Partida Rol por web

Quizá optar por una despedida educada y correcta fue la mejor opción. Estaba claro que con este tipo vuestros caracteres chocaban de frente.

- Gracias por esos buenos deseos, igualmente – Sin más motivo para quedarse, una vez recogiste tu compre arrancó su coche alejándose.

Entre unas cosas y otras ya era la hora de comer. Quizá hasta tus padres se hubiesen preocupado y más con las noticias de la radio con las que les habías dejado.

Vi alejarse el vehículo y suspiré con resignación. Hoy no me había ganado un amigo precisamente...En fin, probablemente no volveríamos a vernos si el seguro cumplía con su obligación... Cargué todo lo que pude y dejé fuera los paquetes más pesados, como el combustible del generador, y entré en casa. Ya empezaba a tener hambre y esperaba que mis padres no se hubiesen preocupado.

- ¡Ya estoy en casa! - Llamé mientras entraba. - Creo que te traigo todo lo que pediste, mamá. Pero un coche me dio un golpe y he tenido que dejar el mío para que lo lleven al taller. Así que tendré que usar el vuestro para moverme por el pueblo, ya que según parece han cortado las salidas hasta nuevo aviso y tendré que quedarme un poco más. ¿Lo oisteis en la radio?

Lo que a mí me fastidiaba por el trabajo a ellos les gustaría porque podrían tenerme un poco más en casa. Y esa parte no me disgustaba, pero me olía muy mal lo de que nos incomunicaran. Por la tarde saldría de nuevo a ver qué averiguaba.

- ¿Qué dices, un golpe? - Dijo tu madre saliendo a tu encuentro y con evidente preocupación - ¿Estás bien? - Te miró de arriba a abajo y te ayudó cogiendo alguna de las bolsas de la compra.

Luego al tratar el tema de los sucesos... - Si, lo hemos escuchado en la radio, no se puede salir del pueblo. Y claro, puedes coger el coche – Te dijo tu madre – Ya tengo la comida preparada, debes de tener hambre.

Llegaste al salón, tu padre estaba sentado en el sofá, con la tele apagada, pero la radio en marcha.

Ayudé a papá a sentarse a la mesa y les conté lo sucedido con el señor Freeman y cómo había intentado comprar un billete de autobús sin éxito. Hablar con ellos me relajaba, y me hacía ver que quizás había reaccionado muy a la tremenda...pero ya no tenía remedio.

Después de comer le pedí a mis padres que me acompañase a ver si podíamos arrancar el viejo generador con el combustible que compré en la tienda. Querría tener algo de luz cuando llegase la noche.

Mientras comías, una de esas comidas caseras que tan bien le salían a tu madre. Los pusiste al día con lo que había sucedido desde que saliste de casa.

Tus padres fueron más que comprensivos y más con la que estaba cayendo. Tu madre te dijo que lo importante era que el tema del coche ya estaba a buen recaudo. Como ya te habían dicho, que podías usar el coche de casa, y que si para salir del pueblo o para lo que fuese necesitabas dinero, que no te preocuparas por eso.

Así terminó la comida y tras ello te dispusiste a ver que se podía hacer con el generador. En la parte trasera, donde estaba el jardín , estaba el cuarto “trastero” y posiblemente el generador. Tu madre se prestó a acompañarte y fue a por la llave para abrir el cuarto. Al abrir la puerta te encontraste con muchos recuerdos, antiguas muñecas con las que jugabas de niña, libros del colegio... Era un pequeño museo de tu infancia. En un rincón, bajo una vieja sábana se encontraba el generador. ¿Aún funcionaría?

Entrar en el trastero hizo que me asaltaran un montón de viejos y buenos recuerdos de mi niñez. Fue como un golpe de nostalgia...Me quedé unos momentos saboreando las imágenes que venían a mi mente. Y luego volví a la realidad. El generador. Allí estaba. No tenía ni idea de lo que había que hacer para hacerlo funcionar. Toqueteé un poco los botones a ver si funcionaba.

- ¿Tú sabes cómo va esto, mamá? Habrá que preguntarle a papá, y si funciona, que nos diga dónde conectarlo para tener luz en casa.

Busqué alrededor por si tenía libro de instrucciones. Ojalá funcionase mi móvil. En youtube habría tutoriales sobre el tema seguro.

- Creo que hay que tirar fuerte de un cable, al menos es lo que recuerdo que hacía tu padre - Respondió tu madre.

Con respecto al manual ni rastro, con la de años que tenía a saber. Al fijarte un poco más viste una anilla amarilla que estaba sujeta al cable que decía tu madre. Hiciste un par de intentos, el cable estaba muy duro y pese a todo tiraste de él, pero el sonido no era normal, hacía una especie de “tos” y ya. Aquello estaba muy lejos de arrancar.

- Ten cuidado, a ver si te vas a hacer daño, igual que mejor vamos a por tu padre – Sugirió.

Madre mía, qué sonido más chungo hacía ese trasto, y qué duro el cable...

- Sí, va a ser lo mejor. Que nos lo explique papá antes de que estropeemos algo. Igual lo que le falta es el combustible. Yo he comprado diesel en la tienda.

Volvimos a casa y asaeteé a papá con preguntas:

- Papá, nos va a hacer falta tu ayuda. Encontramos el generador en una esquina del trastero pero hace un ruido muy raro, como si estuviese acatarrado. He comprado diesel, ¿será  que le hace falta eso? ¿Por dónde se le echa? ¿Hay que hacer algo más que estirar del cable? ¿Conectar ese trasto a algún sitio?

Ojalá hubiese prestado atención cuando era pequeña y papá trasteaba con ese tipo de cosas...ahora no sería tan negada para la mecánica.

Tu padre te escuchó atentamente – ¡Llevadme allí! Será más fácil deciros como hacerlo con él delante – Y aunque levantó un poco la voz no era por enojo, sino tal vez de la emoción de sentirse útil de nuevo

Sabías que ti padre no daría el brazo a torcer en eso hasta que lo llevarais, además así seguramente sería más fácil - Primero sacarlo de la caseta o se llenará de humo. Luego hay que quitar este tapón y llenarlo de gasolina – Esperó a que lo hicierais y lo volvieseis a tapar – Ahora hay que girar la espita para que baje la gasolina – Era una palanquita pequeña – Ya está listo, ahora es cuando se tira del cabre. Si no puedes déjame a mi, John Miller aún guarda algo de fuerza....

Fui siguiendo las instrucciones de papá, paso a paso. Se le veía feliz de resultar útil, y yo quería aprender, nunca se sabe cuándo volvería a tener necesidad de arrancar uno de estos trastos. Por fin estuvo listo, sólo faltaba estirar del cable.

- Espera papá, creo que podré yo sola.

Y dicho esto, di un fuerte tirón, y esperé haberlo conseguido.

Al primer tiró el motor tosió de nuevo, estuvo a punto de mantenerse, pero se apagó. Hiciste un nuevo intento y esta vez el motor si se mantuvo con “alegría”

- Bien... - Te dijo tu padre sonriente – Lo único es que con eso no vamos a poder mantener toda la casa. Quizá la nevera y poca cosa más.

Entonces te diste cuenta que con tanto tirón de cable te dolía el brazo y hasta habías comenzado a sudar. Pero al menos tenías la satisfacción de haberlo logrado y por el momento era una preocupación menos.

Uff, estaba agotada, pero feliz de haberlo lograda. Y entoncs, las palabras de papá me cayeron como un jarro de agua fría.

- ¿Sólo la nevera? Vaya, qué chatarra, yo esperaba que diese para más. - Un mohín apareció en mi cara durante un momento. Pero luego vi a papá sonriente y se me pasó un poco. - ¿Y ahora qué? ¿Cómo lo conectamos a la casa? También habrá que ir buscando velas para la noche si esto no se arregla, para no malgastar el combustible. ¿No tendrás guardada por ahí alguna lámpara de aceite del año de la picor, no, papá? - Lo miré con ternura porque sabía cuánto le costaba tirar cosas, y quizás alguna otra antigualla nos sirviese por el momento. Aunque esperaba que todo esto durase poco y no hiciese falta tanta precaución. 

- Cuando lo tengamos todo me iré de nuevo con vuestro coche al ayuntamiento, a ver si me entero de qué ha pasado y cuándo lo van a solucionar.

Tu padre se levantó de hombros – Este generador está pensado para enchufar herramientas, luces y cosas así. No necesitaba más cuando lo teníamos en el campo... - Con respecto a como enchufarlo añadió – Tengo una bobina de cable de 20 metros, creo que será suficiente para que llegue. hasta el centro de la casa.

Luego tu madre se encargó de ir a por las velas al desván y allí encontró un viejo candelabro, pero no lámpara de aceite.

Con esto estaba más o menos todo. Ya era media tarde y había que pensar en que hoy en muchos sitios no habría luz artificial tras la puesta del sol. ¿Cómo se comportaría la gente? Habría que confiar en que se comportaran de forma racional.

Con todo organizado más o menos, me sentía de nuevo con libertad para ir a ver qué pasaba.

- Mamá, podrías hablar con los vecinos por si necesitan algo. A nosotros de momento nos funciona la nevera. Tal vez quieran meter algo, o mucha comida se echará a perder. Yo voy de nuevo al centro, a ver si el alcalde nos da alguna explicación de qué ha pasado y cuánto van a tardar en arreglarlo. Volveré a cenar, ¿vale?

Besé a mis padres, cogí las llaves de su coche y me dispuse a hacer lo que les había dicho. Pero daría un rodeo para pasar por donde ví el humo esa mañana, y después al ayuntamiento o a la oficina del sheriff.

Al menos ahora la comida no peligraba y suponía un respiro por el momento. Tu madre asintió a lo de ponerse en contacto con los vecinos, ya se sabe como van estas cosas, podría ser un “hoy por ti, mañana por mi” por lo que tal vez más adelante fuesen ellos los que les pudieran echar un cable.

- Ve con cuidado hija – Te dijo tu madre que como siempre se preocupaba.

Subiste al coche y decidiste que antes de pasar por el ayuntamiento pasarías por donde viste el humo esta mañana.

Tras cinco minutos de carretera divisaste unos conos de tráfico que cruzaban la carretera de parte a parte. La hierba a los alrededores estaba chamuscada como si hubiese habido un pequeño incendio y restos pequeños restos metálicos alrededor. Unos metros más allá había unas vallas amarillas con un cartel de “No pasar”. Tras la valla había gente... Entonces te diste cuenta que se trataba del ejército y parecían estar “desplegándose” dejando una distancia de unos 10 metros entre cada soldado y de espaldas a tí.

Qué demonios....- Aparqué el coche en la cuneta y me bajé. Decidí acercarme justo hasta el límite de la valla que indicaba que no debía traspasarse, mientras me dirigía a los soldados que tenía más cerca.

- ¡Disculpen!! ¿Podrían explicarme qué está pasando y por qué no se puede pasar?

Mientras caminaba miraba con atención la hierba chamuscada y los pequeños restos metálicos, buscando algún detalle que aclarase su origen.

Bajaste del coche y comenzaste a inspeccionar la zona. Lo que quedaba claro era que la utilidad de todas aquellas señales era la de que la carretera permaneciese cortada. Los cables telefónicos que iban de poste en poste estaban cortados y en el suelo, como si nadie hubiese intentado repararlos.

Recordaste aquella columna de humo que había por la mañana y lo que dijeron en el supermercado del accidente de una avioneta, quizá esos trozos metálicos tenían que ver con esto. Lo que te resultó extraño es que no oías a ninguno de los militares y tampoco nadie se molestó en responderte.

Justo en ese momento además llegó una furgoneta con una parabólica en el techo. Bajaron un par de personas, una chica rubia con un micrófono en la mano y un hombre que portaba una cámara de televisión. La sensación era muy extraña pues seguía sin escucharse nada de lo que pasaba al otro lado.

Como ibas mirando con detenimiento viste que entre las vallas y el camión de los militares había algo que reflejaba ligeramente la luz, a un par de metros delante de tí, parecía una especie de cristal y quizá el origen de que no se escuchara nada de lo que sucedía al otro lado.

Aquéllo era muy raro. ¿Por qué no se oía nada? Los militares no podían ser tan silenciosos. Me apreté los oídos un momento, por si se me habían tapado o algo, y tragué saliva, el viejo truco para destaponarlos. Pero nada.

- ¡Oigan, les estoy hablando!

Ví algo que reflejaba la luz, a un par de metros. Me acerqué con cuidado y extendí la mano para tocarlo.

De nada sirvió intentar destaponar los oídos, de hecho te diste cuenta que los pájaros y demás cosas que tenías detrás si los oías, el problema estaba delante. Justo donde ese reflejo.

Estiraste la mano y sentiste como un hormigueo, como si hubiese un poco de corriente eléctrica, como era algo molesto la retiraste.

De los militares ninguno te hizo caso. Los periodistas si que comenzaron a gravar, la reportera, micrófono en mano, de cara a la cámara y de espaldas a ti.

Aquéllo era muy, muy extraño. ¿Por qué no podía oir a todas aquéllas personas, pero sí a los pájaro? ¿Y por qué ellos no me oían a mí? Al estirar la mano, aquél "algo" que reflejaba me dio una especie de pequeño calambre, y la retiré. ¿Qué era aquéllo? Decidí coger alguna pequeña piedra del suelo y lanzarla hacia "eso". Si lo atravesaba y daba a alguno de los periodistas o soldados tal vez se diesen la vuelta y me hiciesen algo de caso.