Partida Rol por web

Por supuesto, vamos para abajo. Oh, y te equivocas, aun no la he tocado. Me estoy reservando el momento.

Le paso un hombro por encima a Briareos mientras nos dirigimos a la cámara. La vida es bella parezco pensar.

-Ah si? oh... entonces sera un dia mas grande para ella...

Bajo con Zandar, dirigiendole una mirada cuando me pasa el brazo. Le comento secamente:

-Guarda tus mimos para la muchacha...

Cuando llegamos a la sala, sin embargo, le dejo pasar primero.

-Dale tu las buenas nuevas...

Cuando entro Escarlata me mira desde su posicion encadenada al potro. Supongo que no entenderá nada. Me acerco lentamente mientras echo un rapido vistazo a la lumbre y a las tenazas.

Buenos días, Escarlata. Te estarás preguntando por qué estás encadenada. Ha llegado el momento de que pases a ser públicamente de mi propiedad. ¿Sabes lo que quiero decir, no? A fin de cuentas no soy tu primer amo.

Espero a que asienta con la cabeza o que niegue.

Briareos, aqui presente ha venido a ayudarme tanto con el proceso como con la recuperación (espero). Digo sonriendo. No voy mentirte, esto te va a doler. Sin embargo, te aseguro que si te comportas como es debido, te dolerá menos y yo estaré más complacido. Y te aseguro que te conviene complacerme.

Cojo las tenazas y levanto el sello, que está al rojo vivo.

¿Ves? Ahora está demasiado caliente, si te lo aplicara ahora el dolor sería mucho peor. La miro esperando su estremecimiento. Pero no lo voy a hacer, porque vas a ser una bueeeena chica, ¿A que si? Esperaré a que se enfríe un poco pero has de saber que si te resistes y no sale bien tendremos que volver a calentar el metal otra vez y esta vez te lo aplicare a su maxima temperatura, con lo que te llevarias 2 quemaduras y una de ellas de peligro mortal.

Transcurridos unos segundos empiezo a acercarme a ella lentamente. El sello de la Za, dejando una estela de vapor en el aire frio de la mazmorra.

Asi que, por favor, no te muevas...

El clerigo no dice nada, dejando que Zandar disfrute el relato de lo que sucedera... Su mirada pasea por los bellos instrumentos que tiene guardados aqui... Tal vez alguno mas tarde, si..

Se coloca a la cabecera del potro donde esta atada la muchacha, poniendo sus manos sobre los hombros de la misma y masajeandolos suavemente, comprobando con profesionalidad su textura y firmeza...  Luego la toma del cabello, jugando con el y rascandoselo como si fuera una perrita, para que mire atentamente a Zandar y el sello candente. Se inclina un poco y le susurra al oido.

-Grita, por favor... es mas divertido asi.

Viendo que Escarlata no reacciona continuo acercándome a ella. Llego a la altura del torno y empiezo a caminar en circulos observando el bello cuerpo de la esclava, tratando de decidir dónde dejar mi marca. El brillo rojizo del hierro al rojo lanza destellos carmsies sobre mi suave rostro.

¿Que me dices, Briareos? ¿Los pechos? ¿El trasero? Habia pensado hacerlo como con Sintara, en la parte interior de los muslos...

-Mmm.. no es una mala idea.. Es una parte que tu sueles ver mucho en tus esclavas. Auque podria ser en otro lado, para variar. Por mi parte prefiero en el cuello... la lengua... o la cara. Pero tal vez eso seria desperdiciarle la belleza...

Acaricio la mejilla de la joven, mientras hablo. Luego añado, como al pasar:

-Los pechos pues, me parecen un buen lugar...

Pero los tiene pequeños, creo que seria una lástima. No, me parece que me decidiré por la su trasero...la nalga derecha, por ejemplo. Disfruto mucho de unas buenas nalgas de mujer.

Miro aprobatoriamente a Escarlata, satisfecho de mi decisión.

¿Le das la vuelta para ponerla boca abajo?

Paseo dando la vuelta, acariciandole el cuerpo hasta llegar a los pies...

-No hace falta...

Desato el amarre que la une al potro de la pierna derecha, despacio. Luego tomo el pie y se lo alzo, retrocediendo la pierna al mismo tiempo, de modo que su muslo quede bien expuesto. Acaricio la nalga, comprobando la consistencia de la muchacha ahi... No es una parte muy apropiada para el dolor, hay demasiada carne..., pero no es mi esclava.

Sostengo la pierna yo mismo, para observar comodamente.

-Cuando quieras...

Pongamosla en el potro. No me deja borrar los antiguos ahora, borralos tu mismo si eso.

Cuando la encandenaron al potro ya temía lo que le esperaba: o ser violada multiples veces, o marcada. Aunque tal vez tuviera suerte, y solo iban a disciplinarla un poco. Por supuesto, al dejar frente a ella la lumbre con el hierro de marcar candente ya no tuvo dudas. Un fuerte estremecimiento le atravesó y se quedó mirando el fuego, casi hipnotizada. Recordaba la primera vez que había sido marcada, y la sensación de nausea y mareo se apoderaron de ella.

No era un animal. No era una cosa. Se lo repitió varias veces mentalmente mientras respiraba profundamente, tratando de tranquilizar sus nervios, su ansiedad, y su miedo.

Entonces la puerta se abrió y apareció Zandar. Y empezó a hablar

Cita:

Realmente Escarlata dudaba que no fuera sencillamente una pregunta retórica. Era evidente que le gustaba oirse hablar. Recordó que la pobre Marta le había comentado como era, y no pudo dejar de estremecerse, recordándola en el suelo de la arena, desangrada, mientras la multitud rugía de placer. Escarlata se las arregló para asentir con la cabeza con poca convicción.

Por supuesto Zandar ni tan siquiera le prestó atención. Aunque para ser sincera ella tampoco se acordaba de lo que acababa de decir. Miraba el hierro candente, y el calor que emanaba del mismo, mientras escuchaba las amenazas y la burla implícita en las palabras.

Y quería morirse.

Atada en el potro, con su cuerpo joven, pecoso, pálido, expuesto al abuso, a la brutalidad. A ser marcada como una mera propiedad.

Intentó sin pensar apartarse de la mano de Briareos que repentinamente se había puesto en sus hombros, y luego notó como le agitaba y rascaba en el cabello, como si fuera una mascota. Lo odió por eso.

Aunque tales sentimientos quedaban empequeñecidos por el miedo, la verguenza y la humillación.

Cita:

- le dijo el segundo de aquellos monstruos.

Escarlata concentró todo su ser en no gritar cuando llegara el momento. La primera vez no lo había conseguido. Recordó el terrible dolor y trató de preparar su mente y su cuerpo para el vil abrazo del fuego sobre su piel. Tembló, nuevamente, sin poder evitarlo, con los ojos clavados en Zandar, que hablaba ahora sobre donde marcarla.

Su piel y sus músculos estaban en tensión cuando Briareos la tomó de la pierna, retorciéndola sin esfuerzo para dejar perfectamente expuesta la nalga derecha. Y Zandar acercó el hierro de marcar.

Si hay que borrar, hay que borrar.

Lo siento, Escarlata, parece que tu antiguo amo tuvo la misma idea que yo. Esto te va a doler.

Aplico el sello con firmeza, asegurandome de que queda bien definida.

El contacto del hierro candente con la piel de la joven produce un involuntario espasmo en Escarlata, que tiembla con gran violencia mientras no puede evitar chillar de dolor. El humo asciende en oleadas desde el punto en donde la piel y el hierro de marcar se unen, y un olor a carne quemada ligeramente dulzón llena el lugar en un instante. A pesar de estar en tensión y de tratar de evitar moverse y gritar, Escarlata no puede dejar de hacer ambas cosas. Su grito no es siquiera una súplica, sino más bien un alarido de dolor.

Briareos tiene con firmeza aferrada la pierna de la joven, y no deja que los espasmos de esta muevan en absoluto la parte de su cuerpo en contacto con el hierro de marcar. Tal vez a otro se le pudiera escapar la joven, pero no a Briareos, que únicamente sonríe al notar bajo sus firmes manos como la piel de Escarlata se torna húmeda por el miedo, el dolor y la adrenalina.

Mientras Zandar mantiene la presión del hierro de marcar con la presión justa, manteniendo el hierro sobre el cuerpo de Escarlata hasta que sus letras se sobreinscriben en la piel de Escarlata, haciendo que la anterior marca sea poco menos que unas líneas indistinguibles. Los chillidos de Escarlata siguen mientras poco a poco Zandar va pensando que la marca ya sería perfecta. Han pasado casi cinco segundos desde que puso el hierro sobre el cuerpo de Escarlata. El olor a carne quemada es ahora mas intenso

Retiro el hierro y lo meto en agua en seguida. Examino mi trabajo, satisfecho. Una vez comprobado, sonrío a Briareos.

Después me acerco al rostro de Escarlata.

Lo has hecho bien, Escarlata, hoy cenarás carne. Ahora ya eres una de las mías.

Asiente complacido... El olor de la carne y los gritos de la misma han sido de su agrado... Le da a Zandar la pierna, indicandole.

-Mantenla alzada.

Luego busca de sus ropas un emplasto, y comienza a aplicarlo sobre la quemadura, embardunando el area cuidadosamente. Despues simplemente dispone una venda encima, atandola con firmeza en la parte delantera de la pierna de modo que no sea estorbosa, pero tampoco que apriete demasiado. Simplemente para no ensuciar el emplasto. Explica con tranquilidad mientras trabaja.

-La magia cicatrizaria la herida mas rapido, pero tambien borraria la marca en la piel... y no queremos eso, no? Es probable sin embargo que esta vez sanes mas rapido que la anterior...

Añade, en voz mas baja, mirando a Zandar.

-Al menos, de la quemadura...

La verguenza, el miedo, la rabia... pero sobre todo el dolor. El dolor que subía en oleadas constantes desde el muslo quemado. Escarlata gimió cuando Briareos puso el empasto sobre el muslo y vendió este con fuerza. El color huyó de su cara y pareció marearse, pero atada como estaba al potro el casi desvanecimiento no tuvo mas importancia.

No respondió a las palabras de Zandar. Era probable que ni siquiera las hubiera escuchado por completo.

Avanzo hacia Briareos con pasos firmes y decididos. (No se donde estamos asi que no pongo nada sobre el lugar). Llego hasta él y me planto delante suyo con los brazos cruzados.

Alguien se ha estado tirando a Escarlata sin pedirme permiso. Ya sabes lo que pienso de mis esclavos. Vengo a decirte que si descubro quien ha sido voy a castrarlo muy lentamente. Sólo podeis haber sido tu o los guardias. Sinceramente, no te creo tan estúpido sabiendo cómo soy con mis propiedades, asi que vengo a avisarte  para que estes preparado. Es posible que necesitemos guardias nuevos.

Le miro, rascandome la barbilla con aire ausente...

- mmm... interesante. Podemos determinar facilmente la razon del problema, por suerte. Prepare para mañana un conjuro de Zona de Verdad. Los reuniremos y les haremos preguntas... simples y directas. El conjuro les impedira mentir, a menos que tengan una voluntad mucho mas fuerte de la que aparentan... Y luego veremos como...solucionar esta situacion...

No digo nada mas, simplemente dirijo una rapida mirada a la habitacion de tortura...

Mmm...me gusta. Haremos eso. Como mínimo nos divertiremos un rato.

Asiento ante Briareos pero no puedo evitar preguntarme si no me está escondiendo algo. Examino su lenguaje corporal el movimiento de sus pupilas, en busca de algún signo que revele que está mintiendo.