Partida Rol por web

Roy cortó parte de su camisa y taponó la herida de su socio y amigo Jack. No quería dejarle ahí sin poder ayudarle, pero necesitaba saber qué le había pasado a Pete, el conductor de la diligencia, que aunque creía que estaba vivo sabía que también había sufrido un balazo y no sabía el alcance del mismo.

Cuando llegó hasta el viejo Pete le vio la camisa llena de sangre.

-¡Cagon los indios, Pete! parece que te han dado bien - Dijo arrodillándose a su lado y sacando sus atuendos para curar de su bolso.

-A ver déjame ver esa herida, intentaremos curarla.

Al levantar la camisa vio que le había dado en el costado pero había salido por el otro lado. La bala no se encontraba en el cuerpo, con lo que la curación podía ser mucho más fácil de lo que pensaba.

-Esto te va ha doler. Muerde este palo -dijo pasándole un palo, para de seguido verter alcohol sobre la herida y así sanear la misma y tapar la misma para que no siguiera sangrando.

—Ahgff ¡Joggeeeer! —protestó a través del palo mientras que su rostro se contraía en una mueca de dolor. Sus ojos lagrimaban por el alcohol derramado en su herida la cual escocía y por la perspectiva de no poder beberlo.

En cuanto su compañero terminó las curas empezó a incorporarse pesadamente mientras se ayudaba de uno de los listones que conformaban la diligencia volcada. Entonces pareció recordar todo, habían volcado les habían atacado y ahora tenían que retomar la marcha... A saber cómo estaba la carga.

Cojeando y con evidente esfuerzo fue desplazándose bordeando la misma para ver cómo estaba todo. Debían utilizar los caballos para poder devolverla a un estado adecuado.

Parecía que todo había acabado de momento, como si tuviese el mundo encima las piernas me fallaron para sentarme en uno de los maderos que me ofrecía algo de comodidad. Todos estábamos más o menos en las mismas, con sangre y plomo por igual.
- Gracias por los esfuerzos Roy ¿qué ha sido de los de afuera?. Con mala gana recargué el revolver lentamente ya que las manos me temblaban ligeramente, no sabía lo que había pasado ni quienes eran los que nos habían atacado, unos cuerpos más en esta tierra que tanto se había regado con sangre, parte de la cual era nuestra.

El viejo estaba refunfuñando tras las curas, agujereados pero vivos otro día más. En estos momentos más que nunca ansiaba llegar a nuestro destino y descansar una temporada en un lugar acogedor. Lo malo es que estábamos en medio de este lugar y con una diligencia para arreglar.

Tras curar al viejo Pete, Roy volvió junto a su socio y amigo Jack que también estaba malherido. Antes de ponerse a curarlo, miró al viejo y le dijo.

-Podrías ir a ver si sigue alguien vivo, si es así, le apuntas y me lo dices. De todas formas cuando acaba iré yo...quiero saber por qué demonios nos han atacado -dijo metiendose de nuevo en la diligencia donde esaba su socio.

-Bien, sigamos ocn la cura a ver si doy con la clave para para esa hemorragia -dijo levantándole de nuevo la camisa para ver la herida y intentar volver a curarla.

Parecíua que había encontrado el motivo y no le gustó al cazarrecompensas. La bala había seccionado una vena y no paraba de sangrar. Solo cabía hacer una cosa...por lo menos que Roy supiera hacer: cauterizar.

-Amigo mío, no te va a gustar lo que te voy a decir, pero la única forma de cortar la hemorragia es cauterizando la herida -advirtió Roy sin rodeos-. Veo la bala con lo que no hay problema para sacarla, pero luegohabrá que cauterizarla.

Tras comentárselo, Roy sacó de nuevo los bártulos de curas y se puso manos a la obra. Primero sacó la bala con unas pinzas y luego desinfectó y calentó una moneda con el mechero con el que se encendía la pipa y cuando estuvo al rojo miró a su amigo y asintió.

-Preparado -dijo esperando confirmación. Cuando se la dio, estampó la moneda a modo de sello logrando cortar la hemorargia y dejándo una bonita huella de moneda de dolar de plata en el pecho de su amigo.

-Vale, ahora no te muevas en un rato. Quedate aquí con el rifle y si ves a alquien que se acerca nos avisas -dijo tendiéndole una cantimplora con algua para que bebeira y se rehidratara.

Luego salio para ver si quedaba alguien con vida.

Roy mandó al viejo que viera si había algún herido entre sus asaltantes. Pero al ver cómo se movía pensó que lomejor era que se metiera con Jack en la diligencia y que descansaran todo lo que pudieran hasta por lo menos recuperarse un poco de sus heridas.

-¡¡Pete, déjalo!!, vente y siéntate en la diligencia. No quiero que se te abra otra vez la herida y tenga que volver a curártela.

Dicho esto acompañó al viejo a la diligenci ay cerró la puerta para que se quedaran ahí dentro.

-Si veis que viene alguien avisad de alguna forma -dijo mirando a los dos-. Jue, no sé como hemos salido de ésta, pero aquí estamos.

Tras decir esto Roy se fue a ver sí había algún herido entre los asaltantes. Antes, cogió su caballo, pues si encontraba alguien lo llevaría en la grupa. Además ahí tenía sacos para meter las armas y demás cosas que cogiera y cuerda por si tenía que atar a los heridos.

—¿Qué dices Roy? —le contestó el viejo conductor dando un golpe seco en la destartalada diligencia, insistía bastante en sus órdenes pero no veía lo que tenía delante—. ¿Ves eso? Dijo señalando el eje de la misma... Está partida y hasta que no lo arreglemos, no podemos hacer nada.

—Debemos encontrar una forma de arreglarla, o de cambiarla por otra. Si no, no podremos ponernos en marcha —anunció mientras se puso a rebuscar entre el contenido de la misma. Tal vez un par de tableros sujetando la parte partida con un par de clavos a modo de remaches sea suficiente. Si no, tocaba coger el serrucho y buscar un tronco lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de aquella mole sobre ruedas.

—¡Sí! —celebró con voz exultante desde el interior—. Esto servirá.

No era el hombre más ágil del mundo, pero eso no significaba que no pudiera arreglarse, sólo que llevaría más tiempo. Y por ello debía empezar cuanto antes.

Al acercarte a los forajidos pudiste comprobar que cuatro de ellos yacían muertos, la mayoría gracias a tu escopeta, pero había otros tres que aún respiraban. Uno de ellos con mayor facilidad que los otros dos. Al verte acercarte a él intenta coger su revólver.

Roy, revolver en mano pues no se fiaba de lo que pudiera pasar, comprobó quienes de sus asaltantes seguín con vida. Tras una inspección vio que había varios vivos.. o que por lo menso respitaban. Se acercó al que parecía que tenía mejor pinta para hablar con él.

Cuando lo hizo este hizo ademán de coger su pistola. No tenía ganas de más guerra, on lo que apuntó con su colt de doble acción y lo amartilló.

-Si quieres morir cógelo -le advirtió-. Habéis matado a un buen hombre y herido a otros dos. Realmente quiero que lo cojas, y así justificar las ganas que tengo de pegarte un tiro y vengar vuestro acto.

El hombre te mira con odio pero con un destello de miedo en los ojos. Aún así, trata de agarrar el revólver con la mano derecha, tanteando el suelo con pequeños  y torpes  golpecitos de las yemas de los dedos, aunque no se da cuenta que el arma se encuentra a su izquierda.

Un pequeño torrente de sangre brota de su abdomen y parece que el esfuerzo por encontrar el arma lo va a terminar de matar.

Roy observa la patética búsqueda del arma de su oponente. Su ira en esos momentos sobrepasaba los límites que él se había impuesto, necesarios para llevar con éxito su profesión de cazarrecompensas.

Apretando los dientes para no cometer un acto que sin duda le marcaría de por vida, Roy se acercó apuntando al hombre allí tumbado y cogió el arma que estaba buscando.

-Quieres morir, bien, pues antes contéstame a unas preguntas y luego te haré ese favor- propuso el cazarrecompensas.

-¿Por qué nos habéis atacado? ¿Quién es vuestro jefe? ¿Está entre los muertos? Si no es así ¿dónde está? -preguntó al tipo que parecía querer morir a toda costa.

Ahora sí me desplomé como presa del cansancio de todo un año de duras labores en el campo. El sudor y la sangre se mezclaban por mi cuerpo formando una espesa pasta que me recordaba lo cerca que habíamos estado de no contarlo.
El viejo se afanaba para dejar la diligencia como nueva y poder seguir el viaje, en este momento no ayudaba mucho para no reabrir las heridas que aún estaban recientes y que aún sangraban si me movía demasiado. Esperaba poder aprovechar la camisa de alguno de esos malnacidos, la mía se iba desarmando para hacer nuevos vendajes.
Con la boca pastosa les dije a los otros:
-Chicos, yo necesito recuperar un poco de aire, Pete, demonios, no te muevas mucho en un rato o no servirán de nada esos remiendos. Tomemos un trago de agua y veamos lo que tenemos.

El forajido continuó buscando patéticamente su arma hasta que se dio por vencido. No parecía querer explicar gran cosa y en su cara se iluminó una mueca que asemejaba a una sonrisa.
Pero no duró mucho ya que una arcada acompañada de una desagradable tos hizo brotar sangre por su boca haciendo que el hombre se ahogara. En un acto reflejo se agarró la garganta como si eso le fuese a librar de una muerte que cada vez parecía más inminente.  

-Y eso que éste era el que estaba mejor...maldita sea.

Roy negó con la cabeza. Al final no había tenido que matar a aquel desgraciado, pero no le había sacado nada de información. Lo peor es que no podría llevarlos ante la justicia y que pagaran por lo que habían hecho. Encogiéndose de hombros miró la diligencia donde estaban sus compañeros. Podrían y debían esperar allí, para curar sus heridas. Él mientras se encargaría de recoger todo el material que encontrara y que les valiera. Luego se acercaría y miraría nuevamente las heridas e intentaría volver a curarlas.

Con esto en mente fue uno por uno de los cuerpos de sus enemigos y les fue registrando, cogiendo monturas, munición, armas, comida, bebida y demás pertenencias que les pudieran ser útiles, como mantas, medicinas, herramientas, otras no tan útiles pero si valiosas, como dinero, objetos de valor o documentación que pudieran llevar. Pero siempre mirando de reojo por si aparecieran los enemigos nuevamente.

Tras esto se acercó a la diligencia para ver que tal estaban sus compañeros. Luego se ocuparía de los muertos y de hacer un fuego para pasar la noche. Aunque eso debería ser por consenso, pero dado el estado de sus compañeros el cazarrecompensas creía que eso sería lo más lógico.

Roy rebusca entre los muertos, pues los que estaban malheridos terminaron por morirse, y recoge los fusiles que por allí había, además de víveres y ropas que llevaban los pistoleros.*

Después, regresa a la diligencia donde Peter y Jack van recuperándose, poco a poco de sus heridas.

Al anochecer ya conseguisteis reparar la rueda. Quizá  lo mejor sea pasar la noche aquí y reanudar la marcha con el alba. Aunque también pueden regresar los pistoleros que se habían ido...