Partida Rol por web

Después de probar inútilmente varias veces el interruptor desisto con gesto de fastidio. -Con esa bombillita no vas a hacer nada, a lo sumo que alguien se rompa una pierna- le digo a Carlo mientras va iluminando con el teléfono. -Sin luz no hay nada que hacer, admitamoslo ya, esto está vacío- Como la cabeza de alguno, la mía por ejemplo, por seguir aqui-​​​​​​

-¿A donde vas cerebro?. Le pregunto a Ignatius mientras me acerco. -¿Un niño? Joder, me estáis empezando a poner los pelos de punta, entre figuras en la ventana y niños bajo la lluvia-

Regreso intentando disimular mi nerviosismo.... pero mi tartamudeo evoluciono in crescendo hasta el punto de que mis palabras resultaron ser casi ininteligibles 

habia un niño... el columpio... se mueve....

Abri mi mochila y saque una linterna con la que esperaba hacer el tontp iluminandome el rostro desde la barbilla durante la terrorifica fiesta oara complementar mi macabro disfraz

voy a buscar al niño. ¿Alguien viene? no era una pregunta. Era una suplica

—Mis viejos me llamaban así de pequeña. Como quieras —le respondí al deportista, exhalando el humo del cigarro por la nariz. No es que me importara demasiado la forma que tuvieran de dirigirse a mí.

Algo que sí me empezaba a mosquear eran las paranoias que se traían. Una que si la habían llamado desde la distancia; otro que si había escuchado a un niño. Al final me iban a volver loca con tanta tontería. Me acerqué de un par de zancadas hasta Ignatius y le miré fijamente a los ojos.

—Cálmate, joder. No hay ningún niño aquí —aseguré sin reparos—. Ninguno hemos visto u oído nada a parte de ti, ¿verdad? Te habrá parecido escuchar algo y lo habrás asociado a eso. Este tipo de casas antiguas es lo que tienen —expliqué, pues determinados lugares te evocaban a otros tiempos o circunstancias, distorsionando tu percepción del mundo—. Pero tranquilízate que no vas a encontrar nada ahí fuera. Lo único que vas a conseguir es ponerte malo si dejas que te siga empapando la lluvia —aclaré, regresando con los demás a la habitación contigua. Si el chico quería jugar en los columpios no sería yo quien se lo impidiese. Porque tenía claro que no iba a seguir sus pasos de vuelta al jardín simplemente para que descubriera que allí no había nadie.

Observé los enseres de la cocina y me llamó la atención la lámpara que aún contenía aceite. La tomé entre mis manos y traté de encenderla con el mechero. "Por lo menos se verá mejor y no tendremos que estar fundiéndonos la batería de los móviles por usar la linterna" —pensé.

—Claro que te dejo, puedes calentarme todo lo que te apetezca. 

Iba en el buen sentido, pero también en el otro. No puedo desaprovechar la posibilidad de que animadora y chico apuesto se alineen en una dinámica única de noviazgo. Soy chica de cliché y Rob está buenísimo. 

Incluso cuando frota mi cuerpo, sonrío un poquito y me quedo muy tonta mirándolo. Luego tras hablarle a Theresa y decir que somos la fiesta, me uno a su locura sosteniendo la mano del chico. Aunque claro, el entorno dice mucho y al parecer estamos en lo que sería la cocina de la mansión. Hace mucho tiempo que ya no se usa. 

—Hm, yo escuché que decían mi nombre. Así que le creo a Ignatius, algo sucede o estamos muy sugestionados. Igual avancemos. ¿No?

p-p-ues el columpio se mu-mueve con la inercia de alguien que acaba de b-b-bajar. 

Al llegar a la cocina se aseguró de hacer lo más importante: Dejó la bolsa con las cervezas sobre la mesa antes de dirigirse hacia el refrigerador o lo que pudiera asemejarse por la época, abriéndolo y dejando una a una, casi por orden de mayor a menor importancia, en las baldas.

¿Cómo que niños? Oye aquí todo legal, no traigo nada sin alcohol y en toda fiesta uno acaba follando.- Posiblemente el mueble ni siquiera estuviera frío pero poco le importaba, una vez el alcohol corría por tus venas disfrutabas hasta la bebida más caliente. Cuando guardó todo, también sacó los paquetes de nachos y patatas variadas, dejándolo en otro mueble y dejando en sus manos un único paquete.

Lejos de querer abrirlo por el borde, aprovechando que la mitad del paquete era aire, lo abrió a base de darle una fuerte palmada para hacer que la presión lo hiciera abrir, aunque fuera a malas, ocasionando un gran “PLASH” en el proceso.

¿En serio vais a buscar al fantasma de Ignatius? – Se llevó una patata a la boca, masticando con la boca abierta para seguir hablando.- Vamos, es el ligue más antiguo que existe.- Dejó la bolsa sobre la mesa antes de girarse, dándoles la espalda, para representar una escena.- “Ignatius tengo miedo”.- Gesticuló con una mano, simulando ser una mujer al poner voz aguda. Su otra mano le respondió, esta vez con un intento más grave.- Y-y-yo t-e t-e prote-te-tegeré.- Imitó el tartamudeo del joven.- “Oh, ¡Mi héroe!” – Se abrazó a sí mismo, simulando ser una pareja enrrollándose durante unos segundos.

Avanzáis hasta la cocina. Cerveza, patatas y una posible fiesta. Una lampara de aceite que se enciende. Un poco más de luz y algo de calor, pero no el suficiente... a pesar de estar a cubierto, sin mojarse, hace frío. Mucho frío. Vuestro aliento es visible y entremezcla con el humo del cigarrillo de Theresa.

Un ruido, algo que se cae a vuestras espaldas, un lamento...En ese momento os percatáis de que Ignatius se ha quedado el último.

Miras al exterior sólo hay lluvia. El columpio se detiene. Retrocedes sin prestar atención a donde pones tus pies y tropiezas con un rollo de tela. Tratas de sujetarlo para que no haga ruido y tiras varios útiles de costura.

Entonces llega el dolor. Miras al suelo y ves una de las grandes tijeras de costura. Su punta está ensangrentada. En tu pierna tienes una herida, visible a través del disfraz desgarrado. Has tenido suerte de no clavártela en un pie, cuando todo ha caído.

Terminó su pequeño “espectáculo” no porque no se estuviera divirtiendo, sino porque después de estar bajo la lluvia y con poca ropa húmeda encima, su cuerpo estaba a una temperatura más inferior a la recomendada y empezaba a tener frío.

Bueno, ¿buscamos unas mantas? ¿Encendemos un fuego? ¿Nos abrazamos hasta entrar en calor? – Preguntó esto último mirando a Theresa mientras hacia un continuado movimiento de cejas, aunque un ruido tras él le sacó de su breve fantasía.- ¿Y draculín? – Miró a todos lados, buscando a Ignatius a base de usar la luz de la linterna de su móvil para ayudarse.- Joder, creía que duraría un poco más antes de salir cagando leches.

-A mí que me estás calentando, Lisa, jajaja -Rob soltó la gracia, compuso una sonrisa ladina de medio lado y le dio una suave palmada cariñosa en el inmejorable culete de la chica. -Para que entres más rápido en calor- Y se perdió un poco en esos "inocentes" ojazos de mirada insinuante- No me pongas morritos que me derrito, beibi.

No se enteró mucho del resto, con este lapsus. Sí prestó atención a las chips de Carlo, pilló un puñado y le pasó la bolsa a Miss Maravillas. Qué joder, sí que hacía frío, casi más dentro que fuera.

-Bueno, pues habrá que seguir investigando, ¿no? Podemos abrazarnos, ven aquí, animadora -Rob se acercó a Carlo y le dio un fuerte abrazo en plan broma- Soy el mejor para calentar. ¿Alguien más quiere un abrazo? Que son gratis. Jajaja. ¿Y eso? ¿habéis oído? 

Venía de atrás. Soltó a Carlo y Rob se dirigió hacia esa zona, donde se suponía que debía estar Ignatius, enfocando con la linterna del móvil.

Aún puedes caminar, te sientes aturdido. Oyes las voces de tus compañeros.

Miras de nuevo al suelo y las tijeras ya no están...

Muerdo mi labio inferior cuando Rob suelta aquello de que lo estoy calentando y le regalo otra sonrisa con ese aire ingenuo que cuela siempre. Incluso la palmadita en el trasero me enciende un poquito y doy un pequeño saltito por ello, aunque no puedo evitar el guiñar un ojo con la otra confesión. 

—Ya tengo un poquito más de calor, gracias Roby. 

Luego me pierdo un poco, es que la presencia del deportista me encandila y cuando me pasa la bolsa acepto pero intento ver cuantas calorías tiene esto. ¡Se me va todo al trasero! No puedo permitir un engorde en ese lugar, que con mis ejercicios y una dieta saludable, me mantengo de maravillas. Así que al ver que eso tiene mucho o al menos lo deduzco por la poca luz, como uno y pienso que deberé matarme de hambre el resto de los días por este pecado. Es el precio de ser sexy. 

—Los abrazos son lindos—respondo y una risa suave surge al ver como Carlo recibe uno—. ¡Eso ayuda!

Igual el frío sí que hace mella y de repente no sé porqué no está Ignatius. 

—¿Dónde está? ¡Tenemos que buscarlo! —y al escuchar el ruido, abrazo con fuerza la espalda de Rob muy aterrada—. Joder, joder, joder... ¿Qué fue eso? —pregunto con el rostro escondido en el chico—. Roby, no me sueltes... Jade no te alejes. ¡Nadie se aleje! Joder... 

Que miedo tengo. 

-Cortate un poco, deja al empollón tranquilo- el pobre ya tiene bastante. No pongo mucho empeño, más que nada para que tengamos la fiesta en paz. Aunque para fiesta la que están empezando la gente guapa, podrían esperar a estar solos, si es que se atreven a estar solos, porque este sitio ya me está dando muy mal karma. 

-Déjalo Ignatius, el columpio se habrá movido por un golpe de viento- añado sin prestarle mucha atención. Los supuestos ratsro en el suelo me preocupan más. -¿y quién se ha metido aquí? Espero que esto no sea el jardín de los drogatas del pueblo y tengamos un problema -

Me sobresalta el golpe a mis espaldas de forma visible. Me giro de golpe intentando ver algo en la oscuridad -¿empollón, estas bien? ¿Ignatius? Joder.. - 

Ayyyy maldición estoy sangrando y me temo que necesito una inyección antitetanica

Comenzó a escucharse la tenue voz del joven nerd, desde la habvitación contigua, esta vez sonó acelerada pero esta vez sin tartamudear.

No soporto ver la sangre,creo que voy a desfallecer, porDiosporlavirgenyportodoslossantos

Y ruido de algo que se arrastra

No puedo respirar¿donde está mi ventolín?necesito mi ventolín , hhhhhhhhh, me estoy ahogando, maldito asma hhhhhhhhhhh...Y un torniquete, necesito hacer un torniquete para detener la hemorragia e inmpedir que los patogenos me invadan hhhhhhhhhhh

Se que puedo caminar y tal y que no es un corte profundo ni nada, pero de momento me quedo en la habitación contigua algo paralizado por la vision de mi propia sangre, si te parece lo hacemos algo hipocondriaco.

No veo las tijeras pero aun no sospecho nada sobrenatural pues mi mente cientifica y racional aceptaría basicamente que al caer quedaran ocultas bajo algun rollo de tela o algo así y además mi preocupacion ahora.

Iba a poner mi espectáculo asmático tras las bromillas de Carlo, pero aqui queda bien tambien, ¿verdad?

Me sorprendió que aún prendiera la mecha del candil, pese a llevar bastantes años ahí abandonado a su suerte. Gracias a la luz que irradiaba, tenía mejor perspectiva de la habitación y de lo que había en ella. Aunque, para ser sincera, ahora me encontraba bastante dispersa por culpa del puto frío. El interior de la mansión era similar a un iglú, al menos por las bajas temperaturas. Era lógico que hiciera frío al no haber calefacción ni presencia humana habitando en tanto tiempo. Pero es que parecía que incluso hiciera un clima polar impropio en una situación así. 

El comentario y la miradita que me echó Carlo me sirvieron para afilar las uñas, porque aproveché para acercarme a él, contoneando las caderas de un modo provocativo (y un "poquitín" fingido). El chico tenía su gracia, eso no lo ponía en duda; mas no iba a tenerme a su merced por dos o tres chascarrillos o piropos (in)directos bien lanzados. 

—¿Quieres entrar en calor conmigo? Puedes ponerte a la cola esperando tu turno, muchachote —comenté en un susurro, en la cercanía de su oído, antes de tirar el cigarrillo a su lado, pisándolo con fuerza. 

Me volví para observar la escena de tonteo entre Lisa y Rob, poniendo los ojos en blanco. "Y ahora estos dos se ponen a ligar". Algunos no perdían el tiempo, dando igual el lugar o las circunstancias. El repentino golpe en la habitación de al lado de Ignatius evitó que mencionara algo al respecto y me aproximé a la zona en la que estaba tendido. Su reacción tan exagerada propició que estuviera a punto de perder los estribos.

—¡Eh, eh! ¿Quieres calmarte de una puta vez? —le aconsejé, inspeccionándolo de arriba a abajo para comprobar qué le pasaba—. Me vas a volver loca con tantas voces y tanto nerviosismo. ¿Qué has liado ya? —dejé la lámpara apoyada en el suelo, para alumbrar la estancia—. Arráncate un trozo de tela de ese harapo que tienes por disfraz y cúbrete bien la herida. Y sobre todo, respira hondo y pausado —indiqué con un tono de voz tajante. Solo faltaría que al nerd le diera un jamacuco para que pringásemos del todo esta noche. "No he venido a una fiesta que no es una fiesta para acabar siendo la niñera del rarito".

Ignatius tiene un corte en un muslo. El pobre muchacho está cada vez más pálido.

-Eh, eh, calma todos, vamos, calma, tíos -alcé un poco la voz, como cuando daba las instrucciones y órdenes en el campo de fútbol. -Que no es plan de ponerse histéricos. No estamos en una de esas pelis de terror de adolescentes, centraros un poco.

Me acerqué junto con Thess a comprobar qué le sucedía al histérico de Ignatius -Venga, Thess, no seas tan dura con el chico. No todos tenemos tus agallas ni tu sensibilidad -me burlé un poquito de buen rollo.

-Ignatius, no parece grave, Draculín. Echadme una mano. -Le cogí el cinturón, recordé las clases de primeros auxilios y le hice el torniquete que pedía a gritos -Solo es un corte, pero si estás más tranquilo. Deja de gritar, que llamarás la atención. -Rasgué luego parte de su capa y tapé la herida y la cubrí y até con ella. -Ya está. vamos, arriba. Pero, ¿cómo te lo has hecho? -le tendí la mano.