Partida Rol por web

Talasek lidera el camino hacia la Zona Quemada en la Ciudad Vieja.

Se puede oler la gran zona calcinada mucho antes de que la podáis ver. Los residentes de esta zona hacen su vida cotidiana sin siquiera notar el boquete vacío negro en el medio de su vecindario.

A medida que os acercáis al lugar calcinado, os dais cuenta de que probablemente una docena de edificios fueron consumidos por el incendio. Habíais oído que el incendio fue grande, pero no esperábais que calcinase un área tan inmensa.

Parece que no se hizo ningún esfuerzo por desescomprar la zona. Piedras, ladrillos, maderas y secciones de muros y tejados se encuentran en un enorme y ennegrecido montón. Talasek le dice que el alcalde de Greyhawk decidió que limpiar el área sería más peligroso que dejarla como está.

Una cerca baja  fue construida alrededor del lugar para evitar que los niños pasen accidentalmente. La cerca no es ciertamente una barrera para cualquiera que realmente quiera acceder a los escombros.

Después de despedirme de Nortoi y las barracas, no es demasiado alentador observar que el paisaje solo mejora durante el tránsito a nuestro nuevo destino. La zona quemada hace honor a su nombre y solo es menos perturbador que el barrio pobre por la menor densidad de población hambrienta presente. Poco podremos sacar de las ruinas sobre lo sucedido hace años, a menos que tengamos una inmensa suerte, así que habrá que confiar en que la reciente actividad de la que habla sir Talasek no sea solo una banda de criminales con un lugar donde asentar su base de operaciones.

- Sir Talasek, nos ha contado el pensamiento popular, ¿pero y el suyo, se ha formado alguna conjetura de lo que ocurrió aquí para que tuviera lugar esta catástrofe? Es difícil sostener que un gremio de mendigos ataque justo a dos colectivos excluidos como los niños y los ancianos...

La zona estaba devastada pero siendo un hecho acontecido hacía años pensaba que no tendría nada que ver con los actuales. Lo mismo se equivocaba.

Thanar paseó interesado en el paisaje por si se veía algo anómalo.

- No sé, creo que tendríamos que preguntar si la guardia hace cosas extrañas por este barrio.

Buscó con la mirada si habían personas a las que poder acercarse.

Talasek parece claramente apesadumbrado al recordar los hechos del Gran Incendio.

- No me atrevería a acusar al Gremio de los Mendigos, Raliet. Ellos conocían el poder del Gremio de los Ladrones y las represalias que conllevaría - dice pensativo -. Mucha gente inocente murió aquel día y, si quieres mi opinión, no fue más que un accidente que el Gremio de los Ladrones aprovechó para acusar y avasallar a su enemigo.

El paladín se queda en silencio, con semblante triste.

- Ya veo -respondo a Talasek-. Empecemos pues: creo que lo más sensato es seguir el plan de Thanar y preguntar a posibles testigos sobre lo que ha estado ocurriendo aquí, aunque sean difíciles de encontrar, porque más difícil parece que hallemos algo buscando directamente.

El clérigo se encogió de hombros. Tampoco parecían haber demasiadas opciones. Preferiría que hubiera enfrente un monstruo al que matar pero esta vez Kord parecía querer probar su astucia y no su fuerza.

- Ir a preguntar me parece buena idea. Podemos escuchar algo interesante.

Muchos de los residentes temen a los extraños y os encontráis más de una puerta cerradas en vuestras narices cuando comenzáis a preguntar. Otros ofrecen escasa información o asienten con temor cuando se les pregunte sobre ciertos rumores. Sin embargo, otros ofrecen largos sermones sobre los peligros de este lugar y los fantasmas que frecuentan los escombros.

Alguna información que habéis podido sonsacar es la siguiente: La Guardia de la Ciudad patrulla la Ciudad Vieja, pero durante la noche lo hacen por parejas y no se aventuran fuera de la Procesional o de las calles principales.

Es una lástima que los ciudadanos de este lugar no nos vean como aventureros que pueden auxiliarles (por otro lado normal, ya que no somos muy conocidos) y recibamos tan poco ayuda en casi todas nuestras paradas. Aún así, la charla sobre los peligros del lugar de alguien que vive allí, incluso me la tomo a mala fe.

- Parece que tendremos que pasar otra noche en vigilia, compañeros, buscando donde la guardia no se atreve. Aunque temo que nos descubran de algún modo y vuelvan a recaer las culpas sobre nosotros...

Me temo hermano Raliet que estáis en lo cierto. Vamos a tener que pasar la noche al raso par averiguar si ocurre algo por aquí. Que es lo más probable. Vayamos allí donde la gente más teme y esperemos a ver que pasa.
Dalibor comenzaba a pensar por que no habían pasado de largo de aquella ciudad que tan tediosa comenzaba a parecerle.

El clérigo se atusó el tabardo.

- Veamos, se supone que en esta zona también ha desaparecido gente, ¿no? ¿o lo que queréis es quedarnos para simplemente ver lo que pasa?

No tenía muy claro el objeto de la vigilancia nocturna así que mejor preguntarlo.

Avanza la tarde y todo parece en orden... para lo que debe ser esta zona.

Uno de los comerciantes cierra su tienda mientras os mira de reojo, en especial a Talasek.

Cuando por fin cierra su tienda de sombreros, el peculiar hombre mira a un lado y a otro de la calle y, una vez comprobado que no hay nadie cerca, llama vuestra atención con un gesto para que os acerquéis cautelosamente.

Aunque no parezca un lugar ideal para el negocio de los sombreros, este vendedor no me resulta sospechoso: si ha reconocido a sir Talasek y busca su ayuda es la oportunidad que estábamos esperando, y es difícil creer que se haya preparado una emboscada tan cerca nuestra sin que nos demos cuenta. Apremio al grupo:

- Deberíamos acercarnos, no detecto nada extraño -miro en su dirección y en los alrededores, buscando también curiosos indeseados, para que el encuentro se realice en privado.

Era curiosa la actitud del comerciante. Parecía espontánea o bien era que tenía bien preparada una estrategia. Sin embargo parecía más bien lo primero.

- Curioso que se fije en un paladín, quizá quiera delatar algo.

Susurró imaginando que irían a verlo.

No veis nada que os pueda hacer sospechar de ese hombre, aunque su aspecto es algo estrafalario. No hay mucha gente en la calle puesto que la hora es algo avanzada.

Me acerco a su posición, esperando que los demás me acompañen.

Viendo que no había ocurrido nada relevante y que ahora el monje se acercaba a ese hombre, Thanar optó por seguirle por ver si les decía algo interesante.

El comerciante comienza a hablar con un marcado acento Baklunio* en voz muy baja y sonriendo de vez en cuando.

Saludos - dice amablemente en voz baja-, mi nombre es Daumaz y he estado observando desde que habéis llegado a esta zona. - Notáis que el hombre se dirige especialmente a Talasek.

Aún no conozco vuestras intenciones pero mi dilatada experiencia con las personas me dice que estáis investigando algo importante, algo que está ocurriendo en este barrio - Daumaz no deja de mirar a uno y otro lado, intentando ser sumamente discreto-. Os diré lo que sé, lo he he visto: Algunos de los almacenes han empezado a tener extrañas actividades en los últimos días, en especial a estas horas o un poco más tarde. He visto gente ir y venir en mitad de la noche, algunas veces solos, otras en grupos. En ocasiones parece que llegan viajeros, cargados con suficientes posesiones para una larga estancia.

La información que nos proporciona puede ser una buena pista, siempre que no este intentando hundir a la competencia. No espero a que sir Talasek intervenga, aunque a lo mejor es lo que el vendedor desea:

- ¿Puede decirnos dónde están esos almacenes?

Sí, sí, claro - se apresura a contestar Daumaz-. Si tenéis un plano puedo señalaros los tres almacenes de los que tengo sospechas - agrega en voz queda.

El primero de ellos es un almacén de pescado - dice señalándolo en el plano-. El segundo es un almacén de procesamiento de frutas y verduras de las granjas cercanas. Por último está el molino, dónde se almacena todo tipo de grano.

El almacén de pescado da a la calle procesional y los otros dos están muy cerca el uno del otro, no demasiado alejados del primero. Todos ellos parecen similares en apariencia.

Este hombre fofo y grasiento le daba un poco de mala espina al clérigo. El hombre había dejado que su cuerpo se estropeara, pero quizá su mente se había mantenido avispada pues enseguida dijo varios lugares. Que fueran varios le hacía pensar que habían menos posibilidades de una trampa así que estaba dispuesto a intentar visitar aquellos lugares.

- Le agradecemos la colaboración. Si el mal ha llegado a esos almacenes lo expulsaremos.