Partida Rol por web

El anfitrión se levanta de su silla, en cuanto comenzáis a cruzar el umbral, y hace un gesto a los sires para que no se molesten en levantarse.

-Por fin llegáis -Dice con alegría.- oh, Stepan, el chiquillo del demonio del baluarte. Tu sire me ha hablado mucho de ti y vuestros andares por Transilvania os preceden, ansiaba conoceros en persona, mi señor.

Su mirada se dirigió entonces hacia Blythe y Alberto.

-Vosotros también habéis llegado, y desde muy lejos, lamento si os ha causado molestias el viaje hasta aquí, espero que la carta con mi invitación llegase con suficiente antelación.

Era curioso, pero intencionadamente o no, solo saludo a los miembros de los altos clanes. Su mano señalo a los sarcófagos y hizo una señal, de los mismos salieron tres muchachas y un joven, totalmente desnudos, que se pusieron de rodillas.

-Quiero que os sintáis como si fuera vuestro hogar. Aceptad estos refrescos, el viaje ha sido largo y de seguro tendréis sed, alimentaos y contadme si habéis encontrado algún problema.

Melvin fue el último en llegar a la sala donde estaban reunidos los respetados señores que la presidían. El motivo fue simple... Melvin posaba ambos pies en cada escalón, primero uno y luego el otro, y una vez hecho esto procedía a bajar al siguiente peldaño. Sus sensaciones a primera vista eran bastantes claras. Cualquiera que observara detenidamente a Melvin podría darse cuenta que estaba más alicaído y más precavido que cuando recorrían la ciudad. De hecho se subió el cuello de la chaqueta e intentó ocultar lo más que pudo la parte inferior de su rostro, siendo visibles todavía la cavidad nasal y ocular del cainita.
La mirada de Melvin se enfocó en la totalidad de la sala en sí. El hecho de que no le nombraran la ayudaba a concentrarse en otro tipo de detalles, aunque pareciera que conforme más observaba más se encogía. Al cabo de unos minutos observando, pareció calmarse algo, dejando visible la totalidad de su cara, y adoptando una posición algo más erguida. Aun así se le veía todavía nervioso.
Se agachó lentamente para palpar el suelo. La dura y fría piedra se mezcló con el tacto de la mano de Melvin, recorriendo primero una de las losas, y más tarde los huecos que la conectaban con la siguiente. De esta manera desplegó su mano en dos losas más, cuál pastor acariciando su cánido guia.
Tras esto volvió a levantarse, y fue entonces cuando dispuso su atención a quienes estaban en la sala. Allí estaban todos sus acompañantes (sí... todos habían conseguido bajar de manera exitosa) esperando turno para hablar, acomodarse o realmente saber por qué estaban allí. Alrededor de una gran mesa, el anfitrión se dirigía a algunos de sus acompañantes, nimiedad sin importancia a la que no daba valor alguno. Simplemente quería saber por qué había sido llamado allí.

Austère reprimió un grito de júbilo al ver a su maestro entre los presentes. Hacia años que no lo había visto, y el primer impulso que tubo habría sido el de acercarse corriendo a él a estrecharle la mano y contarle las nuevas buenas, pero una mirada significativa de su Sir había frenado a tiempo al cainita.

A pesar de todo, al contrario de Melvin que se había quedado rezagado, ahora Austère estaba el primero, mas avanzado incluso que los miembros de alto clan a los que había nombrado el príncipe en lugar de a él.
Puesto que su maestro no cubría su rostro con disfraz alguno ni ilusión, el marionetista hizo lo propio, para espanto y desgracia de algunos de sus compañeros.

El apuesto joven de castaño pelo ondulado era ahora un cadáver calvo, que carecía de párpados y labios y con múltiples cicatrices por el cuerpo. Su expresión era de un muerto de sonrisa cadavérica y glóbulos oculares muertos de color lechoso hundidos en sus cuencas. El conjunto de estos simpáticos rasgos hacían parecer que el Nosferatu estuviera siempre feliz y sorprendido.

El poco agraciado cainita intento comportarse de la forma mas "normal" posible, todo un logro para alguien que desconocía su significado. Así y todo, y aunque no conocía el proceder apropiado, contuvo la tentación de hacer una de sus números y dedicó una exagerada reverencia a los presentes, tal fue el saludo que de haber tenido nariz habría tocado el suelo.

Tras el ofrecimiento del refrigerio Austère no pudo contenerse mas.

-Gracias por su acogedor recibimiento y generosidad, excelencia. Con sumo gusto tomaré un sorbo... ¡o quizás dos! El polvo del camino me dejó seca la garganta. -Dice, esforzándose por no haber hecho o dicho algo que ofendiera a su anfitrión y alternando la mira en su Sir, esperando ver algún gesto que le informara de si había actuado bien y si podía acercarse al recipiente.

Reconocio rapidamente al Ghoul Hadel, y le dedico una sonrisa, quien sabe si amable u oscura, la compañia del resto no le desagradaba, de vez en cuando lanzaba un bocado al aire hacia la esclava y despues reia, o la miraba cuando nadie atendia y se pasaba la lengua por los dientes, ante la peticion de dejar a los Ghouls en la plaza Stepan miro a Ian y asintio, ademas, este tenia que vigilar su nuevo juguete, que aun tenia que despertar, siguio  Hadel por el almacen intercambiando historias, hablando de esto y lo otro, lo ocurrido en aldeas vecinas y pueblos cercanos, ninguna historia se salvaba de su parte desagradable, aunque a los dos parecia entusiasmarles estas partes, el camino es dificil y oscuro, se alegra de haber dejado a Ian atras, la conversacion calla cuando llegan a la oscuridad, y siguen en silencio recorriendo los tortuosos caminos.

Por fin, llegan a la estancia donde han sido llamados, al ver a su sire en la sala Stepan se queda algo serio, y pierde la sonrisa tipica que le acompaña, rapidamente inicia una reverencia hacia este y su atencion es captada por el señor del lugar, el cual se dirige a el con elogios- ah..vuestro interes en mi me alaga mi señor, pero no soy digno de tal- realizo de nuevo una reverencia a su interlocutor.

Observo el sarcofago y a los que salian de el, vaya, "solo un bocado" penso y con una sonrisa amable se acerco a una de las muchachas- el ofrecimiento se agradece, y ante tal oportunidad uno no puede negarse - se situo ante la joven, y miro de reojo a su Sire, y acaricio el cuello de la joven mordiendo poco despues, de espaldas al resto, tapando el acto ante los ojos del resto de presentes, cuando termino, se retiro, y se limpio con un pañuelo.

sabia lo que estaba pensando si sire, pero no iba a dejarlo en evidencia delante de todo el mundo, cubriendo con su cuerpo el angulo de vision al resto, undio su dedo pulgar en el cuello y separo algunas terminaciones nerviosas,  despues mordio, para beber un poco, tan solo un sorbo, al terminar, paso de nuevo los dedos, cerrando las heridas y recuperando las conexiones nerviosas de nuevo.

Austère deja que Stepan se adelantase y diera el primer bocado. El Nosferatu sabia perfectamente cual era su lugar, al menos de momento.

-¿Aún tenéis sed después del tentempié que os disteis esta noche? ¡Sin lugar a dudas sois hombre de gran apetito! -Pregunta en tono incrédulo, mientras alterna la mirada entre el vástago y la muchacha que llevaba el pañuelo que Austère le había regalado para tapar la herida. Un gesto mas que significativo y gestual que el de cualquier mimo. Si la intención del cainita era de chivarse, su tono de voz, y aun menos su rostro, delataban sus intenciones.

Alberto avanzaba con precaución por los pasillos oscuros, en silencio, cualquier sonido alcanzaba una alta reverberación en esos angostos pasillos oscuros. Al parecer, el final del camino se abre delante de el grupo. Tras vislumbrar la reunión que allí se celebraba, con su sire en la mesa, y probablemente con gente también, importante. Volvió a saludar de la forma peculiar.

Se sacó por completo el sombrero y con una mano delante, sujetándolo, y la otra detrás, por la espalda, realizó una correctísima reverencia a todos los integrantes de la reunión precedente. - Buenas noches damas y caballeros, Alberto Jimenez se presenta ante ustedes. Es un alago poder estar es vuestra presencia.- Avanzó hasta la mesa y depositó allí su sombrero adornado, siempre con el porte caballeroso. Pero no se sentó. - Muchas gracias, por vuestro ofrecimiento, caballero, si me lo permiten ustedes, creo que un poco de sabor, no le vendría mal a este pobre servidor, si me permiten.  - El noble, se retiró un poco hacia la oscuridad, para poder alimentarse de una de las "vasijas".

Dejar a Fantasma fuera no era una opción. 

Para Blythe, el lobo no era un simple animal, era su hermano, su amigo, y como tal, tenía tanto derecho como ella a entrar. Además, aunque le hubiese dicho que se quedase fuera, el cuadrúpedo hubiese encontrado una manera de entrar, tanto por las buenas, como por las malas. Así pues, ahí estaba, olisqueando el ambiente que ahora se presentaba ante ellos. 

Cuando Fantasma reconoció al lobo negro de ojos verdes que yacía a los pies de uno de los presentes, sus orejas se irguieron repentinamente, y su cola se meció un par de veces. Pero ni aún sucediendo tal cosa se movió del lado de su dueña. Paciente, aguardó a que ella fuera la que se moviese. 

En cuanto a Sherazhina, Auffrye aún se empecinaba en protegerla, por lo que a ella, tampoco dejó que la retuviesen fuera. Una mirada bastó para que la dejasen entrar con ella, y unas amables palabras hacia la esclava, intentaron tranquilizar a la humana. Ahora que sabía que contaba con el apoyo del Caballero Elegante, se sentía algo más tranquila, pero no tanto como para bajar la guardia. Aún no conocía al hombre tan bien, y era mejor mantener la cautela, al menos de momento. 

Gracias a los 'problemas' que pudieron causar la entrada de Sherazhina y Fantasma, la vampiresa fue casi de las últimas en llegar a la sala, tan sólo por delante del que se había presentado como 'Melvin'. No le extrañó ver que el grupo que se había reunido frente a la muchedumbre que amenazaba con -quizás- quemarlos, se hallaba allí presente, así como tampoco le sorprendió que uno de ellos hubiese cambiado de aspecto. 
Ciertamente, aquéllo le había parecido a la chica no tan importante como el hecho de que allí estaban todos, en frente a un grupo de personas que pronto pasaría a conocer. 

De entre los que ocupaban anteriormente la sala, sus gélidos ojos descubrieron al instante a la figura que poseía el mismo cabello rubio platino que caía sobre sus mejillas, ordenado más que con esmero. Al ver allí a su sire, si bien su marchito corazón se alegró sobremanera, su expresión permaneció distante, rígida, y tan sólo le ofreció una breve mirada antes de centrar su atención en aquél que presidía la mesa. 
No hacía falta ser muy listo como para advertir quién era o podía ser aquél hombre vestido con nobles ropajes, y con una cabellera castaña. Cuando él tomó la palabra y se dirigió a ellos, Blythe no dudó en hincar una rodilla en el suelo, posar su mano sobre la empuñadura de su espada -con el típico gesto de un caballero honorable, aunque quizás un tanto fuera de lo común en un cuerpo tan menudo y femenino como el suyo- e inclinar levemente la cabeza, a la par que pronunciaba con su melodiosa pero respetuosa voz: 

"Your Highness..."

Fantasma se acercó a ella entonces, y continuó aguardando pacientemente, a la par que sus rojizos ojos se mantenían alerta, dejando que su dueña prosiguiese: 

"Es un honor que nos recibáis en vuestra morada, mi señor..." Alzando la cabeza primero, y luego poniéndose de pie, a la par que sonreía de lado, como una chiquilla que acabase de hacer alguna travesura e intentaba parecer inocente: "No más molestias que las de horrorizar a Lady Kendrik observando a su protegida partir con una armadura en vez de un vestido..." Sus ojos se posaron entonces en su sire, durante otro fugaz segundo, casi burlones, como si las palabras fueran mas dirigidas a él, que al hombre que los había recibido. 

Rascando tras la oreja al lobo, la joven observa al único chico que se les ha sido ofrecido, y más por respeto, que por otra cosa, Blythe se encamina hacia él, no sin antes decir: 

"Sois muy generoso, your Highness..." 

Y con sumo cuidado, hundió sus colmillos en el cuello del joven, para retirarse casi al instante, cuando oyó las palabras del Nosferatu, y mordiéndose levemente el labio inferior, se alejó de su presa, para volver al lado de Sherazhina, y añadir suavemente a Austère: 

"Quizás su apetito no consiguió saciarse entonces, cuando se prendió desesperadamente de esta mujer, mi buen señor..." Siempre respetuosa, pero con cierto brillo en los ojos que sólo uno de los presentes de la sala podría intentar descifrar, quizás. Alzando la barbilla de manera un tanto varonil, la joven volvió a hablar: "Pero... De todas maneras..." Mirando al vampiro de cabellos castaños: "Habéis señalado que nos refiramos a los problemas que hemos hallado en el camino, mi señor, y mucho me temo que hubo algo que, al menos a mí, me ha parecido sumamente extraño... Y estoy segura de que a los demás... También..."

Obviamente refiriéndose al incidente de la turba con antorchas y el enorme hombre que les habló en la antigua lengua. Permaneció en silencio entonces, mirando al resto, para ver si ellos, o quizás el Señor del lugar, deseaban hablar primero. 

Tras una risilla y leve cabeceo como signo de estar de acuerdo con la noble llamada Blythe, el repugnante no-muerto se acercó al recipiente que parecía menos pálido para drenar aquel líquido que les era tan preciado a los vampiros.

Austère bebe pues de una de las mujeres sin ocultar su acto. Quien tuviera estómago para presenciar el desagradable espectáculo era libre de hacerlo.

No se sentía muy cómoda en el nuevo lugar en el que se encontraban, pero al ver a su sire su expresión cambió y tras agraciarle un saludo sin mediar palabra, se sintió más cómoda e incluso el lugar se hizo mas acogedor para ella, tanto que ni el turbador cambio de aspecto y la apariencia de algunos de los presentes le había afectado.

A Thraven le estaba intrigando lo que al parecer eran unos polémicos acontecimientos, pero interesada solo por el abrumador deseo de haber podido presenciar algo que podría haber sido emocionante. Un tanto apenada por ello pero intentando no darle transcendencia al asunto y tras agradecer con un gesto al anfitrión se dirigía sin mayor demora a saciar el apetito.

A pesar de ser una persona bastante empatica era dificil deducir sobre que podia ser la conversacion de los antiguos vampiros antes de vuestra llegada.

Pudiste llegar a percatarte de que tu sire parecia ser el que estaba hablando cuando entrasteis, lo cual era propio de el. Pero nada mas.

Chica 1: 3/10

Chica 2: 2/10

Chica 3: 2/10

Chico: 2/10

La sangre de la joven es una delicia, sin duda de las mejores que has probado, es lo que tiene cuando uno se alimenta de una joven sana en lugar de alguna ramera infestada de enfermedades.

Claro que quizás al príncipe no le haga gracia que una de sus criadas adquiera la lepra, pero al menos tu sed esta saciada, aun no estas lleno, pero poco te falta.

La sangre del joven sacia tu apetito a la perfección, sin duda a sido exigencia de Eldridge que ese hombre estuviese allí. Aun no estas totalmente llena, pero poco te falta.

Tu plan funciona, nadie parece percatarse de su estratagema aunque prácticamente te duele en el alma no oir gritar y patalear a es muchacha, comprendes que es un por un bien mayor (o por un mal mayor, según se mire).

Su sangre te alimenta, a pesar de no saciar tu apetito, contribuye a que tu reserva aumente.

Te cuesta controlarte al probar la sangre de la mujer y es que es deliciosa, sientes que poco te falta para perder el control y dejarla vacía, tus ojos brillan con la intensidad de la bestia pero puedes controlarte a tiempo y separarte de su cuello.

Aunque aun estas lejos de sentirte saciado, al menos ya no estas sediento.