Partida Rol por web

-¿Las figuras que son como ésta?- dice, señalando a algunas que hay sobre la mesa del salón- Baratijas. Hace tiempo le enseñé la señora Marsh fotos de la tienda que regentaba en Boston, una magnífica tienda de antigüedades, y en una de las instantáneas se veían estas dichosas figurillas. No valen nada, la verdad, pero a Emmeline le encantaron. Me compró unas poquitas para la casa, y yo le regalé todo el resto, porque la verdad es que no las quiero. Me las había traído, entre otras muchas bagatelas, en la mudanza, aunque no sé por qué las traje.

Da un par de caladas a su cigarrillo antes de proseguir.

-Sobre ayudar a Emmeline, de verdad que no es nada- sonríe- Sinceramente, he venido a este pueblo porque mi esposo está enfermo y necesita reposo y tranquilidad. Suponía que me iba a encontrar sola y aburrida, pero la señora Marsh me abrió la puerta de su casa desde el primer día. Soy yo quien se siente en deuda con su hospitalidad, y ayudarla no me cuesta nada, pues me aburro en mi día a día, y me lo paso mejor siendo de utilidad para alguien más que para mi marido.

Os mira, como si quisiera decir algo más, pero parece que se lo piensa mejor.

-¿Se van a llevar a Emmeline un tiempo? Últimamente parece algo desmejorada...

Coraline regresa de la cocina y se sienta junto a Alfred. Al escuchar los comentarios sobre aquellas toscas cerámicas hace un gesto vago y suspira.

Luego, pregunta a la señora Cartwright: ¿Qué tan desmejorada? ¿Observó algo en particular?

Pues sí, señora Cartwright,hemos hablado con Melita y nos la llevaremos una temporada a la ciudad. No es bueno para ella pasar tanto tiempo sola. Estoy seguro de que gracias a usted y la ayuda que le está prestando Melita se encuentra perfectamente, pero aun así nos gustaría llevarla a que la viera un buen médico. Dice usted que últimamente la ve desmejorada. ¿Podría decirnos en qué lo ha notado?

-Hum... Seguramente nada serio- dice, como tratando de evadir el tema- Bueeeeeno- se despereza un poco- Será mejor que me vaya, se acerca la hora de comer y no quiero interrumpir. Espero poder charlar algo más antes de que se vayan.

La señora Cartwright sale de la habitación dando algunos brincos. Tras escuchar el sonido de una puerta, deducís que el de la de la calle, os quedáis a solas en silencio.

Coraline observa como se retira la señora Cartwright y suspira. Algo no anda bien, de eso está segura, pero cómo saber que es lo que está mal... Además de la salud de Melita. Una sombra cruza la mirada de la mujer (recordó a su abuela) y vuelve su rostro hacia Alfred con una pregunta instalada en su semblante. ¿Qué opinas de todo esto? parece interrogar su mirada...

¿Qué habrá pasado? ¿Qué no nos ha querido contar esta mujer? Escucho los sonidos tras su salida.

Tras la salida de Susan de la casa, escuchas un grito proveniente de la cocina:

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!

Parece la voz de Emmeline, un auténtico alarido de pavor.

- ¡¡¡¡DIOS!!!! ¡¡¡MELITA!!!!- Salgo corriendo de la sala en dirección a la cocina. - ¡Venid, ha gritado!

Alfred vio cómo la mujer se marchaba de repente para esquivar sus preguntas. Pero nada más salir, el grito de Joseph le sobresaltó. Joseph corrió fuera de la salita y Alfred se apresuró a correr tras él a pesar de que no había oído gritar a Melita.

¡Joseph! ¡Espérame!

El grito de Joseph y su abrupta corrida rumbo a la cocina sobresalta a Coraline quien, como si un resorte la impulsase, da un respingo y se incorpora presta siguiendo los pasos de los dos hombres que desaparecen tras el umbral de la puerta que conduce a la cocina. ¿Y ahora qué? Este viaje hacia un tranquilo pueblo costero ha resultado bastante movido y extraño.

Cuando entráis en la cocina, veis un manchurrón de sangre sobre la mesa de cocina, junto a unas patatas, algunas de ellas salpicadas de rojo. Hay un cuchillo en el suelo. Melita se sostiene la mano, tratando de no gritar. Se ha hecho un buen corte en un dedo, y sangra copiosa y escandalosamente.

-De verdá que no sé cómo pasó- dijo Melita- No me recordaba haber puesto con las patatas, y cuando me di cuenta, el cuchillo taba traspasando mi dedo. ¡Duele muuuuuucho!!!!!!!!

A Emmeline se le escapa alguna lágrima de dolor, mientras intenta apretar el tajo para que deje de sangrar.

Busco sobre la meseta, seguro de que habrá algún paño de cocina, aún limpio para sujetar la herida. Melita siempre tiene aquello inmaculado.... Se lo pongo sobre la herida y le aprieto.

- Vamos a apretar para que deje de sangrar un poco... ahora miramos cómo es de profundo, y si hay que acercarse al doctor a poner unos puntos, ¿eh?

Le hablo con dulzura, a pesar de que la situación cada vez me está gustando menos.

Joseph observa la herida de Melita, no parece muy profunda ni que vaya a requerir puntos, pero el corte ha sido lo suficientemente importante como para que la mano le duela bastante, y como para que no cese de sangrar. Requiere ser curado de inmediato, para que no se infecte la herida.

-Tengo "asparadrapor" de ese en el baño de abajo, y "marcrimena" o agua "oxigená"- os dice, medio sollozando. El tajo en el dedo índice ha sido bastante brusco, impropio de una diestra cocinera como es Emmeline.

Alfred se sintió mareado al ver la sangre. Joseph ya estaba atendiendo a Melita, así que él se apoyó en la mesa contemplando la escena con los ojos entrecerrados por el mareo.

¿Seguro... ? ¿Seguro que estás bien?... No te preocupes por la comida, mientras Joseph se ocupa de ti Coraline y yo nos encargaremos de la cocina.

Se giró hacia Coraline: ¿O prefieres ayudar a Josh con Melita?

Ah, qué mareo me ha dado. Nunca he llevado bien la visión de la sangre...

Alfred se sintió mareado al ver la sangre. Joseph ya estaba atendiendo a Melita, así que él se apoyó en la mesa contemplando la escena con los ojos entrecerrados por el mareo.

¿Seguro... ? ¿Seguro que estás bien?... No te preocupes por la comida, mientras Joseph se ocupa de ti  yo me encargaré de la cocina.

Se giró hacia Coraline: ¿Podrías traer el botiquín, por favor?

Ah, qué mareo me ha dado. Nunca he llevado bien la visión de la sangre...

Despacio para no caerse mientras se recuperaba del mareo, fue hasta el cuchillo de la mesa y comenzó a limpiar los restos de sangre que Melita había dejado al cortarse.

Coraline contempla la copiosa sangre derramada y por un minuto cree que la situación es más grave de lo que poco después, tras una breve inspección, se revela. Tras las palabras de Alfred, se aleja presta en busca del botiquín, cuyo paradero inquirió antes de salir. Con el corazón apretujado, no por el acontecimiento, en sí mismo leve, sino por lo que ello esconde.

Melita está mal, pero realmente mal. Debería conversarlo después con Alfred.

La muchacha empuña el picaporte de la puerta del baño de abajo y se introduce en él.