Partida Rol por web

Había adoptado la forma espiritual para evitar los ataques físicos. Aún era vulnerable a los ataques energéticos y estaba el problema de que no me gustaba pelear. Ni siquiera con máquinas. Era algo que simplemente no me gustaba hacer. 

Escuchar las palabras de Gert sólo me hizo sentir aún peor. No era destructiva y lo de luchar a muerte me pareció... horrible. Supuse que este era el castigo por no estar a la altura. Nos habían creado para luchar, quisiéramos o no. Esbocé una sonrisa triste y amarga mientras me rodeaba de aquellos osos, meras imitaciones de vida alimentadas con magia. ¿Sería suficiente? 

La idea de atacar al muñeco con insectos que destrozasen sus circuitos había pasado por mi cabeza, pero al final me decanté por fuerza bruta. Era tan... poco yo. Suspiré. También podía intentar usar algún poder psíquico, pero prefería reservarlos para evitar ataques. Al menos si veía que los osos bailaban. 

Dediqué una sonrisa tímida a Valeria y Smiley. 

- Lo de ayer fue agradable. Espero que no os hieran - les dije - Desearía... - comencé, aunque no terminé la frase - No me gusta combatir - dije de forma casi inaudible. Luego me forcé a sonreír - Mucha suerte. 

Después me preparé para lo que pudiera pasar, ya que literalmente lucharíamos por nuestras vidas. 

Observé cómo el pelirrojo de las regalices, el que no parecía tener muchas luces, cogía un escudo. ¿Veis? Eso sí que era una buena idea. Los escudos te volvían lentos, pero eran cuanto menos eficaces. Debería ir pensando en aprender a usar uno. Me quedé divagando con la posibilidad de si sería capaz de incluir uno en el Jugger o los Refuerzos, mientras seguía creando y descreando luces de colores a mi alrededor. Alma acumulada. Pero no conseguía decantarme por ninguna de las ramas del alma. Aún tenía que confirmar si mis teorías sobre esos pequeños hijos de la muerte eran ciertas.

Y entonces Alice, la única amiga que había sido capaz de hacer esta vida de soldado probeta, me habló. Sonreí de oreja a oreja, imitando la sonrisa de Cheshire de su día anterior. A mí me encantaba pelear. Era divertido. Y estaba guapa en esa forma intangible, y así sería capaz de resistir casi todo lo que le tirasen. Yo en ese estado, si hubiese combatido contra ella, sólo hubiese sido capaz de intentar encajarle... ¿8 golpes?

Calculando.

Recalculando.

¡5 golpes! Y luego sería pasto de su poder sobrenatural. Bien mirado, cinco golpes podían ser más que suficientes, pero no sabía hasta que punto la muchacha sabía defenderse. Seguramente, mejor que yo. Así que respondí a sus palabras con un asentimiento de la cabeza y el estallido de una nueva oleada de poder dorado.

Me giré hacia el rival.

Uhm...

Bueno, no tenía ni idea de que iba a pasar ahora... pero al menos tenía mi energía centrada y lista para funcionar.

Cuando Rei se bajó de mi cuerpo y tomó la vara adoptando su tamaño de "combate", digamos, no pude evitar la sonrisilla al ver la cara de alguno de los compañeros ante tal trasformación.

Dí un par de saltitos sobre la punta de los pies y entonces me fijé que una de los dos muñecos que llevaban el tabardo de la mansión Hellheim le seguía con la mirada y el otro miraba a Rei, asique, sabiendo ya cual era mi objetivo, me coloqué delante de él en guardia y preparado para pelear.

Mortimer se había quedado plantada en el sitio, delante de su rival, sin coger ningún arma ni nada.

Entonces, sin esperar ninguna señal ni nada, todos los Muñecos atrasaron la pierna derecha medio paso, levantaron el brazo izquierdo del que, como si fueran los pétalos de una margarita, se extendieron unas placas formando un escudo y de la pierna derecha desenfundan una espada con su mano derecha, alzándola por encima de la cabeza.

Mortimer está de pie, quieta, con el pelo danzando a su espalda, movido por una brisa inexistente.

Entonces, el Muñeco rival de Lilith se adelantó un poco antes que ella, lanzándose hacia ella con el escudo por delante, alzándolo al final por encima de su cabeza, pero situándolo delante de la cara de Lilith para que impidiera ver por donde venía el golpe...

Algo parecido hizo el muñeco de Melfis, pero este se lanzó y bajó el escudo y luego lo levantó, intentando golpear el escudo de Melfis para apartárselo.

...y con esto empezó el típico caos de las batallas.

TURNOS

Alice: 242
Rei: 158
Kalth: 157
Oso 4: 123
Oso 1: 98
Muñeco Lilith: 85
Muñeco Rei: 84
Oso 3: 79
Lilith: 73
Oso 2: 71
Muñeco Melfis: 71
Muñeco Alice: (Sorprendido) 63 (-90 a toda tirada)
Melfis: 60
Oso 5: 61
Trece: 58
Muñeco Kalth: 57
Muñeco Trece: 42

Bueno... no es que me esperase que atacara tan rápido, pero tampoco era una probabilidad que no había barajado... así que el muy estúpido pretendía impedir mi visión con su escudo, pero justo cuando vi sus intenciones ocultas y me comencé a desplazar hacia el lado del escudo. El movimiento no es que fuese rápido o lento, era el movimiento en el momento adecuado a la velocidad adecuada para poder evitar cualquier ataque que surgiese de detrás del escudo.

Con una gracilidad innata, giré sobre mi misma mientras llevaba ambas manos a la empuñadura de la espada y la elevé sobre el hombro para así dejarla caer sobre el cuello del Muñeco. Si tenía mis mismas habilidades, seguramente podría eludir ese golpe, aunque quizá con un golpe de suerte, el bicho ese caería sin darme más dolores de cabeza.

Mi largo cabello danzaba alrededor de mí, siguiendo el trazado de mi movimiento.

Un Ala, azul, hecha de pura energía, brotaba a la espalda. Cuatro esferas amarillas, cual estrellas minúsculas, adornaban cada extremidad. Un vórtice, verde y colosal, brillante, coronaba el hombro derecho.

El cuerpo cambió. Donde antes había un hombre rubio una máquina de cinco metros se alzó cual coloso mecánico de guerra, cual arma de Imperium, pues eso era en realidad. Era una apariencia realista, si bien no aparentemente orgánica. La energía del alma seguía ahí, revelando que aquella máquina sólo era fachada. Las máquinas no tenían acceso a esas capacidades, por lo que Trece era, al menos, un compuesto de materia orgánica.

Cegado por el instinto de acabar en un abrir y cerrar de ojos con aquel rival, arremetí girando las manos cual molino de viento, pero a la velocidad del cielo en tempestad. Un golpe con el puño derecho. Otro con el izquierdo. Y un tercero nuevamente con el derecho.

Al descargar el primer golpe, el vórtice verde del hombro se extendió cual gangrena por el brazo, potenciando la velocidad y destreza del impacto. El tamaño de aquella energía concentrada se redujo a la mitad debido al uso de la misma, pero seguía existiendo, como seguían haciéndolo mis músculos pese a que descargué toda mi fuerza a cada golpe.

Había dado todo lo que podía dar. Si con ello Lamón no estaba orgulloso, sólo me quedaba rezar. Si hubiese sido listo hubiese golpeado después. Hubiese dejado atacar a mi adversario. Si hubiese bloqueado el ataque con éxito podría haber aprovechado un fallo en su defensa para maximizar de verdad mi potencial, pero no se me ocurrió. No en vano, ser fuerte tenía su precio, y el precio era no ser lo suficientemente inteligente, dejando que el combate me cegase. ¿Cómo iba a estar orgulloso ningún maestro de mí si no era capaz de trazar un plan... maestro?

Observé los dos muñecos con la serpiente alada de nuestra casa y entrecerré los ojos. No tenía claro si los ojos podrían superar el blindaje, lo que sí sabía era que tampoco tenía muchas opciones, ya que se me daba mejor curar. En cualquier caso y en previsión de que hubiera heridos empecé a acumular Zeon para un conjuro de curación. También me concentré en que los osos atacaran. 

El primero en reaccionar de los osos atacó al muñeco intentando derribarlo con su peso. Después de todo, los osos pesaban fácilmente 600 kilos y eran criaturas fuertes. Si lo tiraba al suelo, el resto tendrían más opciones. Sin contar con que no me estaría pegando a mi. 

Otro de los osos atacó desde su derecha, intentando aprovechar que eran cinco. Por más que quisiera, el muñeco sólo podría usar el escudo con uno de ellos y, tal vez, alguno conseguiría estropearle el brazo o hacer que perdiese su arma. 

El siguiente atacó desde la izquierda. En otro intento de destrozar el muñeco aunque fuese por pura fuerza bruta. 

Los otros dos atacaron por detrás, rodeándolo. Desde mi punto de vista eran criaturas temible y, sin duda, a mi me habrían destrozado, pronto sabría si para el muñeco sería igual. En el peor de los casos me servirían de barrera.

Miré a mi alrededor, estudiando la situación y atenta a quién podría llegar a necesitar mi ayuda. Aunque siendo sincera, Valeria y Smiley tenían preferencia, claro. Por otra parte, el chico de pelo blanco y su interprete parecían bastante seguros de sí mismos. El pelirrojo con su escudo y su lanza tenía pinta peligrosa y la otra chica parecía que no le importaba. De hecho ni siquiera había cogido arma. En realidad puede que ni la necesitase.

Sólo quedaba Lilith. En las clases de magia en común había dejado claro que no quería que fuésemos amigas. Imaginé que no le caía bien. Pero tampoco era plan de dejar que su muñeco la destrozase. Así que si la herían, aunque luego me protestase, la curaría. Por lo menos, no parecía que las espadas de los muñecos fueran energéticas. Y con los osos ejerciendo de barrera, tenía algo de margen.

Lo habían dicho claro "mientras no ataques a uno, sólo te atacará el tuyo". No decían nada sobre curar, potenciar o ayudar a otros. Y eso era exactamente lo que pensaba hacer, claro que si. En parte iba contra la lógica del ejercicio y competir, pero me pareció más importante que sobreviviéramos indemnes. 

El escudo detuvo el ataque, por suerte mis años de practica habían dado sus frutos, derrape unos segundos, los suficiente para lograr una distancia y poder calcular un golpe. Había alejado su escudo y era momento de aprovecharlo.

Corrí directo a mi objetivo, sus movimientos eran precisos pero a la hora de la defensa le costaba llegar, di un pequeño salto al lado sin escudo y mi lanza busco un hueco en ese lado, dando dirigiéndose al costado derecho de la marioneta, mientras luchaba el color de mi pelo se volvía mas vivo, se convertía en una pequeña llama las puntas, pero debía concentrarme mas, quizás en otro ataque.

-Kalth estate atento que empieza la fiesta-ignorando como iban los combates intercambié un gesto con Kalth-iagos manejando la lanza en un movimiento circular. Kalth hizo un gesto casi imperceptible.-más te vale llevar el ritmo, cabezón.

Golpeando la madera de la lanza con la yema de los dedos llevé el ritmo mentalmente antes de abrir los labios dejando escapar la melodía que Kalth y yo usábamos en algunos entrenamientos.

La marioneta había sacado una especie de escudo plegable, más me valía darme prisa, lanzándome con una estocada simple y directa mientras sentía la temperatura descender hasta que las palabras salían acompañadas por el vaho de mis labios. Bajo mis manos se extendía con rapidez una capa de escarcha  que recubría la lanza arrancando destellos helados de la hoja argéntea.

Asentí y empecé a marcar el ritmo con el pie mientras Rei se lanzaba a por su muñeco. No pude evitar una sonrisa, entonces me centré, un estallido de energía me rodeó, poco visible, pero se notaba una oleada de electricidad estática y que ponían los pelos de punta.

Tras esto empezaron a surgir unos pequeños rayos en los puños y pies, como si se estuviera concentrando toda esa energía en las extremidades, entonces me concentré pues lo que venía ahora si no estaba centrado podía marear. Avancé medio pie y dí un paso... estaba a su espalda, otro paso, a su costado; otro paso en su otro costado... y otro paso más y volví a su espalda.

Alice comenzó la primera, murmurando por lo bajo y moviendo las manos, haciendo llegar hacia ella las energías místicas que podía controlar.

Rei fue la siguiente, moviéndose al ritmo que se marcaba junto con Kalth, que empezó a moverse detrás. Rei lanzó un golpe, pero su Muñeco rival lo bloqueó con el escudo, bajándo el arma y lanzando dos ataque en consecuencia, uno con el escudo de frente para ganar un poco de espacio y el otro un corte horizontal a la altura del hombro.

Kalth se lanzó a una velocidad inhumanoa y comenzó a impactar, pero con cada golpe salía un chispazo en el cuerpo del Muñeco, que se extendía por su cuerpo, disipándose, al segundo golpe el muñeco le lanzó un golpe con el escudo para intentar derribarlo, pero eso no contubo el tercer y cuarto golpe de Kalth, el cual atravesó esa barrera e hizo trastabillar al muñeco hacia atrás.

Los Osos que había invocado Alice estaban rodeando al Muñeco, el primero se lanzó de frente a por él, intentando derribarlo sin éxito, pues el Muñeco se afianzó en el sitio levantándo el escudo y ni siquiera se movió del sitio. Pero los osos le rtodearon, lanzándole golpes, que no podía parar, pero que no parecían hacer mucha mella en su cuerpo. En un giro hizo un corte más que interesante a uno de los osos, que rugió de dolor, pero se mantuvo ahí. Ese momento fue aprovechado por uno de los osos para darle un golpe en el torso al Muñeco, que le hizo dar un par de pasos hacia atras, haciendole perder la iniciativa.

Lilith había lanzado un buen golpe, pero el Muñeco levantó el escudo, bloqueando el golpe y manteniéndo el arma de su rival en alto, por lo que aprovechó el hueco en la defensa de Lilith para lanzar una estocada al vientre.

El Muñeco de Melfis se movió casi a la par que su rival, evitando el flanqueo y quedándo más cerca de él, lo que aprovechó, pues la lanza de Melfis no era buena en distancias casi nulas, pero su espada sí, por lo que intentó lanzar un golpe contra Melfis en el mismo instante en que desguarnecía su cuerpo.

Trece se movió, algo más despacio que los demás, pero antes que su Muñeco. El primer impacto que le lanzó sonó como la explosión de un trueno, haciendo que ese escudo que se vé que tenían los Muñecos brillara con intensidad. El segundo golpe hizo que explotara, soltando una oleada de energía estática en todas direcciones y haciendo que se tambaleara... El tercer golpe le impactó de lleno en el pecho, atravesándolo por completo, haciendo que se convulsionara y soltara chispas y fluidos de su interior. Tras unos instantes, se quedó quieto colgando del brazo de Trece.

Mortimer seguía parada, quieta en el sitio, con el pelo moviéndose por un viento inexistente... pero había empezado a murmurar... su Muñeco parecía querer moverse pero solo conseguía arrastrar los pies en el suelo creando un par de surcos.

Orden de Iniciativa Asalto 2:

Alice: 194

kalth: 164

Oso 2: 134

Lilith: 132

Rei: 131

Oso 1: 107

Muñeco Kalth: 90 (190/195 PV)

Muñeco Alice: 88 (174/195 PV)

oso 4: 81

Oso 5: 74

Oso 3: 64 (683/760 PV)

Trece: 52

Melfis: 50

Muñeco Lilith: 44

Muñeco Trece: Muerto

Muñeco Rei: 26

Muñeco Melfis: 20