Partida Rol por web

—Hijos de puta —Recalcó Pete su pensamiento acerca de aquellos indeseables—. Gracias Roy, aquí están preparándonos la habitación, estoy a la espera... Esas botellas y las provisiones nos vendrán bien. Estamos a un día pero nunca se sabe.

El bajar de la diligencia fue como una brisa marina en medio del desierto, habíamos llegado a un sitio medianamente civilizado, tendrían algún lugar para descansar y comer algo en condiciones, incluso puede que un baño caliente en el que quitar la sangre y barro del camino.

- Chicos, si no os parece mal, me quedaré con el winchester y algo de ropa de esos malnacidos que han hecho tantos agujeros en la mía, el catalejo también nos lo llevamos.
Miro a Roy y pienso que le debo una más. - Gracias por todo socio, no lo habríamos logrado sin ti. Y gastemos parte del dinero en calentarnos por dentro y por fuera, comamos, bebamos y démonos un baño en condiciones

Con los caballos estabulados os fuisteis a las habitaciones que había reservado Peter mientras Roy se encontraba con el sheriff del pueblo.

Aprovechasteis para recoger todos los útiles que traíais de vuestro encuentro con los asaltantes del día anterior. Después de aseados y descansar un poco acercasteis a ver que la noche comenzaba a caer sobre Cedar City.

Roy se dio el merecido baño. Luego fue a la tienda de armas a vender las armas que ni sus compañeros ni él querían. Al igual hizo con los caballos sobrantes y con los materiales que habían recogido y que no usarían.

Esto le llevó toda la tarde, quedando con sus compañeros para cenar algo en el mismo local donde tenían sus habitaciones. Limpios y con la tripa llena la cosa se veía de otra forma. El cazarrecompensas miró a sus compañeros y les habló.

-No sé lo que queréis hacer esta noche, pero yo me voy a descansar. Cuanto antes lleguemos a Las Vegas mejor. Y eso solo significa tener que madrugar. ¿Qué opináis? -preguntó a sus compañeros.

Después de asearme, cené con el resto de los compañeros mejorando el humor que habíamos tenido en estos últimos días, casi no hablábamos mientras podíamos degustar los platos que nos habían puesto, la cocina tenía un sabor especial, quizás por el tiempo que llevábamos malcomiendo y repitiendo menús. Esto era otra cosa.

- Roy, estoy contigo en que la cama es un gran reclamo, voy a ver si hay un matasanos que le eche un ojo a los agujeros que llevo en el cuerpo y a dormir a pierna suelta como nunca antes.

-Me parece una gran idea. De hecho te voy a acompañar, pues a mí también me hirieron, aunque solo fue un feo rasguño -dijo Roy recordando que a él también le habían herido-. Así estaré mejor para seguir camino mañana.

Roy miró a Pete para que hablara, pero como se encontraba lo más seguro es que fuera con ellos a ver al cirujano para que les curara y cosiera, ya que a él también le habían herido.

Pensaba ir al volver a pasar por aquí, pero tal vez sea buena idea pasarse... Dependiendo de cómo me siente, me duele la última o no. -Acabó por confesar Pete mientras se incorporaba.

Los tres acudisteis a ver al matasanos. El hombre no daba crédito a lo que veía. Se ajustó las lentes y se encogió de hombros. Después de un rato curando las diversas heridas que marcaban vuestros cuerpos se dio por satisfecho y terminó su trabajo. - Parece que os hubiera atropellado un tren. - Masculló el médico antes de que os marchaseis.

A esas horas parecía que lo más sensato era que os fueseis a la cama. Cada uno a la suya... Y eso fue lo que hicisteis. Por fin una noche en una cama limpia, aseados y sin sobresaltos. Eso terminó por restableceros de vuestras heridas.

Al día siguiente os levantasteis con el amanecer como si fueseis otros. Mientras desayunais, un mocoso se os acerca para daros el aviso de que el señor Spinner osmespera en la casa de postas. Con los alimentos en el estómago os dirigís hacia la oficina en la que se encuentra el señor Spinner con cara sonriente y os acerca unas sillas para que podáis sentaros. Frente a vosotros está un tipo de unos cincuenta años, vestido de negro con traje, luce un bigote cano retorcido en las puntas que os mira con curiosidad.

- Este es el señor Willoughby III, un notable hombre de negocios en nuestra ciudad. Verán, necesita que lo lleven urgentemente hasta Las Vegas. Así que cuando estén listos para partir, el señor Willoughby viajará a bordo de la diligencia. Supongo que no habrá problema alguno, ¿no? - os lo presenta el señor Spinner.

—Por mi parte ningún problema —contestó Peter Franklin antes de dedicar un sonoro gorgojo al suelo—. Si sois consciente de los riesgos. Ya hemos perdido kilómetros atrás a dos buenos hombres que sabían lo que hacían, así que si os veis capaz de asumir los riesgos viajaréis en el interior de la diligencia.

Entonces dedicó una mirada a quién había hecho la propuesta. 

—Supongo que teníais en mente brindarnos una buena escolta para que llegue el caballero sano y salvo a su destino.

Roy se encogió de hombros. No era su trabajo y en la diligencia cabían más personas. Sin duda alguna aquella persona daría un nuevo ambiente al viaje, que de momento había sido todo un desastre lleno de avatares y desgracias. Así esperaban que el nuevo aire que pudiera darle este hombre renovara los ánimos del grupo.

-Por mí tampoco hay problema. Eso sí, espero que colabore si la cosa se pone mala como hemos hecho todos, arrimando el codo cunado la cosa se puso fea -recordó Roy el tortuoso viaje que estaban llevando.

-  “Perfecto”. – Dijo el señor Spinner dando una palmada a la vez que se levantaba de la mesa. – “Entonces no hay más que hablar. Vamos hasta la cuadra que ya deben estar terminando de reparar la diligencia. En nada podréis continuar vuestro viaje hasta Las Vegas. Sólo os quedan tres días para llegar.” – Os informa con una sonrisa.

Salís a la calle para acercaros a la cuadra y mientras el señor Spinner coloca el cartel de “CERRADO", el señor Willoughby avisa de que debe ir a su tienda a por un baúl y sus maletas. Mientras Peter se queda con el señor Spinner y va a la cuadra a supervisar el arreglo de la diligencia Jack y Roy acompañan al señor Willoughby a la tienda para recoger sus cosas. Al cabo de un rato, todo está en orden y ya podéis reemprender la marcha con un nuevo pasajero y tres voluminosas maletas y un baúl aún mayor. El señor Spinner se despide de vosotros con la petición de que le envíen sus saludos al señor Kirby cuando lleguéis a vuestro destino.

Volvéis a poneros en marcha una vez más. Poco después de salir de Cedar City el paisaje vuelve a variar y nuevamente podéis ver enormes mes praderas por las que discurren pequeños arroyos de agua fría y cristalina. En ellas pastan, ajenas a vosotros, pequeñas manadas de bisontes.
En el interior, el señor  Willoughby viaja sentado con una sonrisa de oreja a oreja. – “ Da gusto viajar en una diligencia tan cómoda. Seguro que vuestro viaje ha sido divertido.” – Chismorrea mirando a Roy.

—Tan divertida como una patada en los huevos —contestó el conductor para sí mismo pero en un tono que probablemente no pasó desapercibido. Sin esperar respuesta azuzó nuevamente a los caballos, unos viejos amigos que ya estaban totalmente frescos para la jornada que tenían por delante.

—Muchachos, será bueno que aprovechando que somos unos cuantos hacer partidas de exploración para anticipar emboscadas. —Opinó tras unos segundos.

Salíamos de nuevo hacia nuestro destino, ahora con otro pasajero y mucho más equipaje, me gustaría saber qué llevan todos esos bultos para un solo pasajero, pero tampoco me incumbe, sólo me pagan por escolta, no por hacer preguntas por mas que sea mi curiosidad.

Recorrido parte del trayecto el pasajero comienza a hablar, el aburrimiento se nota e intenta dar conversación, aunque sus comentarios no son muy afortunados como enseguida le comenta Pete.

- Tras unas cuantas horas la diligencia no es tan cómoda como le pueda parecer y nuestro viaje no ha sido fácil, hemos enterrado a varios pasajeros, por eso sus intentos de conversación han empezado con mal pié. Lo de explorar no es mala idea Pete, en un rato iré a explorar los alrededores.

Roy mira con cara de pocos amigos al su nuevo compañero en la diligencia. Pero luego piensa que él no sabe lo que han vivido y se reprende así mismo por tratarle así.

-No. Realmente ha sido una mierda de viaje -comenzó diciendo el cazarrecompensas-. Salimos cinco personas incluyendo al viejo Pete y solo hemos llegado tres, las otras dos murieron por el camino...a manos de indios y de forajidos -La mente de Roy rememoró esos hechos y algo se comprimió en el pecho.

-Y no quiero contarle más pues si no lloraría aquí mismo -dijo a punto de hacerlo-. Ha sido un viaje tortuoso y lleno de avatares. Creamé, no hay dinero que pague esta experiencia.

Sin más Roy se recostó en su asiento y comenzó a mirar por la ventana de la diligencia sin dejar de tocar a Betsy, su sport rifle como si fuera su tabla de salvación.

Roy escuchó tanto la idea de Pete como la respuesta de su socio Jack y asintió.- Socio, ve tu primero y luego iré yo, si te parece -propuso Roy quien ya sentado en la diligencia no le hacía mucha gracia tener que salir a otear si había enemigos en las cercanías.

Las desafortunadas palabras del señor Willoughby no ayudaron a mantener un clima agradable dentro de la diligencia. Lo que habíais sufrido y lo que habíais visto era demasiado cruel como para banalizar sobre ello. Más el sombrerero no sabía nada de aquello. El hombre intentó salir de aquella situación cambiando la conversación hacia como su padre había heredado el negocio de sombreros de su abuelo. Y allí fue dando una charla sobre el tema explicando que tipo de tejido era menos para cada época y que modelo le vendría mejor a cada tipo de cara.

Ya por la tarde, en el suave desnivel de una pequeña colina descubrís varias cabezas de ganado tipo Longhorn. Serán unas siete u ocho vacas que pastan ajenas a vosotros.

Roy iba callado al lado del sombrerero vigilando por la ventana auqe nadie se acercara. El tipo le encantaba hablar, pero Roy no estaba por la labor de escuchar ni de querer intenter llevar una conversación. A menudo se cambiaba con su compañero y socio Jack, haciendo da avanzadilla para que no les hicieran una emboscada. También, en alguno de los cambios se situaba en el pescante al lado del viejo Pete y vigilando desde allí lo que acontecía en las cercanías de la diligencia.

Por la tarde, en un desnivel encontraron varias cabezas de ganado que pastaban tranquilas. Pero la señal de alerta se activo en el cazarrecompensas. Las penurias que habían pasado le habían pasado factura y ahora ya no se fiaba de nada y de nadie.

-Pete, ve con cuidado, no quiero que haya otra estampida como con los bisintes -sugirió Roy al conductor de la diligencia mientras vigilaba los alrededores por si algo ocurría fuera de lo normal.

Nos movíamos en silencio hacia nuestro destino, meditando lo que nos había pasado hasta el momento e intentando poner cara a los nombres que recordábamos, costaba bastante. Miradas esquivas sin que ninguno se fijase en los ojos de los otros, fue un momento incómodo para todos pero enseguida cambiamos la situación mirando por las ventanas observando cómo se movía la vegetación o casi nos parecía eso.

Unos animales por el entorno, ganado pastando que seguramente tendrá a alguien cerca o alguna cabaña por la zona.

- Daré una vuelta con el caballo alrededor por si veo algo, tendré cuidado con esos animales para no asustarlos. Viejo, si paras daré un trote con el caballo por si acaso. Le dije mientras me asomaba para que me escuchase a la vez que miraba la velocidad que llevábamos.

—Shhhh. —Le dijo a los caballos de tiro mientras tiraba de las bridas para que frenasen el paso. Había aprendido de la mala experiencia que se había encargado también su compañero de recordarle, así que optó por pasar por el camino a una velocidad más calmada para que ninguna de aquellas malas bestias se alterase.

—A ver si así... Más despacio... No hacen nada raro. —Contestó Peter entre susurros.

Peter, precaución ido por la espantada  de los bisontes días atrás, disminuyó la velocidad de los caballos y pasó cerca de las reses que continuaron pastando con tranquilidad. Esta vez no hicieron ningún gesto de encontrarse intranquila.

Continuasteis a paso tranquilo hasta que las dejasteis atrás. Al otro lado de la colina Peter recuperó la velocidad normal de la diligencia. Unos minutos después, Peter avistó un rebaño de unas cuarenta cabezas que estaban siendo reunidas por cuatro vaqueros que galopaban alrededor de la manada dando gritos y haciendo gestos con los brazos.

Te fijas en que todas las redes están marcadas con el mismo símbolo de ganadería.