Partida Rol por web

Pues nada. Retrocedió, saliendo a la vista del esqueleto pero fuera de su alcance, y con la ballesta en mano disparó contra él. Era lento, pero al menos iría sobre seguro.

Disparas una vez y el virote de tu ballesta da en el esqueleto aunque parece no hacerle mucho daño, el esqueleto se mueve quitandose de tu visión, impidiendo que puedas lanzar un segundo virote contra él

No te escapas. Dio un paso e hizo el segundo disparo.

Das un paso hacia delante y disparas nuevamente hiriendo de nuevo al esqueleto, aunque sigue sin parecer que le hagas mucho daño, el esqueleto avanza y aunque estáis en diferentes habitaciones y hay un arco entre ambos te golpea con una de sus largas garras hiriendote, te hace bastante daño pero nada comparado con el daño que hacía con sus armas

Para ser un saco de huesos, una marioneta resucitada, aquél esqueleto era bastante listo. Demasiado en realidad.

—¡Imgur, necesito que me curen todo lo posible! —Esperaba que quedara claro que necesitaba que le curaran de manera externa, ya que él mismo no podía hacerlo por sus votos, y por el tono, de manera urgente. Si se había informado sobre él, y sobre todo si estaba mirando, todo eso quedaba bastante claro—. ¡Cobra los favores que sean necesarios!

No quedaba mucho más que decir. O vencía o moría, pero no iba a seguir retrocediendo, mientras otros avanzaban por aquella parte del laberinto sin impedimento, tan solo por haber tenido más suerte.

Como fuera, dio un paso al frente, acercándose al gigantón, y atacó con todo, golpeando a fondo con dos patadas que al instante parecieron rugir con un fuego abrasador.

Imgur había escuchado tu petición y te la había concedido, cobrandose algunos favores restauró toda tu vida haciendo que las heridas cerrasen y cicatrizasen, el verte vigorizado te había sentado bien ya que tus movimientos se hicieron más certeros, esquivas dos garras del esqueleto mientras le propinas una fuerte patada, aunque el esqueleto seguía en pie, era más fuerte de lo que parecía

¡Ja! Con fuerzas renovadas, sabiéndose curado, ya podía luchar con total libertad. Sentía la atenta mirada de los Patrocinadores, observando un duro combate que, seguramente, habría matado a cualquiera a esas alturas, pero no a él.

Aunque no tenía las fuerzas para volver a entrar en un estado de rabia frenética, aún notaba la sangre de dragón corriendo por sus venas, fortaleciéndole. No era mucho, pero era suficiente para mantener el tipo y golpear aquellos huesos y partirlos. Aquella marioneta no duraría demasiado; no importaba lo mucho que resistiera, al final caería.

Decidido a ello, se lanzó de nuevo a fondo, aunque esta vez con sus manos desnudas cerradas en duros puños, y sin rastro de ninguno de sus trucos habituales.

Golpeas con tus dos puños a aquella criatura hecha de huesos, tus golpes son certeros y siente como algunos huesos crujen ante tus golpes, no tardará mucho en acabar la pelea. Parece que la pelea contra el charco gris ha debilitado al esqueleto pues sus golpes no son tan rápidos cómo lo eran la primera vez que te enfrentaste a él, son lentos y fáciles de esquivar.

Algo brilla en el centro de la habitación, ¿era aquello una broma de los patrocinadores? Del brillo salió un nuevo esqueleto, aunque en apariencia más pequeño que contra el que luchas, pero ahora te encuentras en desventaja numérica

No podía luchar contra los dos esqueletos a la vez, ni siquiera completamente sano, pero tampoco quería retroceder. Tenía una oportunidad, y la intentó aprovechar. Fintó¹, buscando una abertura, pero el gran cuerpo de aquella criatura le bloqueó al instante, dejándole en el sitio.

Eso cambiaba las cosas, y tenía que arriesgar o buscar una mejor posición².

Intentas salta por el esqueleto sin éxito, el esqueleto aprovecha que bajas tu guardia para atacarte pero queda encajado en el marco de la puerta, pierde la oportunidad de poder atacarte y tú aprovechas ese momento en el que está desencajandose para moverte y salir del rango de acción del esqueleto, así solo hay uno que puede atacarte.

El nuevo esqueleto se acerca a ti y te ataca con su garra, pero se nota que es más lento que el otro esqueleto y falla el ataque

Asintió. De uno en uno podía encargarse de ellos, y al fin y al cabo, por desgracia, no se iban a ir a ningún lado, así que no había motivo ninguno para luchar contra los dos a la vez. Al menos me sirven para practicar.

Al igual que contra un saco de boxeo, derribar a aquellos seres era una cuestión de golpear, golpear y volver a golpear. Puñetazos, patadas, con las rodillas o los codos, su cuerpo entero era un arma que podía partir huesos y reducir a polvo a aquellos esqueletos.

El primer golpe hace que te desestabilices con la nieve bajo tus pies, pero consigues mantener el equilibrio y aprovechar ese impulso para golpear con fuerza al esqueleto que está delante de ti, el esqueleto contraataca pero te agachas propinandole dos fuertes puñetazos que acaban con el esqueleto hecho polvo. Solo te queda una amenaza en la otra habitación, el gran esqueleto contra el que peleabas desde un comienzo

Con aquél esqueleto derribado, tenía algo de tiempo para acabar con el otro de una vez por todas. Antes, esperaba, de que volvieran a mandarle alguna criatura por la espalda, aparecida misteriosamente cuando estaba enzarzado en el combate.

Esta vez se movió rápido y seguro, ágil como una serpiente y esquivando al grandullón. Aprovechando la momentánea sorpresa, pasó bajo él esqueleto, deslizándose bajo sus piernas, y pasando al otro lado en un instante. Antes de que le diera tiempo a recobrarse, se giró y, con la misma inercia, golpeó, formando un doble fantasmal que pareció acompañar su puño.

La sombría copia se disolvió sin llegar a hacer nada, pero el golpe alcanzó la espalda del resucitado troll, logrando otro duro impacto.

Entras en la nueva habitación, un duendecillo de hielo está sobrevolando la habitación, no te a visto llegar, tu sigilo te ha salvado, en la habitación ves dos gemas, un gran montón de monedas de oro, un rollo de pergamino y una poción, pero para poder hacerte con eso primero debes derrotar a su guardián.

Ves tres posibles salidas del lugar, dos al este y una al sur

Pasas por debajo de las piernas del esqueleto y por la espalda lo golpeas con fuerza, sientes que el esqueleto se tambalea, sus huesos se parten, pero sigue en pie, aunque tu intuición te dice que no debe quedarle mucha no vida. El esqueleto se gira e intenta golpearte, pero de un giro esquivas sus dos garras

Con una sonrisa, siguió golpeando; a aquél esqueleto no le quedaba mucho para derrumbarse, e iba a disfrutar con ello.