Partida Rol por web

Colt se separó un pco y se echó las manos a la cabeza. No podía ser que, habían llegado allí lo más rápido posible y ahora su destino se les alejaba...como si estuviera huyendo de ellos.

-Tiene que haber alguna solución -dijo Ab más para sí que para los demás.

–Y por eso mismo necesitamos un guía, uno bueno que conozca Rub-el-Jali.– dijo mirándolo como si estuviese loco. Nada más decir aquello volvió la cabeza hacia sus compañeros. Estaba tan desolada como ellos o más, pero no iba a quedarse llorando ni dejar que aquello la bloquease. Tenían una pequeña pista, y la seguirían hasta el final.– Empecemos por lo que tenemos cerca.

Si de verdad están decididos a entrar en Rub el-Jali, hay un tipo que tal vez pueda ayudarles.- Os dice el soldado.- Se hace llamar Yusuf al-Akba. Es un europeo medio loco y poco de fiar que suele pasar las tardes en un café llamado "La flor del desierto", todo Adén lo conoce y conoce su reputación.

–¿Y dónde está ese café y qué reputación tiene?– Daphne parecía molesta de ir recibiendo la información con cuentagotas. Su instinto le decía que estaba cerca de su hijo y no deseaba otra cosa que abrazarlo...Y ahora parecía que ese momento se retrasaba por la gran cantidad de incompetentes que había en el camino.

¿Por qué iban las cosas a salir bien? ¿Qué necesidad había de que las cosas en vez de complicarse fuesen de manera decente? se preguntó Roderick con ironía y con desaliento... mucho desaliento, sólo que tal era su agotamiento que tan sólo abrió los ojos de par en par para mirar a unos y otros como si de un partido de tenis se tratara. El capellán se había quedado mudo, sin saber que decir... sólo que no le apetecía por nada del mundo darse un paseo de los largos por el desierto... y tenía todo la maldita pinta de que iba a ser así...

Se hace llamar Yusuf al-Akba. Es un europeo medio loco y poco de fiar que suele pasar las tardes en un café llamado "La flor del desierto", todo Adén lo conoce y conoce su reputación.

"Lo que faltaba... encima un delicuente... al final lloro..." Por no tener, ya ni tenía ganas de darse un trago, así que aguardó a que el soldado les facilitase la información requerida por la señora Greywood.

El soldado tuerce el gesto y responde a Daphne.- Una que dice que las señoras respetables no.... Da igual. No me van a hacer caso les diga lo que les diga.- Mientras lo hace escribe una dirección en una hoja de papel.- La flor del desierto está en el zoco que hay cerca de la mezquita Aidrus. Pregunten a cualquier local enseñándoles este papel. No tiene perdida.

Craven entendió perfectamente las palabras del oficial británico... aquel sitio no era el adecuado para la señora Greywood, podrían tratar de cambiarlas por camellos o algo que solieran hacer los bárbaros como aquellas gentes.

- Gracias por la ayuda señor- dijo adelantándose para recoger el papel que les tendió - es usted muy amable. Que Dios le bendiga- hacía tiempo que no decía esas palabras, pero al fin y al cabo era su profesión y no estaba de mal recordárselo a sí mismo de vez en cuando.

Al menos tenían un guía y, como decía Daphne, cómo no empezar por lo que más a mano tenían. Nada podía asegurarles que sus hijos estuvieran en la frontera entre Libia y Egipto. ¿No habían tenido experiencias parecidas estando en sus querios EEUU? lo mejor sería continuar con los planes iniciales.

- Muchas gracias, caballero.- Se despidió del oficial británico tratando de demostrar que los americanos también sabían ser educados. Ya a solas con sus compañeros les apremió para acercarse al susodicho local.- Mejor si está loco ese hombre, así no se extrañará demasiado cuando le contemos lo que buscamos.

Colt estaba callado desde el acontecimiento en el avión. Estaba nervioso y no sabía como podría reaccionar de ahora en adelante. Así, dejó que sus compañeros llevaran la voz cantante y solamente se limitó a asentir y a agradecer con gestos y pocas palabras en las pocas ocasiones que lo requerían.

-Gracias -dijo escuetamente al soldado.

Luego salió junto con sus compañeros para encontrar al tipo que les ayudaría a encontrar a sus hijos en el desierto...una aguja en un pajar...inmenso.

Matt se llevó a Daphne de delante de aquel hombre. La mujer estaba empezando a ponerse nerviosa, y lo último que necesitaban era que se viniese abajo. Al fin y al cabo, era una de las personas con más entereza que conocía... y también observadora. En opinión de Matt, era más difícil ocultar algo a su mujer que una llama en la oscuridad. Y necesitaban esa visión.

–Vamos Daph, no te separes de mí. Este sitio...– Algo pasó por la cabeza del hombretón, pero decidió callarse y continuar. Parecía ue la presencia de aquela mujer contribuía a calmar el lado más agresivo y fanfarrón de Matt– Bueno, venga, vamos.

Salisteis del puesto de control del puerto por la puerta que daba a la ciudad.

Las calles del protectorado eran estrechas con el suelo de tierra poco compacta en el que levantabais polvo a cada paso que dabais. Restos de heces de animales y trastos tirados por el suelo dejaban a las claras que los británicos no dominaban la ciudad por muy protectorado que fuera. Personas cubiertas completamente por túnicas y pañuelos en la cabeza se os quedaban mirando fijamente al veros pasar, aunque pronto quedó claro que era principalmente por Daphne y su roja melena.

Había algunos vestidos con ropa occidental entre ellos y fue a esos a quienes enseñasteis el papel que os había dado el soldado británico. Lo miraban y con un inglés poco fluido os indicaban la dirección.  Cinco veces tuvisteis que preguntar hasta llegar al zoco.

Si las calles de Aden eran un mal lugar para perderse el interior del zoco lo era todavía más. Lo que parecía una calle lo cruzaba y de ella salían otros miles de callejones estrechos, sin casi iluminación que zigzagueaban sin un sentido aparente. Desde las puertas de sus tiendas, los tenderos os chillaban cosas que no entendíais para llamar vuestra atención y conseguir venderos algo.

Diez minutos después de entrar al zoco encontrasteis La flor del Desierto. Os sorprendió que no hubieran sillas, los locales se sentaban en el suelo, alrededor de unas mesas bajitas. Quien parecía el dueño os preguntó en ingles con un fuerte acento.- ¿Té? ¿Café?

El capellán caminó junto al grupo, al lado de Daphne y el fortachón de su marido sin perderlos en ningún momento de vista. Aquel sitio estaba lleno de infieles y la seguridad brillaba por su ausencia, cualquier momento era bueno para que unos hijos de Alá saliese por alguno de los callejones y se perdiese todo rastro del mundo civilizado y todo... ¿por un puñado de dolares? o quizás ¿por la dama que los acompañaba?, Roderick no fue ajeno a la manera con que la miraban, que una señora de su posición tuviese que aguantar ese tipo de miradas era un insulto, pero él no era un caballero del todo, y lo mejor era capear el temporal y resolverlo todo cuanto antes. 

Al entrar en la Flor del Desierto, el señor Craven pensó que el vendría bien un café.

- Café para mí, caballero- solicitó olvidando por un momento el objetivo de haber ido allí.

Sonny debía parecer tan paleto moviéndose pro las caóticas calles de Adén como la primera vez que salió de su humilde barrio de Bridgeport, Conneticut. Aunque ahora había viajado y conocido mundo, allí eran demasiado diferentes para no llamar la atención y eso le incomodaba sobremanera. No podía evitar estar tenso, apretar los puños, y moverse como un gato erizado a punto de saltar en caso de tener que hacerlo.

- ¡TE!- Dijo demasiado alto para parecer cortés.

No había nadie que se sintiese más incómoda que Daphne en aquel momento. De nada le servía ir acompañada de hombres fuertes, ni que su marido caminase protegiéndola. Cada mirada, casa señal le hacía recordar que no pertenecía a aquel lugar. Finalmente, antes de entrar en la tetería, compró un pañuelo y se cubrió el cabello lo mejor que pudo...aunque debido a su tara y a su falta de costumbre, no consiguió tapar ni la mitad de sus cabellos.

–Te, por favor– dijo intentando no llamar la atención. Se veía a todas luces que aquella situación no le gustaba nada.

Al contrario que su esposa, Matt no parecía cohibido, sino molesto por aquella descortesía hacia su mujer. Eran una panda de paletos y no tardó en encararse a un mirón, quien no parecía saber el idioma, pero si que pareió comprender la esencia de los gruñidos del hombre. Cuando estuvieron en el local, colocó sin embargo con más cuidado el pañuelo a su mujer, antes de indicar al camarero lo que quería.

–Té. Té in-glés.

El hombre no tarda en marcharse y en regresar con los pedidos. Con la agilidad propia de alguien que ha repetido este gesto cientos de veces los coloca encima de una de las mesas bajitas y tras, con un gesto, indicaros que os sentéis vuelve a marcharse a atender otras mesas.

–Bueno, ¿y ahora qué?– preguntó Daphne, nerviosa por un ambiente como aquel– Alguno de vosotros debería preguntar por ese tal al-Akba. Quizás al camarero, cuando nos traiga el pedido... y decidir que hacer. Al menos siendo europeo hablará inglés.

Roderick volvió a la realidad cuando la señora Greywood habló... con un suspiro asintió. Al fin y al cabo no habían ido allí para hacer turismo, aunque esperaba que al menos el café estuviera bueno y le pusieran algunas pastas.

- Tiene razón, es posible que aquí hablen inglés... esta gente se suele buscar la vida para entenderte y ganar algunas monedas extras- el capellán, no muy convencido de hacer lo que iba a hacer, pero resignado a su suerte, llamó la atención del camarero

Ab, nervioso durante estos últimos días de recorrido, miraba a todos lados en busca de ese al-Akba que haría las veces de guía. Pero para él todos parecían iguales.

-Sí, quien mejor que un camarero para que nos diga quien puede ser ese al-Akba. Ellos se fijan en todo y conocen a casi todos. Espero que nos pueda ayudar.

Discretamente, estudiasteis a todos los clientes y a primera vista, nadie, exceptuando vosotros seis, parecía europeo en aquel local. De lo que sí os percatasteis es que a ninguno de todos los presentes se le había escapado la presencia de vuestro grupo.

Al rato volvió el camarero.- ¿Está todo al gusto de los señores? ¿Desean algo más?