquí, y como sabréis es mi destino eliminarlos del mundo. Mis motivos son personales, sí, pero sabréis que Kishar será un lugar mejor sin ellos. -os suena lejanamente que los Mukil son un tipo de bestias-demonio, y son enemigos acérrimos de los Urmahlullu. -Ya vencieron hace muchas lunas a mi hermano, y les debo venganza... ¡por todos los caídos! -sus últimas palabras resuenan con estruendo y poder, mezclando la voz comprensible con un atronador rugido propio de un león imperial. Cualquiera en las cercanías lo habría oído, en este frío silencio sepulcral. Finalmente añade: -Además... puedo entender lo que buscáis, y lo que os inquieta de estas tierras. Puedo daros explicaciones y guía... pero por favor, ayudadme a hacer justicia. -sus últimas palabras suenan con una sorprendente humildad.

Caminamos durante un tiempo sin encontrar rastro de algún peligro o enemigo a nuestro alrededor. La oscuridad cayó sobre nosotros y tuvimos que prender las antorchas para iluminar nuestro andar. Estábamos comenzando el regreso al campamento, cuando una temible figura cae delante de nosotros. Este ser que nos interceptó en el camino era mitad hombre, mitad león; un imponente Urmahlullu nos ha detenido para solicitarnos nuestra ayuda en su batalla contra unos terribles enemigos.

La decisión de seguirlo no era fácil, al menos para mí. Ayudarlo, sin siquiera pensar en la opción de que sea una trampa, conllevaba que el tiempo lejos de mi señora se aumentara aún más y eso no me tranquilizaba. Aunque la apariencia y estampa de este ser me parecía honorable y su cometido aún más.

-Si le ayudamos a destruir a esas bestias, eso nos aseguraría que no se transformarían en un futuro enemigo para mi ama.- pienso, analizando los pros y contras en esta situación.

-Yo estoy dispuesta a ayudarle solo si mi compañero va con nosotros. También necesito su palabra de honor, de que nos guiará y protegerá en nuestro camino hacia el lugar que buscamos.- le digo al urmahlullu.

Bakra apenas es capaz de identificar a la bestia que acaba de aterrizar ante ellos como un urmahlullu, pues escasos son los conocimientos que posee sobre ellos. Cualidades como la bondad y la nobleza los caracterizan, según lo poco que puede recordar, y ello hace que escuche con interés sus palabras, aunque sin perder la cautela y preparado ante una posible defensa. Los mukil-resh-lemuti de los que les habla son por lo que sabe el cimerio una raza demoníaca y malvada que debería ser exterminada, así que se decidió a ayudar a Utah. Sin embargo, antes de poder hablar Kulla se le adelantó y, para asombro del bárbaro, dijo prácticamente lo mismo que iba a decir él. Teniendo cada vez más aprecio por ella, Bakra añadió:

-Suscribo lo que ha dicho la wardu.

Cuando habla Kulla el Urmahlullu sonríe afablemente y hace una leve reverencia de cabeza, va a responder pero entonces Bakra secunda a su compañera, con lo que Utah dice con potente voz y sonoro rugido: -¡Excelente! -entonces calma de nuevo su tono y añade: -Por supuesto podéis estar tranquilos durante el camino, los seres que os acosan son de espíritu cobarde, y si ya de por sí no osarían atacaros mientras estuviérais despiertos menos aún lo harán en mi compañía. ¡Adelante! -acaba diciendo enérgicamente y comienza a guiaros por la solitaria noche, yendo él delante.

-Una pena que no seáis más... lucharemos en desventaja de dos a uno. ¡Más merito! ¡Más honrosa será la victoria! ¡Más gloriosa será la caída! -dice con su ya típica energía y coraje, levantando su lanza en el aire mostrando su arrojo, con una actitud que os hace entender que será feliz si muere esta noche en la batalla que os espera... y eso no os hace sentir especialmente seguros.

Al escuchar las palabras del urmahlullu me sobrevino un potente sentimiento de temor, aunque pude revertirlo con un profundo deseo de justicia y valor. Mi palabra ya estaba empeñada en esta gesta y no daría pie atrás.

Con espada y escudo en las manos, mantuve paso firme detrás de Utah. Si la batalla llegaba a mí, yo estaría lista para ella. Daría todo con el fin de volver viva a mi señora y poder conseguir la guía del poderoso urmahlullu en nuestro camino.

¿Luchar en desventaja? ¡Eso es lo que motiva verdaderamente a Bakra! Siguiendo a Utah, notó que su cuerpo y mente se preparaban para la inminente batalla. Se percató el cimerio de cierta inquietud en el semblante de Kulla, a lo que le dijo:

-No te preocupes ahora por tu señora. ¡La sangre de nuestros enemigos es en estos momentos nuestra única preocupación!

Avanzáis a través de las calles plagadas de sombras que se mueven por la luz de vuestras antorchas, y finalmente llegáis al cubil de los Mukil-resh-lemuti, guiados por Utah. Giráis una esquina y poco más alante veis una casa de dos pisos en ruinas pero con sus paredes más o menos en pie, y su piso superior aún sobreviviendo a duras penas el paso del tiempo... pero lo que más os llama la atención sin duda, y os deja acongojados al verlo, es que la fachada tiene expuestos cadáveres desmembrados, sujetos con cadenas, incluso miembros sueltos en distintos estados de descomposición. A lo ya mencionado se suman manchas de sangre más y menos reciente por doquier, aportando un cariz sangriento a la ya horrible visión que quita todos los ánimos de entrar en tan maligno cubil, y solo guiados por el fiero urmahlullu y haciendo acopio de coraje osáis seguir adelante.

Utah se abalanza raudo y decidido, casi kamikaze, rugiendo ferozmente hacia el umbral de un portón que ya no está y no impide en absoluto la entrada. En la planta baja se encuentra varias bestias, que son como leones corruptos y famélicos, con un pelaje sucio y lleno de calvas que a duras penas cubre una piel tirante y cuarteada; además cuentan con una hilera de afiladas espinas que recorre su espalda desde la cabeza hasta los cuartos traseros, y una maza espinosa en la que acaban sus colas. Utah irrumpe violentamente en el salón asestando golpes con su lanza a diestro y siniestro, intentando evitar los ataques enemigos con su escudo. Su primer lanzazo atraviesa el cuerpo de una de las bestias, que emite un quejumbroso gemido antes de desplomarse. Otro se le abalanza pero interpone su escudo y desvía a la bestia en plena arremetida.

En la estancia habrá unos cuatro de esos demonios. ¿Qué hacéis vosotros dos?

Entré sigilosamente esperando, en lo posible, no fuera necesario tener que ocupar mi espada. Cuando vi que Utah ya había cargado contra nuestros enemigos, me armé de valor y avancé con la determinación de golpear a la primera bestia que se cruzara en mi camino.

Así que ésas son las bestias con las que hemos de enfrentarnos. Pensaba Bakra mientras avistaba por primera vez las duras facciones de aquellos espantosos seres. Ahora que sabía cómo son, su necesidad de enfrentarse a ellos y eliminarlos no hacía más que crecer. La furia invade cada músculo de su cuerpo y sólo necesita bañarse de la sangre de sus enemigos. Asiendo su hacha a dos manos comienza a correr como un poseso hacia el demonio más cercano, esperando de un tajo cortarle limpiamente su asquerosa cabeza.