Partida Rol por web

El encapuchado sonrió y se sentó. Luego se retiró la capucha dejando ver que era un hombre de mediana edad, avanzado en los 30 o quizás... entrado en los 40.

Observaba seriamente al guerrero, lo observaba como si le disgustara. Y luego de un momento de silencio, sonrió. -Muy bien, señor... no se cuanto habrá bebido usted como para ofrecer pagar pero de donde yo vengo es mala educación NO aprovecharse de un borracho jajaja- Rió a carcajadas. -Que traigan el mejor vino de la posada para mí!-

Aunque no es mudo, Keks deja a Xanfalcon llevar la conversación y los saludos ya que no puede reprimir bostezo tras bostezo. No ha debido dormir muy bien. Agradece la invitación a sentarse y por fin se decide a hablar, a presentarse, cuando ya todos lo han hecho.

-Yo ya he desayunado hace un rato,yaaaawnn-bosteza.-y no tengo más apetito, y lamento contradecir a la señorita, pero soy un trotamundos proveniente de tierras bastante meridionales, de la ciudad de Oppara en Taldor. Mi padre tuvo por idea ponerme Keks de nombre.-

Termina de bostezar y por fin sonríe a todos los presentes, mostrando un rostro afable.-¿Alguno conoce a nuestro empleador? O están tan en la oscuridad como mi compañero Xan... -no le llames Xandy, que estamos con mucha gente... está Larissa que costumbres me pega ¡no le llames Xandy! ¡No le digas que la chica de anoche se llamaba Sandy y que casi te ahogas de risa!-  ,.  -Xanfalcon y yo?.

En la mesa ya podéis contemplar de cerca sus ropajes, que destacan por su calidad dentro de su armadura.

Hice una inclinación de cabeza cuando aquellos dos hombres se sentaron. Les sonreí con simpatía, mientras entrelazaba mis manos, y me dedicaba a observarles. Un grupo variopinto, sin duda alguna. Me pregunto en qué se especializará cada uno de ellos... aunque queda bien claro cuales son las profesiones de algunos de ellos. Un placer conocerles, Xanfalcon y Keks.  Lamento decirles que yo no conozco a Reginar, aunque es cierto que siento gran curiosidad por saber quién es. Me sorprendió altamente la manera en la que contactó conmigo... y no pude evitar acabar aquí. Me pasé un mechón de pelo por detrás de la oreja y miré durante unos instantes al techo. Me preguntaba cuánto tiempo faltaba para que llegara Reginar, o si quizá estaba observándonos desde las sombras, para saber cómo éramos.

Mis ojos se fijaron en las vestimentas de todos los presentes; parecían vestir con calidad algunos de ellos, lo que indicaba que o bien eran personas importantes o que habían tenido buena suerte en sus trabajos; otros, en cambio, parecían más modestos.  Me alegraba ver que la primera toma de contacto iba bien, o que al menos no había escuchado ningún comentario que me desagradara; mucha gente se sorprendería de lo que se podía aprender de una sola presentación.

Xan, sonríe con complicidad ante las palabras de Morgana mientras se sirve una copa del vino que había ordenado y luego sirve al resto que esta interesado. Empezando por la dama, claro.

-Yo creo que es imposible escaparle a la fama, a donde vamos al final terminan encontrándonos, ¿no Keks?-

El aludido alza sus ojos al cielo y suspira, como recordando desgracias pasadas.

-Sí, es imposible escapar del pasado.- asiente a su compañero.-Espero que sigamos causando buena impresión.-

En ese momento la puerta sonó cerrándose.

Cuando los presentes miraron hacía allí pudieron ver a un nuevo aventurero. Era un hombre robusto, portador de una armadura verde y marrón de cuero y una larga capa de piel de oso. En la espalda un largo arco que siempre le acompaña. El pelo era castaño claro, de mediana longitud y recogido en una pequeña cola en la parte trasera de la cabeza. En la parte inferior de la cara poseía también una perilla bien recortada que acompañaba su semblante serio.

Con fuertes pasos que resonaron en el eco de la madera debido al silencio que se había hecho en la sala, el hombre se acercó a vosotros.

- Bienvenidos amigos. Creo y espero que estuvieran preguntando por mí. Soy Reginar Lacklan. Por favor, sentaos. Tenemos mucho de lo que discutir.

Estira los brazos en un gesto que indicaba a aquellos que aún no se habían sentado a que lo hicieran en torno a la mesa. Acercó una silla y se sentó al lado mientras saludaba al posadero, que en ese momento salía con algo más de comida desde las cocinas.

- Veo que están todos aqui - duda unos instantes - bueno, falta uno de ustedes, pero daba por sentado que no iba a venir aunque recibiese mi misiva. Yo a ustedes les conozco, más a unos que a otros. Pero supongo que entre ustedes no se conocen. Asi pues, me gustaría que se presentaran ante la mesa antes de que hablemos del trabajo, que les presentaré después.

-Te sorprendería saber la manera en la que muchas personas se ponen en contacto contigo, siempre es sorprendente, la imaginación no tiene final. Añadió el guerrero a las palabras de Morgana dejando que los demás siguiesen hablando. Por un momento se quedó pensativo y exhaló un suspiro bastante largo.

- El pasado... sí, nunca puedes escapar de él. Muchas veces vives más atrás en el tiempo que en el presente. El guerrero parecía hablar con melancolía, la bebida le hacía decir más cosas de las que debería contar, aunque por ahora no se le había escapado nada de lo que se arrepintiese.

Pronto llegó el esperado Reginar, con una imagen impecable y una voz seria y serena que paralizó la conversación de pronto, poniéndose a presidir la mesa con solo sentarse en ella. Era una de esas personas a las que sentías que debías dejarle hablar, pues todo lo que dijese iba a ser interesante. El recién llegado nos pidió que nos presentásemos, ya lo habíamos hecho entre nosotros y él ya nos conocía, no había necesidad. Aún así Robert se levantó, no tenía ganas de empezar una discusión estúpida sobre si presentarse o no, así que mejor hacerlo y terminábamos antes.

El guerrero se levantó y carraspeó un poco. Fue el primero en hacerlo, pero a sus casi cuarenta años de edad esas cosas no le ponían nervioso en absoluto. Estaba rodeado de gente adulta y con experiencia que parecía entender el significado de la palabra respeto. Un grupo perfecto para muchos, incluido Robert, aburrido para otros. Volveré a presentarme si es vuestra necesidad, Reginar. Mi nombre es Robert, a secas, perdí mi nombre de familia hace mucho tiempo y no me gusta decir dónde nací. Esta parte fue algo tosca, quizá para quitar todo lo malo de golpe y empezar a hacer amistad. Soy diestro en armas desde que recuerdo, hábil en tácticas de combate y con algo de conocimiento de la guerra. Sé sobrevivir por mí mismo en el bosque sin problemas y vivo de lo que puedo. Soy un nómada, no tengo hogar en ninguna parte y vivo viajando al ritmo del viento. A veces deteniéndome, a veces solo caminando... dependiendo del momento. Comentaba alegremente el guerrero, que no parecía estar para nada apenado de tener una vida tan agitada. Por lo poco que he hablado con esta gente parecen gente adulta y con conocimiento, si el que falta es de tan agradable trato como los aquí presentes, podremos formar un grupo organizado y con grandes resultados. El guerrero se sentó, sonriendo y dejó paso al siguiente, no sin decir una última frase.

- Un placer. Concluyó con esto y miró a todos los demás, haciendo ver que con ello se refería a todos los de la misión, incluido Reginar.

Keks no se levanta.

-Pues yo ya me he presentado ante todos mis compañeros y si usted me conoce, no tengo nada más que decir. Salvo que debe ser usted muy madrugador.- 

Me quedé en silencio mientras el resto hablaba. Salí de mis pensamientos al notar que la puerta volvía a abrirse, dejando pasar a otro hombre. Él, como decía, era Reginar, aquel que nos había llamado para el trabajo. Me quedé unos segundos examinándolo, como si buscara algo en concreto, y luego volví a adoptar una postura más relajada.

Escuché al guerrero -o eso pensaba yo que era- presentarse nuevamente, ante la petición de Reginar. Luego vino la interrupción de Keks y noté que era mi turno, puesto que el resto parecía más reacio a hablar. Carraspeé un poco y me quedé sentada, porque no me sentiría cómoda de pie y presentándome. Bueno, aunque ya les he dicho mi nombre a todos los presentes, no veo problema en repetirlo, si es necesario. Mi nombre es Morgana, y provengo de tierras norteñas. No soy buena combatiendo, o ejerciendo actividad física de ningún tipo, pero por mis venas corre sangre mágica. Soy,  como he escuchado llamarme, una hechicera. Me dedico a viajar, como el resto de los presentes creo, y a ayudar en lo que puedo. Supongo... que no es necesario añadir nada más-  sonreí y volví a guardar silencio. Froté mis manos entre sí, porque empezaba a notar que el frío me las dejaba heladas.

Xanfalcon se saludo con un gesto amplio de la mano a Reginar. -Mi nombre es Xanfalcon Silverkin. Y es un gusto conocerlo, Reginar. No es ningún secreto que mi área de especialización son los planos y el estudio de las criaturas que viven en el.- Luego de esto calló y siguió con el vino, como si ya no tuviera nada que decir.

El último aventurero se sienta en la mesa cuando Reginar Lacklan hace aparición. Viste una larga capa negra con capucha sobre una armadura de cuero del mismo color. Su ropa parece ser de calidad pero no hay ningún detalle que pretenda mostrarlo, salvo un pequeño broche de plata en forma de cuervo sobre el cinto, que a su vez sujeta un estoque y una pequeña daga.

Da unas cuantas zancadas largas y se sienta en la mesa sin levantar la vista del suelo y sin hacer el menor ruido. Saca algo del bolsillo interior de su capa y con unos cuantos movimientos rápidos, tiene en la mano una estilizada pipa de madera de sándalo.

Al cabo de unos momentos, la cordial conversación que mantienen sus compañeros de mesa navega suavemente entre volutas de humo blanquecino con aroma a vainilla.

Chupetea la pipa con aire meditabundo, y carraspea para aclarar su voz cuando Xanfalcon cumple con su parte. -Es un placer encontrarme entre tan distinguida compañía. Es evidente que estoy ante profesionales aventajados en sus campos.-Su voz es cálida y serena, y consigue que las palabras fluyan totalmente claras. -Mi nombre es Stan.

Da un par de caladas y prosigue. Sus ojos marrones y almendrados tienen una expresión tranquila y a la vez triste, casi resignada. No parecen dirigirse hacia nadie en concreto. -Me he dedicado a muchas cosas, pero me suelen contratar para encargarme de trampas y cerraduras o para conseguir cierta información.

Hace una pausa y sonríe ligeramente, mirando directamente al supuesto contratador. -Y no suelo hacerlo mal, si la tarea merece la pena. Al igual que vosotros, soy un profesional, pero el dinero no me importa más de lo necesario. Soy, ¿cómo decirlo? Aficionado a buscar secretos olvidados, a descubrir lo que otros guardan con celo.

Deja la boquilla de la pipa entre los labios, y entrelaza sus largas manos sobre la mesa. Recorre con la vista y con cierta curiosidad a los otros compañeros de mesa. -Quizás compartamos nuestro propósito.

- Bien, faltaría yo mismo. - Dice apoyando los dos codos en la mesa. Recostado con todo su peso y con las dos piernas abiertas a los lados de su silla. - He vivido la mayor parte de mi vida en Tamran. Ya fuera en la propia ciudad o en los bosques cercanos. Pero tras encontrar la tumba de un druida bastante famoso, decidí unirme a los Pathfinder. Desde entonces he trabajado como su contacto, principalmente como informante.

Hace una pausa y sacude el humo de la pipa que tiene delante de la cara.

- Últimamente están surgiendo demasiados problemas en Tamran. Hace un tiempo, cerca de un poblado llamado Kassen, aparecieron muertas varias personas en una cripta sagrada. Parece ser,  que un culto religioso estaba detrás de conseguir ciertos amuletos y dos de ellos estaban dentro de aquella tumba. Estos fanáticos se hacen llamar a sí mismos los Razmiri.

Parece sumamente inquieto, y cuando pronuncia el nombre del culto mira hacia los lados como si las paredes escuchasen.

- Están ganando muchisimos adeptos a lo largo de todo el Lago Encarthan y se está convirtiendo en un auténtico problema. Algunos de ellos se unen de manera voluntaria, pero otros... - mira hacia abajo compungido mientras aprieta el puño derecho, después continúa - Conseguimos infiltrar a tres mercenarios en el templo de Razmir de Tamran. Buscaron evidencias de sus crímenes y encontraron ciertas pruebas, suficientes como para quemar el templo y arrestar a los cultistas. Esclavismo, robo, extorsión, asesinatos... y cosas peores. - Su mirada parece perdida por unos segundos hasta que se recompone - También encontramos esto:

Reginar estira la mano para enseñaros una nota. La vais pasando uno a uno mientras leeis lo que dice. El explorador continúa con su historia.

- La escribió Iramine. Es la líder del culto Razimiri, y aunque hemos acabado con su sede en Tamran, si queremos acabar con la amenaza entera, debemos dar caza a la líder y detener sus planes. Como comprenderán, es de vital importancia para todo Golarion que ésta mujer no alcance su objetivo. - Os mira durante unos segundos. Parece leer en vuestra cara el estado enorme de confusión que ha ocasionado tal bombardeo de información. - Supongo que tendreis preguntas. Es mejor que las hagais todas ahora. Poseo mucha información que os podría ser útil, ...o eso creo.  

Stan estira el cuello para leer la nota mientras el que se hace llamar Xanfalcon la sostiene entre sus manos. Cuando la termina, frunce el ceño y se dedica a guardar la pipa en su capa mientras organiza sus pensamientos. Por mucho que el humo blanquecino haya dejado de brotar de la pipa, el aroma tardará más de una hora en abandonar aquella posada. El hombre de la armadura negra entrelaza los dedos de las manos y apoya los codos sobre la madera. Aquellos dedos largos y ágiles parecen estar diseñados para manejar objetos delicados.

-Bueno, supongo que querrá partir hacia...Terror para buscar ese amuleto, pero, ¿estamos ante un peligro real? ¿Qué es todo ese galimatías de la ciudad de la Muerte Dorada  y el Dios Viviente? Jamás he oído hablar de ellos.

Bien, veamos:

De la historia de "La Ciudad" sabes lo que pone en las Crónicas Pathfinder, que exponen que la Ciudad de la Muerte Dorada fue una vez una próspera ciudad llamada Kestrillon, una brillante baliza de investigación mágica. El mismo Tar-Baphon lideró un ejército hasta la isla, conquistó la ciudad y la renombró como Xin-Grafar al estilo Thassiloniano. Almacenó su fortuna allí, protegiéndola con una vil trampa.

Después, tal y como cuentan las Crónicas, Tar-Baphon usó la ciudad como base para construir la fosa del Rey-Brujo, una trampa para el Dios Aroden. Tar-Baphon atrajo al Último Azlanti a la isla haciéndole creer que tendría ocasión de hacer caer a Aroden en la fosa. Aroden entonces sería absorbido hasta el fondo y depositado en el plano de la Energía Negativa, donde sucumbiría ante las energías de dicho plano. Cuando Aroden frustró el atentado contra su vida por parte del Rey-Brujo, Tar-Baphon fue destruido, aunque después se levantaría de nuevo como el Tirano Susurrante, una de las pesadillas que más atemorizaron Golarion entero. La fosa del Rey-Brujo nunca se destruyó y aún continúa abierta, conectando la forestal y suntuosa isla con el plano de Energía Negativa –una conexión que, pasado el tiempo, ha significado el desgaste y deterioro de la tierra y le ha dado a la isla su actual nombre y reputación. Sin embargo, esto no son más que leyendas sin fundamento, o al menos eso piensas.

De Kassen te suena el nombre como de un antiguo señor, fundador de la ciudad de su mismo nombre, situada en la región en la que ahora estais.

De Razimir. Sabes que es un Mago de los Reinos Ribereños. No tiene habilidades divinas pero debido a su tremendo poder arcano, nadie duda de su divinidad, pese a su moratalidad. Ha creado un culto en torno a él, los razimiri, que parecen no formar parte de la sociedad, cobran impuestos altísimos a todos los que no son sus cultistas; y sus sacerdotes parecen vivir entre riquezas y caprichos. Eso hace que tengan tremenda fama y que todo el mundo quiera unirse al culto, pues parece una vía rápida hacia la riqueza. Acogen a los pobres, a los ricos, no les importa... cualquiera sea su procedencia, pues quieren que todos gocen de la beneplacencia de su Dios Viviente. Su culto es cada vez más popular, sobretodo en las cercanías del Lago Encarthan.

Keks suspira. Las malas noticias por la mañana...-Resumen, que la tal Iramine se dirige a la isla del Terror, justo en el centro del lago Encarthan, el mismo lago que baña las costas de esta ciudad.-

-Allí hará un ritual maléfico o algo así... la verdad es que se sabe que esa isla y la ciudad que hay en ella-dice respondiendo a Stan- fue habitada por el Tirano Susurrante, Tar-Baphon.-cuando ve la cara del hombre añade.-un malvado nigromente no-muerto de la antiguedad, hace muchísimo tiempo, durante sus luchas contra el hombre-dios Aroden.-

-La isla se ha ganado ese nombre "Isla del Terror" debido a esas leyendas, pero en cada leyenda hay un atisbo de verdad, y hay demasiadas pruebas que indican la existencia de ese Liche y sus malvadas acciones.-

Keks parece que solo habla para sí mismo.-¿Y sólo nosotros podemos impedirlo? ¿No has encontrado unos cuantos cruzados de Lastwall? ¿Algún valeroso muchacho recién salido de un pueblo que os ayude y que venza al mal con la espada mágica de su padre?.-

-No, seguro que no, has buscado a unos cuantos tipos con talentos mágicos que sabes podrán enfrentarse a los horrores que sin duda acechan en ese lugar.-

-Pues te digo que ya tenemos demasiados dioses, y no quiero otro más, encima uno tan horrible como sería este Razmir (el autoproclamando "dios viviente"), ya que aquí parece que va a conseguir poder y realmente convertirse en uno.-Aquí baja la voz y susurra.-Se habla que el tal Razmir no es un dios, sino un mago muy poderoso, y su aparición tan reciente en el mundo me hace creer esos rumores.-

Echándose encima el mundo y la responsabilidad continúa -Yo estoy dispuesto a ir, pero quiero que todos los aquí presentes sepan que este no es un trabajo normal, que probablemente nos cueste la vida a todos, porque Razmir y sus secuaces no son precisamente moco de pavo.-Su cara es cenicienta.-Y entre ellos y los peligros de la isla.-Suspira.-Yo ya he vivido muchos años, he tenido hijos, he amado a muchas mujeres, y creo que esto debe hacerse... pero ¡todos debéis saber lo que implica!.-

-Y como único requisito... si vamos y volvemos, pienso quedarme con todos los tesoros que encuentre en la isla, con mi parte al menos.-apostilla.-Y con todo lo que tenga la seguidora de Ramir... aunque diría de destruir todo objeto necromántico o con relación con la Energía Tenebrosa del Plano Negativo.-

Después de tal parrafada mira a todo el grupo, uno a uno, esperando ver la resolución o el miedo en sus caras, apenas presta atención a Reginar. Su cara es terriblemente seria, esperando, pensando, maquinando algo detrás de sus ojos inquisitivos.

Reginar se recuesta hacia atrás mientras escucha el monólogo del oráculo. Asiente varias veces con la cabeza y casi se pone en pie cuando se habla de Razmir. Hace un amago y escupe contra el suelo.

Después, cuando Keks ha terminado dice: 

- En realidad la idea es otra. Coged el amuleto, sellad la ciudad tras de vosotros para que nunca nadie alcance las riquezas que allí habitan, y devolved las partes del amuleto correspondientes a la Tumba de Kassen.  Me da igual lo que hagais con las cosas que posean los cultistas. Pero es muy importante que dejeis allí todo lo que pertenezca a allí. Nunca se debe jugar con los poderes mágicos y mucho menos si estamos hablando de Tar-Baphon.

Pone una mueca de asco.

- Creo que la simple idea de ayudar a Golarion debería de bastaros como recompensa. Aparte de que os digo que esos cultistas son como humanos de oro andantes y seguro que algún objeto valioso tienen. No obstante. Si tanto te preocupa tu interés económico - vuelve a escupir al suelo con desagrado - podré pagarte 1000 monedas de oro por tu trabajo. - y luego susurra por lo bajo - ¿Acaso no eres igual que aquellos a quienes perseguimos?

Keks no dice nada más, mirando escépticamente al Pathfinder.-Si el representante de una Sociedad de saquea-tumbas y robartefactos "por el conocimiento" no sabe distinguir entre los servidores de un dios asesino y maligno y la simple recompensa por los servicios al mundo... no se la voy a explicar.-

-Aceptaré gustoso tu oro, pero antes te proporcionaré las pruebas de mi trabajo.-Acaba diciendo con una media sonrisa.

Sonreí al hombre que se acababa de presentar, Stan. Ya habia tenido la suerte de trabajar con gente con habilidades parecidas a las suyas en mis viajes, y si era la mitad de bueno de lo que habían sido otros compañeros, estaba segura de que no íbamos a tener demasiados problemas en lo que hiciéramos. Un placer, Stan. Es un placer saber que hay gente aún que presta más atención al conocimiento que al dinero, aunque ambos sean importantes. Por ahora todo parece ir como la seda... - me comenté a mi misma, a medida que escuchaba todas las interrupciones.

Me sorprendió gratamente escuchar a Keks, quien parecía tener un amplio conocimiento sobre el lugar al que nos dirigíamos y, en general, sobre todo aquello que rodeaba nuestro futuro trabajo. Iba a ser un placer tratar con gente que conocía el mundo y que podía ayudar en todo aquello que una no sabía. Se ve que usted está versado en ese tema, Keks. Gracias por la información y por advertirnos con qué nos podemos encontrar allí. No sería la primera vez que me embarco en una aventura sin tener un conocimiento verdadero de lo que debo hacer- guardé silencio unos instantes, recordando anécdotas que sería incapaz de confiar a nadie.

Luego miré a Reginar; parecía ser una persona serena y segura de lo que decía. No sabía hasta qué punto había hecho bien al elegirnos, pero yo ya me había decidido a ayudar cuando escuché todo lo que dijo Keks... Sonaba extremadamente interesante toda aquella historia, como para no indagar más en el asunto. Conmigo puede contar para este trabajo, Reginar. Será un placer prestar mis servicios a esta causa- sonreí con dulzura y centré mi mirada en la mesa nuevamente.  Y más viendo que todos mis compañeros parecen ser tan interesantes..