Partida Rol por web

Barakanar ha detectado que, durante el camino al Templo, Nithael se ha escabullido del grupo e intenta separarse sin que nadie se de cuenta.

Cuando salieron de desayunar aún era temprano, y pese a ello las calles de Greyhawk empezaban a llenarse con el trajín propio de la ciudad. Decenas de personas empezaban a salir de sus casas para comenzar el día mientras unos pocos volvían a ellos tras acabar la noche, y entre todos ellos su pequeño pero llamativo grupo caminaba atentos a cualquier cosa que pudiera pasar a su alrededor. Era su tercer día, y seguían con los nervios a flor de piel ante la posibilidad de ser atacados o que les estuvieran vigilando, incluso entre toda aquella gente. 

El Templo, por suerte, no quedaba muy lejos, aunque él no tenía ninguna intención de llegar. Sus planes de investigar la ciudad seguían siendo los mejores a su entender, pero si perdía el tiempo con el paladín, y después tenía que ir acompañado de los demás, sería imposible conseguir ningún tipo de información sin ser el objetivo de demasiadas miradas. Así que estaba pensando en esas cosas, manteniéndose en silencio unos pasos más atrás de los demás, mientras seguían caminando - él a desgana - hacia su destino. Era algo habitual verle así, enfurruñado y ofuscado ante un propósito que no compartía y que demostraba de la manera más infantil que sabía, pero normalmente ocurría en los bosques y valles que recorrían, no en las urbes por las que pasaban. 

Recordaba el camino del día anterior, y gracias a su buena memoria en esas cosas también tenía en mente el momento en que iba a escaparse de sus compañeros. Cuando se dieran cuenta ya estarían en los jardines del templo y no podrían dar la vuelta para buscarle sin quedar mal con Sir Talasek. Se enfadarían, pero cuando les encontrara de nuevo y les demostrara que su plan era bueno no tendrían otro remedio que aceptar a regañadientes que tenía la razón. 

Giraron a la derecha, luego atravesaron una de las concurridas calles y allí estaba el callejón que buscaba. Igual que el día anterior el puesto de un comerciante de frutas cubría parte de la entrada a la callejuela y unos pocos madrugadores se aglomeraban frente a él para las primeras compras. Entre aquellos podría perderse fácilmente y después moverse sin problemas por la ciudad, dando un paseo por el mercado y alguna taberna para conseguir la información oportuna. Sólo necesitaba un momento, y ahí estaba. 

Aprovechando que iba unos pasos por detrás fingió durante un segundo mirar la fruta, y en una fracción de segundo se coló entre dos mujeres, pasando por debajo del cesto de una de ellas y quedándose a resguardo en la esquina. Por desgracia, o bien había llamado la atención o bien le vigilaban mejor de lo que esperaba, pues cuando asomó la cabeza para ver si le habían pillado vio que el felino de Barakanar le rozaba a este y le hacía mirar atrás durante un momento, justo hacia él. 

¡Maldito druida! Pensó, junto a otro par de maldiciones que prefirió no decir en voz alta, mientras intentaba componer una sonrisa complice y se llevaba el dedo índice a los labios, en señal de silencio. Ahora dependía de él, si le delataba o si fingía que no pasaba nada y seguía andando. Sólo por si acaso, para dar más énfasis, le guiñó un ojo desde la distancia.

El druida va paseando absorto en sus pensamientos mientras pasean hacia la residencia del clerigo. La ciudad todavia no deja de maravillarle. Se queda contemplando a dos señoras bien vestidas discutir por un trozo de ropa cuando nota que Findar le tira de la ropa para llamar su atención, - Que pasa pequeño, su tigre mirá hacia atras y alli puede ver a Nithael escabullendose entre la ropa. No se porque me sorprendo a estas alturas, piensa, Si le digo algo volverá a intentar escabullirse en la primera esquina que encuentre, y no quiero estar de niñera todo el dia.

A la señal del elfo, levanta ligeramente la mano y la gira en señal de despedida, para justo despues darse la vuelta y continuar con el grupo hacia delante

¡Lo había conseguido! Durante un instante había pensado que el druida le delataría, aunque fuera solo por fastidiar, pero en cambio había demostrado ser mucho más inteligente - o no querer tener que aguantarle el resto del camino - y le había dejado ir. Ahora sólo tenía que buscar la manera de darles en los dientes a sus compañeros con una buena información, y el mejor lado para hacerlo era, a esas horas, el mercado.

Tan pronto era el sitio donde más gente habría; las mujeres se dedicarían a cotillear mientras hacían las primeras compras, los hombres contarían batallitas sobre que habían hecho o dejado de hacer, poniéndose en lugares que ni habían pisado pero que de los que habrían escuchado decir que había ocurrido algo, y los sirvientes de las gentes más nobles propagaría rumores - ciertos o no quedaba a discreción del oyente - sobre las maquinaciones, meteduras de pata o escándalos de sus señores.

Así, su primer destino serían los tenderos que se levantaban a pie de calle vendiendo un poco de todo. Compraría un par de manzanas, se las comería, y mientras haría las preguntas oportunas y usaría las respuestas de otros para llamar la atención sobre más. Algún comentario político haría que algún bocazas dijera más de la cuenta, una pequeña invención sobre la mujer del panadero de la calle de los artesanos haría que otro le dijera que en cualquier otro sitio había pasado lo que fuera, y poco a poco tendría lo necesario. Era infalible, pues no en vano era su plan. 

Después iría a alguna taberna, aprovechando la hora previa al almuerzo, y entonces podría hacer lo mismo pero con aquellos hombres que preferían beber antes que estar con sus esposas, o simplemente con los que encontraban en el fondo de una botella el único consuelo para continuar el día. Unas pocas monedas gastadas en hacer amigos y desatar sus lenguas valdría para conocer a fondo lo que se cocía en esa ciudad. 

¿Y dónde se ha metido vuestro amigo elfo?- Pregunta Talasek con cierto tono de sorna. - Nos vendrían bien sus habilidades para encontrar alguna pista en mi casa.

Sin haberos dado cuenta, Nithael se ha separado del grupo de camino al Templo y no tenéis ni idea de dónde puede esconderse o si ha tomado otro rumbo.

- En fin, ¿Nos ponemos en camino?- Sentencia el paladín.

En tu viaje por el mercado oyes el siguiente rumor: Durante la última luna nueva, las ruinas de la parte quemada de la Ciudad Vieja crepitaron de repente en medio de la noche. Una gran nube de ceniza y polvo se levantó de entre los escombros, pero ningún otro sector de la ciudad se vio afectado por este temblor.

En la taberna escuchas lo siguiente: Los puestos de la Guardia de la Ciudad en las puertas exterioreshan sido eliminados en las primeras horas de la mañana.

-No hubo problemas durante la noche. Gracias por preguntar.- Respondió bastante tarde Raff, que estaba un tanto abstraido, las paredes del templo brillaban tanto con la luz del sol que casi lograban dejarle la mente en blanco.- Nithael pretendía que nos dividieramos para que ellos dos te acompañaran y él y yo salieramos a recorrer los barrios bajos. Habíamos quedado en que no ibamos a hacerlo, pero es un cabeza dura y probablemente estuviera aburrido. Va a aparecer en algunas horas, casi puedo apostar que ebrio y peleandose con alguien porque lo ha "ofendido". Nada de que preocuparse.- El pícaro se puso la mano sobre los ojos para atenuar un poco la molestia de la luz.- Si no tiene nada más que hacer, vamos yendo entonces.

Debía aceptar que no era demasiado lo que había sacado en claro, y mientras terminaba de beber su vaso de vino se maldecía pensando en lo que le iban a reprochar sus compañeros el que volviera con tan poca información. Llevaba ya echada toda la mañana y apenas le serviría para investigar unos rumores vagos. Si al menos le hubieran soltado la información antes, habría podido investigar más por su cuenta, pero se había encontrado con gente poco habladora a la que había costado más de una cerveza soltar la lengua. Era, definitivamente, que la mala suerte le perseguía, estaba seguro de ello.

Lo único bueno de todo aquello es que se había librado durante un rato de sus compañeros - de los que no solía tener oportunidad de separarse nunca - y que siempre cabía la posibilidad de que ellos tuvieran aún menos idea de por donde seguir avanzando en aquél extraño embrollo en el que se habían metido. Si se daba el caso, era posible que entonces no hubiera perdido su valioso tiempo. Si lo pensaba y unía cabos, tal vez lo de la guardia y el mensaje que les habían mandado podía tener relación; sería interesante echar un vistazo a ver que se cocía por allí, especialmente de noche. 

Por otro lado, aquello de las ruinas de la ciudad vieja no parecían más que rumores sin sentido, habladurías de gente con demasiada imaginación y pocas cosas que hacer. Era improbable que pasara nada raro allí, pero si se daba la ocasión, también podrían acercarse a ver. 

Podía ser que el alcohol le estuviera animando o que fueran sus propios y positivos pensamientos, pero cuando se levantó y pagó al camarero se sentía bastante mejor. Así que salió de la cuarta taberna que ya visitaba y pensó que sería buena idea ir al mercado. Es donde habían pensado ir todos, y ya que le habían perdido la pista, sería el primer lugar donde buscarían, si es que querían encontrarle. 

Fue así hacia allí una vez más, decidiendo callejear un poco, en parte para hacerles esperar un rato  y en parte para, visto lo visto en la ciudad, asegurarse que nadie le seguía. Con todos sus sentidos agudizados a cualquier cosa extraña, se movió tranquilo y, sobre todo, sin perder la sonrisa. 

- Si vayamos, Nithael se nos unirá más adelante, en cuanto haya podido saciar su sed, o aparezca detenido por la guardia, se rio levemente, no se cual de las dos es más probable, quizas aparezca borracho encadenado, jijiji El druida se rie solo de su propia broma, imaginando al elfo encadenado escoltado por los guaridas

- Vayamos a tu casa, aqui no se nos pierde nada

Hodrum se acercó hacia Talasec. - Me alegro que esta vez nos hayamos reunido sin problemas - Y hasta que Talasec no hubo nombrado a Nithael, el tampoco se dió cuenta que no estaba. - Pobre cabezota, seguramente si le ocurre algo venga gimoteando, pero que se le va a hacer. De todas formas estamos aquí para acompañarte hasta tu casa, así que no perdamos tiempo. Si tienes todo lo que necesitas de aqui nos podemos ir. -

Aunque no ves ni escuchas nada fuera de lo normal, te das cuenta de que hay un rumor que se repite entre los ciudadanos de Greyhawk: "La culpa es de los extranjeros, esos robagallinas sólo vienen a nuestra Ciudad Libre a crear problemas...".

Talasek parece recuperado de su ataque y su humor es bastante bueno a pesar del ataque sufrido.

Siguiendo al paladín llegáis a la pensión dónde vive. Una vez dentro, todo sigue como lo dejásteis, nadie parece haber entrado de nuevo. El rostro de Talasek se torna serio y enseguida se pone a ordenar sus cosas, tratando de discernir si quién quiera que asaltase su casa se había llevado algo.

- Parece que está todo. Me llevará algo de tiempo ordenar todo este desastre. ¿Quién haría algo así? ¿Qué demonios estaba buscando? - dice pensativo.

El paladín vuelve a poner el retrato de sus padres junto a la mesilla de noche y continúa ordenando su estancia.

Empezó a ver como Talasek iba de un lado para otro cogiendo cosas y ordenandolas. Hodrum se impacientaba ya que no podian estar esperando sin hacer nada.

- Sir Talasek, con su permiso nosotros nos vamos a retirar si no necesita nada más. Tendremos que investigar si encontramos alguna pista que nos pueda orientar. A no ser que recuerde algún crimen o acto de bandalismo que le llamase la atención - Cuando se disponía a dar media vuelta se acordo de la nota que dejaron en la posada la noche anterior - Me acabo de acordar que ayer nos dejaron una nota en la posada doblada en tres partes y sellada con cera roja, aunque no tenia ningun selllo. La nota decia: "Salid de la ciudad si no deseáis veros perjudicados. Permaneced, y pondréis en riesgo vuestras vidas.". Lamento no tener la nota para enseñarsela por si conocía a quien podría pertenecer esa letra, pero nuestro libertino Nithael no está aquí para enseñarsela. - Hodrum estaba serio, tanto por la ausencia de Nithael como por el hecho de no tener pistas a seguir. - Ni usted ni nosotros estamos fuera de peligro, así que tenga cuidado, a no ser que nos quiera acompañar para investigar que es lo que está ocurriendo en esta ciudad -

Dió media vuelta y se dirijió al umbral de la puerta, esperando por si los compañeros querían aportar algo o si el propio Talasec recordaba algo que les fuese útil.
 

El druida mira a Hodrum mientras piensa un momento, - Pues yo me quedo con Ser Talasek. Con Nithael dando vueltas no quiero desperdigarme más. Si en un par de horas no habeis encontrado nada, podemos volver a quedar en la posada.

- En caso de que no vengais, saldré a buscaros desde el cielo, echa una risita antes de ponerse serio otra vez. - De momento lo unico que tenemos es que nuestros encuentros con Ser Talasek acaban con un ataque furtivo, o mensajitos de amor para nosotros.

Mira al templario, - Yo de momento no me separo de él, por si las moscas

Mientras discutís sobre vuestros posibles próximos pasos, Talasek da un respingo y os pone en alerta.

-¡Esperad! Mirad esto- Talasek señala hacia la ventana, donde parece haber un pequeño reguero de polvo blanco que llega hasta el suelo-. Sin duda eso lo trajo alguien desde fuera...

El druida se acerca para inspeccionar el polvo desde una distancia prudencial.

- Y que os parece que puede ser ? pregunta mientras cavila en alguna pista por su aspecto o color