Partida Rol por web

DÉCIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: POCO DESPUÉS MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

Campaña entendía algo sobre una guerra, en la que podrían participar. Creía que el señor de aquellas tierras quería que la Compañía Negra luchara por él. Pues claro, había visto cómo habían derrotado a sus propios hombres. Era lógico si lo pensabas.

Bueno, habría que ver lo que decidía Capitán.

Miró a las maderas del suelo, con sus vetas gastadas por mil pies. Mostraban un camino que empezaba a vislumbrarse.

DÉCIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: POCO DESPUÉS MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

Capitán escuchó lo que el noble tenía que decir, con gesto serio y atento. En aquello se jugaban mucho sobre su futuro inmediato, puede que incluso el hecho de tener un futuro sin más. 

-Por supuesto, registre esto como considere que debe. En cuanto al resto, supongo que es un modo de verlo. El otro es que, según tengo entendido, ustedes atacaron primero, sin pedir ni aceptar explicaciones. Y eso ha conllevado que uno de mis hombres fuera herido de gravedad-dijo el oscuro, procurando ser firme. 

-Esto no quiere decir que no estemos en venta, pero creo que es una puntualización necesaria. Si alguien me ataca y le corto la mano, no considero que deba compensarle por esa herida. Por lo demás, me genera dudas. ¿Grupos ocultos? No creo que seamos espías, a no ser que esas fuerzas oscuras que se agrupan sean de otra clase y hablemos de un choque más directo. 

DÉCIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: POCO DESPUÉS MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

- "Bien, dado que estamos con las puntualizaciones, debo hacerle notar, mi buen Capitán, que Nidal no se caracteriza por ser una nación abierta y acogedora que permita el acceso libre al turismo y a otros visitantes por el interior de sus fronteras. A decir verdad, pecamos más bien de ser un tanto... paranoicos en cuanto a extranjeros se refiere, y ustedes por lo que se ve vienen de... Muy lejos.

Soy el Señor Feudal de varios señoríos, si trabajan para mí les daré un salvoconducto que justificará su presencia en, al menos, mis territorios. Esto, de por sí, es probablemente más importante de lo que pueda parecer a primera vista. Nidal no suele mantener grandes ejércitos permanentes, con la excepción de la Guardia Diamantina y algunas compañías mercenarias sancionadas, como la Compañía Diamantina. Realmente, no los necesitamos para protegernos de ejércitos extranjeros. Nidal es como un inmenso cuerpo que rechaza a los cuerpos extraños, como si fueran una enfermedad. Y, confíe en mi palabra, no le interesa conocer a los "anticuerpos" de Nidal.

No sé muy bien por qué el Inquisidor Serpejo ha exigido tropas, él tiene sus métodos, que no siempre resultan fácilmente comprensibles para los demás, pero es conocido por su inteligencia y efectividad, si bien en ocasiones es un poco metódico y le gusta tomarse su tiempo en sus inquisiciones. En cualquier caso, si aceptan el contrato, le obedecerán en lo que demande en cada momento, ya sea músculo o aguda percepción; ya sea bloqueando caminos y el acceso a pueblos, vigilando, observando, espiando o lanzando un asalto contra un nido de cultistas, si es que alguno llega a ser finalmente revelado, como sería de esperar.

Respecto a las condiciones del contrato: Les ofrezco como tasa de contratación un vagón de guerra con cuatro caballos de tiro nidaleses y dos caballos de guerra nidaleses de la mejor calidad. En Carnonegro habita Don Bertrand de Matte, uno de los más famosos criadores de caballos de Nidal, una nación conocida por la calidad de sus caballos.

La duración inicial del contrato será de un año y un día y el monto global de la soldada mensual será de cien piezas de oro nidalesas por cada mes de servicio, cantidad total por toda la Compañía Negra.

En cuanto al botín, sólo podrán saquear a quienes sean expresamente designados enemigos de Nidal y obtendrán el cincuenta por ciento de los despojos de combate, siendo entregada la otra mitad a este señor feudal o sus representantes. En Carnonegro en concreto, el Alcalde Micelette gobierna los asuntos locales en mi nombre por delegación, mientras que mi primo algo lejano, el Alguacil Diderot de Malar, es el encargado de mantener el orden. Ambos cooperarán plenamente con ustedes, aunque si el Inquisidor los señala como sospechosos, también deberían de ser investigados; salvo que en este caso en concreto y para no dañar a mi Feudo más de lo estrictamente necesario, les rogaría que se rijan por los principios de duda razonable y presunción de inocencia." -

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DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

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En cuanto Jacques de Malar menciona la posibilidad de recibir monturas, aunque fueran parte del carro de guerra, Palomita pega un pequeño brinco interior, que exteriormente se refleja en un alzamiento fugaz de la ceja derecha y una curvatura minima en los labios. La encantaria tener de nuevo una montura, pero claro, nadie habia garantizado que fuera a ser para ella.

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DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

Cuando Gobaldet llega a la plaza del pueblo ve a su amigo y pariente Giraud y al Alcalde Gennus, que está ocupado cuidando a los tres magníficos caballos de guerra y dándoles de beber en el abrevadero.

Giraud sonríe brevemente a Gobaldet y le dice:

- "Están en la casa del Alcalde, los nobles y esos mercenarios." -

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Capitán escuchó atento, pues en aquella reunión se estaban mencionando varios datos de gran interés para la Compañía, y no precisamente los datos sobre su trabajo. Nidal tenía peligros internos que, aparentemente, respondían a los intereses de la nación. Algo a tener muy en cuenta, así como la ausencia de grandes ejércitos, y el nombre de las fuerzas presentes. 

En cuanto al pago... 100 piezas de oro parecían muchas, aún poco acostumbrado a pensar en términos de aquel metal. Asintió levemente, aunque para él aún quedaban detalles que pulir en la negociación. 

-Parecen términos justos, pero hay algunos puntos más que tratar. El primero de todos es el del alojamiento y la manutención. ¿Correrán a cargo de nuestro contratador o habremos de procurarnos la misma por nuestros medios? Como comprenderá, en función de la respuesta el pago es más o menos tentador. En segundo lugar... El título de Inquisidor suena... Peligroso, podríamos decir. ¿Mis hombres no serán objeto de sus pesquisas, verdad? Venimos de lejos, y seguramente haya aspectos filosóficos que no compartamos con ustedes. Si vamos a vernos sujetos a investigaciones o, no lo queramos, purgas por un exceso de celo, evidentemente el contrato pierde mucho encanto. En tercer lugar, los prisioneros. Es costumbre de la Compañía aceptar a aquellos que buscan unirse a ella, olvidando su pasado y quedando ligados por un juramento de hermandad. Si, y es un si muy grande, capturáramos enemigos y estos desearan rendirse y unirse a nosotros, ¿sería tal cosa posible? Y por último, y esto es por pura curiosidad, ¿por qué un año y un día? Parece una cifra muy peculiar. 

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- "En cuanto a alojamiento como tal, me temo que en mis pueblos no dispongo de edificios vacíos que pueda facilitarle, pero en la Carta de Salvoconducto haré mención expresa a que tienen mi permiso para acampar en cualquier campo despejado apto para ello cerca de cada pueblo. Respecto a la comida, lo mismo, ordenaré a mis Alcaldes y representantes que les procuren harina o pan, según la disponibilidad, en cantidad suficiente para alimentar a toda su Compañía. Por supuesto, si desean lujos extra, tales como vino, cerveza, carne o dulces; tendrán que pagar por ellos.

Es cierto que los Inquisidores pueden ser peligrosos, en particular si se les provoca o enfurece. El Inquisidor Serpejo es conocido por su inteligencia, sé que comprenderá que siendo ustedes nuevos en la región, no pueden ser cómplices de agitaciones previas. Aun así, les aconsejería prudencia, y respetar las costumbres de Nidal, que sé que no son las mismas que en otras naciones de Avistan. Irán ustedes en concepto de refuerzos mercenarios. Yo me adelantaré a ustedes para poner al Inquisidor al tanto.

Una cosa, el Inquisidor es quisquilloso con las formalidades y el orden. Les daré dos semanas para presentarse en el pueblo de Carnonegro, y pondré a su servicio a un siervo como guía. Aprovechen bien ese tiempo para entrenar, adiestrarse, aprender a desfilar, y en general a presentar un aspecto más... gallardo y marcial.

Sobre los prisioneros... en principio sólo podrán reclutar a aquellos que el Inquisidor decida dejar libres. Si han cometido crímenes contra Nidal deberán de pagar las consecuencias.

Si esto resulta un inconveniente, estoy dispuesto a añadir al Pago de Contratación un tercer caballo de guerra nidalés de la mejor calidad. Espero que eso incline la balanza.

El plazo de un año y un día es bastante común en los acuerdos y contratos en Nidal, supongo que por influencia del triste período conocido como "La Ruptura de la Sombra"; cuando estuvimos sometidos por el Imperio Infernal de Cheliax." -

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Gobaldet hizo el camino de vuelta a Verdín un poco por detrás del Alcalde, Giraud, y el resto de la comitiva. Se permitió rumiar en sus pensamientos ya que el Alcalde los había dispensado para la reunión diplomática.

Todo estaba cambiando desde la llegada de la Compañía Negra, y eso no le terminaba de gustar del todo. ¿De dónde venían? ¿Quiénes eran exactamente? Acababan de matar a una escuadra de milicianos nidaleses. ¡Por el Señor de la Medianoche! Eran sólo unos niños. Pero todos estaban condenados a sufrir, en vida o en muerte, de acuerdo a los caprichos de Zon-Kuthon.

Maldijo entre dientes. Se sintió ridículo en su papel de "guardaespaldas" o protector del pueblo de Verdín. Cualquiera de esos mercenarios -que también parecían bastante jóvenes, a pesar de su apariencia demoníaca por haber estado en el Plano de las Sombras- podía mandarlo a él o a Giraud al otro mundo con algo tan simple como una lanza. Encima tenía la soberbia de empuñar un hacha cuando era evidente que no sabía usarla. Negó con la cabeza. Él no era su padre... Tan solo era un leñador, y un carpintero.

Al llegar a la plaza, observó a Giraud.

— ¿Crees que deberíamos esperar fuera de su casa? Seguro luego de la reunión nos dice un par de cosas o nos da alguna tarea.

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- "Por favor, Giraud, Gobaldet... Os suplico que esperéis aquí conmigo. Preferiría pasar estos minutos con mi esposa, pero ella tiene que estar dentro atendiendo a nuestros ilustres invitados. Como veis, vosotros sois los únicos que os habéis quedado..." -

El viejo Alcalde, que tantos años y tan bien ha dirigido el pueblo de Verdín, señala al otro lado de la plaza, y a todas las casas. De repente, todas están cerradas a cal y canto, puertas y contraventanas. Seguramente atrancadas desde dentro.

Todo el mundo es consciente de que el Alcalde no debería haber acogido ni contratado a estos mercenarios, aunque cuando llegaron, desharrapados y muertos de hambre y de frío, parecía evidente que si no lo hacía, los mercenarios hubieran tomado todo por la fuerza y se hubiera producido una espantosa matanza.

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- "Yo... yo... Me quedaré con usted, Señor Alcalde." - A Giraud le tiembla la voz, está claro que hasta ahora no había sido consciente de lo seria que era la situación.

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Campaña llevaba ya un rato siguiendo sin poderlo evitar el vuelo de varias moscas que se acercaban hacia las velas y en el último momento evitaban el fuego que las abrasaría. Venga a ir, venga a ir, y nada que no se quemaban, aunque no paraban de jugar con el peligro.

Los jefes hablaban y hablaban, dando un torrente de datos que eran como ligera lluvia para su agotada cabeza.

Se preguntaba si al final tendrían que luchar allí, o no. En el fondo, un poco de ejercicio le despejaría la cabeza.

Gobaldet disimuló el respingo que le causó, pues había omitido completamente al Alcalde de su visión. De hecho, podría haber dicho que era un espantapájaros. Una pesadez se abatió sobre el leñador cuando cayó en cuenta de que lo habían sacado de su propia casa. Hijos de puta.

Luego siguió con la vista la mano del Alcalde.

Gobaldet entendió, al igual que su compañero más joven, lo que la ausencia de personas significaba. Así era la gente en Nidal: parca en palabras, y lo que no decían te enviaba un mensaje más potente que lo poco que te pudiesen transmitir verbalmente. «Una sociedad complicada» pensó Gobaldet, aunque segundos después, cayó en cuenta de que no había estado en ninguna otra sociedad para saber si en realidad era complicada o todas eran iguales a la suya.

— Hasta el final, Alcalde —respondió, lacónico—. ¿Qué opinión les merece la Compañía Negra? Acaban de vencer a las tropas del Señor Jacques en combate perdiendo sólo a un hombre. Son unos salvajes, pero sí que saben pelear. No parecen unos aficionados —preguntó a sus interlocutores.

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El Alcalde deposita un momento su mano sobre el hombro de Gobaldet y le sonríe tristemente.

- "Pues creo que ellos realmente sí asesinaron al pequeño Raul y profanaron nuestro cementerio. Puede ser que con algún propósito ritual, tal vez efectivamente para protegerse de un enviado de nuestro Dios, lo que los convierte además en Herejes.

Creo que para ellos el fin justifica los medios, absolutamente todos los medios, y que muchos de ellos tienen los corazones tan negros como sus capas. Por otro lado, eso no es tan diferente de otros Soldados que hemos conocido. El mundo es así, y en nuestro mundo la fuerza otorga el derecho. Nosotros somos débiles, y nuestro papel es servir y sufrir.

Entre ellos, puede que haya alguno más razonable y civilizado, en particular el Analista. Los negros claramente son salvajes o mestizos de hombre y demonio, no me extrañaría que procedieran de la Herida del Mundo, aunque dicen que en el extremo Sur, en las Junglas de Mwanji también hay salvajes de piel oscura.

En cuanto a su competencia, bueno, al parecer han impresionado favorablemente al Señor Feudal. Supongo que esta reunión - señala con la cabeza a su propia casa - será para contratarlos." -

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Lo de los reclutas, a largo, iba a ser un problema. Cuantos menos kuthonitas metieran en el grupo, mejor, aunque Capitán se tiraría de un puente antes de admitirlo ante sus anfitriones. Simplemente no eran fiables, y ya había visto lo que pasaba por tener al enemigo durmiendo puerta con puerta. Más allá de eso... Necesitaban trabajar y comer, tan simple como eso. 

-Muy bien, con ese caballo adicional, considero cerrado el trato. ¿Podemos tenerlo por escrito? Nunca está de más poder tener los pormenores siempre a mano, para no pasar por alto ningún detalle importante. 

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El noble sonríe al Capitán y le estrecha la mano en un fuerte apretón.

- "Naturalmente que sí. ¿No habrán servido ustedes antes en Cheliax, verdad?" -

Seguidamente, saca de su zurrón pergamino, pluma y tintero y comienza a escribir.

- "¿Cómo se llaman sus testigos?" -

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Capitán estrechó la mano del noble, e incluso se permitió sonreír levemente. Aquel era un gesto bastante humano para ser unos adoradores de semejante monstruo. Quizás había cierta esperanza para los habitantes de aquella oscura nación. Quizás.

-No, no hemos pasado por Cheliax. En cuanto a mis testigos, sus nombres son Campaña y Palomita. Eh... Aunque los oficiales asumimos el cargo como nombre, lo usual es que los reclutas y soldados tomen por nombre un apodo. Es otra tradición-dijo, adelantándose a lo que seguramente iba a ser un gesto de extrañeza ante aquellos nombres. 

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El noble escribe en el pergamino durante un rato, anotando al final también los nombres de los testigos.

- "Bien, este es el contrato. Si lo veis correcto, Señor Capitán, mi escolta el Caballero Errante Luk de Ridwan redactará ahora una copia exacta y procederemos todos los presentes a firmar ambas copias." -

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Capitán leyó atentamente aquello, echando profundamente en falta a Analista en aquella tesitura. Tenía pocas dudas de que su primo habría podido exprimir más jugo de aquella situación, pero la necesidad obligaba y todos debían servir. Y por desgracia... Aquel servicio parecía que iba a ser de los malos. Tendrían que tragar lo que les sirvieran, durante un año y un día, y hacerlo bien o les sería retirado todo lo pagado. 

Especialmente llamativos eran los derechos sobre la vida del siervo, aunque seguramente se trataba de otra (horrible) costumbre de aquellas tierras extrañas. 

-Bien, sea pues-replicó, firmando el contrato. Solo esperaba que aquello no fuera un paso más camino de la condenación. 

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Uno de los Caballeros escoltas redacta durante largo rato una copia exacta del contrato. Después la muestra junto con la original redactada por el Señor Feudal de estas tierras, para todos puedan comprobar que es fiel al original hasta la última coma.

Después, el noble Jacques de Malar firma ambas copias en el espacio designado para su firma y los dos Caballeros Errantes de Nidal, Luk de Ridwan y Jean de Campoestrella firman como testigos del Contratador.

Finalmente, uno de los Caballeros le pasa ambas copias al Capitán para que lo firmen él y sus dos testigos.