Partida Rol por web

-Exhibicionista... 

Me acerqué a la caja donde se guardaba la cosa esa con pinta de mono feo y me pensé si sería mejor no ponérselo. Seguro que con esas cosas aun les podían dominar más y que tenían un sistema para saber lo que se les pasaba por la cabeza. Seguía con mis dudas de a quien era fiel esa armadura. ¿Me sería leal a mí o a la gente que dirigía ese lugar? 

Cogí el mono y comencé a caminar hacia los vestuarios.

Al llegar al Edificio de prácticas donde están los vestuarios indicados por el Maestro de Forja, véis que en la Plaza se están empezando a congregar los instructores, destacando sobre todos ellos el Jefe de Médicos, Anderthael, vestido con su túnica blanca impoluta, su melena plateada y destacando sobre los demás por las dos enormes alas luminosas que tiene a la espalda, que parece estar hablando con un hombre vestido de traje, como si estuviera a punto de irse a una fiesta aristocrática.

Al llegar al edificio y entrar a los vestuarios (que son unisex, aqui no hay diferencia por sexos) véis que es una sala completamente nueva, con varias cabinas, por llamarlo de alguna forma, que están abiertas dejando ver en su interior una pequeña percha, un banco para sentarse y un tubo que parece ser una "ducha" por lo que habéis oido hablar, un ingenio que permite rociarte de agua y lavarte sin tener que llenar toda la bañera.

El hombre bien vestido lo reconocéis como Xión, el profesor de artes mentales, y parece estar algo emocionado, cuando lo normal es que sea frío como un tempano de hielo... y eso os escama.

Llego y busco un lugar para vestirme. Cuando al fin me meto me pongo a pensar que el lugar fue renovado para mejor. Por lo menos a mi me gustaba mas. Luego de bañarme me coloqué con duda y desconfianza aquello que nos habian dado, la bendita armadura. No tardé mucho en bañarme y cambiarme asi que esperé al resto. Una vez listos volvimos a la sección del edificio donde los instructores se reunian. Reconocí al maestro de artes mentales. Maestro su emoción hoy es destacable Me gustaba su frialdad, de echo me encantaba. No daba vueltas siempre directo al punto. Pero hoy se notaba extraño. Parecia bastante emocionado por algo y eso me intranquilizaba en el fondo. Mi expresión no denotaba sorpresa pero él si sabía que yo lo estaba. Y sabía aquel secreto...

-Anderthael...-musité mientras iba con Kalth-iagos hacia los vestuarios, quería ir a abrazarle, pero lo primero era lo primero asíque me conformé con levantar una manita hacia él a modo de saludo con una sonrisa amplia e inocente. Al acercarnos a las cabinas arrugué la nariz.

Individuales...

-Lo siento Kalth, no vamos a poder cambiarnos juntos-le dí unos palmaditas en la pierna tirando del trajecillo ese extraño talla micro-¡te echo una carrera para ver quien termina antes!

Asentí y me metí corriendo a cambiarme, tenía que salir antes.

Me cambié a toda velocidad y salí un instante antes de que lo hiciera Rei

Esbocé una sonrisa y levante el pulgar a modo de símbolo de victoria

Ibamos muy igualados en velocidad, peeero ese estúpido traje oscuro y raro no quería que terminara de pasar la pierna y para cuando salí, en vez de corriendo, como lo hacía Kalth, lo hice dando saltitos intentando terminar de abrochar el traje.

-...menuda guarrería, voy a ponerme la ropa encima-rezongué viendo que había perdido, en lo que el traje adquiría la tonalidad de mi piel según andaba. El maestro de forja tenía razón, se adaptaba completamente a mis necesidades... por el momento. Al salir con mi cuidadísimo traje estrenado esa misma mañana tiré un poco de Kalth.

-Quiero ir a saludar a Anderthael-le informé, ignorando al resto del mundo, total, no les tenía que rendir cuenta para nada, y sin más emprendí una mini carrera hasta el hombre alado de cabellos níveos con los brazos abiertos para darle un abrazo molón de los míos.

Tras una efímera mirada a Alice, armadura adaptativa en mano, caminé patosamente hacia el cubil que hacía la función de ducha. Poco importaba la fusión de sexos, pues tenía ambos a la vez si así lo deseaba, y mi cuerpo era el que quisiese, pero aún así, una vez dentro, cerré la salida y miré al techo, asegurándome de que nadie miraba.

Me senté en el banco y abrí el exprendedor de agua. Tras unos minutos cambiando de forma, adoptando una forma hídrica, con membranas en las manos y la piel escamosa y azul, me puse el traje, recuperando la forma anterior. Hubiese sido raro que saliese disfrazada... disfrazado de fenómeno.

Completada la tarea, simplemente esperé, fuera, en silencio. Necesitaba mis refuerzos, y o los conseguía pronto o la adicción me obligaría a reclamarlos.

Ya me había bañado antes de ir a ese lugar así que creí innecesario volver a usar eso. Me metí en una de las cabinas y cerré la puerta solo para cambiarme de ropa. Tras unos minutos salí de la cabina ya con el mono negro feo, por mucho que luego cambiase de forma, siempre sería un mono negro y feo. Aun tenía mis dudas de si era seguro ponérselo, así que cuando nadie me viese, seguramente me lo quitaría. No estaba dispuesta a ser controlada por un robot ni nada por el estilo.

Me metí en los vestuarios y me cambié poniéndome la armadura, vaya era interesante, poco a poco se adaptó a mis necesidades incluso tomando ese color rojizo que me gustaba, aunque a este paso parecería parte de mi pelo. Una vez preparado recordé una cosa y me puse la pitillera justo en un acoplamiento que la armadura había diseñado, genial.

Salí de el vestuario y me dirigí a donde Xión y un escalofrío me recorrió el cuerpo... estaba emocionado...y la verdad daba cosa.

- Vaya profesor... parece entusiasmado con las pruebas- Dije intentando no detenerme demasiado.

Según os estáis cambiando y algunos saliendo, una marioneta con un pequeño cofre se acerca y se encara con Trece

-Señorita,si me permite tengo sus refuerzos y tengo que ayudarla a ponérselos.

Tras esto cogió de una mano a Trece y se encamino hacia la cabina de nuevo llevándose a Trece consigo.

Una vez cerrada la puerta, la marioneta deja el cofre en el suelo y de sus brazos, hombros y espalda se despliegan una serie brutal de brazos auxiliares, cogiendo con cada uno un refuerzo y comiénza a instalarlos, con delicadeza, pero aun así no puedes evitar notar algunos pinchazos y una energía que se va moviendo de un refuerzo a otro, como si estuvieran interconectándose entre sí.

Estaba enfrascadísimo en una conversación con Xión cuando ví aparecer a Rei, y tenía que darla atención, pues como siempre iba seguida de Kalth y querría comentarme algo, asique cuando se acercó, sin parar mi conversación con Xión la puse una mano en la cabeza.

-Entonces, ¿vuelve a estar de paseo sin éxito?... bueno sin éxito... sin traerse a ningún posibe recluta nuevo, ¿no?

En lo que Xión me contestaba cogí a Rei en brazos como si fuera una hija reclamándo mimos mientras la hacía un ligero gesto de silencio en lo que terminaba la conversación.

-Exacto, pero lo mejor es que encima decían que le mandaba el demonio y que le intentaron arrestar, ¿sabes?, lo que me hubiera gustado verles intentando quemarle en la hoguera, ¿te acuerdas de esa vez qué convirtió las llamas en un fénix y arrasó a todos los imbéciles?, lo que me pude reir reviviendo sus recuerdos.

Según hablaba le echó una mirada a Melfis y contempló de forma absolutamente normal el que alzara a Rei, que no la conocía personalmente pues no era de los suyos, pero no pudo evitar guiñarla un ojo en plan complice.

-Pues eso, que por lo visto Zalamar vuelve a hacer de las suyas porque lo invocaron en esa aldea, y lo peor es que la gente no estaba poseida, sabía lo que hacían muchos de ellos y, bueno, hizo su trabajo y entonces fue cuando marcó a Zalamar y llamó a Oulos, ya sabes esa rencilla personal que tienen.

Esbozó una sonrisa divertida

Una voz te entra en la cabeza y te obliga a callar

Espera a que terminen de hablar tus superiores, recuerda que esto tiene unos rangos, fíjate en Rei, se ha acercado, se ha subido a los brazos de Anderthael, pero no ha interrumpido la conversación... aún,

Salí de los vestuarios siguiendo a los otros y entré en la Plaza, mirando a los instructores. No tenía ninguna necesidad de acercarme a ellos ni nada por el estilo. Nunca fui alguien efusivo y menos con gente que no importa realmente mucho para mí, quizá era la marca fantasma de uno de los rasgos de mi alma.

Me mantuve ahí, esperando a que diera comienzo todo.

Froté la mejilla contra el hombro del Anderthael en silencio esbozando una sonrisilla cómplice hacia Xion cuando me guiñó el ojo, devolviéndole el guiño.

Hablaban de algo que no tenía ni idea, pero la mención a Oulos me hizo apretar los puñitos sobre la ropa alba de Anderthael y permanecí quietecita como una buena chica buscando la mirada rojiza sin pupilas de Kalth para confirmar si él había entendido el tema del que hablaban.

No me había percatado de la presencia de Anderthael aunque bueno, me pasaba con mucha gente, callé escuchándolos a ambos mientras miraba a la pequeñaja, volví a sonreír levemente, me hacía mucha gracia como se comportaba con todos y sabía que luego exigía que los demás la trataran como una adulta, o al menos me lo esperaba.

Permanecí en silencio mientras miraba al chico mudo, nunca recordaba su nombre, bueno el de la pequeñaja ya sabía que era Rei pero preferia llamarla pequeñaja, era mas sencillo y ademas siempre que la viera lo recordaría, al otro chico esperaria a presentarme, no suele ser de buena educación llamar a alguien chico mudo nada mas conocerlo... aunque fuera verdad.

No pude una sonrisa cuando aquella marioneta me puso los refuerzos.

¡Sí! ¡Por fín!

Los necesitaba tanto como respirar, y estar alejados de ellos era como arrancarme un brazo. No sólo eran lo único que me permitía caminar sin parecer una niña de tres años, sino que además eran lo único que me hacía tener confianza. Sin ellos era una pusilánime más. Carne de cañón cuya voluntad no tardaría en doblegarse.

Inconscientemente, debido a la confianza ganada y el poder con el que me sentía  al tener aquella maravilla de la tecnología decorando mi cuerpo, cambié de forma. Era una medida de protección para ocultar los refuerzos de la vista, pues no quería que nadie los viese.

No me di cuenta del cambio, pero estaba la conversación entre aquellos dos hombres. Había adquirido la apariencia de uno de ellos, y yo sin saberlo. Había sido un acto reflejo, una mímesis en busca de una imagen con más confianza en sí misma que la tímida chica de ojos rojos que intentaba pasar desapercibida.

Me sentia algo insegura por todos los cambios y las inminentes pruebas. No me sentia preparada en absoluto,tal vez por eso me tome mi tiempo en ducharme y vestirme. El traje simbionte habia cambiado hasta ser indistinguible de la piel pero, ¿realmente no debiamos quitarnoslo ni para la ducha? U otras funciones biologicas, claro. Tal vez mas tarde preguntase, pero ahora no, el resto ya me consideraban idiota por preguntarle a dama si soñaba. Tal vez tenian razon, tal vez las preguntas filosoficas solo estaban permitidas a los no probetas. Pero incluso mientras pensaba en eso no podia evitar sentir simpatia por las dudas sobre su identidad que tenia Smiley... Y tambien algo de injusticia por el doble rasero con los no probetas. Definitivamente sentia una punzada de envidia por la niña a la que sostenia Anderthael porque para mi los abrazos eran algo precios, escaso y que no me estaba permitido pedir. Me quede en un rincon, con la mirada baja, abrazandome a mi misma a falta de mi conejo de trapo.