Partida Rol por web

Jimmy estaba confuso. ¿Ahora eran amigos del cebo? Él habría seguido pegándole, pero parecía que había que correr y ponerse a salvo, lo que le incluía a él. ¿Acaso no entendían que, si le dejaban, el cebo se los comería? Se vengaría por todos sus hermanos usados para capturar peces. Cuando llegaron a aquel lugar, quedó claro que las sorpresas no tenían fin. ¿Qué era aquella niebla? ¿Quienes serían esos tipos encapuchados que se movían tan raro? ¿Serían más cebo?

Cuando miraste a Mike, para hablarle, viste mirándote, a un gusano gordo y asqueroso que salía desde su oreja: ¡parecía que te saludaba! Y otro rabillo sospechoso desaparecía por entre su lacrimal... Y por su pelo, y por entre los dedos, y por debajo de su camisa había sospechosos movimientos onduleantes, y bajo sus calcetines parecía haber una fiesta lenta pero constante y un sonido que era algo así como: "chomp" "chomp" "chomp"... Por la cara que ponía Mike, aquello no parecía doler, lo que no dejaba de ser un consuelo.

No te extrañaba que los demás miraran horrorizados.

Espera. ¿Qué era eso que te corría por la piel?

Antes de volverte a mirar hacia algún lugar para encontrar un camino de huida, hablaste con Don. Curioso. Había un gusano por entre su pelo. También tú notabas una sensación extraña por la piel. Si te hubiera pasado antes, lo describirías como la sensación de que algo se te está comiendo por dentro, pero sin dolor alguno.

A la vez, escuchabas una voz lejana que todavía no lograbas entender del todo. Parecía venir desde dentro de ti, no desde fuera.

También tuviste tiempo de mirar, mientras digerías todas aquellas extrañas revelaciones. Estabas seguro de que más delante habría agua. Ahí donde la extraña bruma palpitaba con una luz verdosa, tan intensa. El terreno descendía hacia la derecha. ¿Podríais estar al nivel del mar? Si habíais entrado a la altura de la cima de la colina, de Central Hill, muy bien pudierais haber llegado a alguna caverna bañada por las aguas de la bahía. Apostarías a que aquella agua de delante tenía que ser salada, o salobre al menos. Y yendo hacia donde descendía el terreno, siguiendo el curso natural del agua, quizá llegarais al mar.

Este... Don, Mike, no os asustéis pero... Igual estáis llenos de... ¡Qué asqueroso! Don, encima de tu cabeza tienes uno.

El cebo parecía estar adueñándose de tus amigos uno por uno. Primero a Everett, quién sabe cómo lo había logrado. Luego lo intentó con Amanda, que se había quedado en paños menores en el intento de deshacerse del cebo... Podría estar limpia, pero la había tocado, y era asqueroso.

Lo peor es que Mike se había parado a ayudar a Amanda, ahí en la caverna, y a él también parecía que se le había pegado. Y se lo estaban comiendo en silencio, delante de vosotros, porque no se había parado a quitarse las cosas, como había hecho Amanda.

¡Ahora Mike había tocado a Don y Don tenía al cebo buscando la entrada a su cuerpo por cualquier orificio que encontrara!

Tus hermanos pequeños se habían adueñado ya de Mike y de Everett, o a esas cosas que se etiquetaban falsamente como tales, porque habías comprendido que, en realidad, eran propiedad de los Pequeños Hermanos.

Lo habían intentado con la llamada Amanda y, en medio de tu pena por su fracaso (ella se los había quitado), sentías una incomprensible euforia, una sensación de triunfo que no correspondía.

Ahora estaban encima del llamado Don, que había aflojado su presa sobre ti.

¿Qué era aquello? ¿Escuchabas una llamada? Cerca de la bruma brillante había algo que era para ti. ¿No habías venido aquí buscando algo? Todo estaba confuso en tu pequeña cabeza de Serpiente de Plata.

Estaba realmente incómoda sin las prendas que había perdido, aunque me consuelo a mí misma pensando que al menos estaba con gente de confianza (a pesar de no estar muy segura de qué demonios era eso que parecía Everett), y por otro lado tampoco tenía mucho tiempo de detenerme en algo baladí como eran las ropas cuando había gusanos, nieblas espectrales, criaturas que se arrastraban... ¿Y dónde estaba Aeryn?

- Dios mío, - digo al mirar a Don y Mike, - más gusanos no. ¡Más gusanos no! ¡Se esconden en vuestra ropa! ¡Quitáosla!

Mike creía haber descubierto una posible salida hacía el mar. Pero antes de poder comunicárselo, empezó a entender por que el resto de camaradas les miraban con asombro...¡estaban llenos de gusanos!

Cada vez tenía más claro que la solución era llegar al agua cuando antes...

-¡Joder! ¡joder! ¡Chicos! Creo que si vamos hacia la derecha, hacia donde desciende el suelo, llegaremos al mar! -Dijo mientras se quitaba la gabardina y el sombrero- ¡Deprisa amigos!

Y sin más, empezó a correr buscando el mar mientras se iba sacudiendo.

Hammer buscó en su cuerpo y, todavía sin mirar, sacó gusanos casi a puñados. Sorprendido, se levantó la camisa: bullían por su piel saliendo y entrando de boquetes recién hechos, muchos de ellos, alimentándose alegremente de su cuerpo.

El cebo se multiplicaba. ¡El maldito cebo se multiplicaba! Los gusanos iban a vengarse de todos ellos por tantos años de opresión, y ya habían pillado a Everett, y ahora estaban con Mike. Solo había una solución, debía golpear a los gusanos para que dejaran a su amigo.

-¡Maldito cebo! ¡Dejad de comeros a mi amigo!-dijo, volviendo a golpear con su remo, aunque sin mucha puntería. 

¡Liiiiibre! ¡Era liiiiibre! Saltó del bolsillo donde Don intentaba meterla y comenzó a reptar por su pecho, provocándole cosquillas, hasta llegar a su estómago y después a su pierna, para bajar hasta el suelo rápidamente. Desde allí, pudo ver por fin que...

...¡efectivamente, ella era uno de ellos! 

Una vez en el suelo descubrió que se mimetizaba con ellos perfectamente. La serpiente de Plata no podía estar más contenta en aquellos momentos. Estaba, al fin, en su lugar, había encontrado su sitio.

En ese momento descubrió los agujeritos que servían de parque de atracciones a sus hermanos en el cuerpo de Mike y quiso divertirse ella también, así que trepó pierna arriba del detective y comenzó a entrar y salir por ellos a toda velocidad, moviéndose alrededor de todo su cuerpo como si de un surfista se tratase... hasta que, de pronto, vio ese objeto extraño que Hammer guardaba en el cinturón. Un "boooom". Un montón de polvo y humo. Un destello. Un flash de algo que no sabía muy bien qué era le vino a la cabeza, la Serpiente de Plata se detuvo unos instantes y trató de recordar. 

Algo la llamaba, eso era cierto. Ahora que se concentraba continuaba escuchando la llamada. Ella había venido a aquel lugar por algo... ¿qué era? ¿Qué buscaba allí? Cerró los ojos plateados e hizo un esfuerzo, intentando recordar, aún medio enrollada en uno de los agujeros de la tripa de Mike. 

Hammer no se lo podía creer, ¿de donde habían salido tantos gusanos? Empezó a sacárselos a puñados de encima.

-¡Joder don! ¡Estamos llenos de gusanos!

Todo pasó muy rápido, la sensación de estar siendo acariciado por miles de gruesos cabellos humanos, o eso me repetía para no perder la cabeza, el descubrimiento de Mike siendo comido por los gusanos, la Serpiente escapando y apunto de ser perdida.

Paparruchas, susurré con los ojos abiertos de par en par intentando encontrar una salida al infierno en el que estábamos atrapados.

No era la primera cueva en la que me metía. A veces los vecinos no estaban de humor para tener un inquilino en el granero, y el pueblo estaba lleno de oquedades donde resguardarse cuando hacía mal tiempo. Muchas veces creí haberme perdido y todas ellas encontré la salida estudiando el terreno, al menos mi padre me había enseñado algo útil. Y ahora tenía una buena pista gracias a él. No me gustaba esa sensación.

¿Paparruchas? Pregunté indignado intentando sacar a la Serpiente de Plata de una de las cavidades de Mike. ¡Creo que sé como salir de aquí! ¡Corramos antes de que no nos quede cuerpo que salvar! Concluí un poco molesto por que la Serpiente hubiese cambiado de huésped.

Vamos, vamos, no os paréis...

Mike no dijo nada, simplemente empezó a seguir corriendo a Don. Su objetivo, el agua que había escuchado, lanzarse al mar para quitarse los gusanos que aún siguieran encima de él.

En el momento en el que la Serpiente de Plata penetró a cierta profundidad en el cuerpo de Hammer, fue Hammer. En el momento en que, por pura curiosidad, la entidad que era la Serpiente de Plata tomó consciencia de Hammer, aquello que Hammer era, se encontró siendo una Serpiente de Plata, con un pasado extraño y con un Objetivo que estaba más allá de la niebla, hacia donde se podía ver una especie de luminosidad verdosa, y no hacia el mar, más allá del agua. Pero, ¿era su objetivo uno u otro? Porque Hammer había comenzado a correr hacia el agua, y la Serpiente de Plata, en su interior, ya no era Hammer aunque, obviamente, recordaba serlo.

Enroscada en las tripas de Hammer, la Serpiente de Plata (o la entidad antes etiquetada como Hammer, y ahora algo abstracto con un buen jaleo en su mente confusa) encontró que algo la llamaba desde la niebla, donde una luminosidad daba a las circunvoluciones gaseosas tonos y formas alucinantes. ¿Qué era eso que le rondaba en la mente de correr? ¿Piernas? ¡No tenía piernas!

Otros gusanos en el interior de Hammer la evitaban como si quemara. La sentían con extrañeza, aunque era evidente que estaban emparentados de alguna manera.

El cuerpo que la entidad antes etiquetada como Hammer habitara era algo muy complicado. Los gusanos iban devorando partes de él, y ocupaban el lugar de los órganos y músculos que antes había para remedar sus funciones con un algo que mucho tenía de burla.

Hammer sentía a la Serpiente de Plata alojada en su estómago como una pulsación psíquica. Como un pensamiento extraño y complicado de descifrar.

El sentido del lugar al que debía ir se había difuminado, y la anterior locura también. Los gusanos eran cuerpos extraños aquí, aunque intentaban remedar las funciones de los órganos que iban devorando, lo hacían con una suerte de zumba burlona... al estilo gusanesco, por supuesto.

Amanda, Fawkes y Everett se habían quedado parados, como sin saber muy bien qué hacer. Jimmy si parecía tener claro cuál era su misión en esta vida, y lo intentó con su remo: la pala del mismo pasó a muy pocas pulgadas de la cabeza de Hammer que, habiendo iniciado la carrera para seguir a Don, se había vuelto a parar, como confuso.

Esa confusión y esa parada habían coincidido con el momento en que la Serpiente de Plata, exultante, se había colado bajo las ropas del detective, cuyo cuerpo rebullía cada vez más de gusanos.

Don corrió hacia el lugar donde se suponía que bajaba el agua. Hasta que se dio cuenta de que nadie le seguía.

¿Qué hacéis? ¡Jimmy deja de pegar a los demás! ¡Seguidme, insensatos! Mis amigos estaban perdiendo la cabeza, y no era para menos, pero tenía que asegurarme de que permanecíamos juntos y nadie se quedaba atrás.

Me quedé a medio camino, preguntándome por qué la Serpiente de Plata no nos llevaba hacia Aeryn de carne, o hacia el Abismo, o hacia dónde aquella voz quería que acudiésemos. Preguntándome si es que la voz se había callado y la había dejado a su suerte. Preguntándome si Everett volvería a ser el mismo después de esto. Si Gordi escribiría un buen libro sobre nuestra historia o no quedaría nadie para contar nada.

Miré a mi alrededor buscando la salida, y también el camino hacia el agua, ambas opciones urgían.