Partida Rol por web

Urik , decide acercarse en silencio , intenta tapar la linterna para que esta alumbre lo minimo posible y no descubra su presencia ... siempre atento a cualquier sonido extraño o cualquier sombra que se mueva , la tensión se apodera de él pero los duros años de oficio hacen su labor y los musculos se relajan y sus sentidos se encuentran en estado de alerta ... comienza a moverse sin que se oiga practicamente nada y en su movimiento va buscando las sombras para permanecer oculto ...

Tal y como habéis planeado, Urik se acerca armado a la esquina y Nyll empieza a mover a su fantasma. Lo que hace, básicamente, es obligar al espectro a arrastrar arena por el suelo, en la parte más oscura del pasillo, intentando hacer parecer que se trata de una rata os similar.

El guardia, siempre según el oído y el reojo de Urik, parece intrigado pero no asustado y se empieza a acercar a la esquina a investigar...

Urik espera a que el guardia se acerque ... y prepara su hondazo , despues sacara su estoque e ira a ver si lo puede rematar ...

Urik viendo que su pedrada ha surtido efecto se lanza a por él para evitar que pueda descubrirlos ...

el mediano lanza una estocada , impactando en un hombro al gran trasgo , produciendole un rasguño en el brazo .

Espero que Jathor acabe con él , piensa el pequeño

Urik hace gestos a sus compañeros para que registren al muerto y decide acercarse a la puerta , en silencio a ver si puede observar cuantos son el resto ....

La joven se acerca ante la señal del mediano, esperando a que sea Jarthor o Nyll quien registren, más duchos incluso que ella misma en esas artes.

Jathor, observa como Urik realiza efectivamente su trabajo. Se acerca al trasgo caído, el cual parece estar a un paso de la muerte. Jathor decide acelerar ese tramite, y le pisa la cabeza con fuerza. Luego registra el cuerpo del trasgo, mientras Urik se acerca a la puerta.

Urik y Jathor vuelven sobres sus pasos , van rapido ya que conocen el terreno pero sin descuidar las precauciones , por si se encuentran algún animal por el pasillo , llegan a la a la habitación de la rampa y toman el camino del este , y al llegar a la intersección Urik intenta buscar en el suelo rastros que le indiquen por donde han podido ir sus compañeros , espera que el barbaro mas acostumbrado a estos asuntos sea capaz de seguir el rastro , asi mismo intenta que la pequeña mascota de Nyll olfatee por si es capaz de detectar a sus comapeñeros .

Os quedáis allí, esperando el regreso de vuestros compañeros e intentando estar atentos a posibles cambios en el trabajo de los excavadores. Se escuchan los gruñidos y las órdenes de quienes azuzan a los Zargonitas para que extraigan tierra lo más rápido posible.

Vamos a buscar por aquí Jathor a ver si somos capaces de saber por donde fueron ... mira creo que por ahí veo algo ...

Jathor continua hasta la siguiente intersección, con los ojos bien abiertos, atento a cualquier huella que pueda indicarles la dirección del otro grupo.
¿Donde, Urik?

Sin cuidar ya el hablar entre siseos, corre hacia la puerta apresurada.

¡Nyll! ¡Que Cali les haga saber que les necesitamos aquí y ahora! ¡No podemos dejar que escapen, no tenemos otra alternativa! ¡Abramos esa puerta!

¡AAAHHHH! - de inmediato, la clérigo espeta un agudo grito de dolor, producto del desgarro de su hombro.

Retomando el escudo con el brazo lastimado, y con una expresión de sufrimiento, bordea por el lateral al zargonita que tiene enfrente y se acerca hacia otro zargonita, quedando cada vez más cerca de su congénere clérigo. Alzando la espada, intenta estocarla hacia su cabeza, pero el dolor punzante del hombro contrario no la mantiene concentrada en su propósito, y todo queda en un vaivén de la hoja en el aire

En un intento más, y sin poder retirarse al tener al pequeño Nyll detrás, lanza su espada al aire, contra el que tiene enfrente - ¡Nyll! ¡Retírate! ¡Tenemos que dejarles paso! - vocifera mientras lanza su espada contra el enemigo.

Hitmol cruza la puerta secreta, y no se sorprende demasiado al ver la escaramuza que han montado. Al ver herido al cynicideano Torios, una idea le pasa por la cabeza, pero la desecha al momento ante la falta de espacio para entrar cerca de los enemigos.

Sin embargo, las palabras arcanas salen de su boca y un proyectil rojizo va a impactar sobre el sacerdote de Zargon.

Jathor no piensa abandonar en ningún caso la vanguardia. Lanzando un grito, hace girar su hacha sobre su cabeza contra el grantrasgo que tiene delante. Aunque ppor poco, el golpe impacta en un hombro del enemigo y sale por la cadera contraria. Está, por supuesto, muerto. El bárbaro da un paso hacia delante para avanzar contra los enemigos.

En un intento más, y sin poder retirarse al tener al pequeño Nyll detrás, lanza su espada al aire, contra el que tiene enfrente - ¡Nyll! ¡Retírate! ¡Tenemos que dejarles paso! - vocifera mientras lanza su espada contra el enemigo. Consigue herirle gravemente en el pecho, pero no derrotarle. Mientras, Tancred entra corriendo y se coloca al lado de su hermana - ¡Ellidian!

Thelonius, que entra con su arco preparado, se coloca contra una pared, apunta y dispara. Hay tanta gente delante que el tiro es muy complicado. Pero el príncipe es un gran arquero y su flecha se clava en el cuello del enemigo que amenaza a Ellidian, derribándolo. -¡A vuestro servicio, señora!-

Aphoteia entra en el gran corredor y se coloca en segunda fila, lista para la acción si es necesario. Su compañera de hermandad, Hyu, ataca al zargonita que hay justo delante suyo. ¡Qué descomunal golpe! Sin duda animada por el dolor de sus graves heridas, Aphoteia toma impulso y con su arma separa la cabeza de los hombros del zargonita. Luego, juiciosa y muy herida, da un paso hacia atrás para permitir que otro ocupe el hueco que ha dejado.

Un zargonita al que se ha acercado Jathor hace su intento de acabar con el bárbaro. Y por desgracia, consigue encontrar un hueco en sus defensas y golpearle con su espada. La herida es muy grave y Jathor comienza a sangrar abundantemente del vientre.

Reshark avanza tanto como puede hasta encontrarse con un enemigo, la gigantesca rata demoniaca. Esta, aprovechando que Reshark no la ve al tener que evitar a Hyu, lanza un ataque sorpresa. Pero es inútil. No sólo sus dientes no encuentran donde morder, sino que en dos expertos y rápidos sablazos, el explorador se libra de este enemigo, que fallece en tres pedazos.

¡Vuestros dioses deben estar contentos! Esta vez es Torios el gornita quien, dando un paso adelante, derriba de un mazazo al único zargonita que queda en pie entre vosotros y el clérigo. Su compañero Garbur avanza hasta colocarse a su espalda para cubrirle. Nyll por su parte, un poco fastidiado por haber perdido su bastón, se hecha hacia atrás.

Finalmente, Hitmol pronuncia unas palabras mágicas y un rayo de energía igual al que Tayyip lanzase antes de caer, impacta en el pecho del sacerdote.

Este grita de dolor y rabia. A su alrededor, todos sus aliados han caído y no dejan de llegar enemigos, pues Urik hace su aparición en este momento. Con la fuerza que le otorga su dios bestial, el sacerdote lanza un hechizo y entre vosotros y el una capa de oscuridad se extiende, cegándolo todo. Es una oscuridad tan intensa que no sólo no podéis verle, sino que ni siquiera la luz de vuestras antorchas puede penetrarla. Os sentís totalmente ciegos.

Hitmol no es tonto, y seguro de que el zargonita ha lanzado un hechizo que él ahora no puede contrarrestar, corre hacia donde estaba antes. Con gran rapidez, Hitmol saca la daga del cinto y lanza el pequeño arma hacia donde estuviera antes el sacerdote. Sin embargo el sacerdote no parece que estuviera allí y la daga choca contra la pared produciendo un estridente ruido.

EL Paladin sale corriendo a por el sacerdote ahora que parece desprotegido, lleva la espalda extendida hacia atras y el escudo pegado a su cuerpo, no habla, no grita, no gesticula, su rostro es casi iracundo... Este malvado ser debe pagar por todo el daño que ha hecho. Cuando llega a su lado...

Reshark, con las espadas aún chorreando sangre y algún que otro pedazo de rato aún sin soltarse del metal, se lanza a la carrera cargando contra la posición donde se encontraba el clérigo, intentando acabar con su enemigo, clavándo los dos aceros en un solo movimiento directo, quedando el corto clavado en el hombro, cerca del cuello, y el acero en uno de los brazos.