Partida Rol por web

El agua no te estaba dando ningún problema, pero el muro aún estaba ahí y tú estabas empapado, parecía que iba a costar, peor el cofre del premio aún estaba arriba y eso te dió animos para un impulso más

VAMOS

El cuerpo, negro como la noche, con ojos, boca y demás orificios de color blanco nuclear, emanando energía como una lámpara recubierta de plomo, se abalanzó sobre ella pared. Ningunos clavos de crucifixión brotaron de las extremidad. Un simple estallido de energía, extenuante y que marcaba el límite entre las reservas de energía y la última línea de vida, el último chakra, inundó el ambiente. Una ola azul que barrió el aire, purificándolo. Y el cuerpo volvió a emitir aquel destello de celeridad final. Sombras del cuerpo se movían a su espalda como una estela borrosa, producto del desdoble de la realidad y del cuerpo, que amenazaba con separarse del arma por llevarlo hasta aquel extremo.

Y sus músculos, como era menester, se tensaron, consumiendo toda la energía necesaria para quedarse en el límite del abismo que separaba los hidratos de carbono de las puras proteínas y las grasas. Un esfuerzo más y no le quedarían reservas, valiéndose únicamente de la energía que le sujetaba a la vida.

Ya no habían más trucos, ni sobreesfuerzos. Había llegado al límite, y era conseguirlo en aquel momento, valiéndose de su mero cuerpo y habilidad, o rezar para que la suerte le acompañase.

Saltó sobre la pared.

Y alcancé la cima. El cofre se alzaba ante mi, y no parecía querer retirarse. No sabía lo que había dentro, y no había llegado hasta ahí a tal velocidad por el cofre, sino por satisfacción personal. Lo había hecho sin volar, y sin teletransportarse. Sin hacer trampas, o eso consideraba. No concebía que usar la energía de su cuerpo fuese hacer trampas. No podía concebir que el propio cuerpo pudiese ser algo externo a las reglas.

Pero se notaban claramente los efectos de haber forzado el cuerpo.

No estaba cansado, en absoluto, pero el cuerpo había vuelto a la normalidad. No había fuego, ni chispas doradas, ni aire enardecido. Era, a todos los efectos, una apariencia corriente, elegante, pero corriente.

El proceso era interno. Las energías, segundo a segundo, se consumían. En cuestión de minutos empezaría a notarse, y en media hora estaría destrozado por dentro. Pero tenía un plan, como siempre. No sería muy listo, pero sabía cuidar de mi mismo, o eso creía.

Podría haber volado hasta el cofre, pero no había llegado hasta ahí por agua y metal para echar a surcar el aire. Avancé paso tras paso y me coloqué ante el cofre. Intenté abrirlo.

Mi Alma estaba bajo mínimos, pero se regeneraría y era algo que podía esperar.

Mierda... como he podido fallar no puede ser, debo darme prisa y seguir si me atraso tanto no llegare muy lejos, sin pensarlo me lancé nuevamente a la tarima y decidido a saltarla y a continuar con la prueba, no podía seguir fallando así.

Comienzo a correr por el camino que poco a poco se convierte en una pendiente ascendente que es llana y perfecta para correr sin obstáculos más que el viaje de subida.

Al acercarte al cofre este suelta un chasquido, y lo que parece ser la cerradura gira sobre sí misma media vuelta, tras lo que se oye un chasquido más fuerte y el cofre se abre.

De él sale una luz que te relaja y notas como si te reestableciera, dejando de estar tan agotado; pero en ese momento se oye una voz ampliada como antes, es Saisu.

-Bien hecho, por tu velocidad y precisión para conseguir esta prueba te damos 55 puntos más, 50 por llegar al cofre y el cofre te da la oportunidad de "saltarte" una prueba de las que tienes que hacer a tu elección, se te consideraría que la has aprobado aunque no ganarías puntos por no hacerla, o puedes intentar hacerla y si no se te da muy bien usarla para recibir un visto bueno y llevarte los puntos que pudieras conseguir. Puedes tomarte el resto del día como descanso.

Las luces se encienden por completo y ves que en contraposición con la puerta por la que entraste aparece otra para que salgas de allí

Reestablecido.

Así me sentía. No totalmente, pues hubiese sido demasiado, pero siempre era de agradaceder algo así. Creía que aquella era una energía prestada, pero seguía siendo útil, y al fin y al cabo, ¿debía hacerle ascos cuando yo era un ladrón de cuerpos?

- Gracias- musité haciendo leve reverencia.

Acabado el espectáculo hice mutis por el fondo y me encaminé hacia la puerta. La abrí y la crucé.

Mi plan era simple... descansar durante horas. Tenía muchas reservas, y eso implicaba que también debía esperar mucho tiempo para recuperarlas. El cofre había ayudado, aunque no era del todo necesario.

Oteé, buscando un edificio alto sobre el cual posarme cual ave. Ventajas de poder volar sin alas.

Continuas saltando y llegas al final, donde encuentras unos escalones que te llevan a un terreno llano, perfecto para correr, pero con una ligera pendiente ascendente

Según comienzas a correr notas que te cuesta, como si no hubieras acompasado bien la respiración con la carrera y te estuviera faltando un poco el aire

AL fin había acabado de saltar y ahora tocaba correr, la armadura se adaptaba bien a mi, no pesaba demasiado y era cómoda en las pruebas, definitivamente le iba a coger cariño y quizás debería ponerle un nombre, ya se lo pondría, ahora debía enfrentarse a las pruebas.

corres sin ningún esfuerzo durante todo el llano y llegas a otros escalones que te llevan ha otras pruebas

Llegas al final del llano y te encuentras ante los escalones que te llevan a la siguiente prueba

Trece enervó la espalda, y sin alas, echó a volar. ¿Adónde? A la copa del edificio más alto. Sobrevoló el cielo ignorando las lucecitas que había abajo y arriba, centrándose únicamente en el viento.

Una vez alcanzado el lugar, se sentó en la cima y colocó los pies en posición de meditación. Colocó las manos una a cada lado y trazando un círculo con los dedos índices y pulgar, se puso a levitar.

Acumulaba su aura.

Dejaba de acumularla.

Acumulaba su aura.

Dejaba de acumularla.

Aquella esencia dorada le rodeaba y desaparecía de forma intermitente.

Sí.

No.

Sí.

No.

Permaneció así, con los ojos cerrados, suspendido en el aire, sentado, a uno centímetros sobre el edificio más alto de aquel tecnológico lugar. Permaneció horas y minutos hasta que se sintió pleno y satisfecho una vez más.

Acabado aquel periodo de descanso, se quitó uno a uno los refuerzos y los fue colocando.

Se quitaba uno.

Se lo colocaba.

Se quitaba otro.

Se lo colocaba.

Así hasta creerse que había pasado por chapa y pintura. Mientras se quitaba los refuerzos y se los colocaba, dejaba que su apariencia física cambiase al hacerlo. Pasó por un total de veintiséis formas, a dos formas por cada refuerzo, a una por acción.

Sólo entonces se sintió descansado y se atrevió a bajar del cielo para buscar a Alice.

Elijo el camino de los muros y doy mi mejor esfuerzo ansiando la siguiente prueba.

Seguí el camino sin esfuerzo hasta llegar a la siguiente prueba... estaba jodido, en ambos caminos mi habilidad era mas que nula, pero no podía detenerme no ahora, fue hacía la derecha, a trepar, al menos era mejor que el equilibrio.

Te intentas enganchar al muro pero al hacer fuerza para trepar te caes volviéndo al suelo