Partida Rol por web

Las pesadillas son como algunos rostros,

nunca los olvidas

y más cuando gritan...

Cerraste bien la puerta y te tardaste en dormir pensando en quien entraría a tu habitación, te dormiste insatisfecho pero también asustado, eras un estafador y tu gran tesoro estaba en tu cuarto, ¿y si te habían descubierto?, ¿y sí el que mato a esa deliciosa chiquilla aún estaba en casa?. Cerraste los ojos y te rodeo la oscuridad entrando en una pesadilla donde de repente sentias como algo se escurria por tu cuello, y es en ese momento que un grito femenino te despierta.

Te acostaste a dormir preocupada, la imagen del bicho ese en la taza te rondaba la cabeza, estabas nerviosa, por más que trataste de buscar respuestas no las encontraste, y ahora mientras tratas de dormir solo sientes sosobra y ese maldito olor, cierras los ojos y de repente los abres y estas llena de cienpies que te inundan de pies a cabeza, encima de ti, en la cama, en todas partes, estas inundada de ellas, tratas de quitartelos, estas aterrada.

Y en ese momento se escucha un grito.

Abres los ojos... a sido un sueño...uno de los malos, pero el grito, ese grito fue real, y sonó tan fuerte que fue capaz de despertarte.

No puedes negar que te pone nervioso la situación, has hecho todo lo posible por investigar que esta ocurriendo y las pistas son nulas, y fuera de eso, te confunde que siendo arrestado el novio de dolores aún en la casa parecen estar ocurriendo cosas extrañas. Te vas a la cama intranquilo y te duermes con una taquicardia, sueñas con estar corriendo por una calle y huyendo de un sonido extraño, no de uno, sino de miles de pisadas...

Y es en ese momento que escuchas un grito femenino que te deja palmado, miras a lado y lado de tu cuarto y estas solo, pero el grito... ese grito fue real.

Duermes intranquilo, un olor tan desagradable lo sientes durante a noche, te sientes muy cansado y duermes pensando no volver a esta ciudad maldita nunca más, hasta de pronto  renunciar y volver a tu ciudad de origen.

El sueño, aunque poco claro, esta lleno de penumbra y de inconsistencias. Sientes una fuerte taquicardia que se incrementa cuando un fuerte grito femenino rompe la noche.

Sientes como si te fuera a dar un ataque cardiaco, te cuesta respirar...¿eso fue real?, ¿o fue un sueño?

-Me encuentro caminando en la oscuridad, un fuerte olor a Azufre me indica que tal vez esté descendiendo en una caverna..... un momento.... el olor desagradable cambia y ahora me encuentro en un cuarto de baño amplio, manchado de sangre y huele horrible a lejía.... otra vez cambia el olor a ácido clorhídrico concentrado, estoy en mi laboratorio y se ha roto un frasco de la penetrante sustancia....

El grito de una mujer me despierta de mis intranquilos sueños, y alcanzo a ponerme los zapatos(sin calcetines) para salir del cuarto en mi nada decentes pijamas -¿¡Ahora que sucede!?- exclamo preocupado al aire.

Johathan se incorporó tan rápido como pudo en la cama y echó a andar tan apresuradamente que casi se cae al suelo. El bastón....

Echó mano de su inseparable compañero de viaje y salió al pasillo.

-¿Qué sucede?¿Están bien?¿Oh, doctor...usted también lo oyó ¿verdad? Será mejor que vayamos a ver si la señora Collins y la señora Woliski están bien.

Intenté conciliar el sueño con la imagen aún del asqueroso bicho de la taza en mi cabeza, sumado al desagradable olor que volvía a repetirse en la casa, al igual que había sucedido durante el día. Pero por fin pude caer rendida sobre la cama, aunque mi sueño fue de lo más inquieto y angustioso. En un momento determinado abrí los ojos y el terror que me inundó fue patente en el latido de mi corazón, en mi respiración agitada y en el sudor que cubrió todo mi cuerpo.

Comencé a dar manotazos al aire, a mi cuerpo, a la cama, completamente angustiada, intentando despegar de mi cuerpo aquellos ciempiés que me cubrían por completo, miles de ciempiés que se encontraban por todo mi cuarto, sepultándome bajos sus repulsivos cuerpos.

Ni siquiera me atrevía a abrir la boca para gritar, el miedo a que alguno de aquellos bichos se colara en mi interior me daba arcadas. Pero fue precisamente un grito lo que me sacó de aquel estado de pánico en el que me veía inmersa. Abrí los ojos... de nuevo, ¿o era la primera vez que lo hacía desde que me había quedado dormida? La sensación extraña de no saber qué había sido real y qué producto de mi imaginación me embargó durante unos instantes, hasta que fui consciente de donde me encontraba y que mi habitación, mi cama y yo misma, estaba libre de cualquier repugnante bicho.

Pero el grito... El grito estaba convencida de que había sido real y, aunque la duda de que hubiera sido yo misma la que hubiera gritado en sueños era persistente, me levanté de la cama calzándome unas zapatillas y poniéndome a toda prisa una bata que cubriera mi camisón. Tenía que saber si había sucedido otra tragedia, algo que rezaba para que no fuera así, o simplemente había sido producto de una terrible pesadilla.

Entreabrí la puerta y pude escuchar sonidos en el piso de arriba. Aquel grito seguramente había despertado al resto de inquilinos de la casa.

—¿Quién ha gritado?

Fue lo único que se me ocurrió decir mientras me dirigía hacia el salón de la casa. No hacía falta elevar demasiado la voz para que alguien me escuchara, pues el silencio reinante dadas las horas que eran, conseguía que cualquier sonido se intensificara.

Luego de que los demás salieron de su habitación Víctor se aboco a ordenarlo todo.

Lo hizo con esmero y atención a los detalles, revisando hasta por dos veces cada uno de sus pocos objetos en busca de alguna señal o detalle que pudiera aportarle alguna pista.

Afortunadamente nada había desaparecido, pero quien quiera que hubiera estado allí, lo había hecho sin dejar rastro alguno.

Sin dudas era desconcertante para Víctor y por supuesto exasperante.

Una vez termino de acomodarlo todo, se juró así mismo que esta sería la última noche que permanecería en aquella maldita casa, con los primeros rayos del astro rey, se iría sin mirar hacia atrás.

Tomo entonces una última consideración antes de dormirse y bajo su cama de una plaza coloco entonces su escopeta de caños cortos la cual tapo con un paño. Si el fisgón volvía por la noche, se iría de aquel cuarto con unos cuantos perdigones de regalo.

¡Si señor!.

El grito le arranco de una pesadilla. Confundido y espeso, Víctor se levantó como pudo de la cama no sin antes tomar la escopeta. Así salió del cuarto, medio cegado por las luces y bastante confundido. Corría hacia donde él creía haber escuchado el grito.

E iba terriblemente cabreado.

El doctor Saitsef, Victor bajan al primer piso, mientras Anne y Jonathan  ya han salido de su cuarto. Revisan el sector y encuentran un cuarto medio abierto: el de Pétula.

La escena es horrible. La mujer se  encuentra parcialmente sobre la cama, mientras que el resto del cuerpo colgaba hacia el suelo, lo más impactante era su expresión, con la boca abierta, y ojos ausentes tenía  ambas manos sobre si rostro, los dedos de ambas se retorcian de manera extraña.

Y el olor, ese olor fuerte desagradable estaba muy presente.

Algo era seguro, estaba muerta.

Todos nos habíamos despertado, o casi todos, ya que una vez más el profesor Szymczack no había hecho acto de presencia. Bendito él que podía dormir con aquella profundidad. Me uní al grupo de hombres, cerrándome mejor la bata, hasta la más que probable procedencia del grito. La puerta de la habitación de la señora Woliski estaba abierta y sobre la cama pude ver el cuerpo medio colgando de la mujer. Ante la visión que se presentaba a mis ojos, aparté con rapidez la vista, girándome para dar la espalda a la escena del interior.

—No... Otra vez no... Esto es horrible.

Musité mientras arrugaba la nariz al notar de nuevo aquel desagradable olor. ¿De dónde procedía? Intenté respirar hondo para tranquilizarme, mientras sentía el sudor frío recorriendo mi espalda y el corazón acelerado. Quería ver si era capaz de coger las fuerzas necesarias para volver a enfrentarme a la visión de la habitación.

Ciertamente ver la escena, donde ustedes cuatro encuentran a la dueña de casa muerta es horrendo. El gato parece no comprender lo que le ocurre y se desliza de manera mimosa sobre sus piernas. La situación es confusa, el grito a despertado a todos... o a casi todos.

Jonathan bajaba las escaleras que daban acceso a la planta baja. Al oír la voz de Miss Collins lamentarse se temió lo peor. Apuró el paso todo lo que pudo, lo cual dado su condición física, tampoco era mucho. En la puerta de la habitación se encontró a la señora Collins, mirando hacia él, pero con la mirada perdida.

-¿Pero qué ocu...?-dijo mientras se apresuraba a mirar detrás de la joven para ver qué era lo que sucedía-.

Al verla escena y se quedó sin palabras. Ver a la señora Woliski muerta con toda probabilidad y para más en ese estado, tan poco digno,  le resultaba una visión difícil de aceptar.

-¡Oh Dios!-exclamó-No es posible...¡Doctor, rápido!¡Necesitamos su ayuda aquí!

A pesar de su aspecto, no podían dar por hecho que la casera se hubiese muerto sin que un médico confirmase lo que parecía evidente. Y si alguien podía hacer algo por ella, sin duda esa persona sería el doctor.
 

Era horrible. No entendía que estaba sucediendo en aquella casa, pero lo que sí tenía claro era que no podía permanecer por más tiempo en ella sino quería acabar igual que la pobre Dolores o como la señora Woliski. Seguro que la siguiente sería yo. Me esforcé por volver a mirar de nuevo dentro de la habitación, pero sin atreverme a entrar. Por algún extraño motivo, sentí un estremecimiento al ver el gato junto al cuerpo inerte de la mujer.

—¿Qué está sucediendo? Ya van dos muertes en dos días... Tengo que salir de aquí hoy mismo.

Pronuncié aquellas palabras para que todos me oyeran. Empezaba a sospechar que el asesino de Dolores no había sido el joven que había irrumpido en la casa hecho una furia. No, el asesino tenía que ser por fuerza uno de los hombres que ahora estaban a mi lado. Y ese pensamiento me preocupó y, sobre todo, me atemorizó. A partir de ahora tendría que estar con los ojos muy abiertos, en una alerta constante, sino quería que me sucediera lo mismo.

—¿Cómo puede ser posible que el profesor Szymczack no haya aparecido? Es imposible que no haya escuchado el grito ni el ruido que estamos haciendo.

Negué con la cabeza apartando el pensamiento que había acudido a mi mente. No, no podía ser que el profesor fuera el responsable de ambas muertes. Era un viejo amable y educado, no me parecía alguien que pudiera asesinar de aquella forma a dos mujeres. No, seguro que no era él. Pero entonces ¿por qué en ninguna de las dos muertes había hecho acto de presencia?

—Espero que se encuentre bien. Voy a subir para cerciorarme que no le haya pasado nada.

Eso sería mejor que quedarme en una habitación donde una extraña muerte había sucedido... una vez más.

Voy acercarme. Digo con mi voz un poco temblorosa mientras veo el cuerpo inerte con la expresión horrenda de la dueña de casa, el gato parece no darse cuenta que su dueña se ha ido a mejor vida. Aunque creo que no hay mucho que se pueda hacer por ella...

Me acerco y me fijo en el pulso y trato de ver señales que me puedan decir la causa de la muerte

Lo que no entiendo es que... ¿qué pudo ocurrir?... ¿vieron que alguien saliera de la habitación ?... es que... no lo entiendo

El doctor se acerca a la mujer en el piso y le toma signos vitales ratificando que esta muerta, mientras la joven sube al segundo piso en busqueda del anciano quien no ha hecho presencia a pesar de que el grito les ha despertado a todos. Victor y Bishop se quedan mirando al doctor mientras la mujer se aleja y sube las escaleras.

Subes al segundo piso, y la puerta del anciano esta cerrada. Tocas la puerta, pero por un instante solo escuchas sus ronquidos.  Un poco angustiada por todo lo ocurrido golpeas más fuerte, una y dos veces. Hasta que escuchas  que el hombre se despierta, abre la puerta en piyama.

¿qué ocurre señorita?

Dice el viejo con los ojos entre cerrados