Partida Rol por web

Emmeline no está en buen estado mental, o al menos eso es lo que os parece.

Accede a ir a acostarse, y vosotros os ocupáis de la casa, mientras le comentáis que es mejor partir ese mismo día para que la vea un médico, pues lo que le está sucediendo no es normal.

Así que la acompañáis a su cuarto tras tomarse una tila...

Emmeline accede a ir a acostarse un rato mientras vosotros preparáis la comida. Es ella misma quien, tras haberse cortado la mano, admite que es posible que vaya siendo hora de que la vea un médico, y así os lo comenta.

De la que va a su cuarto, tila en mano, os pide que cerréis el armario de su dormitorio, que se lo había dejado entreabierto sin darse cuenta (algo impensable antes, cuando todo estaba siempre más o menos en perfecto orden, jamás un cajón abierto, jamás una puerta mal cerrada...). Joseph cierra el armario mientras la pareja acuesta a Emmeline. Os quedáis un rato con ella mientras os confiesa que sí que accede a partir tras la comida, aunque quiere preparar la maleta antes de irse.

Coraline cierra la ventana, abierta de par en par, y la cubre con los pesados cortinajes, ya que persianas no hay. Esa ventana, al dar al jardín trasero, no tiene rejas, así que convenís en que quizás sería conveniente que ponérsela sea una de las futuras medidas a acometer en la mejora de la casa. Y no es la única...

Emmeline os dice que sólo se va a llevar la ropa consigo, y quizás algunos enseres personales de escaso tamaño. Ni siquiera quiere llevarse las figuras. Está convencida de que es algo temporal, y que cuando regrese podrá seguir con su vida perfectamente. Al hablar de sus figurillas, la cara se le ilumina, aunque luego frunce el ceño al recordar que no sabe dónde ha puesto una que quiere tirar, una de la docena de ellas que le regaló Susan Cartwright. Era tan fea, tan fea, que la guardó en otro lugar, no recuerda dónde, pero cuando vuelva, será una de las cosas que tirará, así como la mitad de lo que se haya pudrido en el sótano.

El sótano se inundó durante las lluvias torrenciales. Parte de lo que en él había se pudrió, motivo por el cual la casa posee cierto hedor a humedad en todo el piso inferior. Al sótano se accede por una puerta de la gran despensa del piso inferior. Olía tan mal, tan mal, confesó Emmeline, que tuve que pidir a Susan que me ayuase a poner un armario delante la puerta, pa que no saliese el olor que no logré quitar.

Al volver de cerrar la ventana, Coraline tropieza con la mesilla de noche, y un objeto dorado cae al suelo. Es un bonito medallón, con un extraño dibujo medio desgastado que no se sabe muy bien qué demonios puede ser. Emmeline te ruega que lo dejes donde estaba antes de iros, que fue un obsequio de Susan por haber comprado tanta figuras, y que a lo mejor se lo lleva consigo a vuestra casa, porque es una de las cosas que posee que más le gustan.

Ya por fin, entre tanto parloteo, Emmeline se queda traspuesta, medio dormitando. Los tres os dirigís hacia la cocina, con la intención de elaborar el plan para la partida, así como de preparar la comida, posiblemente algo ligero antes de un viaje. Mientras avanzáis hacia el pasillo, notáis que se pone a llover.

- Empecemos a preparar sus cosas... Bueno, ¿qué pensais? No está bien, desde luego. ¿La edad?. Coraline, ¿qué era ese medallón? No me dio tiempo a verlo. No entiendo cómo se ha encariñado con esas figuritas tan sumamente horribles.... Habrá que echar un vistazo al sótano, para ver ese olor qué dice....

Tomo aire, dándome cuenta de que estoy hilando un pensamiento con otro tan rapidamente que ni sé si me han seguido.

Pobre Melita... Que suba las escaleras sin darse cuenta es una cosa, pero que coja cuchillos y utensilios de cocina sin ser consciente de ello me preocupa mucho; hoy solo ha sido un rasguño, pero mañana podría ser algo mucho peor...

Alfred se dio cuenta de que Coraline tenía el medallón en la mano y de que Joseph estaba hablando muy deprisa. Joseph parece nervioso. No me extraña... Se acercó a Coraline y trató de observar el medallón, pero no podía verlo bien en su mano.

Yo tampoco entiendo cómo pueden gustarle tanto esas figuras. En fin, supongo que sobre gustos no hay nada escrito... A mí también me gustaría ver ese medallón, Coraline. Y después, ya que tenemos que bajar al sótano, podríamos mirar si está allí esa figura de la que hablaba antes, esa que dice que no le gusta y quiere tirar. Todas son tan feas que, para que esa le parezca horrenda incluso a ella, debe ser realmente horrible. Estoy intrigado... En fin, déjanos ver ese medallón, por favor.

Llueve, más barro en la carretera, suspira Coraline. Cuando Joseph pregunta por el medallón Coraline se encoje de hombros y susurra para no despertar a Emmeline. No tuve tiempo de observarlo detalladamente, Melita lo quería a su lado. Se apega demasiado a esos objetos, quizá se sienta acompañada con ellos. y agrega con un largo suspiro: Debe sentirse muy sola en una casa tan grande y vacía.

Luego, asiente a las palabras de Alfred sobre lo echarle un vistazo al sótano y agrega: Sí, convendría hacer una buena inspección allí. Me preocupa lo del mal olor, quizá algún animal quedó atrapado con la inundación y ahora está descomponiéndose allí. Me encargaré de la comida mientras ustedes hacen una primera inspección y, de tanto en tanto, echaré algunas miradas al dormitorio de Melita. No sea que dormida salga a deambular por allí...

Dicho esto, Coraline se retira hacia la cocina.

Con un gesto de interrogación, encogiendo los hombros y alzando las manos:

- ¿Quieres que bajemos tú y yo ahora? Coraline puede quedarse con Melita mientras echamos un vistazo.

Sí, vamos ahora que Melita está dormida.

Alfred se encaminó hacia el sótano.

Entras en la cocina, y te dispones a preparar algo sencillo, quizás una ensalada y algo de pasta. Algo que te permita acercarte cada cierto tiempo a la habitación de Emmeline para ver cómo se encuentra.

Mientras tanto, tu prometido y su hermano han decidido bajar al sótano, para ver los desperfectos, y la proveniencia del hedor a humedad que cubre toda la casa.

Penetráis en el trastero en donde se encuentra la puerta de acceso al sótano. Es un hueco pequeño, cuyas paredes están cubiertas de estanterías, mientras que en la del fondo debería verse una vieja puerta de madera con un pequeño cerrojo, la puerta del sótano. Sólo que... No se ve. Alguien la ha cubierto con un pesado armario. Recordáis que Emmeline comentó algo al respecto, antes, en su alcoba.

En las estanterías apreciáis que casi todos los comestibles se encuentran en los estantes superiores, síntoma de uqe lo que había en los más bajos se estropeó cuando se encharcó el piso inferior de la casa.

El armario que tapa el sótano parece algo pesado para ser movido por una sola persona...

Acabas de sacar una olla que has llenado de agua, y enciendes el fogón para que vaya calentando el agua para hacer la pasta. Mientras troceas unas verduritas para hacer una ensaladita de primer plato, te preguntas qué es lo que estarán haciendo los muchachos.

En ese instante, alguien te toca en el hombro. Es Emmeline. Tiene los ojos en blanco, por lo que la imagen te asusta considerablemente. Te agarra con firmeza por el brazo derecho, y te comienza a arrastrar hacia la salida de la cocina. Mientras te trata de llevar consigo, en trance, no cesa de repetir las siguientes palabras:

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

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Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang

El hueco estaba un poco oscuro, pero se veía sin problema todo lo que había en él.

Mira, Joseph, Melita ha puesto todas las cosas en los estantes superiores. No pensé que la inundación llegase tan alto...

Mientras hablaba se dio cuenta de que la puerta del sótano estaba tapada por un pesado armario.

Vaya, qué curioso... ¿Por qué pondría Melita esto aquí? Y, ¿cómo podría moverlo ella sola? Parece bastante pesado... No creo que ni siquiera tú, con lo fuerte que eres, fueses capaz a moverlo sin ayuda. En fin, vamos a ver... ¿Cómo lo hacemos? ¿Lo coges por la izquierda y yo por la derecha y empujamos a la de tres?

Miro el lugar y los estantes altos.

- Si, tienes razón. Es imperdonable por nuestra parte haber tardado tanto en venir a por ella.

Mis ojos se posan en el armario.

- Alfred, la respuesta es simple: ella no ha podido hacerlo. ¡Pero si nosotros lo vamos a tener que mover entre los dos! Supongo que algún vecino con buenas intenciones le habrá echado una mano. Venga, vamos allá.- Lo cojo por la izquierda- Una, dos y ... TRES. Tiramos haciendo fuerza para mover el armario.

Coraline está troceando unas verduras cuando es agarrada y arrastrada literalmente por Melita hacia afuera de la cocina. La muchacha, tomada por sorpresa, suelta un grito ahogado y se vuelve hacia la anciana... Los ojos en blanco de Melita y el eco de aquellas palabras no son tranquilizadoras. "Ph'nglui mglw'nafth Cthulhu R'lyeh wgah'naghl fhtang"

Aún con el mandil puesto y con la cuchilla con que troceaba las verduras en la mano, Coraline, aturdida, se deja arrastrar por la abuela de su prometido hasta la puerta de la cocina y, recién entonces, reacciona alzando la voz y llamando a Alfred, con un tono visiblemente asustado. ¡Alfred! Algo muy raro le ocurre a Melita...

Entonces, su mirada se vuelve en dirección hacia el cuarto trastero que conduce al sótano...

¡Alfred! Algo muy raro le ocurre a Melita...

Esas palabras provienen de la cocina. Coraline acaba de gritarlas.

Entre los dos movéis el armario sin demasiados problemas. Al apartarlo, la vieja puerta del sótano aparece ante vosotros. La llave está puesta en la cerradura.

Melita, aún en trance, intenta acercarse a los escalones para subir. El primero lo sube con facilidad, contrastando con lo mucho que le habría costado subirlos cuando se mostraba en estado normal.

Sigue repitiendo la misma oración, todo el tiempo.