Partida Rol por web

Indudablemente, la suerte estaba de su lado esta vez. Marcos era cociente del variopinto grupo que formaban la escritora, el cura y él. Saludó al portero con una sonrisa y siguió a sus compañeros hasta el ascensor.

La mujer dejó al descubierto que era una gran fan de Belén, al no parar de alabar su obra en el pequeño trayecto hasta su casa. Además, no pudo ocultar la ilusión en sus ojos momentos antes, cuando Belén, tras consultar casi de manera telepática con Mariano y Marcos, aceptó la invitación para tomar el café.

La decoración de la casa se le antojaba al informático un tanto "anticuada", como era de esperar en la vivienda de una persona mayor. Sin embargo, experimentó una sensación parecida a la de comodidad y de sentirse en casa que le inundaba cuando visitaba a su madre. Sensación que contrastaba con la que sentía en su fría y desordenada casa.

Como hacía siempre que visitaba un lugar nuevo, no paraba de mirar de un lado a otro, pendiente de todos los detalles que la mujer tenía de decoración: figuras, cuadros, fotografías, libros, antigüedades...

Las palabras de Mariano lo devolvieron a la realidad.

Llegaron a la vivienda y tomaron asiento en un salón algo antiguo pero acogedor. 

-Mira Gladys, es Belén Arzuaga- le explicó la anciana a la mujer que os trajo el café, momento en el que la chica abrió los ojos y la boca con sorpresa -Es que leemos juntas las novelas ¿sabe? Últimamente mi vista ya no es lo que era- le explicó a Belén para luego pedirle a Gladys que se sentara con vosotros a tomar el café también mientra el perrillo correteaba entre los pies de unos y otros.

Gladys trajo, a petición de su señora, un par de ejemplares de los libros de Belén, de la habitación del fondo, para que cada una pudiera tener un ejemplar dedicado. Fue después de firmarlos cuando Mariano aprovechó para hacer su pregunta, bueno, más bien para dejar caer el motivo de su visita a aquel inmueble.

-¡Uy! ¿Pedro? Sí, sí, nosotras también llevamos unos días preocupadas- comentaron ambas mujeres mirándose entre ellas y asintiendo -Es un hombre encantador y muy amable. Y esa historia tan triste de su hermano...- dijo la anciana, sin acabar la frase, pero dando a entender que era una parte importante -El caso es que vive encima de mi casa ¿saben? Casi todos los días, si puede, pasa cinco minutos a saludar y preguntar si necesitamos algo, por que una vez me caí en la bañera y me rompí la cadera y estuve casi un mes sin poder moverme y como Gladys estaba conmigo, pues no me podía dejar sola y si necesitabamos ir a la compra o algo, pues el bajaba y se quedaba conmigo un rato...- parecía evidente que la mujer no tenía muchas visitas y apreciaba poder contarle cosas a alguien. Su discurso era largo y se enredaba en detalles o se perdía en explicaciones que llevaban hacia otro asunto diferente, dilatando la llegada de un final que podría interesar a sus interlocutores.

Después de casi diez minutos cuando los tres protagonistas empezaban a pensar si de verdad esto había servido de algo -... y yo le dije, toma una copia de mis llaves por si algún día me vuelve a pasar algo, que puedas entrar. Y él me respondió, toma una copia de mis llaves porque yo no tengo familia y ¿a quién se la voy a dejar si me pasa algo? Es que no se lleva muy bien con sus compañeros de trabajo ¿saben? dice que eran muy fríos y superficiales. Yo creo que Pedro está algo solo. Muchas veces le digo "tienes que buscarte una buena chica" pero no me hace caso por que como trabaja en eso de los divorcios pues está un poco de vuelta de todo-

Ibarz se había quedado unos segundos quieto tras cerrar la puerta. Antes de iniciar su búsqueda estudió con la mirada, sin moverse, percibiendo el carácter y la esencia de aquel lugar.

Era el apartamento de un estudiante, con lo que eso significaba. Significaba vacío, hueco. Significaba muebles sin personalidad, utilizados durante años por otros estudiantes tan anónimos como intercambiables. Muebles aprovechados de otras viviendas o incluso reutilizados de lo que tiran otros. Ibarz conocía bien al tipo de propietario que alquilaba esos apartamentos. Era el tipo de gente que se despreocupaba por la vivienda, porque sabía que año tras año siempre habría un chaval necesitado y poco exigente. Y si no te gusta tengo veinte más. Un chaval que solo necesita una cama, una mesa y una hornilla. Porque todo su mundo, en realidad, está fuera de ese apartamento. En la red o en la calle.

Parecía que el mundo real de Kain era lo primero. Estudiaba para ser informático, algo que aunque ya sabía, quedó claro de inmediato cuando Ibarz empezó a moverse con cautela por la casa. Lo suyo era la tecnología, las computadoras. De lo poco que tenía Kain, la mitad hablaba de ordenadores.

Eso también indicaba algo más. Fuera lo que fuera lo que había encontrado el joven, era información. No se trataba de un objeto. No era una estatuilla, una copa o un juguete. Era algo que se podía contener en un archivo, o de otro modo no habrían arrancado el disco duro del ordenador ni buscado entre los papeles. Era algo que se podía guardar de manera digital. Una imagen, una foto, un pdf. ¿Un archivo de audio? Eso solo si fuera una voz grabada que pudiera transcribirse en texto e imprimirse. Ergo, de nuevo, sería un archivo con información visual, en letras o píxeles.

Ibarz se sentó en el borde de la cama, pensativo. Los que habían acabado con Kain habían sido concienzudos pero brutos. Habían rebuscado con ganas pero, también, con nula discreción. No había ninguna intención de que el registro pasara desapercibido. Es decir, o había prisa o había absoluta falta de sutileza. ¿Eso significaba que estaban muy seguros de lo que buscaban?

...si fuera así... entonces... entonces iban a tiro fijo, buscando algo muy concreto... algo que se puede identifcar solo con verlo...

Y sin embargo, eso chocaba con la impresión de que se estaba buscando un archivo digital. Un archivo que, por supuesto, podría compartirse por internet con otros miembros del foro. Lo que explicaría que los siguieran.

...no... no, es algo de aspecto evidente, entonces...

Ibarz observaba. No tenían sutileza y, presumiblemente, no habían encontrado lo que querían.

...los pequeños detalles...

Sin sutiliza no puedes atender a los pequeños detalles. Lo que no es obvio se te escapa si vas arramblando con todo.

...se llevaron el disco duro y seguramente cualquier pendrive...

Y aún así, no habían conseguido lo que querían. Fuera lo que fuera, no era tan fácil de encontrar. O no estaba allí o estaba extraordinariamente bien escondido, oculto tras el detalle más discreto. Si no estaba allí, ¿donde? ¿Dónde podría esconder Kain algo tan importante?

... un sitio de confianza... uno donde se crea a salvo...

Y si estaba allí, pero muy bien escondido, ¿donde?

...pequeños detalles... lo que no es obvio...

Ibarz se puso de pie y volvió a recorrer el apartamento. Había figuras de juegos o algo así.

...una comunidad de jugadores... pero eso suele ser virtual...

Dados poligonales.

...¿jugador de rol?... los dados no sirven si no se usan... no se usan si no es en una partida... no se hacen partidas sin otra gente... ¿amigos?

Pensó en el tipo de gente con la que pudiera relacionarse Kain en persona: compañeros de la facultad, jugadores de rol, gente de sus bares preferidos, el chino de la tienda, la cajera del súper.

Ni siquiera había quedado con Mixi cuando no le hubiera sido muy difícil. Para un café se queda con cualquiera.

...era un solitario... ni siquiera comparte piso, como todos los universitarios sin pasta... ¿trabaja?... ¿compañeros de trabajo? No lo parece... ¿Quién paga la matrícula, el alquiler...?... ¿Una beca de estudios?

Familia. ¿Y la familia? Ibarz no recordaba que María hubiera dicho nada sobre la familia de Kain. ¿Quién ha reclamado el cuerpo? ¿Quién debería ir a ese apartamento a coger las últimas pertenencias?

La soledad de Kain era llamativa. Ese no parecía un sitio donde Kain recibiera visitas de amigos o familiares. Tampoco parecía que trabajara en nada. No tenía una vida social mucho más allá de chats y foros. No parecía un chico fiestero de vida nocturna. Kain era un solitario obsesionado con las conspiraciones.

...buen chico, entonces...

Se sonrió. Había fotos enmarcadas. Es decir, cuidadas. Es decir, de cosas que le importaban. Porque en un mundo digital donde el que menos tiene trescientas fotografías estúpidas y banales en el móvil, ya solo se imprimen las más importantes. Las que de verdad significan algo. Y no enmarcas todas. Y no lo haces si vives como vivía Kain. En una casa sin nada, fotos en marcos.

Ibarz recogió algunas. Podrían ser paisajes, viajes. Podrían ser amigos o familia. El grupo de colegas. La última novia. La memorable fiesta de Fin de Año. La primera comunión. En ellas podría encontrar lo que estaba buscando: el detalle, lo sutil, lo no evidente. Los del rol, los de la quedada de Call of Duty, los compañeros de la facultad, la familia. La gente de verdad, la gente que no se esconde tras un nick. Ibarz ya lo había dicho: en el foro no eres nadie. Lo real no es tu nick. ¿Quién era quién en el entorno de Kain, en su vida, en lo que de verdad importa? ¿Quién era tan importante como para merecer foto y marco? ¿A quién de todos esos le había dado el secreto que lo llevó a la muerte?

La anciana demostró ser una mujer encantadora y, aunque su atención estaba puesta en Belén, les atendió a todos con la amabilidad de alguien acostumbrado a ser un buen anfitrión.

En el momento que Mariano decidió que había llegado el momento adecuado para tratar el asunto que les había llevado hasta allí, la mujer mudó su expresión por una de auténtica preocupación. Al parecer Pedro era un vecino al que debía ciertas atenciones y favores de momentos complicados para ella y le guardaba cariño. El cura se mostró satisfecho al escuchar esta faceta del carácter del abogado, mostrándose alegre por saber que el hombre era tan misericordioso con los demás.

Sin embargo todo aquello solo servía para confirmarles sus sospechas. RIP_er se encontraba desaparecido. Mas, cuando empezaban a pensar que no iban a sacar nada más en claro, llegó la sorpresa al decirles la mujer que tenía las llaves del piso de su compañero forero.

Mariano continuó mostrándola cariño y comprensión mientras esta les hacía partícipes de su preocupación. Pero no se atrevió a ser él quien le pidiera las llaves para poder entrar en la casa de Pedro. Creía que si alguien podía pedirla algo tan personal, ese alguien era su idolatrada Belén. Por eso dedicó una mirada a la escritora, esperando que esta comprendiera el mensaje que la quería transmitir.

Aquella anciana era un verdadero encanto, al igual que la mujer que cuidaba de ella, pero como todas las personas mayores que no suelen tener demasiado contacto con otros, le gustaba hablar y contar todo lo que se le pasaba por la mente. Después de firmar los libros con una delicada dedicatoria a cada una y con gesto paciente, Belén escuchó a la buena mujer hablar sin interrumpirla ya que, después de la amabilidad que había demostrado hacia los tres, le parecía muy descortés cortarla sólo por la impaciencia que sentía por descubrir si sabía dónde podía encontrarse RIP_er.

Fue precisamente Mariano el que sacó el tema y, por suerte para ellos, Pedro resultó ser un hombre atento con sus vecinos, especialmente con la anciana, lo que le indicaba a la escritora que RIP_er no podía haber desaparecido sin más y, a pesar de que parecía que no tenía amigos íntimos, sin avisar a la anciana. Pero todos seguían sin saber qué le podía haber ocurrido a su compañero de foro.

Un brillo especial de emoción apareció en los ojos de Belén cuando escuchó que la mujer tenía llaves de la vivienda de Pedro. Eso era un golpe de suerte para ellos ya que, con unas palabras amables y una sonrisa, podrían conseguir acceder al ático. No le pasó desapercibida la mirada que le lanzaba Mariano, interpretando sin ningún problema lo que quería decirle.

—Sí que es raro y preocupante. ¿Han ido a comprobar si está en casa? Quizás le ha ocurrido algo, le ha dado algún mareo o se ha caído y se encuentra indefenso y sin poder avisar a emergencias o incluso a usted —no era nada descabellado lo que estaba diciendo y, si de esa forma apelaba a la buena voluntad de la mujer, quizás consiguieran entar en la vivienda—. Si quiere nosotros podríamos mirar que no hubiera sucedido nada malo. La verdad es que estamos muy preocupados, hace días que no sabemos nada de él.

En el fondo Belén confiaba en que, aunque la mujer pudiera recelar momentaneamente, el hecho de que fuera alguien a quien la anciana admiraba y que además iba acompañada de un cura de sotana, ya que el pobre Mosfet parecía sentirse un poco fuera de lugar, les dejara las llaves para así poder curiosear en el interior de la casa de Pedro.

Sin duda alguna, y aunque mayor, aquella adorable anciana le recordaba a su madre. Las ganas de hablar y de desviarse en los detalles era propio de la gente que tiene pocas personas con las que compartir su vida. Sin conocerla, y probablemente por empatía al relacionarla con su madre, Marcos sintió una especie de afecto hacia la anciana, como si la conociese de toda la vida.

—Sí, muy triste lo de su hermano —añadió para intentar integrarse en la conversación.

Lo que contaban de Pedro confirmó lo que Marcos ya pensaba de RIP_er: era una persona con un buen corazón y preocupado por los demás. Sin embargo, al parecer, estaba más solo de lo que su compañero de foro imaginaba.

En el momento en el que la anciana comentó que disponía de las llaves del apartamento de Pedro, los ojos de Marcos se abrieron como platos. Le costó un gran esfuerzo disimular su impaciencia, más cuando era más que probable que a RIP_er le hubiese pasado algo. En ese momento, su mirada se alternaba entre Mariano y Belén, como queriendo indicarles que diesen ellos el paso de preguntar.

Ibarz revisó el apartamento con ojos de periodista, analizando cada detalle. Estudió el tipo de muebles que tenía Kain en casa, los equipos informáticos, los objetos de las estanterías, la falta de interés por ocultar la búsqueda de quienes habían estado en la casa...

Y dedujo que lo que faltaba, lo que buscaba él y aquellos que les acosaban, era algún tipo de archivo pero no necesariamente informático

Con algunas dudas, Ibarz se acercó hasta las fotografías y las estudió. Sólo eran tres. Dos de ellas eran de paisajes, una era la vista en picado desde un edificio alto y la otra de la sede de Google.

La tercera era más antigua, empezaba a amarillear en las esquinas. En ella se veía a una familia; un padre, una madre y un hijo, en un bosque .

Entendiendo en las miradas de sus compañeros que había llegado el momento, Belén preguntó a la anciana mujer si habían ido a comprobar la casa

-¡Oh, sí! Esta mañana, a primera hora, Gladys a subido ¿verdad, Gladys? Y no estaba. Pero si quieren subir a ver la casa, puedo acompañarles, quizás ustedes puedan ver algo que nos diga a dónde ha podido ir. Yo no sé mucho de su vida pero si ustedes le conocían, pues igual sepan ver algo que le ayude- comentó la mujer, interpretando que ellos eran amigos íntimos de RIP_er

Subieron hasta el ático y la mujer abrió la casa. El piso tenía mucha luz y estaba decorado de manera elegante. Era un lugar muy cuidado.

-Tiene una señora que viene todos los días a limpiar- comentó la anciana mientras les guiaba por el pasillo. Todo estaba impecablemente recogido y limpio, nada fuera de sitio.

Los muebles parecían caros pero no ostentosos si no, más bien, los muebles de alguien que quiere vivir en la casa, no presumir de ella. La vivienda tenía una gran cocina, un salón que daba paso a una enorme, terraza,

Tras un pequeño pasillo sólo quedaban un dormitorio, un baño y un despacho.

Cualquiera de las estancias estaba impregnada de vida, como si su dueño acabara de usarla y no faltara desde hacía 24 horas

Ibarz pensó que las fotografías podrían hablarle a él lo que no hicieron para otros. Él tenía la inteligencia y el ojo perspicaz para saber dónde estaba la historia. Dónde hablaban las cosas. Y mientras otros habían ido a lo elemental, previsiblemente para no encontrar nada en absoluto, él había ido al detalle.

Quizá no hubiera nada, quizá sí. Recogió las fotografías y las sacó de sus marcos. Una de ellas hablaba de vértigo, de emoción. De foto cliché. No podía poner la mano en el fuego de dónde era aquello, pero por los clásicos taxis amarillos y el juego de rascacielos, estaba seguro de que sería Nueva York. Observó el reverso de la foto para ver si había algo escrito.

¿Estaría en Nueva York el secreto de Kain? Lo cierto es que nada le impedía haber ido a Nueva York y volver los días previos a su muerte. Incluso el último mensaje que dejó en el foro podría haber sido escrito desde una cafetería neoyorquina, entre mil gilipollas hipsters.

Miró al suelo, buscando. No recordaba haber visto entre los papeles ningún billete de avión. Es posible que María supiera si Kain había viajado a Estados Unidos en el último mes. La policía habría investigado sus últimos movimientos y su nombre aparecería en los registros de viajeros. En los fascistas Estados Unidos no se andaban con tonterías. Algunas voces bien informadas aseguraban que al entrar en el país te ponían un chip en la aduana.

La otra foto parecía la sede de Google. Kain había estado en Nueva York y en San Francisco. Viajes largos y caros ambos. ¿Turismo? ¿Trabajo? ¿Otras intenciones? Ibarz observó la fotografía por las dos caras. Era curioso. Solo un obseso de la tecnología iba a San Francisco y perdía el tiempo en acercarse a Silicon Valley a ver las fachadas de lugares como ese, una empresa de control mental y espionaje reptiliano mundial. Para Kain era lo suficientemente importante como para ponerle un marco a esa foto. ¿Había algo ahí? Bicicletas de colores. Nadie.

La tercera foto sí tenía lo que Ibarz estaba buscando: gente. La gente que importaba a Kain. ¿Era él el chaval de la foto? No podía saberlo, no había visto su cara nunca. Había dos adultos, hombre y mujer, seguramente los padres o tíos del niño.

Era una foto de familia, sin más. Pero era una foto mundana solo para quien no sabía observarla. Esa foto hablaba de relaciones personales, de confianza, de una historia. De gente que se conoce y se cuida. De espacios y momentos reconocidos como seguros.

...no te pones una foto con tu madre la que te mataba a hostias cada día...

Kain, por fin, tenía familia. Y tenía un lugar que le evocaba recuerdos. Era gente y espacio que Kain conocía, conceptos que no podía compartir con nadie más. Confiaba en lo que había en esa foto, sentía amor por esas personas. Ver la foto le recordaba a ellos y a los momentos compartidos. Era un refugio personal.

Dos adultos, un niño, un bosque.

...quizá alguien más... ¿quién hizo la foto?...

Podría haber una cuarta persona ahí, invisible tras la cámara. Pero también podría haberse hecho la foto con un trípode y un temporizador.

Quizá fuera una foto de un momento que quedó atrás. Es posible que esos adultos estuvieran muertos hace tiempo y Kain no tuviera ya padres. Pero ahí estaban, y aparte de los millones de personas que esperaban en Nueva York y San Francisco, esos dos (quizá tres, si es que el niño no era Kain) eran el siguiente eslabón a investigar, estuvieran vivos o muertos. Era eso o reconocerse en un callejón sin salida. Y rendirse no era la costumbre de Ibarz.

Ahora bien. ¿Quién, cuándo y dónde?

Revisó la foto por ambas caras y meditó.

Aunque hubiese sido por buena voluntad, y en este caso les beneficiase, Marcos no estaba seguro de querer dejarle la llave de su casa a alguien que dejase entrar a unos extraños a la primera de cambio. No obstante, estaba convencido de que a la adorable anciana ni se le había pasado por la cabeza que fuesen a hacer nada negativo.

—Sí, Pedro siempre nos comenta que si no fuese por ella, no podría vivir en un sitio decente y ordenado —mintió Marcos al salir el tema de la limpiadora.

Al entrar en la casa, el informático se quedó sorprendido por las similitudes del apartamento con el catálogo de IKEA. Eso sí, la calidad que parecían tener era notablemente superior.

O no pasa mucho tiempo aquí, o debe tener la espalda hecha mierda con esa silla... —pensó al entrar en el despacho—. Será aquí donde postea en el foro? ¿O lo hará mejor en el salón? —Se preguntó curioso, evitando comentarlo con sus compañeros, dada la presencia de la anciana.

—Vaya, no parece ni que se haya ido hace cinco minutos. Quizás nos estamos preocupando por nada y tan solo le ha surgido alguna emergencia que ha tenido que atender.

Tampoco podían hacer mucho más. Ponerse a revolver cajones y estanterías en busca de alguna pista no parecía una opción con aquella mujer mayor delante.

Mariano entró con sus compañeros al piso de RIP_er, siguiendo de cerca a la anciana y a Gladys. Las dos mujeres eran quienes tenían la llave del hogar del abogado y ya estaban rompiendo en parte la confianza que este había depositado en ellas, dejando entrar a unos desconocidos para ellas -por mucho que estos afirmaran ser amigos de su vecino- para encima separarse de ellas y husmear por su lado. Posiblemente de hacer esto las pondrían en una situación incomoda y el cura no quería llevarlas a ese extremo.

Así que se limitó a mirar las habitaciones, donde aquellas entraban, y asombrarse del derroche que mostraban este tipo de viviendas. Otros veían en los muebles un gusto por lo minimalista y funcional, mientras que Mariano encontraba un derroche de espacio innecesario y se preguntaba cuantas familias podrían vivir en un piso tan amplio. Pero habían venido por otro motivo, y no para juzgar el gusto por la decoración o el nivel económico de su compañero de foro. Les habían dicho que había desaparecido y habían hecho varias cosas al límite de lo legal, para tratar de ayudar a RIP_er el posible peligro en el que se encontraba.

Y sin embargo no había allí nada que así lo indicara, ningún detalle que hiciera creer que Pedro hubiera sufrido cualquier tipo de ataque, o pasado por alguna situación de violencia. Todo estaba impecable, en su sitio. Nada fuera de lugar. Les dijeron que tenía una mujer que venía a limpiarle la casa todos los días. Así que, la pulcritud y la limpieza que se respiraba en cada una de las habitaciones en las que miraron tenía una explicación plausible que podía dejar aún dudas acerca de como la dejo el abogado antes de partir de manera mas o menos voluntaria.

¿Podía estar aquella mujer de la limpieza relacionada de alguna manera con la organización Luve-Keraph de las que les había hablado Frohike? La duda cruzó por un momento los pensamientos del cura, pero Mariano no tardó en despejarlos con una sacudida de cabeza y pensó que era mucho más probable que todo aquello no fuera más que un juego del administrador del foro, apoyado por Doc_Alma, para divertirse con unos compañeros que habían conocido en la quedada y que habría pensado que eran influenciables.

Empezaba a creer que sería mejor volver a casa y dejar de seguirles aquel juego de tan mal gusto al administrador y a la policía, y se giró en dirección a Belén y a Marcos. Entonces se fijó en la cara reluctante de uno de ellos y se preguntó si quizás habían visto algo que a él había pasado por alto.

Y volvió a mirar a su alrededor. Esta vez algo más detenidamente.

BELEN (automático-master):

Belén miró a Mariano guiando su vista hacia lo que ella había encontrado. En un lugar tan ordenado, algo estaba fuera de sitio. En el despacho, en la papelera y sin abrir, había una carta. Parecía haberse escurrido del montón de papeles y habérsele pasado a alguien por alto, pues seguía sin abrir.

Belén le hizo una señal a Mariano para que la cogiera e, inmediatamente, llamó la atención de la anciana y Gladys sobre los libros de la estantería para obligarlas a dar la espalda a sus compañeros.

-¡Vaya! ¿Pero qué es esto? Parece una copia de Las cartas de Malloy Avery. Y parece antiguo ¿no creen? Es un gran libro. Algún día deben pedirle a Pedro que les deje leerlo. A mí me resultó muy interesante y lo he utilizado de inspiración en algunos personajes-

Ibarz se fijó atentamente en las fotografías. ¿Podía ser que los que estuvieron buscando allí las hubieran pasado por alto? Quizás si creían que buscaban un archivo informático o un pendrive, no hubieran estado muy atentos.

Pero el periodista había pasado años analizando fotos de ovnis, del Yeti, del monstruo del lago Ness, de la Antártida... Y para él, una foto, siempre era importante.

La primera foto parecía hablarle de un viaje. La giró buscando alguna información pero detrás no había nada. Quizás se trataba sólo de un recuerdo, después de todo.

Pensó en preguntarle a María por los movimientos de Kain hacia el extranjero.

La otra foto, curiosamente, también era de un lugar estadounidense. ¿Quizás del mismo viaje?. Pero seguía sin haber nada especial en ella.

En cambio, la tercera foto cumplía con el criterio como para marcarla como "Interesante". Ibarz observó la foto con atención. Una familia y, por las fechas, quizás Kain era el niño de la foto. Un niño sonriente. Y los adultos tenían su mano en el hombro y el pelo del chico, con afecto. En la esquina inferior derecha, cuando Ibarz se fija con más atención, puede apreciar agua, como si la foto se hubiera tomado cerca de un lago o un río. Y, en el lado opuesto, al fondo de la familia, algo alejada y medio oculta, una cabaña.

-... ¡Oh! ¿tú crees? Yo no he oído nada- de repente unas voces, aunque intentaban pasar desapercibidas, llegaron a los oídos del periodista -No, no. Vámonos a casa y llamamos a la policía. Yo no pienso llamar a ver si hay alguien-

Las voces, posiblemente vecinos, debían haber escuchado algo pese a la discreción que había puesto Ibarz en su búsqueda.

Marcos se sentía un poco abrumado por todo aquello y empezaba a plantearse si no estarían exagerando todo. Aquel lugar parecía inmaculado y habitado ¿seguro que su compañero había desaparecido?

Mariano se sentía igual de confuso. Quizás por eso tardó un poco más que Belén en localizar la carta. En cambio, la escritora, centrada como estaba, identificó lo que había fuera de sitio y, con un gesto, lo comunicó a sus compañeros apremiándoles con la mirada. Marcos ni siquiera se dio cuenta pero Mariano sí. Y cuando vió como su compañera se giraba llevándose la atención de sus guías, se dio cuenta de lo que pretendía. Fue entonces cuando el cura le dio un codazo al informático señalándole la carta.

Sin saber si eso que hacían tenía algún sentido o sólo lo hacían como acto reflejo a la instrucción de la escritora, una mano rápida rescató la carta y, doblándola, la guardó en el bolsillo. El proceso no duró ni quince segundos. Y para cuando sus anfitrionas volvieron su atención a Mariano y Marcos, no se habían percatado de nada.

Por supuesto no habían tenido tiempo de abrir y leer la carta pero el vistazo rápido cuando el sobre salió de la papelera les había dado algo en lo que pensar

^Rmte:

   ^{Lecarte&León Abogados S.A.}

   ^{Ref: Juan Jose del Valle}

 

 

 

 

Pedro Rodríguez                                                   

C/ Enrique Torretas 4, Ático                               

¿No les había dicho Mixi o Frohike o María que Juan José del Valle era el nombre de Kain?

Marcos tardó en reaccionar al codazo de Mariano. No sabía a qué podía venir, pero pronto se percató de que había algo que podría ser interesante en la papelera. Ante las dudas de Marcos, la rápida mano de su compañero se lanzó al rescate de la carta y la guardó en uno de sus bolsillos, volviendo a la normalidad con la que momentos antes paseaban por el apartamento.

Con el rápido movimiento, apenas le dio tiempo a fijarse en el remitente.

Juan José del Valle -pensó Marcos-. ¿No era el nombre real de Kain? ¿Qué hacía Pedro con una carta de Kain? Y lo más importante, ¿de cuándo sería?

Las dudas comenzaron a asaltar en su cabeza. Quería saber cuanto antes qué se decía en esa carta.

Impaciente, Marcos se movió hacia la puerta de la entrada, incitando a las vecinas a terminar la visita cuanto antes y así poder reunirse con sus compañeros. El contenido de aquel sobre podría ser clave.

Mirando de reojo a sus compañeros mientras intentaba distraer a la anciana y su asistente, Belén pudo comprobar como Mariano cogía la carta que asomaba en la papelera. No tenía ni idea de si sería algo relevante para ellos pero el hecho de que RIP_er hubiera tirado la carta sin abrir, si es que en realidad había sido él el que lo había hecho, le hacía sospechar a la escritora que allí había algo raro. Aunque también pudiera ser que su imaginación se estuviera disparando más de la cuenta.

También pudo ver cómo Marcos se acercaba a la puerta con la clara intención de dar por finalizada aquella invasión que habían hecho a un hogar de un desconocido, ya que al fin y al cabo el contacto que ellos tenían con Pedro sólo era a través de un foro y por muy preocupados que estuvieran por lo que fuera que le hubiera sucedido, eso no era motivo para haber entrado sin su consentimiento a su casa.

Hubiera estado bien, ya que estaban en el enorme apartamento, haber tenido la oportunidad de buscar más a fondo a pesar de que revolver en la intimidad de Pedro no le hiciera mucha gracia a Belén, pero quizás en algún cajón hubieran descubierto algún indicio más que les ayudara a saber el paradero de RIP_er. Sin embargo, con la presencia de las dos mujeres, eso era algo imposible. Por lo menos la sensación con la que se iba la escritora no era otra que la de haber comprobado que aquella casa no mostraba ninguna señal de que llevara sin habitar durante unos días.

—Quizás tengas razón —dijo mirando a Mosfet— y Pedro simplemente se ha tenido que ausentar sin tiempo para avisar. —Después de las desapariciones y la muerte del pobre Kain era algo que Belén dudaba bastante pero quizás así pudiera tranquilizar a la encantadora anciana—. Aquí no se ve nada fuera de lugar y mucho menos, por suerte, que a Pedro le hubiera sucedido algo malo. Creo que será mejor que nos vayamos —se giró hacia las dos mujeres—, ya hemos abusado demasiado de su amabilidad y aquí no hay nada más que ver.
 

La foto de familia hablaba de afecto, cariño y confianza. Había un paisaje al fondo, con una cabaña y un río. Un lugar-hogar, en definitiva. Ese era un sitio al que se iba. ¿Sería un sitio al que volver? Fuera lo que fuera, Ibarz no tenía más pistas. Necesitaba tiempo para pensar, porque esas personas y ese lugar no le decían nada. Podría ser cualquier cosa. Viendo el contexto de las otras fotos, podría hasta estar en Estados Unidos. ¿Era Kain un niño criado al otro lado del charco?

Escuchó las voces temerosas y gruñó para sí. Había tenido cuidado y se había comportado con quietud, moviéndose poco y observando mucho. Pero había hecho ruido. Seguramente fue al forzar la puerta.

Se guardó las fotos en el bolsillo y dejó los marcos donde los había encontrado, revisando antes que no hubiera en ellos nada de interés. Antes de abandonarlos, los limpió para borrar las huellas. Era lo único que había tocado con las yemas de los dedos y la policía científica ya habría pasado por el apartamento, pero nunca se sabía.

Se acercó a la puerta con pasos amortiguados y cautela. Esperó unos largos segundos, escuchando, y cuando estuvo seguro de estar solo, sacó un clínex, agarró el pomo con él, y abrió la puerta.

Clic.

Separó la hoja un centímetro para estudiar el rellano. Era el momento de salir de ahí antes de que se diera la alarma. Quizá los vecinos no llamaran a la policía, pero no había ningún motivo para arriesgarse a comprobarlo. Salió, cerró con cuidado y limpio el tramo de marco y puerta que había tocado.

No quiso pararse a observar, bajó la cabeza para ocultar el rostro un poco, por si acaso, y bajó por la escalera silenciosamente. El dolor del esguince le ayudaba a no acelerarse. Llegó a la calle y se escurrió tras la primera esquina, dispuesto a coger un taxi para volver a casa.

Mientras Belén distraía a sus anfitrionas, Mariano deslizó la mano en la papelera y recogió la carta. Con un movimiento discreto pero rápido, la dobló y la guardó en su bolsillo ante la atenta mirada de Marcos.

El informático se dirigió a la puerta y su gesto no pasó desapercibido ni para Mariano ni para Belén. Ésta se despidió con amabilidad de las mujeres que las habían guiado hasta la casa de RIP_er y los cinco salieron del piso.

Una vez en el descansillo, los tres miembros del foro se despidieron de las mujeres agradeciéndoles la invitación al café e intentando tranquilizarlas sobre el posible estado de RIP_er.

-Seguramente habrá tenido que asistir a algún compromiso urgente y no ha podido avisar a tiempo- intentó tranquilizarlas el cura. Y sus palabras, al menos en parte, parecieron surtir efecto. Las mujeres se dirigieron a la casa en que vivían con el ánimo algo más ligero, al menos en apariencia.

Una vez solos, los tres compañeros de foro abandonaron el edificio para encontrar un lugar tranquilo en el que abrir la carta.

-Sí, está sin abrir- confirmó Mariano con la carta en las manos –Creo que se cayó del montón de papeles que había en la mesa, igual se voló al ventilar la habitación o algo así.- Miró con atención la carta antes de empezar a abrirla –Y el matasellos es de ayer. Si RIP_er lleva más de 24 horas desaparecido, no ha podido leerla, por eso está sin abrir-

A continuación abrió la carta y la leyó en voz alta. Era una nota del bufete de abogados Lecarte y León preguntando por los servicios que le habían sido contratados a RIP_er por Juan José del Valle. No parecía un documento muy rígido ni formal si no, más bien, una consulta entre compañeros de profesión.

Ibarz sacó las fotos de los marcos y se las guardó. No podía seguir en aquel piso mucho tiempo pero se llevaría eso confiando en poder sacar algo más.

Con precaución para no dejar rastros de su visita y para no encontrarse a nadie en su huida, el periodista salió despacio y cojeando. No había nadie en el descansillo así que aprovecho para marcharse. Le hubiera gustado bajar las escaleras rápido, pero no era algo que pudiera permitirse en ese momento.

Llegó hasta la calle y giró en la primera esquina para no permanecer a la vista de las ventanas del edificio. Luego comenzó a buscar un taxi. Cuando ya estaba a punto de llamar a Radio Taxi, uno apareció al final de la calle para llevarle.

El tobillo empezaba a molestarle y le daba la sensación de que igual se le estaba hinchando. Llevaba demasiado tiempo de pie.

Sentía el papel rígido de las fotografías en el bolsillo. Quizás sí había logrado una pista nueva de la que tirar.

Se santiguó. Era la primera vez que se hacía con las posesiones de otra persona -al menos desde que inició su vida como religioso-  y, aunque solo se tratara de una carta y el destinatario posiblemente se encontrara en peligro, Mariano se sentía mal. Se mirase como se mirase era un crimen. Menor. Eso sí. Pero crimen al fin y al cabo. Y el cura pensaba pasar a confesarse en cuanto pudiera.

Siguió a sus dos compañeros fuera del apartamento de RIP_er, las manos juntas, como si estuviera orando, y sintiendo un peso enorme en su bolsillo izquierdo. Se despidió de las dos mujeres con amabilidad pero también rápidez, sintiendo un nerviosismo creciente e imaginando como una de las dos señalaría acusadoramente al bolsillo donde había escondido la carta y le pediría explicaciones. Por fortuna para Mariano nada de eso paso y, a medida que ganaban distancia, sentía cierta calma regresar a su alma.

Cuando se hubieron alejado lo suficiente, una vez fuera de la urbanización, decidieron comprobar el contenido de aquella misiva.

El sobre de por sí no delataba apenas nada de interés. Salvo confirmar que la carta estaba definitivamente dirigida a RIP_er. Si querían saber más, tendrían que abrirlo, así que Mariano, con mano temblorosa y pidiendo a Dios que le perdone por sus actos, rasgó el envoltorio y leyó el contenido en alto.

No había allí tampoco ninguna prueba concreta sobre lo que estaba sucediendo, pero si un par de informaciones que, bajo el supuesto de que una organización secreta estuviera detrás de la muerte de Kain, podían ser relevantes.

En primer lugar aquel despacho de abogados le preguntaba a Pedro acerca de sus conexiones con Juan José del Valle, el forero asesinado. Esto significaba que los dos foreros se conocían o al menos tenían trato en la vida real, más allá de las pantallas del ordenador. Y eso, teniendo en cuenta que Kain no asistió a la quedada del grupo, era cuando menos bastante extraño. Otra posibilidad era que el bufete de Lecarte y León creyeran que esa posible conexión pudiera existir, y tratarán así de confirmar sus sospechas. A su vez esto último podía indicar que esos abogados pudieran tener de alguna forma cartas en la muerte y en la desaparición de sus dos compañeros de foro.

Era todo bastante enrevesado y nada claro, pero Mariano decidió compartir sus pensamientos con Belén y Marcos y ver que opinaban ellos de todo esto.