Partida Rol por web

El druida frunce el ceño y devuelve el anillo al Paladin. - Otra via muerta, es un anillo valioso pero para nada magico.

Se encoge de hombros para continuar pensando. - Vamos un paso por detras de los misteriosos atacantes, volveremos mañana pero será mejor que se atrinchere en la habitacion hasta que vengamos a buscarle mañana por la mañana.

Todo esto me ha dado hambre, vamos a cenar  a la taberna, acaba preguntando a sus compañeros

Los modales de Hodrum no eran demasiado buenos, o más bien es que él en sí mismo era extravagante. Muchos dirían que sería por la vida de aventuras que les mantenía lejos de la civilización durante largos periodos de tiempo, más veces en compañía de bestias y salvajes que de gente, pero no, él era así desde el principio. Aún así, había sido divertido ver la cara de incredulidad e ira repentina del paladín cuando el mago intentaba llevarse su más preciado tesoro, pero aquello ya había acabado. Barak les había estropeado la escena a los demás, aunque había que admitir que el druida había sido - tal vez por primera vez - sensato. 

Ahora, tras haber llegado a otro callejón sin salida y haciéndose tarde, no les quedaba más remedio que volver a la taberna, y lo cierto es que lo agradecía. Estaba desanimado por no haber logrado nada más que hacer de recadero, se sentía cansado y, por supuesto, también tenía hambre. Y encima seguramente les tocaría volver a hacer guardias esa noche; sin duda no eran las vacaciones que estaba esperando al llegar a la ciudad. 

Tras un leve cabeceo que podía ser una inclinación de cabeza hacia Talasek o un simple gesto de aburrimiento, se encaminó fuera del templo junto al resto de sus compañeros, y de ahí a la taberna. Por supuesto iba atento a todo a su alrededor y con una mano en la empuñadura de su estoque. No olvidaba que estaban en peligro y no sería él quien no estuviera preparado. 

Hodrum empezo siguiendo a los compañeros para ir a la posada, pero se paró en el umbral de la puerta y se giro hacia Talasek - Sir Talasek, sé que era un bien preciado para usted, pero pensé que confiaría en nosotros, igual que lo hizo la primera vez cuando se lo trajimos de su morada. De todas formas no importa. Grácias a Barakanar hemos desechado una posibilidad, así que no nos queda otra que buscar otras vias para resolver el problema de sus atacantes. - Hizo una pausa con el rostro serio - La última vez que dijo que quedaríamos al día siguiente en la posada a primera hora de la mañana le dieron una paliza horas después. - Volvió a mirar a la puerta con la intención de ir con los compañeros - Espero verle mañana en la posada a primera hora. -

Se dió la vuelta y siguió a sus compañeros con la intención de descansar, pero vigilando las sombras durante todo el camino y con su libro a mano dispuesto a usarlo en caso de peligro.

El camino de vuelta al Pez Silbador resulta bastante tranquilo. De nuevo ha anochecido en la ciudad y la siniestra quietud casi os pone los pelos de punta. 

Tras lo acontecido, estáis muy alerta por lo que os puede aguardar tras cada esquina o rincón oscuro. Pero nada pasa. Alcanzáis la enorme posada sin ningún sobresalto.

Una vez dentro. Gruenab os saluda amablemente y os indica con un tosco gesto que os acerquéis a la barra.

- ¡Saludos amigos! No estaba seguro de que apareceríais.- Os resulta ciertamente extrañas las palabras del gigante, actúa como si estuviera esperándoos-. Hace unas horas, después de la comida, un chico entró en la posada y me entregó un mensaje para vosotros. Debía tener alrededor de ocho años, pero la verdad es que no le presté demasiada atención- dice en un tono claramente más bajo.- Aquí lo tenéis.

El gigante os entrega un pergamino enrollado con un sello rojo que mantiene su forma.

Ya que por sus ganas de disfrutar de una taberna - aunque sabía que allí no iba a tener más placer que la posibilidad de emborracharse y un sitio donde dormir - había entrado el primero, también fue el más rápido en lanzarse hacia la barra y coger el pergamino que les entregaba, y que en manos de aquél ser parecía ridículo. Únicamente asintió e hizo un gesto con la cabeza en señal de agradecimiento, y miró a su alrededor buscando una mesa libre; era tarde, pero no pensaba irse a dormir sin comer y, sobre todo, beber algo. 

- Gracias Gruenab - Le guiñó un ojo, aunque le hiciera sentirse algo estúpido haciendo ese gesto a un gigante, y después se dio la vuelta hacia donde había visto -. Mándanos a la camarera cuando puedas, ja, ja. 

Después hizo un gesto a sus camaradas para que le acompañaran y una vez sentados, y con cuidado de que ni el mago ni el druida lo tocaran - no quería ver arder el papel por algún extraño intento de examinarlo - se dedicó a mirar el sello y mostrarlo a los demás antes de intentar quitarlo, con la daga que se sacó de la nada y sin romperlo, ya que no sabía que había dentro y podía querer conocer más adelante a quien lo había mandado. 

Una vez logrado abrir la carta - con exito o no en la manipulación del lacre - se puso a leerla en voz alta...

El pergamino que Gruenab os ofrece se ha doblado en tres partes, un poco de cera roja sin sello  mantiene el documento cerrado. Una vez abierto podéis leer: "Salid de la ciudad si no deseáis veros perjudicados. Permaneced, y pondréis en riesgo vuestras vidas." No está firmado.

A pesar de que el pergamino no está sellado. Los colores de la cera tienen cierto significado en Greyhawk que conoces bien:

- Cera Blanca: Mensaje de un amigo.

- Cera Negra: Mensaje de un enemigo o comunicado de defunción.

- Cera Roja: Podría ser un mensaje oficial. También se usa para mensajes que no encajan con lo anterior.

Interesante. Pensó para sí mismo mientras releía otra vez el mensaje y después lo dejaba sobre la mesa, al alcance de todos. El lacre de cera roja parecía oficial, y algo en consonancia esperaba encontrar dentro. Sin embargo lo que leyó parecía provenir de un enemigo, una amenaza, cera negra. Si hubiera sido de un amigo, un aliado, que simplemente quería advertirles, habría usado el blanco. Quien lo hubiera hecho se había tomado molestias en no dejar rastro de quien era ni dar nada por hecho, y buscar al niño habría sido, seguramente, una pérdida de tiempo. Lo que estaba claro es que no iban a dejarse intimidar ni a huir de la ciudad - ¡y menos después de haber pagado por estar! - así que sólo les quedaba un camino. 

Mirando uno a uno a sus compañeros sonrió y se recostó en la silla. 

- Bueno, parece que esta noche vamos a tener que andarnos con ojo también - Suspiró mientras se apoyaba entonces en la mesa -. Pero la pregunta es, ¿qué haremos mañana? Necesitamos un plan, parece que van diez pasos por delante nuestra.

¿Tanta meticulosidad para abrir una carta? Pensó Raff observando a Nithael- De verdad los elfos intentarán convertir hasta lo más sencillo en un arte.
Raff pasó los ojos por encima del papel rápidamente. Se sentó con tranquilidad y tamborilleó los dedos sobre la mesa mientras esbozaba una sonrisa socarrona.- Es gracioso como piensan que nos vamos a sentir más seguros fuera de una ciudad que dentro.- Se giró hacia el druida y le chistó para que no hiciera comentarios.-Prefiero todos los asesinos del mundo antes que volver a cruzarnos con un oso lechuza. Pero más allá de eso es cierto que trazar un plan sería conveniente. No quiero saber quien envía esta carta cuchillo en mi esternón mediante.- El pícaró calló durante unos momentos, con la mirada perdida fija en la mesa.- Ahora que lo pienso, Talasek nunca nos dijo concretamente que quería la primera vez que se nos acercó, pero también es cierto que parece estar más perdido que nosotros mismos. Avisar a la guardia puede ser una opción también, pero no veo  en qué pueda servirnos realmente. Tengo la sensación de que cuando el problema nos alcance el qué hacer va a ser mucho más obvio.

- Si nos han enviado esta carta supongo que será porque estamós cerca de encontrar algo que nos conduzca hacia una pista - pensó el mago. Eso produjo en él esperanzas de poder encontrar algo pronto. Aunque fuese un leve rastro que poder seguir y que los llevase en una dirección en concreto.

- Tenemos dos opciones, - dijo en voz baja - la primera montar guardia en la habitación, la segunda "irnos" y cuando nos pierdan de vista volver a la ciudad y colarnos en ella por algún sitio sin vigilancia. Aunque esto último sería dificil y nos arriesgariamos a no poder volver a entrar - Entonces se levantó - Vuelvo enseguida - y se acercó al gigante mientras miraba todo lo disimulado que puede un mago a las personas del local.

- Buenas noches Gruenab. - a la vez que inclinaba la cabeza en forma de saludo - Supongo que no conocerá al chico que trajo el pergamino, pero quizás nos pueda servir de ayuda una descripción del chico, si es tan amable.-

Negó con la cabeza primero a Raff y después al mago. Lo que oía no le gustaba, aunque en cierto modo el parecía tener ventaja, ya que había sido en cierto modo instruido por su padre en las artes sociales de los hombres. Como elfo de una casa importante habría tenido que tratar con cosas como aquella y aunque al final su vida había cambiado mucho, esos conocimientos jamás se perdían, no para un orgulloso e inteligente ejemplo de su raza como era él claro.

- No nos marcharemos de la ciudad y no , la guardia no es una opción. Por lo que sé, cabe la posibilidad de  haber sido enviado por alguien importante - Señaló la cera roja de la carta que se había preocupado de no romper -. Eso quiere decir que puede ser de origen "oficial", y que en principio no es de un amigo ni un enemigo.

Luego Hodrum se levantó a hablar con el gigante, seguramente a preguntar lo que él mismo había pensado pero que creía una pérdida de tiempo, y mientras tanto siguió hablando, aunque dirigiéndose principalmente al pícaro. 

- Mañana iremos a ver a Sir Talasek como habíamos quedado - Sonrió, ahora llegaba lo mejor y es por lo que prefería mantener al margen de eso al mago y al druida -. Luego tendremos que hacer preguntas discretas por la ciudad y enterarnos de los rumores que circulan por las calles. Tal vez escuchemos algo que nos haga ponernos sobre la pista de la misteriosa y amenazante presencia que nos persigue. 

El druida se encogio de hombros. Si que son raros en la ciudad, pensó mientras cerraba levemente los ojos. - Bueno, lo que está claro es que tienen vigilado cada movimiento que hacemos.

Penso detenidamente un rato, mientras se acariciaba la barba. - Bueno yo puedo desaparecer un rato, pero tendriais que dejar que mi pequeño gatito os acompañase sin mi. Echa una ligera carcajada como imaginadose a sus compañeros lidiando con el fiero Tigre.

-Hasta la mañana no deberiamos movernos de la taberna. Señala al ogro - Pedirle al tabernero a ver si discretamente nos puede cambiar de habitacion y mañana con el alba ponernos en marcha para ver a Ser Talasek y trazar un plan de acción con él

El semigigante hace una mueca al ser interpelado por Hodrum.

- No, no amigo, era... pues un chico...

Gruenab hace señas con su mano como indicando que era pequeño.

- Hay muchos lazarillos en la ciudad, probablemente sea uno de ellos a quién pagaron por entregar la nota. A estas horas creo que no daríais con él y si lo hacéis puede que no os sirva de mucho.

Negó con la cabeza hacia el druida, echando por tierra sus planes. 

- No, no, tú te quedas con el bicho, yo no me hago responsable de él - Entrecerró los ojos, viendo como Gruenab respondía a Hodrum como era de esperar -. Y prefiero mantener nuestra habitación. Cambiar todas nuestras cosas, si nos vigilan, será una pérdida de tiempo... - Bajó el tono para que ningún otro lo escuchara más que sus compañeros -. Es mejor no tener al gigante sobre aviso. Si pasa algo en las habitaciones, no quiero que nos eche la culpa alegando que ya sabíamos que iba a ocurrir. No, haremos como ayer, dormiremos mientras rotamos las guardias. Será mejor que nos vayamos a descansar ya. 

Dicho esto se levantó y se dirigió a las escaleras. Quería asegurarse de que nadie había entrado en su ausencia en su cuarto y si era así, ver que habían hecho. Luego se prepararía para la vigilia y haría el primer turno. 

Hodrum estaba volviendo cuando oyó el final de la charla de Nithael, se levantó y se dirigió hacia las escaleras.

- Como ya sabreis, gracias a la super oreja de nuestro compañero, del mensajero no tenemos descripción alguna, lo que significa que seguimos sin un rastro que seguir por ahora. - Miro las escaleras - Yo con vuestro permiso también me dirigiré a nuestra habitación. Tengo que meditar y estudiar mi libro. -

Hodrum cogió sus cosas y subió por las escaleras tras Nithael.

Una de las camareras que ya conocíais de la noche anterior se acerca y os pregunta muy amablemente:

- Caballeros. ¿No tomarán la cena? ¿Puedo servirles algo antes de que se retiren a sus aposentos?

A pesar de la avanzada hora de la noche y de que la posada está prácticamente vacía, la muchacha desea hacer vuestra estancia lo más agradable posible.

El ofrecimiento de la posadera hace que Barakanar y su mascota se miren un instante.

- Nosotros si, un trozo de carne sin cocinar y una cena con una jarra de cerveza para mi, contesta el druida mientras que Findar se relame. - Parece que no quieren quedarse solos contigo, pequeño continua el druida divertido mientras le hace carantoñas al enorme tigre.

- Luego nos vamos a la habitacion, nos atrincheramos como si fuesen a asaltar la posada el ejercito de luz y esperamos hasta la mañana. Se gira a la posadera - Posadera ! Que sean DOS jarras de cerveza para mí
 

Raff escuchó a los demás sin opinar; desde un principio ya sabía que iban a terminar haciendo lo mismo que la noche anterior, sin importar cuantas discuciones le dieran vuelta al asunto. Me encanta la sutileza de los druidas. Pensó al escuchar lo que Barakanar le decía a su gato con gigantismo.
Miró a la posadera y levantó la mano mostrando tres dedos-Que sean tres cervezas, y otra cena más, por favor. Gracias.-  Si voy a perder horas de sueño, mejor reemplazarlas con comida...

Se detuvo antes de llegar a las escaleras al escuchar a la posadera y se dio cuenta de que la noche sería muy larga sin tomar nada. Sin embargo no tenía hambre y su estómago, seguramente, estaría cerrado a cualquier intento de comer. Así que se encogió de hombros y siguió su camino a la habitación. Con suerte Raff, como la noche anterior, conseguiría una botella de vino o algún otro alcohol que les diera calor mientras hacían guardia; con eso tendría que valer, además de que bueno, si se llenaba, corría el riesgo de sentirse más cansado después al ser el primero en hacer el turno.  

Kirara apareció por el cuello de la túnica y le pego unos pequeños mordiscos indoloros en la oreja a Hodrum en protesta al vacío que notaba la comadreja. - ¡Es verdad! - exclamo Hodrum - No hemos cenado. Perdóname compañera, pero eso lo arreglamos enseguida. -

Mientras empezaba a bajar se dio cuenta que Nithael bajaba las escaleras tras él. - Parece que tienes oído de gorrino flaco, oyes hablar de comida y te faltan piernas - Dijo entre risas.

Al llegar a la mesa, la camarera seguía allí, así que sin demora pidió para él y su compañera - Para mi amiga una pechuga de pollo poco hecha y un bol con agua, para mi si puede ser unas chuletas con guarnición y el mismo vino de anoche -